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FMI: La doctrina del shock
El Senado votó favorablemente el acuerdo con el FMI, hipoteca perpetua sobre el presente y el futuro argentino. El escenario político sigue mostrando internas en un gobierno en el que grupos propios son más opositores que una oposición oficialista que, a la vez, todo lo hace pensando en limar al gobierno frente a las elecciones del año que viene; gobierno que quiere hacer lo mismo con la oposición. Una nube de pesos, mientras la sociedad es cada vez más desigual. Compartimos libremente este trabajo sobre las deudas para el último número de MU: la deuda como shock para empobrecer y controlar vidas y territorios, y todo lo pendiente que nunca se renegocia. Miradas desde lo comunitario, lo barrial, la investigación económica, lo socioambiental, lo cooperativo y lo agroecológico, para conocer los enigmas y paradigmas que están en juego.
Por Lucas Pedulla.
1. Los pies en el barrio
En José León Suárez no hay ministros, no hay stand by, no hay lo que se llama Fondo Monetario Internacional, no hay tecnicismos; el default se mide a partir de lo que Waldemar Cubilla -sociólogo recibido en el penal de San Martín, fundador de la Biblioteca Popular La Carcova- llama como suerte de Código Territorial de Dificultades Extendidas. ¿Qué significa? En el barrio lindero al basural, las tasas de referencia del Banco Central quedan chicas: los financistas del barrio – no precisamente vestidos de traje y corbata- dan créditos con tasa al 100% de interés.
“Podríamos decir que el sistema de financiación popular inicia al cien por cien”, dice el sociólogo y la afirmación, que parte de la empiria urbana cotidiana, es parte del loop económico argentino y no un dato de la última década: “Una vez tuve una conversación con una dirigente del oficialismo, que hoy es una funcionaria importante, en los tiempos de los acuerdos del Club de París con Kirchner. Ella tenía un planteo muy fuerte de ir en contra de la deuda y yo le comentaba que en el centro de San Martín, pero sobre todo en su periferia, la gente hacía cola para endeudarse”.
El dato lleva a pensar el actual acuerdo con el Fondo desde otra complejidad, donde “la deuda” en singular toma la forma de un plural que lleva a preguntar, al menos, por las deudas económicas que ahogan a las personas, a la vez que por otras deudas sociales ya existentes sobre las cuales no se avizoran renegociaciones ni acuerdos.
Waldemar convierte esa abstracción en algo medible: “Desde un plano más político comparto el planteo contra los fondos, pero en la práctica la deuda es quizás el gran organizador del mundo de la vida. La vida endeudada es mucho mayor en la informalidad o clandestinidad. Tener que pagar la deuda quizá se convierte en la primera de tus prioridades, porque no te querés quedar sin crédito. Y, luego, viene el resto: la comida, la vestimenta, las necesidades básicas. La deuda tiene la posibilidad de matarnos o dejarnos vivir, y ahí se me viene la frase de Néstor Kirchner cuando dijo ‘los muertos no pagan’. Podríamos decir, tal vez, que los sectores populares pagamos con muertos”.
Las muertes tras la adulteración de la droga en el área de Reconquista en Puerta 8 quizás arrojen una variante reciente.
“Mientras no se modifiquen las normas procedimentales, mientras la ley argentina siga siendo permisiva, no va haber ninguna posibilidad de frenar esto”.
Alejandro Olmos
2. Secretos y revisiones
Alejandro Olmos fue el mayor investigador de la deuda externa al punto de sostener durante 18 años, desde 1982 hasta su muerte en el 2000, una denuncia contra el ministro dictatorial José Martínez de Hoz y los funcionarios de la miseria planificada en dictadura estatizada en democracia. Su investigación la plasmó en el libro Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron. El legado de esa lucha, que llevó mucho tiempo en la soledad de los años de indultos, es continuado hoy de forma exhaustiva por su hijo, Alejandro Olmos Gaona, que publicó La deuda odiosa. El valor de una doctrina jurídica como instrumento de solución política. En marzo editará un nuevo material analizando, junto a la exdiputada Fernanda Vallejos, las claves del actual acuerdo.
