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La gesta de las corcheas
Es un puente entre próceres como Aníbal Troilo, Cacho Tirao o Manolo Juárez y la actualidad musical de la Fernández Fierro, Arbolito, algún Bersuit o Imperio Diablo. Alumnos y profesores dan la batalla para conservar una usina de música y vida: hace seis años que esperan un edificio que por ahora es sólo un dibujito.
Los arquitectos deberían estudiar música. El gerontológico edificio de la Escuela de Música Popular de Avellaneda no se mantiene en pie gracias a alguna ecuación de materiales, diseño y estructura, sino a fuerza de un barullo maravilloso. Parecería que si calla la música, se derrumba esa sede de la calle Belgrano al 500, Avellaneda.
Es un entramado de tres pisos, y no se entiende cómo puede albergar a tanta gente tocando en las aulas grandes, apiñándose en las chicas, dando recitales en el barcito, estudiando en los pasillos, interpretando en la escalera. Brian, músico, luthier y encargado del cuidado de los instrumentos, explica: “Esto fue creado por artistas grossos, que le dieron un nivel internacional. Es una escuela única. Pero la idea es pasarles a los pibes más lo que se vive, lo que siente el artista, que simplemente la parte teórica”. La teoría subordinada a la vida.
Tal vez por eso hay semejante variedad de imágenes: rastas, formales, tatuados, estudiosos, improvisadores, coloridos, de negro. Hay argentinos de todas las provincias, pero hay también australianos, franceses, colombianos, italianos, peruanos. Todos, en un momento, decidieron ir con la música a otra parte: a las calles para hacer piquetes y marchas cuando casi se les viene el mundo abajo, y no por culpa del edificio sino de los funcionarios víctimas de alguna sordera burocrática, o del alma. Los chicos y los profesores ganaron esa batalla. Se supone que habrá un nuevo edificio –alguna vez– pero mientras tanto siguen en el de Belgrano y el anexo de la calle Mitre, bajo uno de los grandes lemas criollos del siglo xxi: “Es lo que hay”.
Mientras el entonces joven artista Diego Maradona brindaba sinfonías en México 86, en la provincia de Buenos Aires un Maradona de la guitarra, Cacho Tirao, era director de Enseñanza Artística bonaerense. Se aclara que don Tirao había sido guitarrista del quinteto de Astor Pia-zzolla, grabó 40 discos, vendió un millón de placas, dio conciertos con Paco De Lucía y compuso Conciertango Buenos Aires a instancias del entusiasmado autor del Concierto de Aranjuez, Joaquín Rodrigo: o sea, era un funcionario extravagante. Tirao (fallecido en 2007) quedó a cargo de un proyecto también raro: reunir a músicos populares, y diseñar una carrera inédita. El criterio, según la gacetilla de la época que se rescata en la página web de la empa: “Formar músicos capaces de crear y transmitir el sentir de nuestro pueblo, generando para ello hábitos de estudio en ámbitos que hasta ahora han sido abordados intuitivamente”. Traducción: existieron siempre escuelas, academias y conservatorios de música clásica. Nunca uno de música popular. Y para colmo, gratuito.
Los contenidos del área de Tango quedaron a cargo de Horacio Salgán, Folklore, Manolo Juárez, y Jazz, el saxofonista Hugo Pierre (los niños pueden consultar a padres, abuelos o a los buscadores de Internet para entender el nivel de lo que se estaba gestando allí). El plan de estudios de la carrera de Bandoneón fue elaborado por Rodolfo Mederos y Daniel Binelli.
Toda esta genealogía permitió arrancar, aunque un poco a los tumbos. Osvaldo Burucuá (que además de profesor ha sido acompañante de músicos como Jaime Torres y Luis Salinas), lo pone en términos gastronómicos: “El primer año, entre todos, alumnos y profesores, cabíamos en un asado. Pero la cosa empezó a crecer. Al año siguiente ya no nos alcanzaban los instrumentos, y yo traía la guitarra de mi casa”.
