CABA
Marlene Wayar: pistas para re-construir-se
“No me impongas tu progresismo colonizado, extractivista, de grandes banneres y ninguna acción”: así plantea la activista y teórica trans uno de los problemas del presente. La falta de escucha social y de apoyo a los reclamos de la comunidad, el uso de sus figuras y la necesidad de una indemnización. La violencia del trabajo. La maternidad y la paternidad en un planeta en crisis. Los conglomerados masivos frente a la escala humana. Por Anabella Arrascaeta.

¿Cómo llega a este presente difícil el colectivo travesti trans, siempre más golpeado que el resto?
Hubo pérdidas. Todo lo que se ganó, se perdió en fuerza de cuerpos concretos que tenían un discurso, una narrativa, una posición política, que teníamos una amistad que nos hacía actuar estratégicamente y en red. y al perderse estos cuerpos, y al estar esta posición tibia del progresismo… No hay una claridad en la conducción. Todas las personas trans quieren ser Lohana Berkins, ocupar determinado lugar como lo ocupó Diana Sacayán, pero lo hacen copiando a Cristina Fernández de Kirchner. Y Cristina Fernández de Kirchner es heterosexual, es blanca, es educada, está en un partido político con otra claridad, con otra dimensión. Nosotras teníamos la claridad: somos pobres, somos las menos escuchadas, somos las que tenemos que entrar a patadas a un lugar, somos las que tenemos que levantar la voz porque nadie nos va a dar la voz; la tenemos que tomar a los codazos, nos tenemos que exponer, tenemos que exponer nuestras biografías, es un lujo que nos queramos guardar lo que nos pasa: me violaron, me patearon, me metieron una botella en el culo. Tuvimos que ir, decir y dar cuenta de todo, autosometernos a la revictimización permanente para lograr impacto, y estar expuestas a algo que ya sabés que va a ser violento, que puede pasar cualquier cosa, que te pueden venir a reprimir y que vos hacés un acto frente a la Legislatura y a la noche estás parada en una esquina nuevamente prostituyéndote, sola en manos de la policía. Todo esto se va lavando, se va perdiendo, y entonces ya no hay conciencia de lo que está en juego. Y la promesa dorada constante, de los diferentes partidos, de que en algún momento van a tener un trabajito en la estructura, en algún momento van a poder ser legisladoras, van a poder ser candidatas a diputades; esta promesa que no llega hace que quienes están negociando esos espacios alarguen la agonía: no darle espacio a otras compañeras, silenciar otras voces. Si algo tenía en claro puntualmente el movimiento travesti es que nosotras sabíamos muy bien negociar desde la pobreza absoluta, sea con los clientes o con la policía; era una negociación constante palmo a palmo, sin darle la autoridad de que lo que estemos negociando no tenga resultados concretos para nosotras. Eso, al trasladarse a los diferentes espacios políticos es una pobreza a futuro, vacía, no saben negociar: ¿Cuánto me das? Han desaparecido estas figuras y sin tener la humildad del aprendizaje en comunidad, de darnos tiempo de que el aprendizaje sea colectivo y les nueves líderes surjan de esa grupalidad, todos, todas, todes se postulan a esos lugares que les quedan grandes. Y lamentablemente no hay quien nos haga crecer. Si no tenemos crítica, si nadie nos acompaña con preguntas que nos movilicen, si no lo hacemos nosotres mismes, lo que el movimiento logra, en lugar de fortalecerse, aprender y crecer, es empobrecerse y no apostar a la creatividad.
¿Dónde ves ahora la furia trasvesti, lo contundente frente a este panorama?
