CABA
Poner el cuerpo
Km29. Dirigidos por Juan Onofri Barbato presentaron Los Posibles, un éxito de público y entusiasmo. Ahora están preparando su próximo espectáculo, allí, en Gonzalez Catán, donde nadie jamás pensó que podía ponerse el movimiento el futuro de la danza.La obra es todo movimiento. No hay diálogos ni discurso, no hay narración de la historia. El comienzo no es el que imaginabas. Los personajes te dan la espalda y por un gotero caen despacio las preguntas: ¿dónde está el relato, dónde la información que esperaba de antemano? La idea de que el enigma no está arriba sino en el subsuelo suspende de a poco el pensamiento, y recién entonces los personajes bailan, sugiriendo, en una nueva secuencia de poses, sus probables biografías. Así arranca Los Posibles.
“Es una obra que no termina de jerarquizar nada” cree Marina Sarmiento, corégrafa y asistente de dirección en Los Posibles, creación que ya se presentó el año pasado en el centro de experimentación del teatro de La Plata y que acaba de terminar su paso feliz por el teatro San Martín de Buenos Aires. “Es traer la fisicalidad al cuerpo y trabajar con el signo. Los pibes empiezan de espaldas al público en un primer balcón. Arman una fila, equidistantes entre ellos y miran al público. Creo que ese inicio presenta la totalidad de la obra”.
Los pibes son chicos de González Catán que se encontraron a principios de 2010 en un lugar que les cambiaría las posibilidades del presente y del futuro. El lugar es Casa Joven, una quinta muy cuidada que funciona como centro de día para personas de entre 12 y 21 años y que depende de los colegios La Salle. Ahí se dan talleres de huerta, de computación, de electricidad, de carpintería, y desde hace tres años, de danza. Fue Juan Onofri Barbato, hoy director de Los Posibles, el que se ofreció como tallerista en Casa Joven para terminar haciendo con chicos sin experiencia formal en baile, una obra de danza contemporánea que, sin buscarlo, cuestiona qué es la danza y qué es lo contemporáneo.
Sin límites
Para llegar a Casa Joven hay que pasar por el kilómetro 29 de la ruta 3, un punto de unión de la provincia de Buenos Aires con la capital, un espacio de paso donde circula tanta cantidad de micros y autos que parece una terminal de ómnibus, pero una suburbana, precaria, imprevisible, donde los negocios nocturnos no son los boletos sino el robo y la prostitución. Km29 es también el nombre que se le puso al proyecto fundado por Juan Onofri en 2010, por ser punto de encuentro y también resumen de la experiencia. “Km29 habla de límites en realidad, quién cruza la frontera y para qué lado” es lo que dice Matías Sendón, escenógrafo e iluminador de la obra. Lo dice porque en un principio los chicos viajaban a la Capital a entrenar en el teatro El Perro, pero el paso del tiempo hizo que los caminos se hicieran a la inversa: ahora son los profesores los que viajan de Capital a González Catán y a Casa Joven, donde gracias a un convenio con el Teatro San Martín –luego de que presentaran la obra en esa institución en mayo del año pasado– consiguieron construir un galpón con el piso especial que se necesita para ensayar e imaginar la danza.
Explican en su página web:
“Km29 considera al cuerpo como espacio de memoria y conciencia. Los cuerpos menos `adiestrados`, aquellos que son desobedientes, rebeldes y no conocen especulaciones ni convenciones propias de un intérprete formado, están más cerca de presentar y producir una verdad kinética que puede volverse una coreografía original o una improvisación verosímil. Dejar que la madurez adquirida por estas experiencias de vida opere sobre la escena, que el cuerpo se apodere de la imagen que desprende, que haga conciencia y uso de lo que produce en el espectador, deja ver la fragilidad de ambos. En esta búsqueda se intenta borrar la línea que separa la escena y platea, emancipando las interpretaciones y por sobre todo, las miradas.”
Estos cuerpos desobedientes son los de Alejandro Alvarenga, Alfonso Barón, Daniel Leguizamón, Jonathan Carrasco, Jonathan Da Rosa, Lucas Araujo y Pablo Kun Castro.
