CABA
Otra radio es posible
Radio Cualquiera, de Paraná. Lograron lo imposible: que 350 personas paguen para escuchar radio. Y desafiaron todos los pronósticos: están por cumplir 5 años de autogestión. Cuáles son los nuevos problemas de un nuevo modelo de comunicación.Las personas somos medios de comunicación.
Cristina mira con juventud y lentes de aumento, rodeada de personas dedicadas también a una actividad extraña, sobre el adoquinado de un viejo taller de rectificación de motores que se ha convertido en un centro cultural, dentro del cual hay una radio que decidió no depender de pautas publicitarias, por lo que los oyentes la mantienen con su aporte (sí: pagan para escuchar radio), pese a que se trata de una emisora que presenta programas que todas las demás rechazarían. Para colmo, para hacerla fácil pensaron que la radio no debería depender de publicidad ni de subsidios.
Los especialistas en el rubro y vendedores de publicidad consideraron el proyecto inviable. Desde diversos ámbitos comunicacionales, militantes, y etiquetólogos definieron a la idea como Alternativa o Comunitaria, entre otros apellidos, pero esta emisora prefirió algo más inesperado: decidió ser una Radio Cualquiera.
Es lo que no hay
El proyecto inviable cumplirá en septiembre cinco años, tiene 24 programas y 350 radio peñistas o socios que pagan 20 pesos por mes cada uno para sostener el funcionamiento de la emisora que puede escuchar cualquiera de los 280.000 habitantes de Paraná (más los que se prenden por Internet). Los radio peñistas salen y entran, pero el número de aportantes es estable: “Y eso que no hemos hecho ninguna campaña especial para incorporar más”.
¿Por qué Cualquiera? “Ningún nombre nos convencía, pero repetíamos: cualquiera puede venir a la radio o, ¿qué nombre le ponemos? Cualquiera. Y al final quedó” dice Rafael Vicentín, que con su hermano Carlos tenían un problema auditivo: no soportaban las radios existentes. Otros hubieran resuelto el tema resignándose al clásico “es lo que hay”. Pero los hermanos (tienen una empresa de juegos electrónicos para PC) resolvieron crear una radio. Hablaron con un amigo, Armando Salzman, mecánico, que en 1989 había alumbrado otro proyecto insustentable: el Centro Cultural La Hendija (criatura mayor de edad, 22 años, con salas de cine y teatro, editorial, centro de exposiciones, ideas, todo autogestivo, colectivo, independiente, bello y reparador de los motores del ánimo).
No tenían idea de cómo hacer una radio, y llamaron a otro cómplice, el periodista Silvio Méndez, quien aclaró que él tampoco conocía del tema. Eso los convenció: lo unieron al grupo. “Si ninguno sabía, todos podíamos ir aprendiendo juntos”.
Para no depender de la publicidad, propusieron que los productores de cada programa aportaran 10 radio peñistas. “No son productores publicitarios, sino de contenidos, pero al conseguir socios para la Radio Peña garantizan su propio espacio de expresión” explican los Cualquiera. Los radio peñistas sustentan a la radio, y reciben de paso publicaciones y entradas gratuitas para los ciclos de cine y teatro de La Hendija. Lo que recauda la radio paga servicios, gastos, y tres operadores. Si el productor además consigue publicidad, el 60% es para el programa y el 40% para la radio. Todos, productores y fundadores, viven de otra cosa. “Y nada de esto se hace con fines de lucro. La idea es que exista un medio con absoluta libertad y que se sustente solo” dice Cualquiera, con la ventaja de que ese sueño no es una utopía, sino una realidad despierta.