Los principales puntos de este análisis actual con mirada histórica y familiar:
“El problema que tenemos con el Fondo es que las negociaciones son secretas. Después te presentan los puntos pero mientras tanto no se sabe qué se negocia. El ministro Martín Guzmán solo hace enunciados pero el detalle no se conoce y esto ha sido así en cada uno de los 28 acuerdos que ha firmado el Fondo antes. Dijo que el Fondo quería déficit 0 en 2025, que el gobierno no iba a aceptar porque iba a ser en 2027, pero finalmente terminó aceptando”.
“Además, supuestamente lo que acordó Guzmán es que los 44 mil millones de dólares que le debemos al Fondo los vamos a pagar en dos años y medio con plata que nos va a dar el propio Fondo. Ahí es cuando esa nueva deuda se plantea pagar en 10 años, pero no va a ser así ni remotamente, porque el Banco Central está exhausto. De aquí a un año y medio, o dos, va a haber que pedir otro acuerdo, y luego otro por tres años, y así vamos a seguir condicionados por estas políticas”.
“Si bien al Fondo se le paga una tasa de interés muy baja en relación a otros acreedores internacionales privados, el problema son los condicionamientos y ajustes. Algo increíble entre quienes defienden el acuerdo es que dicen que no se plantearon ajustes ni modificaciones laborales. ¿Cómo que no? Apenas asumió Alberto, se ajustaron las jubilaciones por decreto. Por otro lado, con los índices inflacionarios que tiene el país, el sueldo se licuó en 2021 al 50%.
Otra complicación es que Guzmán dijo que no iba a haber ajuste tarifario, pero el Fondo en un comunicado dijo que sí. Habrá que ver la proporción. El Fondo no va a exigir reformas como el Plan Brady porque serían inaceptables: como está planteado hoy, va a ejercer el control de la economía con las revisiones y los ajustes presupuestarios”.
“En principio, el tema de la revisión trimestral es una ficción. No es que cada tres meses va a venir alguien y te pregunta qué está pasando con las cuentas públicas: ese señor ya está en el Banco Central y va a estar los días de cada mes. Cada tres meses lo que va a pasar es que va a elevar al Fondo un informe de lo que ha pasado, pero la revisión y el control van a ser diarios, al punto tal que cuando se firmó la ampliación del stand-by en tiempos de Macri se estableció que el gobierno debía informarle al Fondo cada 24 horas lo que estaba haciendo. Ahora va a pasar algo parecido: la revisión trimestral implica revisar si el acuerdo funciona o no, si el Gobierno cumplió con las pautas que comprometió o no, si el índice pautado de devaluación del peso sigue las normas o no. La política del Fondo es que se instala y te controla. Argentina va a perder autonomía en sus decisiones”.
“Entonces, cuando te controlan la política económica, ¿qué soberanía tenés?”.
“Esto tiene que ver con la falta de participación popular y de una dirigencia que no explicó qué es lo que había pasado con la deuda. Me dan bronca las explicaciones simples: no nos animamos a decir la verdad”.
Eduardo Vasco Murúa
3. De pies y manos
¿Había otros caminos?
Olmos: “Como se verificó, una gran parte de la plata del Fondo se fugó. Al saber que la plata se fugaba, no hizo nada, y eso significa haber violado categóricamente el Artículo 6 de su Convenio Constitutivo; cuando vio que el objetivo planteado por el stand-by de Macri tampoco se cumplió ni le comunicó qué estaba haciendo con la plata, violó el Artículo 5; y, finalmente, cuando le dio la plata no le exigió la garantía que establece en su Artículo 1. Es decir, el Fondo violó tres artículos. Para el Derecho Internacional Público esto significan actos inéditos cometidos por un organismo internacional. No lo digo yo, sino la Comisión de Derecho Internacional de la Naciones Unidas. Cuando pasa eso, el gobierno tiene la posibilidad de ir a la Corte Internacional de La Haya a pedir que se expida sobre estas violaciones. Si el Fondo recibiera esa advertencia, indudablemente serviría para poder negociar de otra manera. Hay muchos que no tienen idea de lo que es el derecho internacional y dijeron que el Fondo no acataría eso y que la Corte está manipulada por los EE.UU, pero los antecedentes dicen otra cosa: la Corte ya falló por los contras nicaraguenses financiados por EE.UU y por el embargo de medicamentos a Irán, ocasionando un gran lío en el Departamento de Estado. Es apelar a los recursos que uno tiene, por lo menos, para ver qué pasa, y no entregarse de pies y manos”.
