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El No al vaciamiento del Grupo 23. Nicolás Zuberman es uno de los trabajadores del diario Tiempo Argentino que desde diciembre está batallando para que les paguen los sueldos. Esta crónica recoge lo que representa en el día a día esa situación. Periodismo sin derechos y con testaferros.

Noticias de un diario

La ventana por la que me asomaba para ver si ya había llegado el remís que me tenía que llevar a una cancha o a una entrevista ahora muestra otro paisaje. No hay autos. No pueden pasar. La calle está cortada y los adoquines llenos de gente. Ya van varios días de permanencia en el diario, más de dos meses sin cobrar un peso aunque sigamos yendo todos los días a la redacción, decenas de marchas e incontables cambios de paisaje en el lugar de laburo, pero recién me cae la ficha de que todo se fue a la mierda cuando veo a través de esa ventana. Se ven a unas 200 personas bailando al ritmo de una murga, a mis compañeros de la sección Deportes del otro lado de un tablón que funciona de barra armando fernet de litro en vasos de plástico, al editor de Política agregando más choris a la parrilla improvisada y a un redactor de Sociedad haciendo las veces de la Tota Santillán, como animador del segundo festival que organizamos en lo que va de este conflicto que grita contra el vaciamiento del Grupo 23.

Desde el 18 de diciembre del año pasado -límite legal para pagar el aguinaldo, el primer incumplimiento de la empresa- cada día fue un paso más hacia el barranco.

Acompasado.

Gradual.

Paulatino.

Al mismo ritmo, este lugar donde algunos compañeros ahora viven porque acá siempre hay comida y porque así se ahorran los viajes, fue cambiando su decorado. Primero, fueron los signos del vaciamiento: no papel higiénico, no impresoras, aires acondicionados que gotean, pero nadie arregla y otros asuntos que a esta altura son detalles.

Y a esta altura son detalles porque en un acta firmada por el Ministerio de Trabajo y por la empresa queda constancia de que el establecimiento está bajo custodia de los trabajadores, que son los que están cuidando los bienes que pertenecen a Blackburg S.A., el nombre de la empresa que editaba el diario  Tiempo Argentino.

De las ventanas de la redacción cuelgan dos banderas hacia la calle, para que las vean todos los que pasen. “No al vaciamiento del Grupo 23”, dice una. La otra tiene la consigna más elemental del mundo: “Paguen los sueldos”.

Ese es el reclamo.

Una cara

La redacción tiene tres pisos. Mi lugar de laburo es el de abajo de todo. El que ya está más desvirtuado. En los escritorios donde se sentaban los editores ahora hay unas diez docenas de empanadas crudas que esperan un horno solidario para cocinarse. Porque hace un mes que casi todo es solidario para nosotros. Excepto por algún infeliz que seguramente tampoco elige para quién trabaja y pregunta ¿perocómovosnosabíasparaquiéntrabajabas?, las muestras de apoyo conmueven. Y es lo que llena los días y el edificio de aplausos.

Los redactores de Deportes solíamos estar en una plataforma elevada, que le decíamos el Escenario. Ahora las máquinas están más separadas entre sí: hicimos espacio para poder tirar las bolsas de dormir ahí.

En épocas de desesperanza, de algo hay que aferrarse. El simbolismo es una opción: por eso somos varios los que elegimos dormir exactamente en nuestro puesto de trabajo. En el Escenario tuvimos el privilegio de escuchar al supuesto nuevo dueño del diario, Mariano Martínez Rojas. Fue el viernes 22 de enero; el día que se anunció la ¿compra?

Martínez había hecho una visita fugaz por la redacción después de haber almorzado con los directivos de Tiempo Argentino: el dueño, Sergio Szpolski, editores y prosecretarios. Cuando bajaba del piso principal, pensó que enfilaba hacia la salida. Pero se topó con nosotros, que entre el calor y el desgano de ir a laburar sin que te paguen, ese día habíamos elegido como medida de fuerza -que no se pierda la originalidad- ir en short y  remera, sin saber que habría una visita.

-Mariano, esto es Deportes- le dijo alguien.

