CABA
Medio y medio
Victor Hugo conversa con Pablo Marchetti. Con Clarín como enemigo común y la Ley de Medios como disparadora, la charla repasa pasado y presente del príncipe del periodismo actual, cuyo estilo queda aquí definido como “beatle”. Cuáles son sus consejos para futuros periodistas.Clásico y moderno. Popular y erudito. Uruguayo y argentino. Víctor Hugo Morales es un zurdo oficialista en Radio Continental y es un liberal librepensador para las mentes más cerradas del oficialismo. Un pueblerino de Cardona y un cosmopolita de Montevideo. Un uruguayo frenteamplista y un argentino de centroizquierda que comprendió que todo, en esta Argentina que lo adoptó como suyo, pasa por ese engendro, esa fe, ese universo, esa masa gelatinosa, ese sentimiento llamado peronismo. No, Víctor Hugo no es peronista. ¿Cómo va a ser peronista si es uruguayo? Pero a pesar de ser uruguayo, Víctor Hugo no es gorila. Víctor Hugo piensa, reflexiona, hace una pausa, le esquiva a la máquina de hacer chorizos. Pero lo hace desde el centro de la escena, desde el mismo corazón de esa máquina de generar relatos pedorros. Por eso, su voz es inevitable cuando se trata de hablar del periodismo. Por su reflexión y por su amplificación. Como Los Beatles, Víctor Hugo es popular y exquisito. Y como a Los Beatles, a hay que escucharlo con mucha atención. Una y otra vez.
No es que me interese especialmente hablar de la Ley de Medios, pero tengo la sensación de que el gran triunfo de esta ley es el debate que generó sobre de quiénes son los medios y qué intereses defienden. ¿Vos cómo lo ves?
El triunfo de la ley de medios ya está garantizado porque se han caído las caretas y, también, algunos de los coroneles o generales de los medios.
¿Y qué pasó después de la caída de esas caretas? ¿Cuál fue la reacción?
Por ahora, están huyendo hacia adelante. Es patético lo que siguen intentando. En vez de replegarse y tratar de convertirse en elementos más sobrios de información o de ir sacando y acotando las caras más visibles y repudiadas por la gente, están cada vez más apuntalando a esos coroneles. Quizás porque piensan que son los únicos rostros que tienen una cierta credibilidad para defender sus intereses. La única forma que tienen de recuperarse es que esas empresas de 3 mil millones de dólares digan: “menos potencial, pero recuperemos la credibilidad”.
¿Creés que van a poder hacerlo?
Y, para eso necesitan poner periodistas al frente. Difícilmente puedan ser los mismos que tienen ahora, porque a ellos les va a costar muchísimo recuperar la credibilidad. Habría que hacer una especie de culturización de la gente diciéndole: “mire cuáles son las dependencias de los periodistas independientes”. La única indenpencia que tiene los conductores de los programas de cable es con el Gobierno. Las empresas, a las cuales les venden una publicidad miserable, están pagando protección. Esta etapa del periodismo, por donde la tomes, es una vergüenza.
¿Cómo te sentís vos en medio de todo esto? Por un lado, da la sensación de que la gente te ve más politizado. Pero por otro, siempre fuiste el paria más ilustre entre todos los parias que luchaban contra el monopolio del fútbol, por ejemplo. Y esa fue siempre una actitud muy política de tu parte.
Ahora voy a empezar a publicar algunas páginas de un librito que escribí en el 97 que se llama Un grito en el desierto que es el mayor orgullo de mi vida. Fue escrito en el apogeo de mi vida económica y es tan fuertemente político, un visceral rechazo a lo que ocurría en los 90. Lo paradojal es que, te aseguro, nunca volveré a ganar lo que ganaba en esa época.
Disculpame, me expresé muy mal. Dije: “la gente te ve más politizado”, y eso de “la gente” es un clarinismo bochornoso.
Claro, debiste decir: “Ahora dicen…”
“…Cada vez mas gente cree que Victor Hugo se politizó…”.
¡El daño que le han hecho al periodismo!
Y a la lengua castellana… porque está bien poner el foco en el contenido, en lo político, pero también en la forma. Hablemos de sujeto y predicado: lo que hicieron con eso es tan jodido como lo otro. Pero volvamos, ¿entonces no te sentís más politizado?
Admito y no refuto lo que decís: para mucha gente es una novedad. Porque los que sabían que yo me peleaba con estos tipos eran los que estaban en el entorno. Pero la audiencia de un programa como el de la mañana no estaba enterada de que yo peleaba desde toda la vida contra Clarín. Entonces, encuentra que de buenas a primeras el tipo que se mantuvo confrontativo con el gobierno por el tema del campo durante un año, el tipo que pataleaba por la fusión de Cablevisión y Multicanal, un día le estalla la cabeza a favor del gobierno. Por un tiempo fui comprensivo de esa reacción de desconcierto y después, por suerte, se produjo un cambio de audiencia.