De aquel puñado del comienzo, pasaron a tener 600 estudiantes a fines de los 90, 1.200 en 2003 y 2.200 actualmente. Por uno de los pasillos anda caminando rumbo a una clase Aníbal Arias, guitarrista de Aníbal Troilo entre 1969 y 1975, que tocó además con Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche. Brian dice: “Eso es lo que tiene la escuela. Aníbal te puede dar historia del tango, pero además él es la historia del tango. Lo que pasa es que no sé si los funcionarios entienden lo que significa alguien así”. Aníbal tiene 86 años. En el bar, una chica que no cumplió los 20 años desenfunda un gigantesco contrabajo. No imaginé que podía sonar tan bello.
La empa podría ser vista como un “elige tu propia aventura” musical, con paredes plagadas de cartelitos tipo: “Se busca guitarrista para banda de folklore. Proyecto serio”. Los alumnos pueden seguir la Tecnicatura en Música Popular –4 años– que incluye tres áreas entre las cuales optar: tango, folklore y jazz. Se agrega el Profesorado de Arte y la Especialidad Musical: instrumentista, curso que implica siete años. Un ejemplo: Felicitas es justamente tromboniña de Imperio Diablo y estudia trombón tenor en la Empa. “La cátedra se abrió hace cuatro años. Éramos tres. Hoy somos 16. Capaz que no llama la atención, pero es un crecimiento zarpado. No hay otra escuela en el país que te enseñe trombón popular”. Además se estudia piano, guitarra, batería, trompeta, todos los saxos, clarinete, bajo, contrabajo, bandoneón, cello, violín, flauta traversa, charango…, una especie de estallido de música. Tiembla el edificio. Pero es lo único que lo mantiene vivo. Feli agrega: “Donde más aprendés es en los pasillos. Siempre hay alguien tocando. Son condiciones de mierda, pero ves a la gente ahí, músicos increíbles, y te pone las re-pilas”.
La sede actual es provisoria desde hace… seis años. Está previsto un nuevo edificio, que por ahora no es más que una prometedora serie de dibujos, hasta con las plantitas incluidas, en la página web de la empa. Feli aclara: “El edificio actual es tremendo, las puertas no tienen ni picaportes. Pero lo que se aprende y comparte es increíble”.
A ganar la calle
El año 2007 fue particularmente espeso para la empa. El ciclo lectivo empezó en septiembre, y debe decirse que empezó, y pudieron cursar al menos tres meses, a fuerza de voluntad de profesores y alumnos de guardar los instrumentos en el estuche y salir a defender el derecho a seguir enseñando y aprendiendo. Sebastián estudia charango e integra el Centro de Estudiantes (Ceempa): “En 2006 se pidió que se hiciera una obra. Teníamos la sede de Belgrano nada más y dos aulas anexo a la vuelta, al lado de un taller. Se pidió refacción de las aulas, arreglar la caldera y poner una escalera de emergencia. La obra estaba planificada para hacerse en el receso de verano, pero comenzó a realizarse la misma semana que empezaron las clases en 2007”.
De este modo quedaban habilitadas para usarse siete aulas para 1.800 alumnos, lo cual no parece excesivamente pedagógico, ni humanitario. Los docentes en asamblea decidieron no iniciar las clases y luego una asamblea de estudiantes acompañó la medida. Explica Sebastián: “Ahí empezó todo el plan de lucha. Se mandó el petitorio, muchos de nosotros nos recibimos de ingenieros leyendo todos los pliegos de las obras. Se consiguió cerca de junio un anexo (Mitre 292) y se hicieron dos obras en la sede de la calle Belgrano”. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero durante 2007 la actividad abarcó:
Diez cortes de calles: siete en la puerta de la empa y tres en Callao y Perón, de Capital (frente a la Casa de la Provincia de Buenos Aires).
Seis movilizaciones a La Plata (Gobernación y Ministerio de Educación).
Finalmente las clases comenzaron en septiembre articulando las dos sedes que no gozan de jubilación móvil. De todos modos, pese a las dificultades y pese también a la gestión conjunta de alumnos y profesores, los niveles de seriedad y exigencia se mantuvieron frente a todos los exámenes. A diferencia de muchos lugares donde hay mucha exigencia y poca enseñanza, y otros donde no hay ni lo uno ni lo otro, aquí ambas cuestiones juegan afinadamente.
