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Informar y transformar
El Grupo de Reflexión Rural. Se definen como un colectivo que aceptó el desafío de elaborar campañas y propuestas que desarticulen el modelo especulativo del agronegocio.
E n los últimos años, la protagonista indiscutida que despliega radiante sus plumas en la pasarela del universo de la agricultura es la multifacética soja. Como nunca antes está presente en nuestro vocabulario, en el plato hecha milanesa, en la cotización bursátil, pero si indagamos en su fluido devenir iremos descubriendo que es mucho más que un inocente “yuyo”. Para comenzar a desentrañar los misterios que derivan de este complejo agrocosmos, nada mejor que recurrir al Grupo de Reflexión Rural (grr), ámbito crítico del modelo agrario biotecnológico que se viene instalando a paso firme desde fines de los años 90.
La agrupación nació a fines de 1996, conformada por empleados de distintas áreas rurales estatales. Para cuestionar las políticas implementadas por el gobierno menemista, entre 30 y 40 personas comenzaron a reunirse periódicamente en la oficina de Jorge Rulli, quien trabajaba en la Secretaría de Agricultura. Con el tiempo, todos se alejaron del Estado, pero continuaron juntándose y consolidando un equipo independiente con preocupaciones ecológicas. Si bien apuntan a la práctica de la horizontalidad, se establecieron niveles y se creó un consejo de ancianos, integrado por los líderes naturales del grupo, los que más experiencia han acumulado y quienes fueron fundadores del grr. También se fueron adecuando a los designios de los nuevos tiempos e interactúan con una comunidad formada a través de Internet, compuesta por alrededor de 160 personas que aúnan fuerzas y empeño desde varias provincias del país. El grr siguió de cerca la trama de la implementación de las reglas de juego y sus detractores han encontrado una denominación para intentar desmerecerlos: los tildan de “ecoterroristas”.
La tarea que lleva a cabo el grr desde sus inicios es concreta: informar acerca de las políticas impuestas por empresas extranjeras en el sector agropecuario. Intentan, con espíritu combativo, transformar esta realidad. “El grr denuncia, proclama, reflexiona, describe lo que está sucediendo, pero además tenemos propuestas. No es sólo salir a denunciar, sino que decimos que se puede cambiar. Se llegó a plantear que dentro del modelo puede haber incipientes modelos distintos, más pequeñitos, alternativos, como grietas, que se pueden intentar desarrollos locales. Ése es el verdadero antisistema, ya no es luchar contra el imperialismo yanqui. El antisistema hoy en día es volver al campo, cultivar la huerta, que la gente viva de la autosubsistencia. Esto es lo que propone el grr, aunque nos tilden de fundamentalistas y digan que lo que proponemos es imposible”, sostiene Clara Peña, una de las últimas en incorporarse al equipo.
Es sabido que Argentina fue bendecida con la fertilidad de sus suelos. Esta virtud fue aprovechada por empresas transnacionales que en la década del 90, en pleno auge del neoliberalismo, vislumbraron la posibilidad de instalarse, contaron con la complicidad local y comenzaron a cosechar fortunas con el crecimiento de los nuevos modelos industriales y agrícolo-ganaderos. Aparece en escena la soja transgénica, un negocio redondo de la multinacional Monsanto, que comercializa la semilla, crea un agrotóxico, el glifosato, cuya marca comercial es Roundup, que no la afecta sino que elimina el resto de las malezas. El modelo sojero ya estaba en marcha. Jorge Rulli describe las circunstancias que favorecieron a los nuevos colonizadores: “Había un quiebre moral en los chacareros, estaban endeudados, buscando la manera de irse a la ciudad, no querían seguir la tradición de los viejos chacareros que vivían en el campo. No tenían ni idea de qué cosa era un organismo genéticamente modificado, pero sabían que había una soja que se bancaba el Roundup, que todas las malezas se morían y la soja quedaba solita y no les importaba nada, porque con eso se iban al pueblo. Con la soja pudieron pagar sus deudas. En los 90 se instaló el agrobusiness, la doctrina de que la agricultura es un negocio”. El grr afirma que el objetivo de las transnacionales es vaciar el campo y utilizar las tierras para generar commodities (materias primas que se comercializan a granel), como eucaliptos, minería a cielo abierto, soja, etc.