¿Cómo te ves hoy respecto de lo que pensabas durante el conflicto del campo?
El tema del campo para mi era un juego de intereses. En ese juego estaba muy desafectado el campesino chico. Y el tratamiento igual a los desiguales me parecía injusto. Con ese tema y con la íntima calentura que me dio cuando en diciembre de 2007 Kirchner le firmó la fusión a Cablevisión y Multicanal, además de recibir a Grondona y Carlos Ávila en la Casa de Gobierno, dije cosas en la radio que eran para ir preso. Encontes, el tipo que me escuchó decir una cosa puede pensar que me escucha decir ahora otra otra. Pero en el medio vino la estatización de las AFJP –que es un tema muy sensible a cualquier persona de centroizquierda–, tras cartón, el fútbol para todos y la Ley de Medios: entiendo entonces que mucha gente no haya asimilado este proceso.
Cuando hicimos la edición de la muerte de Kirchner en Barcelona hubo mucha gente kirchenirsta que se quejó. Ahí nos dimos cuenta de que criticamos mucho más a Néstor que a Cristina, porque en el primer momento Clarín estaba con Néstor. En cambio, con Cristina no fuimos tan duros porque estuvo en contra de Clarín. Y nuestra conclusión fue: podemos apoyar algunas cosas del Gobierno y criticar otras, pero lo que tenemos claro es que siempre vamos a estar en contra de Clarín.
Para mí Clarín es el principal cáncer moral del país. Yo hace 15 años que lo digo por lo del fútbol, pero detesto a Clarín desde el primer año que estuve acá. ¿Sabés qué es lo que más detestaba? Que no sabía lo que era Clarín. Yo sé lo que es La Nación, sé lo que es Página 12, pero no sé lo que es Clarín. Negoció con el que sea y siempre se presentó como un diario que no tenía ideología. Clarín fue vanguardia y bandera del supuesto fin de las ideologías, cuando las ideologías estaban más vivas que nunca.
Recuerdo que al año que salió Barcelona, vino un tipo que quería abrir una radio y nos llamó para hacer algo. Le dije: “Nosotros no queremos hacer chistes, nosotros queremos bajar linea”. El tipo quedó espantado, no hablamos nunca más. De repente veo que hoy vos tenés un programa de televisión que se llama Bajada de línea: eso sí que era inconcebible hace un tiempo. Bajada de línea era una cosa de la que no se podía hablar, como no se podía hablar de periodismo de periodistas, o sobre periodismo, en general, en los medios masivos. Era algo tabú, que no se podía hacer. ¿Cómo fue que los medios, como tema político, avanzaron tanto en los propios medios ?
No lo sé. Pero la discusión política se empezó a vivir con más naturalidad. Y a importar menos los jirones que uno deja en el camino. Yo dejo jirones y no me quejo, porque ¿qué defensa puedo tener cuando Clarín me pone en la lista de los que reciben planta del gobierno para generar votos a su favor? Ante eso, ¿qué hacés? Te asustás y te replegás, o lo tomás con naturalidad y decís: “¿quién carajo soy yo para pretender la unaminidad?”. Por cosas como esta yo he pasado por circunstancias y gente a la que no he llamado más, porque me van a hinchar los cocos. Además, deben estar enojados conmigo. Porque lo más difícil que rompí en este tiempo fue la pertenencia social.
Hablamos del pasado y del presente. ¿Como ves esto de cara al futuro? A un pibe que empieza a estudiar periodismo, ¿qué le diarías que haga?
Un periodista tiene que trabajar donde pueda. Porque hay muchas maneras de hacer periodismo que no son necesariamente las de dar una opinión. Ahora están más advertidos: un pibe no te puede decir que no sabe ahora lo que no sabíamos nosotros, porque estas cosas no se discutían en otros tiempos. Pero los pibes están alertados de qué es lo que se está discutiendo en el país. Entonces, si te toca trabajar en Clarín hay enormes posibilidades de hacerlo sin vender tu alma. Yo diría, como consejo o sugerencia y por la experiencia personal: lo que vos sos a los sesenta años no está tan fuertemente independizado de lo que hacés a los veinte. Hay una continuidad. Yo no soy, para nada, una persona que le dice a un pibe que no trabaje en Clarín. Todavía le digo a los muchachos que trabajen en donde puedan. Pero que sean lúcidos, zorros, vivos.
Está bueno esto que decís. Sobre todo cuando desde ciertos medios oficialistas se pretende estigmatizar a todo aquel que labura en Clarín…
Hay que defender la cosa del laburo. Porque ese tipo, el día que pueda salir de Clarín –si no vendió su alma al diablo– va a salir purísimo para hacer buen periodismo en otro medio, o en su propio medio. Hay que estar en Clarín, si te toca, como vivíamos nosotros en la dictadura: con un poco de ingenio.
