CABA
Jugate conmigo
Desde el Abasto hasta Ciudad Oculta, pasando por la Villa 31 y Montevideo, como en una rayuela, miles de personas participan en estos juegos que se proponen ocupar el espacio público. Libertad, diversión y redes sociales, todo junto y en la calle.
L os himnos son algo serio. Por eso, cientos de personas arman una ronda en medio de la calle Zelaya, previamente cortada al tránsito, en el barrio porteño del Abasto. Con solemnidad, uno de los participantes grita:
–¿Estamos perdiendo los juegos callejeros?
–¡¡¡Minga!!!
La respuesta es a los gritos y corresponde a esos centenares de mujeres, hombres y chicos, que hacen infinitos cortes de manga, levantan los pulgares y sacuden las caderas en un baile que es una llamada a iniciar la jornada. Así es el himno y la clave inicial de Cu.Ju.Ca, la Cumbre de Juegos Callejeros, que ha tomado la calle pintándola de rayuelas, techándola de pancartas y guirnaldas de colores, y armando enormes muñecos que serán quemados con fogata y baile. San Pedro y San Pablo. Hay arpilleras para carreras de embolsados, elásticos para saltar, valijas viejas cargadas de juguetes y trastos, tizas, zancos, canastos con pelotas, sogas y patines, mientras algunos conspiradores van escondiendo consignas para la búsqueda del tesoro. La calle se convierte en pura turbulencia, con música de risas. Los vecinos del barrio, de cualquier edad, están jugando a la mancha, a la rayuela, a la pelota, otros hacen una ronda, luego buscarán un tesoro si es que no lo encontraron ya mismo. Logran cambiar el sentido del tiempo. Lo detienen, lo excitan, lo regalan, lo amplifican, lo gozan: nació el tiempo de la diversión.
Centro de salud, parroquia y delirio
El primer Cu.Ju.Ca se realizó en Abasto en mayo de 2006, a raíz de las actividades de la Casona Cultural Humahaca (al 3500 de esa calle) con el grupo de recreación Los del Marco. La experiencia gestó algo que ninguno de los cujuquenses esperaba: se desparramó por otros barrios y villas, y empezaron a surgir nuevos colectivos cujucas. Cada uno con sus propias característica, según el lugar. Así es el juego. Ya hubo cujucas en Ciudad Oculta, Floresta, Moreno, Chacarita, Villa 31-31 bis de Retiro, Villa Fiorito, Boedo, y Montevideo (Uruguay). Sólo en Abasto se realizaron 10 cumbres callejeras.
Según las definiciones más teóricas, cada cumbre sería la creación de un espacio transicional diferente al orden de lo cotidiano. Cada vez que se comienza a jugar, se instala un nuevo orden donde todo está permitido, un espacio donde uno puede dejarse fluir, y puede permitirse crear. Jugar y crear funcionan en la misma órbita de la potencialidad humana. Pero hay una explicación más callejera para los que nunca estuvieron en un Cu.Ju.Ca: cada cumbre consiste básicamente en juntarse con los vecinos, cortar la calle y jugar.
Guillermo Castañeda, psicólogo social, es uno de los que concibió la idea originaria. Confiesa que en el inicio de todo esto hubo algo de delirio, de mandarse a ver qué pasa. “Pero si vemos el recorrido, al comienzo las organizaciones del barrio se acercaron de a poco. En el segundo participaron más activamente, y empezaban a llegar otras. Este año ya son nueve las que están participando con stands o juegos. El dispositivo es muy simple, por eso todos se animan, porque en realidad es una propuesta que mete la mano en el conocimiento de todos cuando éramos pibes. Así, el Centro de Salud se anima a hacer un juego, los de la parroquia se animan a otro, los del Centro de Jóvenes también. Entonces después, cuando haya un problema en el barrio, ya nos conocemos las caras para decir: che, tenemos el problema del hueco del agua, ¿qué carajo hacemos?”