Lo encuentro esporádicamente en un par de chats en donde están las travas, a nivel nacional, uno que quedó del momento de la pandemia llamado “Emergencia travesti”, para ayudarnos y pedir socorro; y en “Indemnización travesti ya” que es donde están las viejas. Lo que pasa es que está sumamente desorganizado y todavía es del orden de lo catártico. Si yo escucho, tengo miedo de proponer porque me digan sí, vamos con esa acción, pidamos una cita al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, y lo tomamos, no nos movemos de ahí. Y qué va a pasar conmigo que soy vieja, que quiero ser indemnizada, que quiero que este país me pida disculpas, que quiero que muchos responsables directos de acciones puntuales paguen las consecuencias, sean judicializados, y se lleve a juicio y tengan un castigo; y que este país me diga, me asegure, que se va a hacer todo lo posible para garantizar la no repetición de todo eso. Cómo hago yo que tengo trabajo, en el Estado, para quedarme con las compañeras que digan: sí, no nos vamos; tenemos hambre, tenemos frío, no tenemos con qué pagar, así que hasta que ustedes piensen, clase media, cómo sistematizan, evalúan, regulan, administran y acomodan toda la burocracia para que suceda, para que tengamos acceso a la justicia, para que se nos solucionen cuestiones, no nos vamos, nos quedamos a vivir en el Ministerio. Y tener esa claridad que tenemos las travas de: no me importa quién seas, sos heterosexual; la verdad es que no voy a ir a discutir mucho con la derecha que sé que tiene otros intereses, me interesa discutir con mamá, con papá –como discutí al principio para firmar mi identidad– y a partir de ahí, con quien sea. Podés ser todo lo progresista que seas pero no me impongas tu progresismo colonizado, tu progresismo extractivista, tu progresismo de grandes banners y ninguna acción: queremos cosas concretas. Es una discusión el cómo hacemos con un pequeño grupo tan heterogéneo, porque están las que no tienen nada y tienen muchas necesidades, y las que estamos en otra situación donde corre peligro nuestro trabajo. Pero en esos chats las compañeras realmente están en ese nivel de exigencia, de que hagamos algo concreto. Y hay mucho también de ingenuidad con la decisión de todos los meses ir a reclamar frente a la Casa Rosada esperando una solución que no llega. A las soluciones parciales que han prometido hace unos meses en La Matanza, todavía no les pueden dar curso burocrático, y es algo urgente, y lo saben. Si hay alguien que sabe cuál es la situación son las diferentes académicas y académicos que han accedido en nuestro nombre a puestos laborales importantes, que tienen un enorme bagaje de estudios, sistematización, del pre análisis que nunca llega al momento de que se convierta en una política pública que sea específica para la comunidad travesti trans y no que se nos den pequeños cupos en políticas públicas pensadas para la familia y la heterosexualidad. Claramente debe haber un abrir las arcas, dar un presupuesto específico para la comunidad travesti trans, que además es una comunidad pequeña, que puede ser resuelta; y en términos de volverlo realmente un posicionamiento político transformador que a partir de eso se hagan las lecturas necesarias para decir: esta comunidad es la más perjudicada de todas desde el momento cero; no tenemos respaldo familiar, la familia es la primera que te violenta, entonces a partir de ahí hacer una traducción porque evidentemente las políticas que vienen implementando no son una solución, tampoco, para las familias heterosexuales. Realmente la comunidad travesti trans puede ser un laboratorio de creación para poner en actividad la creatividad, una cierta radicalidad política, y que esto después se pase a otras comunidades, no pensamos que somos las únicas. Pero si se implementan políticas públicas complejas, específicas, pensadas en profundidad, se puede trabajar sobre los procesos democráticos en sí.
¿En qué condiciones vive hoy el colectivo travesti trans más vulnerado?