Las fumigaciones con glifosato forman parte de este esquema, se estima que actualmente se utilizan 180 millones de litros en Argentina. En los últimos años se han detectado en las zonas en las que se producen las fumigaciones casos cada vez más frecuentes de cáncer, enfermedades respiratorias, neurológicas, malformaciones, dermatitis. A comienzos de 2006 el grr lanzó la campaña “Paren de fumigar”, con el fin de realizar un mapeo de los pueblos afectados por el uso de agrotóxicos, y como consecuencia de esta investigación elaboró un informe acerca de su incidencia en las principales provincias sojeras: Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Este proyecto surgió como apoyo a las Madres de Ituzaingó (Córdoba), donde existen más de 300 casos de enfermos de cáncer, en una población de 5.000 habitantes.
Marketing sojero
El marketing de la soja se encargó de elevar el nivel de consumo presentándola como alimento milenario de innumerables beneficios nutritivos y le endilgó un destino glorioso: desterrar el hambre en el mundo. Nada de eso es cierto. “La soja posee antinutrientes que impiden absorber el calcio y el zinc. Está prohibida para niños menores de 2 años. Los fitoestrógenos, es decir, las hormonas vegetales presentes en la soja pueden originar crecimiento de mamas en niños y anticipar la primera menstruación en las niñas, interfieren en la función endocrina y pueden producir hipotiroidismo. Además es indigesta debido a una sustancia indestructible que dificulta su digestión”, nos cuenta Belo Soler, médico veterinario y uno de los fundadores del grr. Como si esto fuera poco, el 98 por ciento de la soja que se produce en nuestro país es transgénica. “Hay estudios científicos que demuestran que los alimentos transgénicos generan consecuencias dañinas para la salud”, agrega Clara Peña. Es recomendable leer los envases de los productos, ya que gran parte de ellos contiene algún componente de la soja, como por ejemplo, la lecitina.
En sus trece años de vida, el grr ha editado varios libros acerca de la temática de la soja, en la página web pueden leerse documentos e informes y también se los puede escuchar en su programa Horizonte Sur por Radio Nacional, un espacio que defienden sus muchos oyentes cada vez que las autoridades amenazan con levantarlo. Mantienen una estrecha relación con movimientos antiglobales europeos, de Canadá y Estados Unidos. En esta apertura, cuenta Jorge Rulli, tuvo mucho que ver su hija Javiera, integrante de un grupo activista holandés. Juntos organizaron una marcha en febrero de 2005 contra la “soja sustentable” en Foz de Iguazú, de la que también participó el mocase Vía Campesina.
Una de las cuestiones que más preocupan y ocupan al grr es la soberanía alimentaria. Para alcanzarla, es necesario poner en marcha la economía regional, habilitar ferias locales, donde todos podamos comprar alimentos esenciales directamente a sus productores, sin intermediarios. ¿Por qué esto no sucede? Jorge Rulli se encarga de dar la respuesta: “Porque enfrenta al supermercadismo, que es parte del agronegocio. Está todo armado y hay que desarmarlo de a poco. Vivimos en un régimen irracional, gastamos energía a lo loco porque dependemos de las cadenas agroalimentarias. La soberanía alimentaria es mucho más que seguridad alimentaria: es consumir lo que uno produce localmente”.
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Poder colifato
Del dolor extraen la lucidez para plantear el estado de las cosas tal como es: simple y terrible. El significado de la locura, la política, la pobreza y la salud. La creación como cura del alma y el humor como terapia. Qué representa el derecho a la palabra. Cómo sostener un proyecto durante más de 18 años luchando contra los estigmas y los prejuicios. Ideas todas que inspiran esta campaña de mu: seamos colifatos. Votemos cotidiamente por este tipo de proyectos que apuestan a la vida.
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