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Hágase la luz

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Extractos del libro El compromiso en una época oscura. Miguel Benasayag y Angélique Del Rey escribieron este libro pensando en aquellos que están en la trinchera, intentando resistir, pero también comprender los desafíos actuales. Inédito en Argentina, resumimos algunos conceptos para el debate.

Hágase la luz

La época oscura

«Vivimos en una época oscura”… Algunos estarán de acuerdo con esta afirmación ya que experimentan una cierta tristeza; otros por el contrario dirán que no, dado que la vida les sonríe, pero la mayor parte se sentirá asombrada ya que no sienten más que las tristezas o las alegrías propias de la época. Ahora bien, por oscuridad o luminosidad de una época no entendemos una sensación subjetiva o de júbilo o tristeza. La oscuridad o luminosidad de una época dependen de la existencia de posibilidades concretas de superación de los problemas que amenazan la vida, bajo todas sus formas. El carácter oscuro de nuestra época se debe más bien a la falta de un horizonte de superación de los desafíos de nuestras sociedades, de los peligros y amenazas que sufre la vida. ¿Qué hacer entonces? ¿Significa esto que no hay nada que hacer?

El militante triste

Todo el mundo (o casi) coincide con el objetivo de la defensa de lo vivo, del medio ambiente y de la cultura, frente a las fuerzas destructoras representadas por el economicismo, el utilitarismo y la serialización de los individuos. Sin embargo, en este punto reina una gran confusión en lo que se refiere a la cuestión de saber qué es lo que actúa en ese sentido, e incluso de saber lo que es un agente. ¿Sería un individuo de buena voluntad? ¿Acaso sería aquel que hemos denominado en nuestras obras precedentes como el “militante triste”, por su manera de luchar creyendo ferréamente en la llegada de la “sociedad del fin de la historia”?

La “tristeza” del militante se debe precisamente al afecto característico de su propia interpretación del mundo. A su juicio el mundo es un error: no es como debe ser. Por ejemplo, se piensa que analizar el desastre ecológico y el modelo antropológico subyacente no sirve para nada si no tiene lugar la revolución. Asimismo, se considera vana, o incluso traición, cualquier investigación biológica en torno a la ingeniería genética, ya que la lucha contra los organismos genéticamente modificados estaría relacionada ante todo con el factor político. Ni la “verdad” del arte ni la “verdad” de la ciencia, así como tampoco de cualquier dominio de carácter no político, hallan su razón de ser en lo político. Lo que significa que la vida de la gente no está pautada por las fechas ni los acontecimientos políticos. Para la gente, la vida se caracteriza por los años de juventud, de madurez y de vejez, o bien por las bondades (el matrimonio, el amor, el arte, los viajes, las amistades) o por las desgracias (inundaciones, guerras, represiones, muertes y enfermedades…). Los procesos múltiples de la vida no obedecen a las “efemérides” de los militantes. El mundo se transforma más por la acción de procesos sin sujetos que por grande hombres o grupos militantes.

El compromiso

Sea cual fuere la época o la situación considerada, el futuro no reside en lo que llegará mañana, sino en las virtualidades y las posibilidades reales susceptibles de desplegarse en esta época.  Las luchas y los esfuerzos, al igual que cualquier deseo, encuentran su origen, su desarrollo y su razón de ser por y para la situación presente. En consecuencia, el sujeto de la acción propio de la época no es ni un individuo ni cualquier poder central dirigido por el sentido de la Historia, sino una multiplicidad de situaciones agenciadas, susceptibles de construir por y para cada época concreta vías específicas de composibilidad, a fin de que la destrucción no predomine sobre la vida. Por eso, en una época oscura, se impone un compromiso de tipo investigador. Comprometerse en una época oscura no es realizar un programa, sino buscar de manera situada y según vías múltiples y contradictorias, y en todo caso conflictivas, el modo de superar ese mito del individuo que nos hunde en la impotencia y nos somete al utilitarismo de la postmodernidad.

La buena noticia

Las modalidades de compromiso “con una agenda apretada” resultan desoladoras: se quiere cambiar el mundo, el trabajo o el medioambiente, pero se está demasiado ocupado; los miércoles no (es el día de los niños), pero tampoco los jueves (debo ir al gimnasio), ¡y el viernes he quedado con María! Sin contar con el hecho de que el menor dolor de muelas borra en un instante todas las desgracias del mundo. En lugar de reducirse a simples accidentes que nos impiden aplicar el programa, esta inercia, este desánimo, constituyen elementos concretos y situacionales. El motor “trascendente” de la acción ya no funciona y ¡eso es una buena noticia! No, el compromiso ya no quiere funcionar bajo la única forma de la adhesión consciente, lo que significa que la vida misma se compromete en las situaciones concretas que la componen.