Lo más reciente y concreto es el periodo pandémico, en donde las compañeras no pudieron hacer cuarentena, tuvieron que salir a trabajar, porque a nosotras no nos impactó ni siquiera el decreto de no desalojar porque no tenemos contratos legales, o traés la plata o te vas. Después la imposibilidad de ser incluida en cualquiera de los programas de apoyo alimenticio o de dinero que había porque no pertenecés a una fuerza partidaria, porque nadie te conoce, porque no estabas respaldada, porque no fueron a golpearte la puerta, porque toda la comunicación funcionó suponiendo que todas las personas estamos capacitadas para lo virtual, que tenemos conectividad y las herramientas para usarlas, entonces las compañeras no se enteraban dónde ir a anotarse; y era en parroquias, partidos políticos, lugares donde las compañeras no van porque no tienen vínculo y son expulsadas cuando llegan. En el caso de muchas de las travestis en situación de prostitución estaban en posibilidades de comer con algún apoyo estatal, aunque sea la caja miserable que llegaba de alimentos secos, pero había lugares como la Patagonia o el norte donde no tenían subvencionado el gas; entonces no había garrafa con que cocinar esos alimentos, no hay con qué pagar el alquiler. Todo es muy acotado porque se piensa en términos de familia, y las travestis, las personas trans, están en absoluta soledad y las que no estaban en soledad estaban expuestas a vivir con un padre golpeador, con un hogar transodiante. La situación ha sido de hambre.
¿Las leyes, los derechos que se ganan se hacen sin contemplar estas complejidades?
En el caso de las travestis es de imposibilidad de recursos porque nuestro único aprendizaje en la vida es a vivir de nuestro trabajo: salgo, trabajo, tengo plata, y pago lo que me pidan, y esto se vio muy imposibilitado, no pudieron hacer cuarentena, el sistema siguió exactamente igual pero mucho más cruel porque se redujo la posibilidad de clientela y parte del dinero se iba a pagar coimas para transitar. Y cuando se inició la autoconvocatoria de las viejas por la indemnización travesti para que el Estado reconozca que somos una comunidad víctima de crímenes de lesa humanidad en contexto de un genocidio, las travestis viejas decían: no se nos ofrece trabajo, tenemos una ayuda económica y se choca contra otra posibilidad de tener dos ayudas económicas; y tenés los gastos que tiene toda una familia, sobre vos pesa alquiler, alimentación y salud, lo básico, y para eso no alcanzaba. Se han hecho algunas redes muy locales de ayuda, sobre todo alimentaria, pero eso ha impactado sobremanera en la salud. De las que habíamos empezado, para principios de este año habían muerto ya 35 compañeras por motivos evitables, por un desmejoramiento general de la salud a partir de la mala alimentación y la insuficiencia de un servicio de salud que les dé calidad. Y ahora ya perdimos la cuenta, no la estamos llevando.
¿Qué lección dejó sobre los cuerpos la pandemia y esta pospandemia?
En principio hay una lectura sobre qué cuerpos son necesarios para la vida y qué cuerpos sostienen la vida, dónde están y qué valuados están sus trabajos. Muchas de las personas que pensamos que su trabajo es importante, necesario, no fue así. Si hubo algo absolutamente necesario fue alimentarnos y estar asistidos sanitariamente, sin embargo los flujos económicos siguieron sosteniendo a un montón de personas en las urbes que no hacemos nada que sea esencial, no plantamos una papa, no cambiamos una curita, y sin embargo nos arrogamos el derecho a opinar. También cómo todos los cuerpos podemos ser frágiles y vulnerables, no solo a una cuestión muy puntual como un virus, sino a las políticas que se toman. La desigualdad, el distanciamiento, la manera en la que se concretiza la exclusión en cada una de nosotras y nosotros, se hizo muy palpable, y cómo esto se sostiene y se fogonea a partir de desensibilizar a toda una sociedad que puede estar hablando de cualquier pelotudez mientras a otra parte de la sociedad se le esta muriendo un ser querido, de hambre, de Covid. Es un proceso de desensibilización y frivolización permanente al que se nos somete, por eso es tan difícil que discursos y reclamos como los de la comunidad travesti trans puedan tener asidero, porque los oídos