-¿Esto es Deportes? Hola, yo soy la nueva cara- dijo Mariano Martínez Rojas, la nueva cara.

La nueva cara.

Otra vez: en épocas de desesperanza, de algo hay que aferrarse.

Después de tantos días de incertidumbre, que apareciera un comprador fue tomado como una buena noticia.

Esa noche hubo corte de luz en todo Palermo. Y el diario no se pudo hacer ni imprimir. Al correntino Martínez no le importó. “Qué raro”, pensamos. “Parece que este tipo, de medios no entiende nada”, concluimos. Igual nos fuimos a dormir ilusionados. Al otro día, para el cierre, mandó empanadas y botellas de Coca Cola.

En los días que lleva como dueño del diario, fue lo único que hizo por nosotros.

Lo había advertido en su presentación: era sólo una nueva cara.

Lucha y rumores

El cuartito que se usaba para fumar y guardar las bicicletas -el Fumadero- cambió de nombre: ahora es el Aguantadero. En el piso hay de todo: decenas de banderas, cañas largas para las movilizaciones, gomas para cuando hay que cortar calles, parrillas tiradas en el piso, chapas, aerosoles, tachos para enfriar bebidas, anafes, cajas con donaciones, carteles con la cara de los hijos de puta que nos hacen pasar un verano absurdo y todavía hay bicicletas.

Bicicletas de las que te llevan y te traen sin que baje la SUBE y también de las otras, de las que te hacen el verso, de las que están todo el tiempo flotando en el aire de la redacción. Los cambios de humor son mucho más rápidos que los del paisaje del edificio. Van al ritmo de los rumores.

Parece que a los de Radio América los citó en una cueva por Núñez y les dio un sobre con cuatro lucas a cada uno.

A las 16 vienen a hacer un primer pago en efectivo.

Víctor Hugo tuiteó que en 20 días va a haber una buena noticia para nosotros.

Dicen que está depositado, pero que recién va a estar en las cuentas mañana temprano, aunque sea sábado.

A los compañeros del diario El Argentino, de Mar del Plata, los hicieron venir en colectivo, bajarse en Ciudadela, ir a Puerto Madero como puedan y les ofrecieron de indemnización tres sueldos en efectivo.

Tengo un amigo que labura en Macro y me dijo que el correntino estuvo toda la tarde con Brito, destrabando la cuenta.

El Ministerio dice que entre lunes y martes habrá una solución empresarial. O sea una venta.

Vinieron con dos coches y mudaron todas las computadoras de la administración a la oficina de Libertador.

Cristóbal compró todos los medios del grupo. ¡Ah, no! Todos no.

En Amenábar 23 todavía tenemos luz, agua, cable, teléfono e Internet.

Y a nosotros.

En dos meses hicimos cuatro marchas al Ministerio de Trabajo, una a Puerto Madero, otra a las oficinas de Szpolski, una caminata por Palermo pasando por cada redacción del Grupo, un festival para 25 mil personas en Parque Centenario, una radio abierta con decenas de personalidades en la puerta del diario, un festival en la calle de la redacción y otro en González Catán, fuimos a cada plaza a contar nuestra situación, dimos la ronda de los jueves en la Plaza con las Madres, juntamos casi 600 mil mangos que se transformaron en bonos de dos lucas para cada uno de los 800 del Grupo 23 que llevamos dos meses sin cobrar y ya pasamos muchas noches durmiendo en el lugar de trabajo.

Entre la antigua y la supuesta nueva patronal, van diez incumplimientos de pago. Pasaron 70 días de la última vez que cobramos. Pero seguimos acá. A los compañeros con los que antes te cruzabas un hola, ahora se los saluda con un abrazo sentido, para cargar las energías y hacer el cambio de turno. Colegas con los que a lo sumo intercambiabas una fuente cada tanto, ahora pasan a ser de tu equipo, de los que sacan choris durante cuatro horas sin parar y eso, se sabe, es una experiencia que te marca a fuego. Aunque sigamos sin cobrar.

Porque de algo, aunque sea de los sentimientos, hay que aferrarse.

Portada

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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