CABA
Los neogauchos
Traslasierra, Córdoba: Proyecto Atahualpa. Son parte de un proceso que de a poco, pero cada vez más, revaloriza al campo frente a la ciudad como lugar no solo de producción y trabajo, sino de vida. Se consideran neocampesinos. Demuestran de qué modo la agricultura natural, agroecológica, es realizable y rentable. Están recuperando hectáreas de nogales abandonados, regenerando el suelo y abasteciendo una demanda creciente de alimentos sanos en Córdoba y San Luis. La huida del ambiente tóxico laboral y universitario. ¿Cómo viven ahora? Bocashi, bioinsumos, horizontes y la reivindicación de la gauchada. Por Sergio Ciancaglini.


Aquí se narra la historia y aventuras de tres jóvenes que nacieron en familias de buen pasar económico: las definen como de clase media alta.
Si esto fuese una película con flashbacks, habría que ubicar a uno de ellos hace un puñado de años en México, buscando su destino.
A otro en España y sus alrededores europeos dándose la llamada “gran vida”, pero sintiendo un vacío pese a esa situación aparentemente envidiable.
Y al tercero en Nueva Zelanda, abriendo los ojos y la cabeza ante esos paisajes de El Señor de los Anillos que lo ayudaban a reflexionar sobre su propia tierra, y sus broncas.
Los tres ahora están en Traslasierra, Córdoba, convertidos en viajeros de otra especie: en tours poco vip, andan tras las vacas de la zona esperando con paciencia y bolsitas que las rumiantes hagan lo suyo, para guardar esa bosta recién salida del horno y preparar luego bio-fertilizantes. O aceptan limpiar corrales vecinos de guano animal (traducción: caca de gallinas, ovejas, llamas) para fermentar en ese increíble regenerador de suelos y cultivos llamado bokashi o bocashi. Siguen así el lema político-productivo-pragmático del ingeniero agrónomo colombiano Jairo Restrepo: “Con agua y mierda no hay cosecha que se pierda”.
Los tres –destinados en teoría a ser profesionales de éxito y/o empleados con jugosas cuentas bancarias– calculan hoy que están bajo la línea de la pobreza según el INDEC, pero parecen ser personas cercanas a la línea de la felicidad porque están creando lo que les gusta y les va cada vez mejor, también en lo económico y productivo. Decidieron hacer lo que ellos quieren y no lo que el resto quería que hicieran, con su proyecto agroecológico (o de agricultura orgánica, o regenerativa, según las preferencias de jerga) que mezcla hortalizas sanas con sueños cultivados durante esos años en que buscaban sin siempre encontrar.
¿A qué se dedican? Trabajan la tierra. Al mismo tiempo tal vez se están trabajando ellos mismos. Se levantan cada día antes del amanecer incluso en estos inviernos, bajo la siguiente hipótesis de acción: “Si el sol te encuentra en la cama, estás cagado”.




De Yupanqui a la pastinaca
El Proyecto Atahualpa ocupa 10 hectáreas en una zona de nogales abandonados: Nogales del Valle, Cañada La Negra, en Córdoba casi límite con San Luis. Pudieron comprar hace cuatro años gracias a algunas carambolas y al apoyo de las respectivas familias. Como tantas cosas en la Argentina, el desafío es sobreponerse al abandono.
Federico Denegri (Fede, 36 años) y Gabriel Pérez Schuster (Gaby, 36) tienen 5 hectáreas. Rodrigo Ramallo (Rama, 32) las otras cinco. “Pero los tres somos socios productivos, trabajamos en conjunto las 10 hectáreas y todas las decisiones son grupales”, explica Federico. Cinco hectáreas con luz eléctrica y derecho al agua, además de servicios extra como oxígeno, paisaje y cielo, les costaron menos que casi cualquier nanodepartamento porteño.
Mapa: una hectárea es de huerta, tres de nogales y, salvo algunos claros, casi seis de bosque nativo.
Según la temporada producen rábano blanco, daicon, verdeo de montaña, cebolla francesa, rabanitos, acelga, puerros, verdeo, kale, lechuga, remolacha, zanahoria, espinaca, rúcula, mostaza de hoja, calabaza, nabos, chirivía (o pastinaca). De cada cultivo podrían escribirse artículos enteros: el kale se ha hecho célebre por tener más calcio que la leche y más proteínas que la carne; la pastinaca supera en minerales y vitaminas a la zanahoria. Ni qué hablar cuando, como en este caso, todo es ajeno a agrotóxicos y otras sorpresas adjuntas, y cultivado en suelos sanos y no adictos a los químicos. Así también lograron revivir los nogales: ya vendieron una primera tanda de 100 kilos de nueces Chandler (mariposa): “Salieron espectaculares. Esa producción va a seguir creciendo”.
