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El hotel de las anónimas
La obra y el libro del Gondolín. De la historia del mítico Hotel Gondolín recuperado en los 90 por las chicas travesti trans que lo habitaban surgieron tres obras de teatro: Divina, Lorena y Reina. Tres unipersonales interpretados en el Teatro Cervantes, que continuarán en otros espacios hasta noviembre. La trilogía refleja la vida en el Gondo y la idea de llevarlas a la escena surgió a partir del libro Reunión: Cuatro legendarias en el Gondolín, escrito de manera colectiva. Un libro, tres obras de teatro, tres actrices, tres directoras: un hotel, mil historias de amistad y resistencia. Por María del Carmen Varela.
Ubicado al 900 de la calle Aráoz en el barrio porteño de Villa Crespo, el hotel azul recuperado por chicas travesti trans en los 90 pertenecía a un señor inescrupuloso que les inflaba el precio porque sabía que nadie quería alojarlas. Como las condiciones del lugar eran deplorables y peligrosas, las chicas presentaron una denuncia y el hotel fue clausurado. Con ellas adentro. A su vez, fueron denunciadas por usurpación pero eso no prosperó porque en realidad ellas ya vivían allí, tal como constaba en el libro de actas del hotel. Con tiempo y esfuerzo lograron recomponerlo, pagar las deudas, hacerse cargo de su mantenimiento y convertirlo en su gran nido. Para eso formaron una asociación civil, crearon sus propias normas de convivencia y el hotel es famoso entre la colectiva porque aloja a chicas trans y travestis llegadas de todo el país. Cada 21 de septiembre festejan el cumple del Gondo con empanadas, bebidas, se esmeran en la decoración y organizan una varieté artística de la que ellas mismas participan.
El poeta, escritor y editor Dani Zelko es el ideólogo de un libro que recoge la(s) historia(s) del Hotel: Reunión, “un experimento de escucha y escritura”. Así cuenta el funcionamiento de esta práctica en la web reunionreunion.com: “Lxs invito a hacer un libro a través de un proceso en el que la palabra va mutando de oral a escrita y de hablada a leída a medida que atraviesa cuerpos y espacios. Me hablan y yo escribo a mano todo lo que dicen. Cada vez que hacen una pausa para inhalar paso a la línea que sigue, creando un nuevo verso. Está prohibido grabar. En los días siguientes leemos el texto y lo corregimos juntxs hasta llegar a una versión final. Nunca corrijo ni edito a solas. El texto final se imprime en libros sencillos y urgentes, que son leídos en voz alta en situaciones públicas y empiezan a circular”.
Con esta metodología de acopio utilizada entre 2015 y 2017, Dani invitó a participar a diferentes personas, al azar. En su mochila llevaba una impresora de escritorio y así imprimía los libros en forma de fanzine de 16 páginas. Una vez impresos, invitaba a las personas involucradas, vecinxs, familiares, amigxs y lxs participantes leían el libro en voz alta. Toda persona que se acercara recibía el libro de obsequio. Esto sucedió en Argentina, Bolivia, Guatemala, México, Paraguay y Cuba. Desde 2017, Reunión se concentra en personas y comunidades que sufren violencia y los libros colaboran con la difusión de estas problemáticas. Ya no con la imprenta móvil, Dani imprime unos dos mil ejemplares de 50 páginas como mínimo. Así tomó contacto con el Hotel Gondolín, “recuperado por travestis, que hace décadas sirve de refugio para las mujeres trans que llegan a la ciudad de Buenos Aires. Cuatro de sus legendarias fundadoras, que pelearon para abolir los edictos policiales y para conseguir los primeros derechos nacionales para la comunidad LGBTIQ+, realizan un pasaje de memoria para las generaciones que se construyen como travesti-trans hoy”.
En la web se pueden encontrar los libros en versión digitalizada y como audiolibros. La artista Susy Shock y la escritora Camila Sosa Villada pusieron sus voces al audiolibro basado en la conversación con Marlene Wayar, Marisa Acevedo, Zoe López y Viviana Borges. “Está habiendo una refundación del Gondolín, como que es el mismo lugar pero es un lugar nuevo. Se transformó. Se hizo las lolas, las caderas. El hotel es un cuerpo. Así que aparte de abrigo y una cama, te vamos a dar este libro y si no sabés leer te lo leemos. Este libro es una refundación. El hotel es un cuerpo. Hagamos memoria sin melancolía, un ejercicio de memoria para encontrar a dónde queremos ir, pero que quede escrito es diferente”, se escucha en la voz de Susy.
Las divinas
Las paredes respiran, el revuelo y la euforia de las habitantes son el alma del conjunto de ladrillos ensamblados y juntas son el corazón que bombea sangre hacia cada una de las pequeñas piezas del hotel donde encuentran su refugio. La esencia de esta casa de tres plantas está impregnada en Divina, Lorena y Reina, los tres unipersonales que se fueron sucediendo en la cartelera del Cervantes. El primero fue Divina, protagonizado por la actriz Daniela Ruiz y dirigido por la actriz, escritora, narradora oral, dramaturga y directora Ana María Bovo, donde se mezclan la ficción y algunos datos de la propia vida de Daniela y de su infancia en Salta. “Toda mi vida soñé con ser actriz —cuenta Daniela en el conversatorio abierto que organizó el Cervantes en la misma sala donde suceden las obras— y soñé allá en mi provincia, en Salta, con estar en el Cervantes. Cuando estudiaba teatro en mi villa me decían ‘vamos a estar en el Cervantes o en el Colón’. Eso me hace creer que se pueden realizar estos sueños”.