Dice Jonathan, durante una charla en Casa Joven: “Yo venía a los talleres de carpintería, panadería, de electricidad y huerta. Un día se presentó Juan (por Onofri, el director), supuestamente iba a hacer un taller de hip hop. Si decía ´danza contemporánea´, no le pasaba cabida, así que nos metimos por ese lado. Y nada… empezamos a hacer físico acá primero y después a viajar a Capital. Siempre hice deporte, pero bailar así, nunca”.
Sigue: “Este proyecto está re bueno porque saca un montón de pibes de la calle. Yo empecé a venir por problemas de familia y adicción. Y acá tengo al grupo que siempre me acompaña en todas. Significa mucho, porque hace tres años que estamos. Conocés mucha gente”.
Matías: “Los posibles es todo: el lugar, los pibes, el piso, la realización que tenemos, el trabajo artístico. Es una decisión grupal la del nombre. Los posibles acumulaba una cantidad de ideas en relación a lo que queríamos decir con la obra misma”.
Sigue: “Pero Km29 no es una oenegé que sale a entrenar gente de la calle para que se sienta bien. Nuestro objetivo es hacer obra, no trabajo social. Pero también se terminó dando vuelta y terminamos ocupando un lugar dentro de este espacio que está directamente vinculado a lo social. Y casi sin quererlo. Lo que sucedió y nos dimos cuenta puntualmente, sucedió durante este proceso del año pasado, de llevar a los chicos a Capital y luego, venir nosotros hasta acá. Nos dimos cuenta que como personas no tienen las mismas facilidades que nosotros para hacer lo que hacemos. O sea, nos enfrentamos a problemas y situaciones distintas y dispares. No tenían plata para viajar, para comer. Gente realmente pobre que no tenía recursos para moverse. Ahí tuvimos que generar los fondos de producción y salimos a conseguirlos para que los pibes puedan moverse”.
Lo lograron. Hoy los chicos cobran un sueldo porque el Teatro de La Plata les paga como intérpretes de la obra Los Posibles. Igualmente, para Marina, “lo social queda en un sub-texto, porque lo que nos convoca es esto: la tarea de reflexionar sobre qué es expresivo, la reflexión sobre la sensibilidad que te da la técnica, y no el virtuosismo o la tendencia que te genera la técnica. Eso es lo peligroso, porque a veces termina bloqueando en vez de dar más disponibilidad. Y debería darle más sensibilidad en vez de restarle. En la danza la herramienta es el propio cuerpo. Deconstruir el cuerpo es como la porosidad, la posibilidad de que todo esté disponible en el momento del movimiento, que esté listo para la acción. La deconstrucción no necesariamente tiene que ser cronológica. Uno puede en un ejercicio, en una improvisación, usar todos sus recursos históricos. Uno trabaja con un cuerpo que ya tiene un recorrido realizado, una historia. La deconstrucción tiene que ver con que eso esté disponible. Por eso me interesa más la deconstrucción del cuerpo que la construcción de algo. Ya hay demasiado que nos termina etiquetando. El pibe que usa gorrita es chorro. Si sos trabajadora social tenés que ir y hacer certificados de pobreza o trabajar para la política de turno. Y en nuestro ámbito tambén hay etiquetas: la bajada de línea es europea, que marca la tendencia y entonces vamos para ese lado. A través del movimiento todo eso se puede deconstruir”.
Sigue: “Lo que sí puedo decir como experiencia es que hay algo en relación a la presencia que tienen los chicos. Y eso es algo muy difícil lograr porque, en realidad, se consigue no haciendo nada. Con el simple estar: el ser y estar. Los pibes son. Están. Hay un despojo hasta de prejuicio te diría, muy particular, hasta una sutileza. Por eso en la obra no hay idea sino composición, presencia, la mirada, y sabiendo que de los desprendimientos de estos cuerpos emanan algo que el espectador lo va leer como quiera: con prejuicio, sin prejuicio, o vivenciando la experiencia estética como algo transformador, que te modifica, que es también lo que les pasa a los pibes adentro. Por eso hay una experiencia grupal que trasciende los significados.”