Olmos Gaona aclara que la deuda no es “ilegal” o “ilegítima”: “Una cosa es que el Fondo violara sus artículos al no haber controlado ni advertido, pero el préstamo no fue ilegal ni violó el orden jurídico de la Argentina. En el stand-by, el Estado manda una carta diciendo que necesita dinero, explicita para qué, manda un memorándum sobre su política económica, el Fondo lo lleva al Directorio, lo aprueba y nada más. Esta forma operativa la hizo Macri, la hizo Kirchner en 2003, y así todos los acuerdos desde el primero de Aramburu en el 57. La deuda no es solo de Macri, es de la mayor parte de la dirigencia política con representación parlamentaria: Macri no emitió un solo bono que no haya sido autorizado por el Congreso. Y si bien el acuerdo con el Fondo no pasó por el Congreso, es porque había una ley que establecía que el país podía realizar operaciones con los organismos multilaterales que integra sin necesidad de autoridad legislativa. Esa ley es del ‘92 y fue ratificada en 2014. Es decir que mientras no se modifiquen este tipo de normas procedimentales, mientras la ley argentina siga siendo permisiva, no va a haber ninguna posibilidad de frenar esto”.
“Es un círculo vicioso: la deuda ecológica golpea con sequías, inundaciones, cambio climático, y es la principal deuda que tenemos con el pueblo”.
Rosalía Pellegrini
4. Jugar el partido
En medio de la toma del mayor endeudamiento de la historia argentina, hubo una sola persona que se encadenó al Banco Central e inició una denuncia a Mauricio Macri, Luis Caputo, Nicolás Dujovne, Federico Stuzenegger, Guido Sandleris y Marcos Peña. Esa persona es el histórico referente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), Eduardo Vasco Murúa, actual Director Nacional de Empresas Recuperadas en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En noviembre, una delegación del Movimiento se reunió con el presidente Alberto Fernández y le presentó, entre otros puntos, una carta donde le explicaban por qué no había que pagar la deuda.
Murúa, un hombre que no se caracteriza por la retórica sino por pasar a la acción, frente a este nuevo acuerdo con el FMI tiene dos sensaciones: “Impotencia, porque esto tiene que ver con la falta de participación popular y de una dirigencia que se ponga a la cabeza de nuestro pueblo a explicarle qué es lo había pasado con la deuda. El famoso por qué. También me dan bronca las explicaciones simples porque no nos animamos a decir la verdad de lo que fue la deuda. La deuda no fue para ayudar a Macri, sino preparada por el Departamento de Estado junto a su agente financiero que es el Fondo Monetario, a condicionar al próximo gobierno, porque sabían que la derecha, que había logrado algo histórico como ganar en elecciones como nunca había pasado, no iba a durar más de 4 años. Más allá de los dichos del ministro, no creo que semejante operativo no implique un condicionamiento a la necesidad que tenemos como país: desarrollarnos”.
Un hecho premonitorio: al cierre de esta de edición, el ministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta había anunciado la interrupción de las altas en los programas de Potenciar Trabajo. Algo que impacta de lleno en el mundo cooperativo que defiende Murúa. Él dice: “Hay que seguir discutiendo con el Estado de no bajarlo, sino aumentarlo, que ya muy poco es. Si consideramos que nuestro Ministerio debiera ser el que más genera empleo, necesitamos más partidas para la producción, instalar trabajos, y complementar el esfuerzo que hace el conjunto de los trabajadores de la economía popular para conseguir empleo”.