Para Guillermo esa posibilidad de entramarse en el barrio se facilita con este tipo de eventos, por una razón: “Aquí hay fiesta, estamos todos felices. Pero la intención es que no quede allí, sino que eso ayude a transformar las cosas”. La idea está plasmada en algunos de los puntos del manifiesto de esta iniciativa:
Cu.Ju.Ca cree que, hoy, jugar en la calle los Viejos Juegos Tradicionales opera como ruptura frente al orden establecido.
Cu.Ju.Ca no forma parte del orden hegemónico; es, sin dudas, una expresión política, pero reniega de cualquier alineación partidaria.
Cu.Ju.Ca ocurre en la calle, un escenario popular definido, mayoritariamente, por relaciones de dominación y desigualdad.
Cu.Ju.Ca ocurre en la calle para re-significarla, para promover relaciones de igualdad, compañerismo y cooperación entre los miembros de la comunidad.
Abrir la puerta para ir a jugar
En cada Cu.Ju.Ca. hay una calle que estalla. Visto desde arriba, si uno se sube a una escalera o al techo de alguna casa, lo que se ve es algo así como una maqueta llena de colores. Porque una maqueta es un como si, la representación de algo. Y un Cu.Ju.Ca. representa alegría. Es una fiesta pública. Pero además hay algo distinto en el aire que se respira. Puede ser que sea la hostilidad y el peligro de emociones inciertas, novedosas y profundas que esperan al acecho.
A poner el cuerpo
La última fiesta cujuquense se realizó el 28 de junio pasado. La décima. Allí, en el barrio donde vivieron Gardel y Luca, los vecinos se juntaron nuevamente para hacer de la calle un escenario. En esta ocasión fue sobre Zelaya, que se cortó entre Anchorena y Jean Jaures. El marco lo dio la evocación de la fiesta de San Pedro y San Pablo con la tradicional quema de muñecos.
Primero una calle vacía. O simplemente un lugar de tránsito. Luego una soga atada de esquina a esquina interrumpe el paso y preanuncia un nuevo agite. Los que de entrada se acercan son los pibes. Se ríen y conversan mientras van llegando los cujuquenses con valijas viejas cargadas de juguetes y canastos con pelotas, sogas y patines.
Entonces, se van perdiendo los límites entre el asfalto y la vereda, todo será parte de un mismo tablero de juegos que se dan en simultáneo. Las paredes son decoradas con las banderas de distintas organizaciones del barrio. Una de ellas reza: “El juego y la educación es una libertad a la que tenemos derecho”.
Pasacalles y guirnaldas cuelgan su colorido. Frases de esperanza pintan los paredones y reviven utopías. De golpe, mientras todos se van acomodando, irrumpen en escena “Los pumancheros del Abasto”. ¡Murga, señores! Con sus trajecitos y sus caritas pintadas los niños y niñas bailan con magia. Comienza el movimiento, aunque por ahora los demás miran.
Luego se arma una gran ronda, como para aflojarse y romper con el acartonamiento. Cantan su himno, como es debido, pero luego le siguen otros cantos. Primero se anima un cujuquense y propone una canción con un pasito (¿alguien se sabe la de la familia sapo?). Comienza la actuación. Hay mímicas, y con ellas, bromas y risas. Quizás alguno se ponga un poco rojo. Pero después, a puro coraje, toman aliento los demás. Un pibe se adelanta y dirige otra ceremonia donde parece que todos se han convertido prontamente en tallarines y se mueven para aquí y para allá. Cada cual improvisa como puede. Van poniendo el cuerpo.
Ya más íntimos y desinhibidos, llaman a romper la ronda para ir a jugar. Se dispersan y los cujuquenses van convocando a distintos juegos a lo largo de toda la calle. Así, en una esquina comienzan las persecuciones y las huidas se suceden sin descanso. Es la mancha. Allá la soga que gira y gira entre salto y salto. La gente se desparrama, se entremezcla, se enreda. Uno puede perderse entre todos ellos y encontrarse con un tiempo detenido donde sólo imperan las reglas de cada juego.
Ya no son sólo chicos. Los grandes se van sumando. Unos tienen el elástico, otros el túnel de tela. Por aquí toman mate mientras conversan, pero allá hay piedritas que caen sobre la calle, avanzando las casillas de la rayuela. La brea va perdiendo su color amargo con los dibujos que los más pequeños hacen con tizas de mil colores entre pelotas que pican y vuelan por todas partes. No hay más orden que el que se inventa cada cual.
