Mu36
Otra microonda
Cooperativa de trabajo Renacer. Una fábrica emblemática que resume la historia económica de las últimas décadas fue recuperada por trabajadores que desafiaron todos los pronósticos. Una trama que incluye piquetes a 14 grados bajo cero, mujeres de hierro y jueces conmovidos.
La historia resumida en un puñado de fechas y eslóganes:
Años 60: Encendedor Magiclick, 104 años de garantía, sin pila, sin cable, sin piedra.
Años 70: Televisor Grundig, caro, pero el mejor.
Años 80: Ahorra Grande, Aurora Grundig: “Gran Jefe” (un indio de smoking) publicitaba el plan de ahorro para los Lavaurora y otros electrodomésticos prometiendo “usted cumplir, usted ganar” .
Años 90: Fábrica en quiebra, menemismo explícito. “Síganme que no los voy a defraudar”. Gran Jefe se sacó el smoking y las plumas, llamó a la policía, empezaron los despidos y la represión generalizados en Tierra del Fuego, durante la cual asesinaron a un obrero, Víctor Choque.
2001: Trabajadoras y trabajadores ocupan la fábrica, con pulso firme y hachazos precisos. Hacen piquetes a 14º bajo cero, toman la Gobernación y la Legislatura, doblegan a la burocracia de la Unión Obrera Metalúrgica local, se plantan ante los jueces, se desesperan por trabajar. Por lo tanto se los considera: zurdos, usurpadores con olor a goma quemada, violentos e impresentables.
2010: la ex Aurora Grundig está en manos de la cooperativa de trabajadores sin patrón, horizontal, que fabrica microondas con su propia marca, y para New San (Atma, Noblex y Philco), y también para la cadena Garbarino, financiados por el Banco Santander Río. Tras años de conflictos y movilizaciones, fabrican además lavarropas y hacen partes de lcd para Sanyo, entre otras. “Ahora nos ponen la silla y nos invitan con un cafecito”, cuentan en la fábrica.
De excluidos y desocupados, mutaron a sobrevivientes que ganaron “una lágrima” durante años, pero ahora calculan que podrán repartir para cada uno 4.000 pesos mensuales e igualitarios, por un trabajo que, según decisión en asamblea, es de 6 horas diarias. Aumentarán casi en un 40 por ciento el número de trabajadores, con la incorporación de jóvenes familiares de los obreros, empezando por los hijos de quienes fallecieron en estos años de batallas bajo cero.
La cooperativa se llama Renacer.
Genios de las finanzas
Mónica Acosta hace las presentaciones: “Éste es nuestro horno de microondas, con marca propia. Estamos muy contentos. Ya le vendimos a Garbarino (cadena de venta de electrodomésticos), además de los que estamos fabricando con marca de ellos. Ahora estoy en la parte de planificación de la producción para este año”. Mónica podría pasar por experta en management, pero en realidad es una cordobesa que utilizó, junto a sus compañeros, una inventiva de náufrago y una tenacidad metalmecánica, para una lucha que empezó en el siglo pasado, hace 14 años. Estuvo en la Comisión de Lucha, presidió la Cooperativa, y ahora dio paso a la rotación que llevó a ese cargo a su compañera Bernardita Ojeda.
La primera versión del libro Sin Patrón terminaba su descripción de la fábrica (en 2004) con esta oración: “El tiempo, y quién sabe qué luchas, dirán si ‘renacer’ es un bello concepto que en este caso sólo resulta una metáfora malograda, o si se trata de un proyecto capaz de ponerse a la altura de su propio nombre”.
Hoy, con el resultado puesto, se ratifica que éstas no son causas perdidas. “Andamos de festejo en festejo, porque ya tenemos la expropiación paga, los títulos de la fábrica y contratos que nos permiten funcionar” argumenta Mónica, aunque para llegar a estas sonrisas hubo que deshidratar esfuerzos que –en su momento– cualquier experto o cualquier vecino hubiera dado por destinados al fracaso.
La planta cerró en 1996, víctima de la convertibilidad, la importación irracional y la astucia de los empresarios (la familia Tarasiuk) que generaron una quiebra calificada desde siempre como fraudulenta por los trabajadores. Los Tarasiuk huyeron con lo suyo a paisajes menos gélidos. La uom local organizó Renacer Sociedad Anónima con el apoyo del gobierno provincial que puso 1.800.000 pesos. Los trabajadores confiaron en el gremio, pero los que quedaron a cargo de la empresa se hicieron mutantes, con discursos y acciones cada vez más patronales. Los obreros ganaban 500 pesos, los jerarcas se autoasignaron 5.000, empezando por el titular de la uom provincial, Marcelo Sosa, que se había elegido democráticamente a sí mismo para conducir Renacer s.a. Al poco tiempo Renacer ya tenía 700.000 dólares de deudas. Creativamente, los gremialistas propusieron que cada trabajador tomase un crédito personal por 5.000 dólares para salvar la fuente de trabajo. Eso igualaba las cosas: los que ganaban 5.000 y los que ganaban 500, pagaban la misma cuota por el préstamo. En el cuerpo de delegados había 13 en línea con la uom y dos desobedientes, una de las cuales era Mónica Acosta. Para evitar fricciones, expulsaron a Mónica del gremio. En la fábrica la quitaron de la línea de producción y la instalaron en un altillo a ensamblar botoneras. “Fue peor porque la gente se enojó y me venían a ver solidarizándose conmigo”. Todavía no tenía 30 años, ya se había mostrado como una dirigente con actitudes un tanto inoxidables. La uom S.A suspendió a 70 trabajadores, y otra mujer de Renacer, Margarita Monla, salió a denunciar por televisión los despidos y el manejo irregular de fondos nacionales que llegaban y se evaporaban misteriosamente.