Matías vuelve a hablar de límites, esta vez en relación a la iluminación: “Se plantearon dos objetos fuera de escala. Objetos redondos lumínicos. La escenografía de la obra era eso. Uno un tanque australiano, de cuatro metros de diámetro colgado, con luces, y otro un tambor. Las mismas lámparas estaban en esos objetos. Y cuando se encendían inundaban el espacio. Generalmente vos ves la platea oscura y el escenario iluminado. Pero la luz que utilizamos tiene una particularidad: cubre mucho espacio y produce un efecto al que nadie está acostumbrado a ver en un teatro. Ambos objetos tenían las luces del alumbrado público. Era como traer algo de la vida cotidiana y meterlo en ese lugar”.
Futuros posibles
Toda la propuesta del grupo Km29 surgió como una necesidad de escapar a la asfixia que les provocaba el modo tradicional de la danza contemporánea. “Llega un momento donde el lenguaje se agota y ves que estás siempre dando vuelta sobre lo mismo. Cuando veo el abanico hay cosas que se repiten, las mismas ideas. La propuesta fue salirse de ahí”, señala su director.
Toda la respuesta que cosechó surgió de otra necesidad de escape. Cuenta Johnny, después del ensayo: “Estoy en el proyecto desde el principio. Acá caí por quilombos, de drogas, de familia, la calle. Y para que no me agarre la gorra me vine para este lado. Hice el taller de huerta. Me enganché con esto. Al principio si decía algo, los amigos del barrio jodían, pero no les pasé cabida. Me fueron a ver y se quedaron con la boca abierta. Y ahora hay más pibes que se quieren enganchar.”
¿Qué es gritar?
En antigua frase dice: “Yo solamente creería en un dios que sepa bailar”. Pola, otro integrante de Los Posibles, podría estar de acuerdo. Su historia: “Llegué por parte de un cura, Sergio, vive en la casa quinta del kilómetro 35, en San Eugenio. Entré porque necesitaba para comer y esas cosas. Él habló con Juan para ver qué onda, si en Casa Joven yo podía bailar. Vine, nos mintió que era hip hop. Nosotros le decíamos ‘poné cumbia’. En los entrenamientos me fue gustando. Re piola estamos bailando ahora. Después fuimos a Recoleta. Y después nos dijeron que el Teatro de la Plata nos invitaba para hacer otra obra. Y después nos dijeron que hagamos otra más. Y otra función más. Hicimos 16 al final. Eso fue en 2011. Y después nos llamaron para el Teatro San Martín”.
Sigue: “Acá hacíamos carpintería y todas esas cosas que a mí ya me gustaba hacer. Ni me imaginé que se me iba a cruzar todo esto. Ahora estoy re contento, orgulloso, mis viejos están orgullosos de mí. Ojalá esto nunca se corte. Cuando bailo quiero explotar, quiero sacarme toda la furia, todo lo que tengo adentro. Es como que me ayuda un poco a encontrarme a mí mismo. Furia de lo que me pasa a veces, de lo que tengo en mi barrio, mi familia, cosas que se me presentan en la vida cada día. Es lo mismo gritar que hacer esta posición (y se pone como un ninja, se agacha, pone cara de loco) y ya estás gritando. Esa posición me hace encontrarme. Estoy mirando a la gente y quiero transmitir algo. Puede ser tristeza, puede ser ‘Mírennos: acá estamos.’ Para mí de eso habla la obra, de que acá estamos: somos los pibes del km29”.
Los cuerpos de Los Posibles hablan el lenguaje sin nombres, dicen la historia sin fechas, bailan el recuerdo de sí mismos, gritan el dato en los gestos. Pienso en ellos no solo como artistas, sino como personas que transportan en sus nervios información sobre nuevas formas de comunicarse, formas que permiten borronear los límites, veo en toda su experiencia alguna idea del futuro, imagino sus manos ayudándonos a dar vuelta la página.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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