Así, jugando se va la tarde. Pero todavía hay más. Si todo comenzó con murga, terminará con fuego y batucada.
Los grandes muñecos de cartón y de madera estuvieron toda la tarde en el centro de la escena con su destino a la espera. En la panza de uno de ellos los vecinos fueron tirando los papelitos con sus deseos. Ésa es la tradición de la fiesta de San Pedro y San Pablo. En el momento en que todo estuvo listo, todos a formar otra gran ronda alrededor de los futuros quemados. Cuando las llamas ya estaban bien altas iluminando la cuadra llegó la batucada para gestionar un baile circular al calor de los deseos que se iban elevando.
Jugando y enredando
Celina es estudiante de la tecnicatura de Tiempo Libre y Recreación e integrante del colectivo Cu.Ju.Ca. Abasto. (Aclaración: antes los cujucas simplemente se conocían como eso: cujucas. Luego, a raíz de las experiencias que se fueron replicando en otros barrios y los nuevos colectivos que fueron naciendo, tuvieron que agregarse un apellido para despejar confusiones. Por eso diferenciamos: en este caso, Cu.Ju.Ca. Abasto). Ella explica: “Cada Cumbre es como una feria viviente de juegos”. Allí donde se realice –basta con que sea en la calle– se arman diferentes espacios de juego que van funcionando en simultáneo. Grandes y chicos pueden participar. La entrada –obviamente– es gratuita.
“En el primer Cu.Ju.Ca. –palabras que nos trae Cheba, otro miembero del colectivo– se hizo un juego de apertura: una gran búsqueda del tesoro en la cuadra. Se armaron grupos y se pusieron todos adentro de un elástico. A partir de ahí teníamos que cumplir consignas. Imaginate que yo por ahí a él no lo conozco, a aquél tampoco, pero tenemos que cooperar para cumplir la consigna y poder ir avanzando. La última pista era un pedazo de mapa y entre todos los grupos teníamos que juntarnos para poder armar el mapa entero. Sólo así se llega al tesoro”.
Para ellos esto es juego. Juego callejero. Pero los cujucas no se quedan aquí y van por más. Jugar sería, entonces, el primer paso.
Encendiendo fuegos
Como originariamente el colectivo de Abasto estaba integrado por personas que venían también de otros barrios atraídos por la actividad de la Casona como espacio cultural, muchos de ellos decidieron tomar la idea, aprovechar la experiencia y hacerla propia. Así, con la ayuda de sus viejos compañeros, la fueron llevando hacia sus lugares de origen o de trabajo.
Dice Nahuel –un joven que según sus palabras se dedica a disfrutar y a ser alegre, además de trabajar y estudiar–: “Lo que tiene como potencial Cu.Ju.Ca. es que es algo que no nos pertenece. Nosotros no hemos inventado nada, lo que nosotros hacemos es encontrarle un sentido. Algunos de los integrantes que han pasado por este colectivo de personas, que en algún momento han subido y ahora han decidido bajarse, se han subido a otros colectivos, en su barrio, con sus grupos, con sus organizaciones, y ahí es que han tomado la idea de que las raíces se echen en otro lado. ¿Para qué? Para organizar el barrio. Y así es como empezó. Primero en Ciudad Oculta, después se fue para la 31, para Moreno, para Chacarita, para Montevideo, Uruguay. La intención que tenemos nosotros es que se vaya para todos lados y que no nos pidan permiso. La fantasía es que en algún momento me encuentre con alguien que tenga una remera como la mía que diga Cu.Ju.Ca. y le pregunte de qué barrio es. Que pase un tiempo y ya no sea nuestro sino de todos. O sea, no de un pequeño colectivo sino de un movimiento social”.
Guillermo agrega que en realidad, él tampoco se imaginó jamás en lo que iba a derivar. “Tomó vida propia después del primero. Nosotros proponíamos hacer ese evento y después nos íbamos a tirar a ver qué más, por dónde iba la historia, siempre con la idea de repetir algo, pero esto que pasó es regroso”.