El motor sin esperanza

En nuestra época, por el contrario, el desafío reside en el hecho de encontrar y construir los motores “inmanentes” de la acción y sus razones, sin máquinas de esperanza. Ahora bien, cuando se dice motor inmanente también se dice multiplicidad de situaciones, y por consiguiente, ausencia de armonía y de redención final: nada de paz eterna ni de final de toda opresión, nada de mundo sin violencia ni de mundo de racionalidad triunfante. En lo sucesivo, el conflicto, los conflictos, ya no deben concebirse como momentos de una negatividad a superar, sino como procesos permanentes ante los cuales no cabe una solución definitiva. Las diferentes situaciones implican proyectos en conflicto mutuo: los problemas ecológicos requieren soluciones contradictorias respecto a ciertas exigencias de justicia social; los progresos técnicos y científicos en vez de ayudar sistemáticamente a la vida, en ocasiones la amenazan… Dicho de otro modo, el motor inmanente no funciona replicándose en toda situación de referencias preexistentes. Pero, además, en el compromiso inmanente, los grupos, las clases, los géneros o los diferentes sectores sociales carecen de un papel invariante: un mismo grupo, profundamente reaccionario en una situación, puede participar en procesos de emancipación dadas otras circunstancias, y viceversa.

Los cuerpos

Lo que llamamos “compromiso trascendencia” es el fruto de una razón consciente de la acción, mientras que el compromiso-investigación (o inmanente) constituye la expresión de un deseo vital. Y este deseo es el que otorga su fuerza, la de responder al desafío de esta época. El compromiso inmanente surge de los cuerpos. Atraviesa las situaciones y los seres humanos, pero no como el futuro de su análisis, sino antes incluso de su emergencia. Ahí donde el compromiso-trascendencia se basa en un paradigma racionalista, el compromiso-investigador se basa en un paradigma complejo, de comprensión del mundo y de la acción, que implica abandonar la idea de pretender controlar el cambio global. Las acciones desplegadas en la situación presente forman parte de la infraestructura de la cual emergerá la situación futura, pero no existe ni garantía ni visibilidad alguna respecto a lo que resultará de ella. En consecuencia, el compromiso debe pensarse en términos radicalmente inmanentes: es decir, se hace lo que se tiene que hacer en y para esta situación.

La situación

Un proyecto no parte del futuro, sino del presente, o lo que es igual, de la situación. Un proyecto parte de aquellas personas que se comprometen y actúan en situación, buscando respuestas a los desafíos planteados por aquella. Todo proyecto pertenece pues al presente de la acción y a la singularidad de la situación en la que se actúa. Pero esta proyección, que es la esencia misma de compromiso en situación (presente y local), no implica ninguna previsibilidad de los resultados, y menos aún del mundo global que dicha acción permitiría realizar. Nadie promete nada a nadie; más bien, se construye, se lucha, se crea. Por otra parte, un proyecto es dinámico: se dibuja al mismo tiempo que se construye el movimiento efectivo que lo desarrolla. Dicho de otra manera, ningún proyecto preexiste a la acción que tiende a realizarlo. Un proyecto se realiza a la vez que se define. De ahí también un vínculo nuevo entre teoría y práctica, en el cual la teoría no pretende orientar a la práctica, y mucho menos dirigirla.

Lo local

El compromiso de tipo “investigador” es situacional y concreto. Parte de los retos propios de la situación y tiene como aspiración el cambio aquí y ahora. No pretende pues cambiar las cosas de una vez por todas. No pretende tampoco tener influencia sobre un cambio global. Ahí donde el compromiso-trascendencia mira hacia la globalidad, el compromiso-investigador parte de lo local y desemboca en lo local. Para este tipo de compromiso, el mundo solo existe en situación: sus desafíos, sus problemas y sus soluciones son situacionales. Una injusticia solo se manifiesta localmente, no en las estadísticas (aunque éstas puedan esclarecer la situación); y también es en el plano local donde la búsqueda de una justicia más amplia adquiere sentido y se hace posible, nunca en los dispositivos globales establecidos desde una supuesta centralidad, la cual no es en realidad más que un “punto de vista de ninguna parte”.

Lo difícil

Resulta díficil admitir que las cosas cambian en todos los lugares y de manera permanente, sin que tales cambios locales constituyan al mismo tiempo la promesa de un cambio global, previsible o controlable de la sociedad. En consecuencia, resulta difícil admitir que las cosas cambien bajo formas y modos diferentes o contradictorios, sin que una estrategia de conjunto pueda, por definición, concluirse de tales luchas y tales compromisos.Y sin embargo, desde el punto de vista local, tales compromisos funcionan, van bien. Lo que significa que tal vez la dispersión que caracteriza al compromiso contemporáneo sea una de las condiciones de un cambio de mentalidad, de una aceptación de la nueva lógica.

