CABA
Se va a acabar, se va a acabar…
Un director, Santiago Mitre, su ópera prima y un actor, Esteban Lamothe, logran hacer de esta película un suceso. Para confirmar si el entusiasmo es justificado, la más veterana y el más joven de MU vieron lo mismo.Uno
Había que esperar a este elegante y pulcro caballero, de metro noventa y suéter canguro, para anunciar la buena nueva: el futuro llegó. Para darse cuenta de que nada de lo visto hasta hoy era genuinamente nuevo. Para entender, finalmente, aquello que escribió el mítico crítico francés Serge Daney, cuando intentó mensurar la herida ética y estética que en la imaginación y en el alma de una época deja un genocidio. Para “aprender a contar de manera distinta otra historia en la cual el género humano es el único personaje y la primera antiestrella”. Eso representa, nada menos, Santiago Mitre, su película El Estudiante y su maravilloso protagonista, Esteban Lamothe. El fin de la dictadura. Con dos M: militar y de mercado.
Dos
Es domingo y en el estacionamiento de la Facultad de Ciencias Sociales, autogestionado por el Centro Estudiantil, hay dos grupos de jóvenes, cada uno por su lado, cada uno en su propia ronda, con mate o con cerveza, compartiendo lecturas fotocopiadas. Santiago propuso el lugar para hacer las fotos cuando me escuchó comentar cómo me había impactado una toma del edificio que aparece en la película.
–Nunca me había dado cuenta de que estaba así– repito ese domingo en ese lugar.
–Yo tampoco, y eso que pasé mil veces por acá– completa Esteban, el protagonista.
–Esto es bárbaro– digo.
–Es bárbaro, sí– dice Esteban.
Por su tono me doy cuenta de que no estamos hablando de lo mismo aunque usemos idénticas palabras. Lo miro y lo compruebo: está sonriendo, está entusiasmado. “Acá te das cuenta del significado que tiene lo público. Algo que es de todos y no es de nadie. Podés entrar, salir… claro que quién va a venir acá si no es a cursar o hacer una película, como fue nuestro caso”. No es el deterioro, entonces, sino la libertad lo que esta escenografía representa.
Pienso en lo que me hace pensar Esteban: la nostalgia por el orden es siempre reaccionaria.
Me dan ganas de abrazarlo.
Tres
El Estudiante costó poca plata y no se nota porque no es una película de bajo presupuesto, sino una producción que utilizó recursos de otro tipo. ¿Cuál fue el más importante? Difícil establecerlo ahora, con el resultado a la vista, pero ordenados cronológicamente, podría armarse la siguiente lista:
Escribir un guión y saber hacerlo. Santiago estudió en la Universidad del Cine donde se formó como director. Una vez recibido, la industria –por así decirlo– lo ubicó en su rol de guionista. Ése es ahora su trabajo: de eso vive. Su primera película comenzó, entonces, por ahí: investigando, entrevistando, visitando y compilando información sobre la vida política universitaria.
Escuchar un no y saber hacerlo. Santiago se presentó al concurso de óperas primas del INCAA y fue rechazado. “Fue una suerte, visto desde hoy, porque las películas que fueron aceptadas todavía ni comenzaron a rodarse. Y estoy hablando del concurso de hace tres años. Éste todavía no fue abierto y a esta altura del año, dudo que se haga”. Noticia: parece que todos los recursos del Instituto han sido derivados hacia la tevé pública y digital. Le pregunto: ¿cuántas veces pensaste que una película así no le iba a interesar a nadie? “Miiiiilessssss”, me responde.
Trabajar en equipo y saber hacerlo. Fue Pablo Trapero –para quien Santiago escribió guiones–, el que lo incitó a comenzar a filmar sin dinero. Hizo algo más importante: le prestó los equipos. Así comenzó a reunir lo que necesitaba y a usarlo en función de la película, sin que interfieran los tiempos de cada colaboración, sean personas o cámaras. Siete fueron los meses que insumió el rodaje. Cuatro fueron los directores de fotografía. No se nota. El Estudiante tiene la impronta de la historia que narra. “Siempre tuve en claro que para hacer esta película, salvo Esteban, todos los demás éramos prescindibles”, dirá ahora Santiago y lo confirma con una anécdota. “Hubo un día de filmación en que ni pude ir yo, porque estaba con 40 grados de fiebre. No hacía falta y lo sabía”. Está claro entonces por qué El Estudiante es una película con protagonista, pero sin ego.
Trabajar con la realidad y saber hacerlo. No es un documental, pero casi. Éste es uno de los principales aportes de Santiago a la industria del cine nacional. Al cómo se hace. Las escenas no tienen extras porque la falta de presupuesto lo hacía inviable. La limitación se convirtió en virtud porque supo conseguir el apoyo de las autoridades y los estudiantes de la Facultad, pero también por cómo supo capturar con la cámara imágenes de la realidad (las asambleas, la votación) con las de ficción (las charlas en clase, en los pasillos) a partir de un uso sabio y preciso de los planos. Los actores llevan la cámara al hombro, podría decirse. Planos cortísimos, que le dan una estética existencial. Los planos amplios de la ciudad y de la facultad imponen la impronta de época, la forma de mentir lo verdadero. La combinación da por resultado que la película reciba premios en el Bacifi porteño o en el suizo Festival de Lorcano. Aquí y allá se entiende de qué habla. El Estudiante es una película generacional, en el sentido en que Daney le da a ese término: el cine como arte del presente.