Según Denise, una joven socióloga y maestra que se sumó al colectivo a principios de este año, “lo que se busca también es romper con esta concepción de la inseguridad que ahora transmiten todo el tiempo los medios de comunicación y que se reproduce entre la gente. Esa idea de no salir a la calle porque la calle es peligrosa. Decimos: no. Entendamos que ése es un discurso y que en la calle se puede dar otro tipo de vínculos. Y que no es sólo un espacio de peligro”.
Y vos, ¿a qué jugabas de chico?
Para organizar un Cu.Ju.Ca. se necesitan ganas, imaginación, tiempo y creatividad. La participación es gratuita. Los juguetes son fabricados en su mayoría por los cujuquenses. Y acusan a los que son muy sofisticados, porque posicionan de forma muy pasiva a la hora de jugar. Según ellos, un juguete puede ser cualquier cosa, y cualquier pibe puede armar el suyo. Así tiene mucho más significado.
En los cujucas se han visto desde tatetís humanos hasta túneles de tela y jugadores de bolita. La idea es recuperar los juegos tradicionales para resignificarlos y transmitirlos a las nuevas generaciones. Rayuelas –que quedan pintadas en las calles para dejar sus huellas en el tiempo y para que los pibes las sigan saltando cuando quieran–, carreras de embolsados, con zancos o a caballito. Puede ser también el pato ñato, la viudita o juegos con aros; si no saltar la soga, juegos con pelota o avioncitos de papel. La lista a enumerar puede ser infinita. Las experiencias que trae cada uno para volcar la convierten en un inagotable baúl de recuerdos y propuestas para jugar. Basta con sumar el aporte y los juegos propios para darse cuenta de lo explosiva que resulta la ecuación.
Los integrantes de Cu.Ju.Ca. sostienen que lo que hacen no está cerrado o acabado, no es perfecto. Es un aprendizaje, una investigación colectiva. Una búsqueda constante. Ir probando con el cuerpo nuevas formas y propuestas. Ir conociendo qué es lo que se puede gestar a través de las redes como r.i.o.b.a (Red de Instituciones Once, Balvanera, Abasto-Almagro), que se terminó enredando fruto de estas actividades.
Dice Guillermo: “Estamos investigando poner el cuerpo de forma diferente. Ésa es otra puerta que abrís y te encontrás. Hay formas de charlar y de reflexionar y de discutir que son formas diferentes de entender, que no tienen que ver solamente con la palabra. Es poniendo el cuerpo, es armando espacios para hacer cosas analógicas, simbólicas, mucho de psicodrama. Eso te ayuda a visualizar y a simplificar historias. Para mí es impresionante”.
Según Melina, el juego es una de las pocas actividades libres que queda en el ser humano. Entonces, cada vez que uno juega, juega por libertad y se permite todo lo que a veces no se admite fuera de esta ficción. En base a cada experiencia lúdica que uno tiene, hay una vivencia que queda y sirve para diferentes áreas de la vida. Como dice Leonor, usamos el juego para trabajar cosas de la vida cotidiana. Valores de cooperación, conocimiento mutuo, confianza… todo se puede trabajar en realidad. Todo se puede transformar en juego.
La nueva política
Según los cujucas, el juego viene a romper con toda la estructura autoritaria. Es, sin dudas, una expresión política “no partidaria”, siempre se atajan los cujuquenses. Ocurre que lo que ellos quieren construir es, justamente, una alternativa contra el orden hegemónico.
Denise dice que es una decisión política con respecto a cómo organizarse. “Nos organizamos a nivel horizontal. Pero también es una posición política frente al juego y frente al espacio público”.
Por su parte, Cheba, que es profe de educación física y apasionado animador de distintos juegos, agrega: “Podemos organizar una tarde de juego acá adentro, y eso sería una política, jugar adentro. Nosotros elegimos jugar en la calle. En el espacio público, con vecinos, no entre nosotros solamente. Y ahí ya estás hablando de un montón de cosas: de recuperar un espacio público, de mejorar los vínculos entre vecinos, de crearlos, porque a veces no es mejorarlos sino que se conozcan”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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