CABA
Recetas con corazón
Emprendimientos de cocina, repostería y estampado de remeras forman parte del menú con que la asociación En Camino con otro creó un modelo de salud mental comunitaria. Lo que todavía falta para verlo completo.Empecemos por el final. Estamos en un departamento donde se amontonan los productos que crean adolescentes con particular entusiasmo. Hay sonrisas y comida, música y remeras pintadas a mano. Y en un rincón, está Brenda dándome una lección inolvidable. Comienza cuando me muestra el cuaderno en el cual escribe sus poemas a mano. No tengo los anteojos, así que tiene que leerme en voz alta lo último que apuntó. Con voz contundente, recita:
“Si hubiera gente con corazón,
capaz de pensar que es posible
un mundo sin pobreza,
tendríamos la fuerza necesaria para vivir
y no para subsistir como fantasmas”.
Me cuenta que lo escribió porque vio a unos chicos comer de la basura, rodeados por gente que no se detuvo a mirarlos. Brenda quiso registrar esa escena –los niños, la basura, el apuro de los sin corazón– como una forma de no sentirse cómplice. “Está en uno ver o no ver la realidad –me dice con total seguridad– porque lo que vos hagas con tu propia vida es tu responsabilidad”.
Debe ser muy exigente pensar así…
Pero es lo que hay. No sirve echarle la culpa a otro porque estarías condenado. En cambio, si depende de vos, significa que podés hacer algo para cambiarlo. Partamos de la base de que a partir de cierta edad todos sabemos lo que está bien y lo que está mal y podemos actuar en consecuencia. Es simple. Es así. Es lo que hay. Y de eso se trata aprender a crecer. Es difícil, muy difícil, pero se aprende.
¿Cómo se aprende a crecer?
Como con la bicicleta: a los golpes. Y aceptando que crecer significa afrontar riesgos, ganar, perder…
¿Y cómo se aprende a perder?
Perder no quiere decir que seas derrotado, empecemos por ahí. Porque podés perder, pero no fuiste derrotado. Que te haya ido mal una vez no significa que no puedas volver a intentarlo. No te salió, perfecto: intentalo de nuevo de otra manera. Se trata de ver cómo. Eso más que nada. De asumir responsabilidades. No es el fin del mundo: se cierra una puerta y se abre una ventana. Hay otras posibilidades y hay que buscarlas. Hay que saber poder, pero al mismo tiempo hay que saber volver a empezar. Si por cada cosa que te sale mal te vas a sentir derrotado, a la semana te mataste. Y eso es algo que no aprendés solo. Yo, por ejemplo, lo aprendí con Laura.
Recibida la lección, podemos comenzar por el principio: Brenda es una de las miles de adolescentes que estuvieron internadas en el hospital psiquiátrico Tobar García. No sé su diagnóstico: no se lo pregunto porque no importa. Aprendí esa lección, como Brenda, con Laura Pezzoli, jefa de la sección de Orientación y Entrenamiento Laboral de ese hospital y coordinadora, junto a Marcela Giménez, del Programa de Emprendimientos Sociales que dependen de la Dirección de Salud Mental de la ciudad de Buenos Aires. Títulos, todos, que le llegaron después de 22 años de trabajar en contra de todo el sistema que ahora le otorga estos reconocimientos formales. De esto, justamente, se trata esta historia: de una larga batalla que está comenzando a vislumbrar un final, a fuerza de tenacidad, persistencia y eficacia para sostener un proyecto que les permita a jóvenes como Brenda enseñarnos a hacernos responsables de nuestras realidades, por que sino estaríamos condenados a vivir sin corazón o a ser fantasmas.
Ser o estar
Volvamos al final: en la cocina del departamento los chicos están ahora preparando fideos. Algunos son pacientes del hospital, otros están viviendo en hogares. Todos son vulnerables. Todos son pobres. Todos son muy jóvenes: ninguno tiene más de 18 años, pero varios ya son padres y madres. Mientras ellos cocinan, Laura me enseña la receta para conjugar correctamente los verbos. Le pregunto a Laura:
Cuáles son los diagnósticos de estos chicos?
Psicosis, esquizofrenia, trastorno de…, todos diagnósticos psiquiátricos que asustan, dan miedo. Pero no son psicóticos ni esquizofrénicos. Son personas que tuvieron una crisis y necesitan medicación y todo un abordaje que acompañe a esa medicación, para poder salir de esa situación de crisis. Porque si decimos “es esquizofrénico” o “es psicótico”, ¿qué estamos afirmando? Que no hay forma de salir de eso. En cambio, si partimos de la hipótesis de que están en una situación de crisis, pensar en una salida se hace más palpable.
Allá por 1986, cuando Laura entró por primera vez al Hospital Tobar García se encontró con jóvenes etiquetados de acuerdo al vademécum psiquiátrico. Ubiquémonos: estamos hablando de chicos y chicas adolescentes en crisis que reciben como tratamiento el encierro, la medicación y un certificado de discapacidad que les permite acceder al beneficio de “viajar gratis” en el transporte público y recibir, en el mejor de los casos, un plan social infinitamente menor de lo que necesitan para subsistir. Laura quería ampliar ese menú. Recurrió a una estrategia simple: hacer de todo. “Ello nos fueron dictando el camino en función de sus necesidades. La primera señal la noté cuando empezamos a hacer una actividad con unas chicas internadas y nos ofrecieron hacer los desflecados de unas chalinas. Era un trabajo sencillo, por el que nos ofrecieron pagarles. A mí me impactó ver cómo una de las chicas, que estaba totalmente abúlica, desconectada, se transformaba en una persona activa a partir de ese simple trabajo. Comenzamos entonces a buscar estrategias similares y en el año 90 logramos participar de un programa “Cuidar cuidando” que se desarrollaba en el Jardín Zoológico. En el primer grupo participamos con siete chicos que en el hospital hacían honor a su diagnóstico psiquiátrico: se comportaban como locos. Pero en el zoológico tenían una conducta impecable, a tal punto que los cuidadores que interactuaban con ellos nos preguntaban por qué estaban internados. Así se nos hizo evidente que había una relación entre cómo se los miraba y cómo se comportaban.