Por favor: contame cómo te fue en la dictadura, cómo era laburar entonces.
Yo nunca le tiré una bala a un militar, ni siquiera una piedra en la cabeza: simplemente no les pertenecí. Y de vez en cuando, pude cometer una travesura. Ese es el ingenio: cuando se dan cuenta te llaman, vos pedís disculpas y decís que no te diste cuenta. A mí me pasó 3 ó 4 veces. Una vez, un pibe, Filipini, metió dos goles jugando para Defensor contra Nacional. Yo era el relator. Al terminar el partido se le pasaba los goles a los que lo habían convertido. Viene Filipini, se pone los auriculares, le hago escuchar los goles y el tipo dice: “Se los quiero dedicar a mi hermano y a sus compañeros que están presos en el penal de Libertad”. Y le digo: “Con mucho gusto, muy bien recibido ese saludo”; y algo más, pero no me quiero poner demasiado heroico. Al otro día, citación. Fuimos al Prado –barrio de Montevideo donde estaban los militares– a las 11 de la mañana y me atendieron a las 3 de la tarde. Fueron cuatro horas en donde no sabía qué miércoles me iban a hacer. Entré y me atendió un mayor. Puso un viejo grabador y me dice: “¿Qué significa esto?”. Le digo: “Nada, uno no sabe bien lo que dice cuando termina un partido, es como si se lo hubiera dedicado a su mamá o a la repostera de la esquina, yo los saludos los apoyo siempre”. “No –me dice–. Usted me va a entender bien: tarjeta amarilla”. El ingenio que se puede tener para estar en dictadura, más o menos en paz con tu conciencia, se puede tener también si uno trabaja en Clarín o en La Nación. Yo no le diría a ningún pibe que trabaje en tal medio porque sino es un tipo que le está vendiendo el alma al diablo. Vos hacé periodismo donde puedas, crecé y sé lúcido. Después la vida te irá ubicando en el lugar que te corresponda.
¿Cómo te cae el término “periodista militante”?
Yo respeto. Toda la vida un periodista ha sido militante, no es ningún descubrimiento. El periodista de La Nación fue un periodista militante –para decirlo de la manera más suave– del liberalismo más puro de los 90. El periodismo siempre es militante.
Lo que planteás deja al descubierto cómo hay determinadas palabras que se utilizan sólo en una dirección y para referirse a un solo aspecto del asunto. Como ocurre con “inseguridad”, por ejemplo. Y en el caso de “militante” pasa como con el arte político. Si uno piensa en “arte político” piensa en Goya, Diego Rivera, en George Grosz, en algunas cosas de Picasso, en Berni… o sea, en gente de izquierda que denuncia las atrocidades del poder. Pero no se piensa en los pintores que retrataban a los monarcas y a los papas, cuando eso también es arte muy fuertemente político.
Por supuesto, porque además vivian con los papas y con el rey. Velásquez, pobrecito, vivía con Felipe para pintarlo. Cobraba un sueldo y todo: vivía de la monarquía. Yo diría que, en este momento, definirse como militante oficialista, es un paso generoso. Si yo estuviese de acuerdo 100% con el gobierno, por la latente posibilidad de que no quisiera tragarme sapos, no aceptaría de ninguna manera decir que estoy a favor del kirchenirsmo. No me siento kirchnerista, aunque quizás sea nada más que el deseo de preservarme. Preservarme es una forma de “no generosidad”. Como la que sí puede tener un tipo que siempre creyó en esto, que cada vez que escribió una nota y habló por radio lo hacía para que ocurriese esto. ¿Qué carajo va a hacer afuera de lo que siempre creyó? A esos tipos los respeto y los veo generosos. Es un paso que no voy a dar, por egoísmo. Así que respeto que alguien diga “periodismo militante” pero con una aclaración: el término es nuevo, la realidad es de toda la vida.
¿Cómo queda entonces la relación entre la política y el periodismo? ¿Una cosa depende de la otra? ¿Importa la política y no tanto el periodismo? ¿Debemos admitir, finalmente que el periodismo es una herramiento política?
Ante todo somos animales políticos, lo sepamos o no. Estamos inmersos en eso. Hasta los personajes más menores y despreciables de la farándula también participan muy fuerte en política. Quizás no lo sepan. O no están advertidos. O lo saben y se hacen los sotas. Todo lo que hacemos es política. Todo lo que intenta modificar hacia un lado o hacia el otro la sociedad que integramos es política: una obra de teatro, un libro, un diario. Mi programa es intensamente político hasta cuando no estoy hablando de política. En la manifestación estética estas hablando de política. La estética es parte de la política, el apoyo que tengas o no a los valores culturales es una forma de decir “quiero un mundo que se acerque más a lo cultural y salga de la chacota”. ¿Cuándo no estás haciendo política? Tenemos que asumirnos como animales políticos.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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