El proyecto se llama Atahualpa como homenaje al recordado (u olvidado) Yupanqui, cultivador de casi 300 joyas como Los hermanos, Para el que mira sin ver, Le tengo rabia al silencio, Baguala de la esperanza o Soy libre. El nombre tiene también un significado inca que refiere a quien es capaz de crear algo, y a la buena ventura en las batallas que propone la existencia.

Ibiza, desigualdad y Alcides
Federico y Gabriel son amigos desde la primaria que cursaron en la Escuela del Sol. Gaby: “Siempre tuvimos conexión con la naturaleza. De adolescentes obviamente salíamos de joda, imaginate, pero cada tanto íbamos con Fede a cortar plantas por Colegiales, robarnos mandarinos, recorrer reservas y huertas. Tenía 14 o 15 años y me volvía loco reproducir plantas”. También comenzaba cierto anhelo de independencia en una familia que le daba todas las comodidades, a partir de su padre ingeniero industrial: “Yo hacía repartos, quería hacerme el mango. Trataba de ser más libre y no tanto eso que proyectaban hacia mí”.
En esta veloz biografía, Gaby salta a su momento europeo: “Terminé la secundaria, quise empezar Economía, hice unos meses del CBC y al toque me fui a España. Estuve cuatro años y pico, medio en cualquiera, trabajando para vivir y recorriendo una bocha de países. Andaba por Ibiza, por Marbella, por todos lados. Fue una experiencia enorme, pero igual sentía un vacío, estaba re triste”. Cuenta sobre su idishe mame: “Ella quería saber cómo estaba, si comía, si me abrigaba, pero yo era cabrón, me pasaba de golpe un mes sin llamarla”. Ciertas desventuras familiares de salud lo impulsaron a volver a Buenos Aires. “Me quedé. Estudié y trabajé como chef en restaurantes de Palermo y en el Instituto del Diagnóstico, fui socio de un hostel en el que me iba bárbaro económicamente, pero me seguía pasando lo mismo: no le estaba encontrando el sentido a la vida”.
En la segunda década de este extraño siglo se anotó en la Tecnicatura de Producción Vegetal Orgánica de Agronomía, en la UBA, donde se hizo amigo de Rodrigo Ramallo. Fede, en cambio, había estudiado Floricultura, y explica: “Me gustaba conocer de plantas nativas, estuve en el Jardín Botánico del Museo de Ciencias Naturales, pero al final me fui a México”. Pasó 9 años allí: “Mi idea era conocer América Latina desde México bajando a Argentina, pero al final me quedé en Centroamérica. Iba conociendo las luchas por la tierra, los movimientos campesinos, todo eso me interesaba desde 2001 con todo lo que pasó aquí. Traté de armar cápsulas de radio, algo de video, ir documentando todo el viaje. Mi viejo me mandaba la MU”, cuenta (confirmando que esta publicación ha pasado diversas eras geológicas de lectura gracias a generaciones que no se resignan a más de lo mismo).
El otro integrante de Atahualpa, Rama, venía con sus propios cimbronazos. “Mi viejo es ingeniero industrial; de chico nos mudamos a Tartagal y a Neuquén porque él trabajaba en una empresa de extracción de petróleo y gas. Mi vieja es socióloga. Yo tenía una rebeldía desde siempre. Sentía una injusticia: ¿cómo puede ser que yo tenga tanto y otros no? No sé, siempre construí esos pensamientos sobre la igualdad, o cómo hacer una sociedad más justa”. Lo que otra gente disfraza de meritocracia (que en la práctica suele significar creerse más, por la lotería de haber nacido en condiciones favorables) para Rama era el síntoma de una sociedad muchas veces distópica.
Ingresó a Derecho en la UBA. “Pensaba que iba a poder cambiar las cosas desde adentro del sistema. Pero el sistema es muy corrupto, eso es funcional al país, y todo eso termina siendo muy útil para intereses globales. Le sirve a mucha gente que seamos un país donde casi todo se puede comprar y vender. Al final largué Derecho”. Rama viajó a los paisajes de Nueva Zelanda hechos de montañas, glaciares, lagos, mar, mucho verde, mucho cielo. “Estar lejos me hizo tener más perspectiva. Pude pensar mejor en la idiosincrasia en la que me había criado. Me empecé a reconocer como parte de la naturaleza, no como algo separado. Entendí mejor la industria de la alimentación, la farmacéutica, todo ese gran error al que someten a las sociedades”.
Le chocaban ciertos lugares comunes: “No me gustaba creerme todo lo normal, ni pensar que la vida es convertirme en un adulto con su trabajo, su familia, y ya. Dije: lo más real y leal hacia mis ideas y ganas de hacer cosas es volverme agricultor. Trabajar para hacer alimentos sanos. Fue una especie de revolución interna mía”. Cree que toda persona debe poner distancia en algún momento. Alejarse para acercarse: “Entender que hay muchos enfoques diferentes. No podemos vivir encerrados en una sola manera de pensar”.