También la despidieron, con un argumento maravilloso: estaba afectando la imagen de la empresa. Sus compañeros fueron a reclamar con y por ella al gremio. Encontraron a Mónica, que estaba siendo expulsada del sindicato. “Pero Mónica no estaba peleando por lo de ella, sino por lo mío. Eso nos unificó a todos”. Volvieron a Renacer, y ocuparon el directorio. Los patrones-gremialistas reincorporaron a Margarita. Con el aval del gobernador Carlos Manfredotti, la empresa se había endeudado en 20 millones de pesos-dólares. Los gremialistas como Sosa renunciaron, pero pasaron a ser empleados del gobierno. En la fábrica entendieron lo ocurrido: el endeudamiento de Renacer había ido a parar a la campaña electoral oficialista. Usted cumplir, usted ganar.
El cabello de los legisladores
En marzo de 2001 se cerró la fábrica por tres meses, según lo anunciado. Los trabajadores instalaron una carpa en la puerta. Cumplidos los tres meses, se juntaron todos alrededor de la carpa a las 4 de la mañana, a decidir juntos. “O hacíamos la burocrática, presentaciones y demás, esperando un milagro, o íbamos por la obrera y entrábamos a la fábrica directamente”, recapitula Mónica. Muchos sentían pánico ante tal posibilidad, frente a los guardianes privados que había dentro de la planta, y por la velocidad a la que llegarían las fuerzas policiales a reprimir. Frente al miedo y al frío conviene moverse. Se miraron. Fue un chispazo, un magi click. Tomaron la decisión, y tomaron un hacha. Uno de los obreros se hizo cargo. Lo siguió una mayoría de mujeres. Precisión de leñador. Cuando llegaron los policías, se encontraron la puerta en perfecto estado, con cerradura nueva, y los obreros del lado de adentro.
Mónica militaba en la Corriente Clasista y Combativa: “Pero nunca dejamos que la fábrica fuera algo de un partido o corriente política. Esto es de los trabajadores que lo integramos”. Calcularon qué apoyos podían tener. El saldo parecía un informe climático: gobierno, bajo cero; gremio, granizada y escarcha; justicia, alerta meteorológica; medios de comunicación, ola polar.
Los trabajadores lograron desafiar los peores pronósticos con sus movilizaciones. Cortaron por ejemplo la Ruta 3 a 14° bajo cero. En otro momento tomaron el Banco Nación. Y ocuparon la propia Gobernación. “Sabíamos que nos podían dar como a gato en bolsa” dice Mónica, “pero no éramos obtusos, tratábamos de encontrar una solución y el diálogo. Teníamos apoyo de cta y del Movimiento de Fábricas Recuperadas. Si no, nos hubieran barrido”.
En 2003 percibieron que los legisladores eran reacios a aprobar la ley de expropiación. Uno les confesó: “Esto va contra la propiedad privada. Nos van a cocinar a todos”. Las mujeres y hombres de Renacer decidieron ocupar la Legislatura. Margarita: “Si no votaban, la ventaja era que los tenía a todos juntos para arrancarles los pelos”. Los legisladores terminaron mejorando el proyecto. Fue otro día inolvidable, con obreros y familiares celebrando la votación: 12 a favor, 3 abstenciones. Néstor Kirchner firmó la Ley de Promoción Industrial en favor de Renacer, delante del líder de la ccc Juan Carlos Alderete. Mónica luego denunció al gobierno nacional por no haber cumplido nunca la promesa de un préstamo de 900.000 pesos, como capital de inicio. Por eso la fábrica, pese a celebraciones y autógrafos, seguía parada.
Los trabajadores empezaron a armar 700 lavarropas con insumos que había en la planta y buena dosis de artesanía. Con eso compraron material para producir algo más. Se fue Carlos Manfredotti, y en 2003 subió Jorge Colazo (radical K) con Hugo Cóccaro (peronista).