El partido clave que señala Murúa es el que se juega para saber quién pagará lo que venga: “Esta deuda recayó siempre sobre el conjunto de la clase trabajadora, pero ese es un debate y también una cuestión de poder. Veremos si la deuda la cargan más los sectores monopólicos de la economía, del poder financiero, o si recae exclusivamente en nuestro pueblo”.
Ese partido, para Murúa, todavía está a tiempo de jugarse en dos terrenos: en la calle; y en la Corte Suprema de Justicia, donde su denuncia espera resolución.
“Seguimos poniendo el impacto ambiental debajo de la alfombra. Asignarle un número es medirlo en un valor monetario del cual queremos escapar, pero si calculamos ese impacto, el número es 10 veces mayor al de la deuda”.
Walter Pengue
5. Corte a la impunidad
“Frente a la propia Corte Suprema, el 1F se convocó marcha contra la impunidad y la corrupción judicial. Muchas de las familias presentes expresaban algo más complejo y amplio que las consignas convocantes, con el urgente grito que arrastran en sus cuerpos hace años. Allí estaban desde la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas hasta Sergio Maldonado, agregando un tema obvio pero ausente: “Contra el FMI y la Corte nos tiene que abarcar a todas y todos, sin color político”.
También estaban Marta Montero y Guillermo Pérez, mamá y papá de Lucía Pérez, que viajaron desde Mar del Plata en micro para participar. Si alguien puede hablar de la justicia como otra deuda odiosa, son estas familias; en el caso de Marta y Guillermo, este año están a la espera de dos eventos: la fecha del nuevo juicio que juzgue a los responsables del femicidio de la joven de 16 años, y la fecha del jury contra los jueces que dejaron impune el caso en la primera sentencia.
A su vez, junto al colectivo Familias Sobrevivientes de Femicidios, hace 17 cartas que le piden al presidente Alberto Fernández una reunión. El día del 1F, minutos antes de salir a Tribunales, Marta recibió una llamada de Daniel Caresani, psicólogo en la Subsecretaría de Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El funcionario quedó en mandarle un escrito al Presidente, pero le dijo que Fernández no tenía nada que ver con el reclamo. Marta le respondió: “El Presidente no está solo para pagar la deuda, sino también para hacerse cargo de los femicidios”.
Para Marta, entonces, la desidia y la corrupción judicial no son casuales sino causales; y lo plantea como parte de una deuda: “Las familias tenemos que hacer el duelo porque nos arrebatan de cuajo la vida de nuestras hijas. Tenemos que luchar, esperar dos años para un juicio, y cuando se hace, ver que está todo mal hecho y volver todo a cero. Cada vez es más perverso. Por eso salimos a la calle, porque sabemos que nuestra palabra pesa y mucho, y tenemos que aprender a creer en nosotros mismos, en esta lucha colectiva, en salir y no callarnos. Aunque nos duela el alma -porque sí: es cansador- es por la memoria de nuestros hijos. No debemos cansarnos porque, si no, han ganado ellos otra vez. Y no lo tenemos que permitir. Estoy segura que como pueblo tenemos más poder que el que tienen ellos detrás de un sillón”.
Como prueba de cómo mover a los sillones, desde Mar del Plata, tras la conversación Marta envía una noticia: la Justicia Federal hizo lugar a una medida cautelar que suspendió la exploración off shore de las petroleras frente a las costas atlánticas. La Asamblea por un Mar Libre de Petroleras celebró: “Fuera el extractivismo de nuestros territorios”.
A través de este whatsapp, Marta conecta la deuda de la justicia, la no renegociación de la impunidad, con el extractivismo de los recursos naturales como otra -o acaso, la única- que el gobierno pretende profundizar a la caza de dólares.
“Conviene ver a estos problemas de frente y verlos en relación, porque si miramos ahí, seguro vamos a descubrir algo”.