¿Modificar esa mirada es la forma de salir de la condena de la etiqueta?
De la etiqueta se sale si hay respuestas. Y modificar la mirada sería una, pero no la única. Tiene que haber todo un proceso sostenido e integral, pero en aquel momento lo que me marcó de esas experiencias fue el hecho de confirmar que un contexto de afecto y confianza es terapéutico: es lo que ayuda al otro a sentirse y, por lo tanto, actuar “mejor”.
La locura
Laura no estaba sola en este empeño por encontrar alternativas. Junto a Ana Hernández, Cristina Marchesoni y Andrea Sola (hoy en Canadá), integraba el grupo de “locas” que desafiaron al modelo manicomial, sosteniendo diferentes proyectos: primero pintando murales junto a los alumnos de la escuela Pridiliano Pueyrredón la artista plástica Mónica Corrales, con participación de las familias de los adolescentes; luego con una huerta en la Facultad de Veterinaria; después, en la de Arquitectura con una capacitación en la fabricación de materiales de construcción ecológicos. Hasta que en el año 2000 se rindieron: “Había que sostener las dos cosas al mismo tiempo, por un lado el trabajo en el hospital y por el otro, los emprendimientos. Era agotador y no dábamos más porque nadie nos garantizaba la continuidad y siempre teníamos que empezar de cero”. Como una confirmación de sus convicciones, el ciclón de 2001 volvió a izar sus banderas. La crisis había logrado impulsar las ideas de economía social, pero también había logrado crear una comunidad más receptiva a integrar y sostener este tipo de proyectos. La vulnerabilidad ya no era un tema de locos, sino de todos.
Entre 2002 y 2003 integraron Casa Abasto donde desarrollaron junto a los jóvenes del barrio talleres de cocina, panadería y pastelería; de construcción de instrumentos musicales de percusión, y de estampado de remeras. Fue entonces cuando el proyecto integral que habían diseñado encontró el espacio político necesario para ser, al menos, formulado. Así, lograron que la Legislatura destinara un inmueble para construir el eco-centro que habían planificado. Concretamente, un espacio de capacitación, producción y venta de productos realizados por usuarios de los servicios de salud mental, pero también por jóvenes en situación de crisis social. Uno juntos a otros, al lado de profesionales e insertos en la comunidad. Ya tenían incluso la dirección del predio, pero no: el lugar fue derivado a otro destino, por lo que desde hace más de un año esperan que la Legislatura les confirme lo prometido por los funcionarios del área: que el eco-centro se construirá en la zona de Barracas, a pocas cuadras del Parque Lezama.
Última lección
Sin espacio y sin presupuesto, los proyectos de salud mental alternativos al encierro son fantasmas que habitan papeles sin corazón. Por eso, además de soportar siete diferentes administraciones en el gobierno de la ciudad, la estrategia de este grupo de “locas” fue, una vez más, hacer de todo. El plan de acción incluyó crear una asociación civil –bautizada “En camino con otro”, presidida por la arquitecta Jorgelina Jerez– alquilar un departamento, utilizar todo el menú de programas sociales que el Estado asistencialista despliega en cuotas siempre provisionales y cortas, y tramitar ayuda financiera internacional. Así, lograron finalmente formar parte del Programa Isole, financiado por la Cooperación Italiana a través del cisp, una oenegé italiana que aportará el dinero necesario para sostener proyectos en las provincias de Río Negro, Chaco, Chubut, la Ciudad de Buenos Aires y, por supuesto, al eco Centro. Solo falta que la Legislatura haga lo que tiene que hacer: formalizar la entrega del predio.
En tanto, el equipo de trabajo pudo formalizar la participación de algunos profesionales (el psicólogo Marcelo Martínez; las capacitadoras Elba Levenson y Belén Ninet, la terapista ocupacional Vanina Polenta y del cheff Gustavo Milossi ) que le ponen el cuerpo al desafío de hacer posible eso que Marcela Giménez define así: “nuestro pequeño acto de dignidad”.
Marcela, quien junto a otros trabajadores de salud mental impulsa proyectos de economía social desde del Borda, me regala la última lección: “La salud mental es esto: brindarle a la gente espacios de trabajo comunitarios. Y crear estos espacios es posible, incluso cuando no hay una política de Estado. O, a pesar de ella. Nosotros somos la prueba: con nuestro eco-centro esta ciudad podrá, por primera vez, ver en acción un proyecto de salud mental comunitaria. La salud mental no necesita nada más que eso: un espacio donde se pueda aprender, producir, encontrarse con el otro. Un espacio para volver a la vida.”
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
- Revista MuHace 2 semanas
Mu 207: Crear lo que viene
- NotaHace 3 semanas
Julio López, 19 años desaparecido en democracia: sus testimonios contra la Bonaerense
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Triple narcofemicidio: la respuesta al horror
- AmbienteHace 4 semanas
Salvemos al Mari Menuco: campaña desde Neuquén para un lago acosado por el fracking
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Femicidios territoriales: las tramas de la violencia