En Divina, con elegante vestuario blanco, botas negras y largos cabellos Daniela se sumerge en el relato. La niñez en un entorno hostil, el refugio en las novelas y en las canciones de Pimpinela. La crianza a cargo de una señora que se convirtió en una especie de abuela postiza, en una casa grande y confortable hasta que la señora decidió que ya no quería pasar más tiempo con la criatura. La vuelta al hogar, las dificultades económicas, la incomprensión. Ana María y Daniela tuvieron largas charlas de las que la directora se fue nutriendo para confeccionar el texto. “A los cuatro años me miré al espejo y dije no soy esto. Yo no puedo dejar de ser todo lo que soy, todo lo que construí con mi historia de vida, mi mariquita, mi trava, lo que fui. Muchas de nosotras llevamos el artivismo como una forma de romper las barreras, los estigmas y la discriminación. Nuestras historias no aparecen en ningún lado. ¿Quién las va a contar si no las contamos nosotras?”, pregunta Daniela. Actriz, docente de teatro, una de las fundadoras de la Compañía Arte Trans, activista, secretaria de la asociación 7 Colores Diversidad, pertenece al colectivo Identidad Marrón, supo tener un local de flores y está felizmente casada. Es autora de Prexs de la vida, Idénticxs, Iguales pero diferentes, Hotel Golondrina y próximamente estrena su stand up Monólogo de las tetas con pene en distintos espacios culturales.
Lorena es la obra encarnada por Payuca. La actriz oriunda de Pergamino trabajó en la novela Pequeña Victoria en Telefé, en las obras Siglo de Oro Trans — por la que obtuvo el premio ACE Revelación Femenina—, Decir te amo es un atentado, Su nombre significa mujer y Julio César, en el teatro oficial y otras en el teatro independiente, como Princesas rotas y Happy brownies, entre otras. “Estoy muy feliz y agradecida de poder visibilizar historias que quizá nos era más común contarlas en el teatro independiente. Es importante que se nos empiece a valorar más por nuestro talento y no tanto por nuestra condicion sexual e identidad de género”, dice Payuca.
En Lorena, escrita por la actriz, dramaturga y directora Felicitas Kamien y el actor, artista plástico y director Federico Liss, interpreta a una habitante del Gondolín que entra a su habitación huyendo de una situación de violencia. Su personaje relata, entre tantas otras cosas, la relación que mantiene con un odontólogo casado que primero es su cliente, luego se separa, le presenta a su pequeña hija y le ofrece trabajo como secretaria en su consultorio. Lorena ahoga sus penas en el alcohol mientras da detalles del vínculo clandestino y cómo se siente teniendo que enfrentar los prejuicios a plena luz del día, en los medios de transporte y en el nuevo trabajo. Conviven su desconcierto y su dolor, con un gran sentido del humor que el público agradece con carcajadas y aplausos. “Lorena es una historia ficcional y tomó algunas anécdotas del libro Reunión. Hay algunos puntos que coinciden con mi historia de vida y al salir de la función y encontrarme con gente, hay muchas personas que sienten empatía, que dicen yo también tuve una relación de esta índole, a mí también me sucedió. Mucha gente me decía: qué bueno que se cuenten estas historias en este lugar”. Lorena continuará hasta octubre en el Espacio Callejón.
Maiamar Abrodos es Reina, nombre de la última obra de la trilogía, que transcurre en un patio lleno de plantas y pintado de azul, como el del Gondo. Cuenta Maiamar: “Reina es una señora grande, es una trava vieja que cuenta cosas de su vida que no son de la mía pero cuando le habla a su papá, yo le hablo a mi papá”. Actriz, vestuarista, escenógrafa, docente en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y en la Universidad de las Artes, participó de la miniserie La viuda de Rafael, en numerosas obras en el teatro independiente y en el oficial y fue una de las personas —junto con la activista asesinada en 2015 Diana Sacayán— que recibieron los primeros DNI con la identidad de género autopercibida, en julio de 2012, luego de la aprobación de la Ley de Identidad de Género. Explica que como parte de su activismo, siempre aclara: “No soy una actriz trans, soy una mujer trans y soy actriz. Lo que quiero sacar es el estigma. Si vas al odontólogo no decís voy a la odontóloga trans, es importante entender eso. Es necesario visibilizarnos pero sin estigmatizarnos”. La encargada de poner texto y dirección a Reina fue la dramaturga, directora y psicóloga Natalia Villamil. “Cuando supe que Maiamar iba a ser la intérprete, decidí tomar ese universo que aporta su persona. Había que ajustar ciertas cosas en función del libro y de la actriz, esto generalmente es al revés, una elabora un texto y después convoca a los intérpretes. Entonces hablé de una vieja trans, así me gusta decirlo, que se enfrenta a la vejez. Me interesaba pensar cómo sería para alguien que trabajó toda su vida con su cuerpo y llega un momento en que ese cuerpo no puede trabajar más. El libro me sirvió como disparador del universo de los 80”.
Daniela, Payuca y Maiamar reconocen la importancia de haber llegado hasta acá, un largo recorrido en el que el Estado que las encarcelaba y les negaba derechos, ahora se los reconoce abriendo las puertas de los teatros. ¿Qué falta? “Federalizar”, afirma Maiamar, “Estamos en un búnker que es ciudad de Buenos Aires”. Daniela: “Que estemos en todos los lugares, las actrices somos actrices y podemos actuar en todos los roles: que estemos en distintas obras, en Romeo y Julieta, por ejemplo”. Payuca: “Está muy bien haber marcado un precedente de interpretar personajes trans pero también necesitamos que se nos valore por nuestro talento, que podamos hacer castings para otros personajes también, que podamos hacer de una madre, de una abogada, en el teatro oficial pareciera que en esta primera instancia podemos hacer personajes trans, bueno, ya marcamos ese precedente. Estamos disponibles para otro tipo de personajes. Queremos dar un pasito más”.
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