Cuatro
¿Seguimos con Daney? “El cine moderno tenía una característica: era cruel. Y nosotros teníamos otra: aceptábamos esa crueldad. La crueldad era el lado bueno”. Lo viejo del moderno cine argentino, su crueldad, es su machismo. No voy a mitigar la palabra para que se entienda qué hay de nuevo en El Estudiante: otra forma de ser hombre. (Dejo para las chicas las escenas de sexo –la primera en particular–, su erótica. Ellas sabrán mejor que nadie de qué hablo). Lo diferente en esta historia es el lugar de lo femenino. Allí está la integridad, el saber que no es conocimiento sino pasión y convicción y consecuencias: error, herida, traición, decepción. Ellas saben. El protagonista las transita como puertas que abren mundos. Y esa pueril crueldad es, paradójicamente, un reconocimiento, su lado bueno.
Cinco
Esteban Lamothe es un galán. No sé qué dice hoy esta palabra, pero la escribo en el sentido más clásico del término: un actor que enamora a la cámara. Santiago dirá que lo eligió “porque es el mejor actor de su generación” y tiene razón. El prestigio lo ganó en el teatro, donde ahora mismo y todos los miércoles está interpretando El tiempo todo entero, escrita por Romina Paula, su coprotagonista en la película. Nació en Ameghino, como su personaje de El Estudiante y como él, llegó a Buenos Aires apenas terminó el secundario, pero para cursar Nutrición. “En el CBC me saqué todos unos y dejé”, dirá con una sonrisa. Fue mozo durante diez años en un restaurante de Puerto Madero, pintor de brocha gorda, bajista de la banda que integró con 3 de sus 5 hermanos y finalmente actor; dirá que por casualidad, pero luego, cuando la charla se alarga, confesará que fue cuando vio la obra El pecado que no se puede nombrar, de Ricardo Bartis y se dijo “Yo quiero eso para mí”. Estudió apenas un año largo con Alejandro Catalano (“mi maestro”), para luego seguir su formación directamente en el escenario. Desde hace dos, ya vive de eso que no considera un trabajo. “Todavía tengo que acostumbrarme a estar sin hacer nada y, por temporadas, no tener tiempo para otra cosa. Ahora mismo estoy todo el día paveando en el Facebook. Me siento extraño sin eso de tener que levantarme todos los días para ir a laburar y cobrar un sueldo”. Los recursos los consigue tanto en el teatro (“las giras por festivales europeos te dejan un dinero”) y la publicidad (es uno de los tres amigos que juegan al poker con los escotes de las mujeres en la publicidad de Pepsi, por ejemplo). En cine hizo algunas incursiones en películas de directores debutantes. El Estudiante es su primer protagónico. La estrenaron primero, por supuesto, en Ameghino, donde acondicionaron el centro cultural local para agasajarlo. “El nombre de él estaba gigante y, debajo y chiquito, el mío” cuenta con orgullosas carcajadas Santiago. Se nota que lo quiere o lo admira.
Seis
¿Es una película sobre el rol de Franja Morada en la rosca universitaria? ¿El personaje del pelado está inspirado en Coty Nosiglia? ¿El rector es Hallu? ¿La toma del rectorado es un acto de dignidad frente a lo abyecto de la jerarquía académica? ¿La imagen de Mariano Ferreyra resignifica al personaje del militante? ¿La referencia a los laboratorios alude a cómo la Universidad está hoy corrompida por y desde el mercado? Santiago responde afirmativamente todas las preguntas, pero su afirmación no es sólo un sí, sino un también. La película es sobre todo eso si acotamos su relato a la UBA, pero está claro que es algo más. Una mirada desde el hoy hacia el sistema. Esa máquina que llamamos democracia representativa está ahí, analizada desde abajo, desde donde el poder puede medirse a escala humana y por el tamaño de sus pequeñeces.
Siete
«Democracia real”, gritan en España los indignados. En Chile, Inglaterra o Grecia son los jóvenes, los futuros posibles, los que gritan “No”. En El Estudiante “No” es la palabra que marca el final. “No” como límite, pero también como inicio. ¿De qué? Santiago sonríe. No hay palabras, hay película, parece decirnos con ese silencio que habla de una propuesta. Pensar la política como una práctica cotidiana. Pensar ese “no” como una forma de repensar los tantos sí no pronunciados, pero explícitos, esos que nos convierten en cómplices de todo lo que odiamos.
Ocho
Le pido a Santiago que sintetice en una palabra su película, lo que representa, lo que aporta, lo que señala. Piensa largo, se frota la barba rala, busca en algún lugar del techo vaya a saber qué y larga:
–Democracia.
–¿Democracia?
–Sí, es la palabra. Porque es una película coral, donde todos los personajes tienen su desarrollo, su voz, su visión, y sus posibilidades de elección no están condicionadas. Si son buenas o malas, es otro debate. Pero hay posibilidades para ese debate.
Pienso en lo que me hace pensar Santiago: aquello que él ve como una posibilidad, quizá como una esperanza, representa para mí su noble ingenuidad.
Pienso en lo que me hace pensar después: el cinismo es siempre reaccionario.
Y sí: me dan ganas de abrazarlo.
Y Medio
La película se grabó con técnicas digitales, lo que implica que no tiene sala donde pueda apreciarse con la calidad con que fue filmada. Santiago me cuenta que sólo los multicines tienen esa tecnología, pero están consumidos por el fast food en 3D. Queda la Lugones, en el San Martín, y la del Malba. Hasta ahí, entonces, habrá que ir para poder abrazarla.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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