Sexo sin fin
La lista de programas es enorme, desde Minitas de Río (temas sociales y ambientales), Difícil que el chancho chifle (político), Palabras Mayores (sobre los viejos, su capacidad de incorporarse a la acción colectiva en lugar de la reclusión solitaria, exaltando la vida y con lemas como: ¡el sexo no se termina nunca!), El último gran relato (político) o Conversaciones (reflexión y crítica de la vida cotidiana desde la psicología social).
mu pudo participar en un encuentro Cualquiera con fundadores, productores y radio peñistas. Había estudiantes, amas de casa, jubilados, feministas, médicos, empleados públicos, secretarias, asalariados, cuentapropistas, docentes, ambientalistas, y pacientes del Hospital Neuropsiquiátrico Antonio Roballos que emiten desde Cualquiera el programa La Bisagra, en el que intervienen internos, ambulatorios, también vecinos y trabajadores de la salud y con el cual ya ganaron un premio.
Diagnóstico de problemas
¿Qué problemas se presentan para que la radio siga siendo una realidad? Frases de esa gran mesa redonda:
Mario, de Palabras Mayores: “¡La limpieza!
Laura, de La Bisagra: “Un proyecto como la radio es de todos, pero a la hora de limpiar parece que no es de nadie. Algunos dejan vasos sucios, como si no importara. O si hay que hacer una Radio Peña para discutir problemas todos dicen ‘hagámoslo’ pero en la práctica esperan que lo haga otro”.
Andrés, productor: “A veces nos falta comunicación entre los programas, para ver qué hacen los otros”.
A Rafael, uno de los fundadores de Cualquiera, no lo conforma que el proyecto esté garantizado en lo económico. “La verdad es que entramos en un piloto automático. Se perdió esa energía creadora del comienzo, también por responsabilidad nuestra, y eso te pone en una situación gris, repetitiva, que no es interesante. Hubo un momento de asambleas y reuniones grandes, pero aparecieron problemas y discusiones”. ¿Qué pasó? “Había un grupo que proponía darle a la radio una identidad. Por ejemplo, identidad de izquierda, o anticapitalista. Nosotros dijimos: ¿Por qué una identidad? Metan esos mensajes, si quieren, pero a eso se van a seguir sumando otras voces. Si uno dice ´Radio anticapitalista´, capaz que otro propone ´Radio del rey jamaiquino´. Y la identidad en todo caso será la diversidad”. Armando: “Fue la idea de instalar una verdad, al viejo estilo del puño cerrado, todos iguales, y de paso, es más fácil controlar al proyecto”. El grupo que clamaba por la identidad fija, se fue yendo de la radio de la diversidad. “Ahora estamos pensando que para salir del piloto automático tenemos que encontrarnos no todos, sino grupos más chicos, nosotros mismos, los que empezamos”. Jugar de memoria es bueno, salvo cuando la vida se pone demasiado automática. Demasiado autómata.
Expresión de libertad
Para un visitante cualquiera de Cualquiera, estas prevenciones parecen exageradas, porque uno se siente en un ámbito infrecuente de expresión, de libertad, y del coito entre ambas, además de que la radio funciona (aunque todos quieren que funcione mejor). Pero al hablar sin miedos de lo que ellos mismos perciben como problemas, los Cualquiera iluminan los laberintos de muchos proyectos autogestivos.
¿Cómo solucionar esos problemas de desidia participativa y limpieza? “¡Escraches!”, dice provocando risotadas uno de los chicos de El último gran relato, programa político que no habla de los políticos ni de los partidos, sino de la política como vida pública. Otro grupo propuso un puntaje que de algún modo “multe” a los colegas y compañeros. “Fue propuesto en el Foro por Internet, que es como nuestra asamblea virtual, seguido de un profundo silencio” reconoce Rafael también entre risas. Otras voces:
Damián: “Para mí el mail sirve, pero no tanto, porque son palabras frías que se malinterpretan o no te llegan. Además hay que juntarse, y verse”.
Andrés: “Para mí el problema es no saber exactamente a cuántos estamos llegando” (dilema que comparte buena parte de los medios del universo conocido).