Los planetas comenzaban a alinearse. Federico había hecho su tesis en Floricultura sobre los techos verdes. Su papá arquitecto se entusiasmó con el tema y fue contratado por un hotel de Merlo, San Luis. Papá Denegri llamó al viajero Fede que era el que más sabía de plantas. El joven llegó por seis meses a Merlo, conoció a Romina Poli Salazar que trabajaba en un vivero. Flechazo absoluto. Terminó el trabajo, volvió a México. “Pero se me mezclaba todo con una historia de amor”, reconoce.
Gaby ya no quería saber de viajes, cocinas ni hosteles. Rodrigo le potenciaba ese deseo de trabajar en la tierra. Pusieron en marcha un proyecto llamado Todo Manso para el reciclado de basura y la producción de alimentos en un restaurante de Ezeiza, y luego para manejar unas hectáreas en Plomer y producir hortalizas frescas para vender.
Pensando dónde instalar algo propio, Federico, con el flechazo a cuestas, sugirió que sus amigos fueran a conocer Traslasierra, la zona de Merlo, y detectar si allí había algo que pudiesen compartir como proyecto productivo.
Había algo. No sin dificultades lograron préstamos, apoyos familiares, buenas venturas y compraron las 10 hectáreas: Gaby, Rama y Federico hicieron confluir años de búsquedas y viajes para reencontrarse en Traslasierra.
Nació el proyecto Atahualpa. Nacieron de modo eficiente y creciente hortalizas y nueces. Al poco tiempo de tanta fertilidad nació también Violeta, la hija de Fede y Poli, que hoy es una sub-2. De solo mencionar su nombre, Gaby –en rol de tío postizo– omite a Yupanqui y se pone a cantar Violeta, el cuarteto de Alcides registrado en un LP grupal sin crisis de autoestima: Majestuoso 2.

Números, abrazos y bombas
Atahualpa es un caso pero no es el único. Las recorridas de MU han permitido encontrar personas y familias que deciden ese camino inusual: de las ciudades al campo. Lo he visto en Guaminí, Gualeguaychú, Lincoln, Coronel Suárez, Mendoza, Bolívar, la propia Traslasierra, muchos lugares del Gran Buenos Aires. Ocurre entre profesionales y empleados, y también entre familias muy pobres –muchas veces bolivianas y del norte argentino– que procuran salir de vidas urbanas que, por distintas razones, consideran horribles, para intentar producir en la tierra. “Tenemos amigos y conocidos en Entre Ríos, Misiones, Buenos Aires, en Zavalla. Toda gente que está escapándole al sistema y a las ciudades. Cuando paso por la ciudad, veo que es como un feed lot de gente hacinada, medicalizada, y estoy cada vez más seguro de vivir en el campo”, informa Gaby.
El ingeniero agrónomo César Gramaglia los llama neoruralistas. “Sí, o neocampesinos” propone Rama. Creen que el empujón inicial ocurrió en la carrera de Producción Vegetal Orgánica, que consideran pensada para lo orgánico “certificado” (o sea, negocio para sectores de alto poder adquisitivo y exportación). Pero allí tuvieron una charla con Jairo Restrepo (MU 134: Elogio de la mierda). Rama: “Te sacude. ¿Qué carajo hacen? Toman mate, hablan de revolución y no hacen ni su propia comida. Jairo discutía a la Universidad, porque ahí todos hablan de agricultura pero ninguno la hace, y decía que los únicos que no dictan clase son los verdaderos maestros, los campesinos. Están haciendo una carrera, nos decía. ¿A quién corren? ¿Hacia dónde están yendo? Como que te puteaba, pero a la vez te incentivaba. Decía que hay que estudiar para cuestionar, no para pasar exámenes. Estudiar y hacer, hacer y estudiar, discutir con fundamento, porque la Facultad no tiene compromiso con la sociedad sino con los negocios. Fue tremendo”. Gaby: “Hay gente que lo toma a mal. A nosotros nos despertó”.