Sebastián: “Las condiciones edilicias no mejoran cuando mandamos notas sino cuando salimos a la calle y ponemos el nombre de los responsables. Me gustaría darle más tiempo a estudiar, pero si nos obligan, vamos a seguir haciendo esto”. Sebastián piensa en dar las equivalencias para pasar de charango a guitarra.
Los chicos ya ni se molestan en ver los dibujitos de la página web en la que los arquitectos oficiales describen el futuro edificio desde hace años –váyase a saber bajo efectos de qué sustancias– donde aseguran que habrá auditorio para 300 personas, salas de ensayos, camarines, biblioteca, sala de computación, foyer, plaza temática, confitería áreas de transición entre lo urbano y lo privado, e incluso ¡aulas!
Los chicos son granos
Sebastián asegura que la estrategia del área educativa es el “desgrane natural”: proveer menos fondos que los que requiere la cantidad de inscriptos, y que la gente vaya desgranándose: “Es un modo de naturalizar la deserción”. Felicitas reconoce que eso sucede: “Entrás con todas las pilas pero meses y meses con 30 monos en un cuartito de 5 x 5, no da. Hasta la afinación de los pianos hay que hacerla juntando plata”. El asombro de la tromboniña de Imperio Diablo: “No se puede creer que con esa infraestructura se enseñe tanto, haya profesores como los que hay, y salga la gente que sale”. Arbolito entero es producto de la Empa, parte de la Cooperativa y Orquesta Típica Fernández Fierro, algunos Bersuit, toda una camada de jazzistas, tangueros, folkloristas y “fusionistas”: los posibles médicos para estos tiempos de tanto ruido. Tal vez por eso el profe Osvaldo Burucuá sostiene: “Estoy obligado a ser optimista. Nos alimenta el trabajo con los alumnos. Las condiciones son tremendas, pero no nos tienen que frenar, porque a la hora de la verdad somos dos sillas, dos guitarras, un atril, y hay que hacer música, que es para lo que viniste acá”. Burucuá no es proclive a la queja, ahí también deja –al margen de la guitarra– toda una enseñanza.
Feli: “Es que si no es por la garra de los profesores y del Centro de Estudiantes, esto se viene abajo”. El año sabático que se ha tomado la directora del establecimiento justamente ahora, parece todo un símbolo. Feli: “El Centro de Estudiantes es el que te informa, te explica, porque si es por la Dirección, llegás y no entendés nunca nada. Gente perdida. El centro además es muy democrático, cada curso nombra a una persona que va a las reuniones. Y participa con los profesores en la Comisión Académica, que es la que en la práctica hizo todo este año”. Feli invita especialmente a los recitales de los viernes, que organiza el centro, con bandas de profesores y grupos de los estudiantes. Hay música, pero además es el arte ganándole una batalla a la burocracia del silencio.
Feli opina que entre la empa y los institutos de música clásica, la diferencia se da en un aspecto crucial: “Acá es cuestión de compartir. En los otros es cuestión de competir. La música clásica es muy rigurosa. Yo toqué en una orquesta y no me cabía ni un poco. El objetivo de ellos es buscar un sonido idéntico. En la música popular lo que vale es tu intuición, buscar tu propio sonido”.
De la tromboniña de Imperio Diablo, se puede saltar a un prócer como Aníbal Arias, literalmente un maestro de maestros. Me dice: “Esta escuela es un campo propicio para crear artistas. Músicos artistas”. Don Aníbal, recuérdese que cumplió 86, relata que toca la guitarra apenas desde hace unos 78 años. Y reconoce que vive aprendiendo, y que cada día descubre algo nuevo en la música. Toca Sur, y se transforma en un medio de transporte de una belleza indescriptible para quien lo escucha. Estoy reponiéndome, y me dice algo que ya no sé si se refiere a la música, a la vida, o a todo: “Lo más importante es la interpretación. No las notas. Poner el alma cuando se está tocando”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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