Darío, paciente integrante de La Bisagra: “Yo digo que esto que hacemos es esencial. Y lo esencial no entra en ningún prospecto. Hay fuerza y cosas que valen la pena. Habrá problemas, pero les agradezco a todos que estemos así: conversando”.
Cristina, radio peñista pura, maravillada oyente, a cargo junto a Laura de los ciclos de cine, agrega entonces lo que cualquiera sabe, y no siempre percibe: “Las personas somos medios de comunicación”.
Polémica sobre la ley
Armando plantea una discusión: “Si la Ley de Servicios Audiovisuales se aplica tal cual, la mayoría de las radios comunitarias no podría funcionar”. ¿No es al revés? “El problema es que no hay diferencias entre las exigencias legales a una radio comunitaria y una comercial. Según la ley hay que tener locutores oficiales, egresados del ISER, y eso es un costo. Necesitás contador, al quedar inscripto en la AFIP, y tener que presentar balances cada no sé cuánto, siendo que éstos son todos proyectos sin fines de lucro”. Silvio: “Lo que nos preguntamos es si las exigencias no terminan siendo un obstáculo”. “Salvavidas de plomo” ilustra Armando. Silvio: “Además, nosotros apoyamos todo este proyecto pensando en la frecuencia y que no nos confisquen los equipos. Pero, ¿por qué tiene que haber locutores con carnet, si nuestra idea es que cualquiera pueda comunicar sin ninguna mediación”.
Armando: “Es una discusión casi filosófica sobre la verdad. ¿Qué significa un tono de voz? ¿Hay un dogma, quién lo establece? ¿Qué es profesionalizar, crear una norma para reproducir lo que hacen todos, cuando nuestra idea es producir cosas nuevas? Sabemos que las radios comunitarias se plantean dar estas batallas después, asegurándose primero la existencia de la ley, y exigiendo en todo caso pauta oficial de publicidad. Pero esa pauta es mentira, hasta que se demuestre lo contrario. Hace tres años esperamos la pauta provincial. La de Telam, de 600 pesos, la cortaron en diciembre. Imaginate si hubiéramos pensado en sostener un proyecto en base a ese ingreso. Pero aunque nos dieran la pauta, el fondo es que esas exigencias no tienen que ver con lo que entendemos que es la comunicación. Cualquier actividad cultural independiente del país, a lo único que aspira es a que el Estado no la siga cagando”.
Otro asunto: “Pero ésos no son los problemas reales. Si primero hablamos de plata en cualquier proyecto autogestivo, el problema es otro. La forma de pensar autónoma e independiente no puede ser la de una planificación previa, como un supermercado. Esta actividad es siempre una creación, la invención de algo nuevo que en la experiencia genera la energía para funcionar. La experiencia expande la potencia de cada proyecto, y se aborta cuando aparece un Estado careta y opresivo, como si estuviera De la Rúa con su cara de estúpido diciendo ‘no se puede hacer otra cosa’”, dice Armando, sin signos de enojo, sino como un diagnóstico. “Si creemos que lo primero es la plata, devaluamos lo más rico de la vida, la posibilidad de experimentar, de hacer, de no ponerse límites para pensar, de relacionarse con los otros, y con la alegría. Así, la propia experiencia genera energía. Y esa energía hace surgir los recursos, de los cuales el dinero es uno más, y que seguramente se va a solucionar si el grupo logra crear relaciones de suficiente potencia como para llevar su proyecto adelante. No hay una energía previa al proyecto. Es la experiencia la que genera la energía”. En Paraná están demostrándolo, hasta cuando hay problemas. Cuentan que mirarse, conversar y no engañarse, son fuerzas que empujan hacia arriba a cualquiera, para zafar de los salvavidas de plomo.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
- Revista MuHace 4 semanas
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 3 semanas
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Femicidios en julio: la noticia es el horror
- ActualidadHace 3 semanas
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- ActualidadHace 3 semanas
Marcha de jubilados: balas y bolitas