En 2004 la Secretaría de Cultura de la Nación envió a la Orquesta Sinfónica Nacional a Ushuaia, a la reinauguración de la fábrica. Dirigidos por Pedro Ignacio Calderón, 107 maestros abrigaron a más de 5.000 personas que empezaban a comprender que los trabajadores siempre habían tenido razón. Los impresentables, ahora celebrados con la suite Scherezade (Rimski-Korsakov), algo de Strauss, El Barbero de Sevilla de Rossini. Después de la desindustrialización menemista, una fábrica reabierta era como la música clásica. “Fue maravilloso. Metí la pata cuando propuse que tocaran el Himno. Resulta que la orquesta no lo había ensayado, ni tenían la partitura. Terminamos cantándolo todos a capella”, cuenta Mónica.
La pelea por Renacer tampoco tenía partitura, y los trabajadores seguían haciendo todo a capella: “La quiebra seguía abierta, el gobierno no ponía los fondos ya acordados como base para seguir adelante, que eran 2 millones y medio de pesos”. El gobernador y el vice se declararon la guerra. “Los dos decían que iban a apoyarnos, pero Colazo se dio vuelta apenas asumió. Entraron en crisis. Entre ellos se decían asesino, falopero, borracho, ladrón”, recuerda Mónica. En efecto, el señor Colazo denunció al vicegobernador por intento de asesinato. Había sido un furioso menemista, delarruista y el kirchnerismo lo recuerda como uno de sus más obsecuentes exponentes. Terminó destituido. “Pensamos: es la nuestra. Subió Cóccaro, y dijo: no muchachos, esto es inviable, que pim, que pam que pum”. Tantos recovecos tiene esta historia, que Mónica usa esa expresión para resumirla a límites comprensibles.
El plan oficial confluía con la idea de una Ushuaia turística, desplazando las industrias a Río Grande. Definición inolvidable sobre los actuales modelos económicos: “En la otra planta de Aurora, que nosotros proponíamos para armar un gran proyecto educativo provincial, el gobierno y los empresarios querían poner un casino”. De todos modos la provincia terminó pagando la base de la quiebra que la justicia exigía para seguir adelante con cualquier tramitación.
Televisores y fallos a favor
En diciembre de 2007, un nuevo juez, Eduardo Malde, falló por la expropiación con acuerdo de los acreedores. El juez Malde valoró los esfuerzos del Estado provincial (“una rareza” dice el fallo, ya que en otros casos se deja dormir el tema sin pagar hasta provocar una “expropiación inversa”). Pero valoró aun más la actitud de los trabajadores: “Cuando los administradores claudicaron, cuando arrendatarios privados la usaron y luego la abandonaron, cuando la economía nacional no fomentó debidamente la producción y se estrelló subsumiendo a esta Nación en la más profunda e intensa crisis social, económica, crediticia, asistencial –agregaría moral- y cuando ni siquiera la propia justicia supo dar una respuesta rápida y adecuada prolongándose los procesos liquidatorios hasta lo insufrible, los trabajadores se procuraron un camino de esfuerzo y trabajo sosteniendo lo que hoy constituye en esa provincia la única planta de producción importante, y resguardando esos bienes con un significado social de la propiedad”.
Traducción: frente al fracaso empresario, estatal y judicial, los trabajadores fueron los que remontaron el desastre.
Simultáneamente Fabiana Ríos, que había acompañado en buena parte las luchas de Renacer, ganó la gobernación. “Siempre decía que a ella no le íbamos a hacer piquetes porque iba a cumplir. Su primer acto de gobierno fue saldar lo que quedaba de la quiebra. Somos independientes y no tenemos miedo a marcar diferencias, pero también somos agradecidos por lo que hizo. Una cosa no quita la otra”.
La marca de la fertilidad
En Renacer consideran que están en tiempos de festejo. En junio les entregaron los títulos de la fábrica. Hicieron un acuerdo con New San para fabricar 800 microondas por día. A través de un subsidio de Desarrollo Social, pudieron realizar la primera producción propia de microondas marca Renacer: 2.400. El empujón sirvió para la recompra de material, así como los créditos a los que ahora pueden acceder al haberse liberado las trabas judiciales.
Alguna vez fueron 700 trabajadores en la planta. Hoy la cooperativa tiene 86 integrantes: el resto se desgajó a lo largo de los años, buscando horizontes menos conflictivos. “A veces no se entiende lo que significa esto en términos de sacrificios personales y hasta familiares” dice Mónica, que es de las que se separó y tuvo que acceder, como otros miembros de Renacer, a viviendas sociales prefabricadas que montaron frente a la fábrica para instalarse luego de sus respectivos terremotos familiares. Vino la fertilidad: “Formé nueva pareja con un compañero de la fábrica, y tuvimos dos hijos, de 4 y 2 años”. También llegó la fertilidad a Renacer: están por incorporar a 30 jóvenes incluyendo a los hijos de los trabajadores que fallecieron a lo largo de estos años.
Mónica cree que estos años le cambiaron varias nociones: “Lo que finalmente entendí es para qué hacés todo esto. No es por lo ideológico solamente. Lo más importante es la práctica. ¿Para qué luchás? Para estar cada día mejor, y que eso no sea para uno solo, sino para el conjunto. Antes éramos los impresentables por decir estas cosas. Ahora ya saben que no estamos locos”.
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