Lo grande y lo pequeño

Local o situacional no quiere decir “pequeño”. Tomemos un ejemplo: si la tentación de centralizar las luchas se revela como un fracaso, entonces dar los buenos días a una dama no es tampoco el primer paso hacia la revolución; ahora bien, muchos de nuestros contemporáneos caen en la trampa del micro-compromiso, según el cual vivir se convierte en sinónimo de comprometerse. En la actualidad asistimos al desarrollo de una serie de prácticas (e incluso de una estética) de lo pequeño y lo cotidiano. Caricaturizándolo, se podría decir que al no materializarse los grandes relatos tendemos a refugiarnos en lo que ahora creemos que es el verdadero nivel de acción: ser “solo una buena persona”. De modo que una comida de barrio, una fiesta de vecinos o bien el famoso “cuidado”, entre otras mil micro-formas de relaciones en el mundo, pasarían a considerarse como formas sensatas de nuestra impotencia para la acción. Desde nuestro punto de vista la dispersión individualista es una pura ilusión: los individuos solos no entran en relación entre sí y con el entorno por medio de contratos o del “libre arbitrio”. Al suponerlos dispersos, ocupándose de sus pequeñas vidas, los individuos son cada vez más el producto de una captura realizada por las máquinas y los dispositivos de opresión.

Lo nuevo

Cada época posee su propia figura de singularidad, cambiante y contradictoria. En este caso la modernidad occidental ha determinado un sujeto -la Humanidad- el cual se presenta en una situación de guerra contra la naturaleza y contra su naturaleza.  Una singularidad no es un sujeto sustancial (proletariado, comunidad, individuo, casta) sino un sujeto en permanente cambio. Las “minorías”, en particular, son singularidades: eso mismo es lo que explica que, tal y como decían Deleuze y Guattari, hablen a todo el mundo sin necesidad de hablar de todo el mundo. Véase por ejemplo el caso de los sordos, los cuales luchan por su reconocimiento y dicen que, contra toda “evidencia”, lo que les falta no es oír, denunciando así toda reducción de la identidad a una forma de falta (discapacitados, dis-, diversos, “anormalidad”). Su lucha concierne entonces a todo el mundo sin necesidad de desarrollar un discurso sobre todo el mundo. Esto es lo que constituye una lucha minoritaria y, a la vez, una singularidad productora de acción.

El desafío

Aquello que retorna de manera continuada es la idea de que todo desarrollo de la potencia debe pasar por la representación. Se impone, entonces, de manera casi unánime, la idea de que al no existir un acuerdo sobre soluciones que sean totalmente representables, el proceso de democracia participativa se aboca al fracaso. Y mientras que la cuestión de la representación se convierte en fuente de divisiones y enfrentamientos, los participantes abandonan poco a poco las reuniones. “Siempre es lo mismo, nunca llegamos a ponernos de acuerdo”, se oye aquí. “Siempre son los mismos los que toman la palabra”, se oye allá. Por no hablar de aquellas personas que nunca dicen nada y que, sin embargo, se apresuran a volver a su “pequeña vida personal”.

La dificultad es que las luchas y las resistencias no pueden ser totalmente canalizadas por la representación. No es ni su motor ni su desenlace. Desde un punto de vista biológico, la representación nunca es lo primero. Es producto de la conciencia que interviene siempre a posteriori, después de que el mundo se constituya como objeto de una percepción del organismo. Solo si es territorializado en un tiempo y espacio dados, el organismo puede verse afectado por su entorno y, al término del proceso, producir representaciones capaces de ordenar el pensamiento.

Ahora bien, en una sociedad como la nuestra, que tiende a sobrevalorar la representación consciente y a negar cualquier anclaje del organismo en su entorno se produce más bien lo contrario: la representación interviene para ordenar lo real, lo vivido, y negar así todos los conflictos. Solamente si nos convencemos de que el hombre de la modernidad, ese hombre desterritorializado, pone en peligro su existencia biológica, la de otros organismos, así como al conjunto de sus relaciones orgánicas consigo mismo y con su entorno, podremos combatir ese proceso de manera eficaz.

El compromiso en una época oscura no puede realizarse más que a ese precio: renunciando a la voluntad de coherencia que ha establecido el gran proceso de la modernidad occidental. Y todo en nombre de una racionalidad más compleja que haga posible la re-territorialización de nuestros modos de acción y de pensamiento.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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