Despertar, estudiar y hacer. En apenas dos años de funcionamiento de huerta atravesados por la pandemia, calculan que ya tienen 150 clientes fijos en la feria de los sábados en Merlo y además venden en La Paz (Córdoba). “Pensamos el lugar por una cuestión de mercado, para que haya un retorno económico”. Hoy obtienen unos 200.000 pesos mensuales. “Tendríamos que llevarnos 70 u 80.000 pesos por mes cada uno, pero estamos haciendo mucha reinversión”. Empezaron en un lugar vacío y abandonado, sin estructura alguna. Hoy ya es un lugar de vida y producción, además valorizado. Un ejemplo: 10 toneladas de bocashi elaborado por ellos mismos, representan 1.600.000 pesos (si se cuenta el precio del bocashi al por mayor) volcados a enriquecer los suelos. El último verano vendieron tres toneladas de batatas, una de zapallo anco en tres canteros de 80 metros, 500 kilos de sandías, unos 60 paquetes de rúcula por semana, 800 kilos de cebolla que calculan llegarán a tres toneladas la próxima temporada, 200 kilos mensuales de lechuga. “No hay intermediarios. El vínculo es directo con la persona que consume. Mantenemos los precios por temporadas, la gente sabe que lo que buscamos es vivir, no especular, y que le damos acceso a alimentación sana. Eso también es una revolución”. Son miles de pequeñas revoluciones prácticas, cotidianas, que en distintos lugares del país demuestran que es falsa la idea de que se puede producir de un solo modo, para colmo enfermo.
El campo está abierto a las universidades cercanas (Merlo y Comechingones) para que quienes estudian puedan conocer, e incluso tener un lugar en el que plantearse experiencias. Tienen luz, Internet, escuchan Spotify, y por ahora construyeron dos casas también en base a esfuerzo y autogestión. Una en la que vive Gaby, otra para Rama. Fede está con Poli y Violeta en Merlo, y se traslada todos los días hasta el campo. Gaby dice que lee muchos de los diarios y portales para informarse un poco. Rama pregunta: “¿O para desinformarte?”. “Si sabés quiénes son, ya sabés cómo leerlos” retruca. Rama agrega otra percepción: “Me parece que para manipular a las sociedades hay que homogeneizarlas. Si todos piensan igual, es más fácil controlar, y tanta conectividad que hay hoy pasa por homogeneizar el pensamiento. Todo el mundo viendo y hablando y pensando las mismas boludeces, que creo que solo te distraen de la realidad”.
Han sumado otro tipo de conectividad. Gaby: “Aquí la gente al principio nos miraba de reojo, pero en seguida se armó vínculo. No es cierto que el gaucho es alguien aislado, sin contacto. Ven que trabajás, que tenés entusiasmo, y aparece la gauchada. Se ayudan y te ayudan mucho. Es mentira que la gente es mala o cerrada. Creo que lo decía Galeano: las bombas hacen más ruido que los abrazos, pero hay muchos más abrazos que bombas”. Rama: “Es lo que planteaba la bióloga Lynn Margulis. Las grandes evoluciones de la vida son siempre por la cooperación, no por la competencia”.
Comentan y recomiendan series y películas (pero curiosamente no hablan de las que “hacen furor” según los medios que venden a Netflix hasta sus opiniones). Rama sugiere la película griega Dogtooth (Colmillos) y el impresionante documental HyperNormalisation de Adam Curtis. Fede, El abrazo de la Serpiente del colombiano Ciro Guerra. Gaby Mar adentro, del español Alejandro Amenábar, además de la argentina Pizza, birra, faso (Stagnaro y Caetano) que volvió a ver hace poco. Comentan, de paso, que el modo de conocer el proyecto por Instagram es Atahualpa.organicos.
Federico: “Pese a que muchas veces venimos remándola en dulce de leche, todo está yendo bien. El suelo funciona, se enriquece, las verduras salen, todo es sano. Es una emoción hacer todo esto sin pegártela contra la pared. Y ya tenemos cinco vaquitas que ayudan a cumplir todo el ciclo productivo”.
Rama: “Yo creo que habría que traducir la riqueza de lo monetario a lo microbiológico, que es más verdadero. Cambiar el chip, no pensar solo en números y hablar de microbiología. Porque esa es la verdadera riqueza que nos mantiene vivos en este planeta, ¿no?”.
Gaby: “En el libro Agroecología-El futuro llegó, se habla de ‘subir línea’ en lugar de bajar línea. Las cosas fuertes y reales, como dicen los zapatistas, empiezan desde abajo. No sé si en el país hay una estructura cultural que lo acepte masivamente. Hay que ver qué se logra, pero nos vamos enterando de montones de proyectos parecidos. Eso da esperanza. Estamos orgullosos de esto, nos gusta mostrarlo, y vivirlo”.
Se ha narrado aquí algo de la historia y aventuras de tres jóvenes que no ganan el dinero que ganarían de haber seguido cierto destino aparentemente escrito. Ni viven como se suponía. Que además piensan en otras formas de riqueza. Están creando y reproduciendo lo nuevo, como ocurre en tantas otras experiencias. Regeneran algo que incluye lo socioambiental, lo cultural, lo productivo, lo económico, a través de palabas que –si se leen con cuidado– van mucho más allá de lo que parece: se están ganando la vida.
Producción realizada en colaboración con la Fundación Heinrich Böll – Cono Sur.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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