Waldemar Cubilla
6. No mires el suelo
“La deuda implica que Argentina consiga dólares y eso se paga con deuda ecológica”. La respuesta la da Rosalía Pellegrini, una de las fundadoras y actuales coordinadoras de la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT), organización que agremia a más de 20 mil familias campesinas de todo el país. Tampoco es una frase desde la retórica, sino de la constatación en los campos: “Esa perspectiva cierra las alternativas de pensar un modelo agroalimentario en Argentina con soberanía alimentaria, con acceso a la tierra, con una economía que no sea tan concentrada, con agroecología y sin agrotóxicos. Es un círculo vicioso: esa deuda ecológica golpea con sequías, inundaciones, cambio climático, y es la principal deuda que tenemos con el pueblo”.
La deuda ecológica, en el panorama que traza Pellegrini, debe entenderse como la otra cara de la deuda externa. Así lo explica Walter Pengue, ingeniero agrónomo, doctor en Agroecología, integrante del Panel Internacional de los Recursos de la ONU, titular de la cátedra de Economía Ecológica de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y miembro del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente de la UBA: “La deuda ecológica nace y se construye como una demanda de los pueblos del sur hacia las sociedades del norte por lo que se conoce como intercambio ecológicamente desigual, la apropiación de los recursos naturales y del espacio vital. En la desesperación por cerrar un acuerdo no se contabilizan las externalidades, es decir, los costos ambientales y sociales que derivan de esto. Un autor, Joan Martínez Saier, habla de la incomensurabilidad de valores: hay muchas cosas que no podemos medir en dinero. ¿Se pueden medir la vida de nuestros pueblos? ¿La vida de la gente? ¿Por 3 millones de dólares me das a tu hijo? La realidad es que hay valores, y ahí se entiende lo inconmensurable. Porque si vos decís que los cambios afectan a la mariposa monarca, o que está en peligro el hábitat del tamandua, ¿a quién le importa? Pero tu hijo, sí. Y no tiene precio”.
¿Y las externalidades? “La deforestación, por ejemplo, se puede medir una parte en pérdida de infraestructura, en vidas humanas. En Economía Ecológica se utilizan varios métodos, uno son los precios hedónicos o precios espejo. Por ejemplo, algo complicado es medir la pérdida de especies. Hoy hay alerta mundial de Naciones Unidades porque estamos enfrentando lo que se llama la sexta extinción: un millón de especies pueden perderse en las próximas décadas. Un ejemplo que parece tonto pero a nosotros nos resulta importantísimo: ¿qué pasaría si desaparecen los polinizadores? A mucha gente le molestan las abejas, pero bueno: el 40% de la producción de alimentos caería. No es un simple bichito, y eso no lo mide la economía convencional. Avanzamos sobre la frontera agropecuaria del norte argentino, con la deforestación: ¿cuánta vida hay ahí abajo? Hoy no le ponen valor porque no lo estamos viendo y nuestros políticos viven de la coyuntura: no estás hablando con gente muy preparada”.
7. El futuro desierto
La deuda externa con el FMI tiene un valor bien concreto: 44 mil millones de dólares. ¿Hay un valor que le podamos poner a la deuda ecológica? “Asignarle un número es ponerle un valor monetario del cual queremos escapar porque no queremos meternos en esa discusión. En 2018, Naciones Unidas saca un documento sobre polinizadores y una de mis críticas era que, en un texto espectacular, lo primero que ponen es cuánto cuesta la pérdida. Entendía, claro, porque tienen que convencer a los políticos”.
La ONU estimó en 577 mil millones de dólares el aporte mundial de los polinizadores: 12 veces la deuda con el FMI.
En 2021, el propio CONICET alertó que los cambios en el uso del suelo, la destrucción de hábitats naturales y el uso de pesticidas son las principales causas de su desaparición.
Pengue: “El número es brutal. También lo es la cancelación de los servicios ecosistémicos (beneficios que un ecosistema aporta a la comunidad) a nivel planetario. Nuestra economía no lo ve porque seguimos poniendo el impacto ambiental bajo la alfombra. Si te tuviera que decir un valor de la deuda, el número es 10 veces, porque la cancelación de los servicios no solo impacta en un año sino en una secuencia de años. ¿Qué ves en cualquier campo de soja cuando levantás el suelo? Arena. Antes no había arena, había un limo, un algarrobal. Eso, imperceptible: es el futuro desierto. No lo sabemos porque somos Gardel, sino porque estudiamos. Pero nadie te da pelota”.