están desconectados, se escucha el ruido, pero no las palabras. No nos estamos atreviendo a atravesar el dolor que significa ser parte de esta, yo pago a la policía, yo formo parte de esta democracia, yo he formado estas instituciones educativas que han hecho todo este desastre, yo fomento la industria alimenticia en estos términos, hacerse consciente de la responsabilidad es abrumador, doloroso, triste, pero lo tenemos que atravesar para dejar de ser llevados a la discusiones de qué lado de la grieta estás, estamos jodidamente en la grieta de discusiones ajenas, ficticias. Discutamos realmente quiénes son necesarias para nuestras vidas, quiénes sostienen nuestras vidas, y qué necesito yo, que hago helado artesanal, para que el resto de la gente tenga plata y pueda decir me voy a comprar un heladito artesanal porque tengo el deseo. Es lo que hago, aporto con heladito, es lo que sé hacer, y no quiero que el heladito se convierta en un lujo, que todas las personas puedan tomarse un heladito. Fundamentar la estrategia de subsistencia en esa lógica y no en que el helado sea un lujo y que haya suficientes personas que paguen mucho por ese lujo. Aspirar a pagos más dignos y justos, que el trabajo se dé en otra dinámica que no sea la impuesta de afuera y que no se dé en los términos heterosexuales que llegaron a un punto que las conquistas laborales no solo no las acrecentaron, sino que están dejando que las perdamos. Cuando una comunidad altamente desventajada en el sistema laboral accede, lo hace en condiciones de absoluta humillación, que es la humillación a la que se auto somete la heterosexualidad, donde las relaciones son de absoluta violencia, de desvalorización e inseguridad permanente para poder sostener el trabajo.
¿Es importante la escala pequeña entonces, una escala humana?
La pandemia lo reafirma: tenemos que ser pequeñas comunidades. Algo que nos alarmó cuando lo conversamos con otros compañeros, compañeras, es la cantidad de partos que hubo. ¿A quién se le ocurre seguir trayendo hijes al mundo en la situación que estamos? Tenemos que ser menos porque el planeta no nos quiere, nos está diciendo: ustedes son la plaga, son los que traen destrucción, expoliación, hambre, cambio climático, todo el desequilibrio es lo humano: ser los que somos. Y quien enfrente la experiencia de maternar, paternar, tiene que estar consciente de la responsabilidad. No podés no haber pensado una estrategia para sustentar esa vida de la que te has responsabilizado. Esto no se va a reducir de la noche a la mañana, pero sí una manera necesaria de participación política para tomar responsabilidad civil en la construcción de qué tipo de sociedad queremos, y si decidimos que la forma sea la democracia, qué democracia y cuáles son los movimientos que queremos darle, tiene que haber mayor participación y esto no se puede dar en conglomerados inmensos, tiene que necesariamente fraccionarse en pequeñas comunas donde te conozcas con les vecines. Esos deberían ser los lugares de donde salga la potencia política. La forma es que nos organicemos en pequeñas comunidades que tengan incidencia política, tenemos que salir de la exigencia de la necesidad de que para hacer política tenés que ser una buena showman, un buen pastor religioso, y entretener a la multitud mientras te afanan y piensan por vos; tenés que ser lindo, carismático; y no: tenés que ser confiable. Esa confianza no se puede construir en lo desmesurado de la dimensión que hemos llegado, tenemos que volver a la dimensión humana, y ahí ver quiénes surgen con liderazgos, con capacidad de escucha, y qué incidencia tenemos en las partidas presupuestarias. No estamos llegando a lo básico. Entonces: me autoimpongo la justicia y que sea realidad; entonces, que eso nos vuelva a la dimensión humana donde realmente hacer un ejercicio de empatía con los demás. Por supuesto nunca vamos a no contemplar el ejercicio de la belleza, de terminar de trabajar y que nos canten o nos cuenten una historia solo porque es bonita. Pero hay un desajuste muy grande, entonces, se trata de buscar un balance posible donde evaluar la jerarquía de ciertas deudas sociales. La nuestra es urgente.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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