8. El Congreso incendiado
La UTT precisó esta temporada que entre incendios, sequías y tormentas hay familias que perdieron entre el 50% y el 100% de su producción de alimentos. En Tucumán y Santiago del Estero fue la alfalfa y el maíz, y los animales se están muriendo de sed. En Misiones, las inundaciones pudrieron toda la cosecha. Hay incendios en Formosa, Chaco, Entre Ríos: en Corrientes los fuegos arrasaron casi el 10% de la superficie provincial. En Río Negro, la mayor producción del tomate se desechó por el exceso de lluvias con granizo.
Según Rosalía, la lista sigue: “Esta situación de cambio nos golpeó de lleno y no hubo una sola emergencia agropecuaria para nuestro sector. Seguimos siendo rehenes de un sector muy minoritario que en Argentina concentra una parte cada vez más importante del territorio agropecuario: nuestras familias garantizan más del 60% de los alimentos, pero solamente un 3% es dueño de su tierra, mientras un puñado de miles de familias son dueñas de más de un 35% del territorio”.
La UTT llevó al Congreso el reclamo por la Ley de Acceso a la Tierra para que pequeños productores puedan acceder a créditos y comprar su terreno: este año perdió por tercera vez estado parlamentario: “Es una desilusión total. Nunca hubo voluntad verdadera, porque cuando había condiciones políticas para que el oficialismo avanzara, no lo hizo. Estamos hablando de una gran hipocresía y demagogia. Entendemos que fuimos una variable de especulación y utilización para que a fin de año se diera la disconformidad ante un Congreso diferente, donde cambió la correlación de fuerzas”.
Mientras se cajonean estos proyectos, la concentración avanza: “Hay una desigualdad muy grande y ese sector va a ser ganador porque ahora va a haber un paquete de medidas para permitirles estar libres de impuestos, sin que nadie cuestione este modelo basado en la biotecnología. Esto sólo nos genera más dependencia. Y no es un mero eslogan”.
Ese peso, además, se recuesta sobre las espaldas de las campesinas. “Somos las mujeres las que hacemos alargar el proceso de producción con lo que nos queda, tratando de que alcance la comida, ahorrando pequeños gastos de salud, fortaleciendo la economía agraria de autoconsumo. Somos las mujeres quienes lo sostenemos, incluso tomando deuda, porque llega un momento en que la plata no alcanza. ¿Y ahí qué hacés? Los bancos te cobran tasas de interés del 40% o 50% y no se lo van a dar a una mujer agricultora, por lo que muchas recaen en una financiera con acuerdos leoninos. ¿Y en qué voy a gastar? En nylon a precio dólar, en semillas a precio dólar, y si no estoy en una organización que promueva la agroecología, en agrotóxicos, también a precio dólar. Así terminamos contribuyendo al mismo sistema que criticamos”.
9. Abrir los ojos
Otra vez, la deuda como sobrevivencia. De regreso en José León Suárez, Waldemar Cubilla ilustra con otro ejemplo: un compañero está esperando que su hijo menor cumpla los 18 para poder sacar un crédito a su nombre. “Son 5 y toda la familia ya está en el Veraz. Solo faltaba el más chico: están esperando para poder sacarse la heladera”.
Ese fenómeno no habla de otra cosa que del nivel de empobrecimiento social. “Y otra vez se da la cuestión entre lo formal y lo informal: tener o no DNI, tener o no una cuenta bancaria, lleva a la gente a preferir pagar un 40% más porque sabe que no se le va a pedir ningún otro tipo de formalidad. También se arma un juego donde los sectores especulativos están con el río revuelto y eso genera un ‘sistema de seguridad’, si querés verlo así: hay un armado de cobranza alrededor de eso que no se expresa en una carta documento o en un mail, sino que inicia un circuito de trabajo y de economía que tiene que ver más que nada con el delito. Pero fíjate qué loco: ¿es delito prestar al 100 por cien de interés? Arranca como un acuerdo de partes, siempre de palabra, pero se monta un sistema de préstamos que tiene que ver capaz con un posicionamiento en el territorio y un acuerdo de convivencia”. Cualquier semejanza con el FMI no es coincidencia.
Un acuerdo entre partes basado en la supervivencia desesperada que monta un sistema de cobranza espurio con posicionamiento territorial: ¿similitudes y diferencias con el FMI? “Hay dos planos. Si nosotros no pagamos, inmediatamente se entra en default y todo lo que sabemos. Después pueden aparecer organismos de mediación, el Papa, la ONU, algún presidente que toma la posta. Pero en el barrio nadie se quiere meter. No queda registro. Y esa es la dificultad”.
¿Qué es lo que aparece en ese vacío? Al comienzo, Waldemar decía que los sectores populares pagan las deudas con muertos: “Conviene verlo relacionado y tomarse el trabajo de algún tipo de interpretación. Lo veo como una cuestión de gestión territorial, de reordenamiento de una economía. Hay un nivel de productividad en la marginalidad que también necesita ser ordenada, contabilizada. En la formalidad lo arma el Estado con sus agencias, ¿pero quién regula lo marginal? Alguien tiene que regular eso por necesidad comunitaria. Si el Estado no está, aparecen otra caras. Algunos te dirán que son los movimientos sociales, en el mejor de los casos. Otros, los narcos. Todo el circuito de la economía en base al delito organiza; por lo cual, no sé si hablar de ‘narco-Estado’, pero en el territorio es cada vez más legítimo ganarse la vida en base al circuito de la droga, no es algo que ‘esté mal’. Eso genera preocupación porque la organización educativa es a mediano y largo plazo: terminá la primaria, empezá la secundaria, después la Universidad. ¿Cómo hacés?”.
Todos queremos vivir mejor, piensa Waldemar, pero para eso necesitamos otras discusiones. Y más serias. “Con la legalización del cannabis el Estado inicia una discusión, pero tenemos que dar una más amplia con otro tipo de circuitos. La cocaína toma notoriedad ahora porque la cortaron mal, pero acá en el barrio trabajamos el consumo problemático y alguien nos decía: ‘No es que mata porque está adulterada. La cocaína mata y es problemática de partida. ¿De qué estamos hablando?`”.
La pregunta, lejos de quedar respondida en esta nota, vuelve como un boomerang, como una deuda, como un conjunto de deudas.
Incendios, extinción, contaminación, femicidios, conflictividad social, impunidad, narcotráfico. Waldemar, con los pies en el barrio, no tiene la respuesta, pero llama a ejercer el primer paso para el descubrimiento de una salida: abrir los ojos. “Conviene ver a estos problemas de frente y verlos en relación, porque si miramos ahí, seguro vamos a descubrir algo. Si los dejamos pasar, perderemos otra vez”.
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La Barby trans
Barby Guamán, actriz, dramaturga y directora de teatro. Es la primera directora trans contratada por el Teatro Nacional Cervantes, pero a ella no le gusta alardear de eso: “Debieran ser muchas más”. Allí dirigió una obra de la serie Teoría King Kong, travistiendo el mítico texto de Virgine Despentes, interpretado por Susy Shock. El resultado, a sala llena todas las funciones. Secretos tucumanos de una india negra, pobre y sudaka que encarna otro anti-modelo sobre cómo cumplir los sueños más inesperados. Por María del Carmen Varela.
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Compartimos parte del exquisito prólogo de Paul Preciado al nuevo libro de la activista y teórica boliviana. En esta primera intervención Preciado repasa la increíble biografía de Galindo, las condiciones, formas y sitios en los cuales parió su nueva tesis: la violación a la india como génesis de la poscolonización, y no el mestizaje, para hablar del bastardismo como herencia, saber y desobediencia. Por Paul Preciado.
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La ley del fuego
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