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MUbis: Centro y periferia

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El Netflix de lavaca.org te sigue recomendando una serie de películas de libre circulación unidas por una temática. Esta vez: la city porteña y la feria de La Salada. Dos documentales que reflexionan sobre el espacio y sus formas de ocupación. Centro y periferia.

Centro, de Sebastián Martinez (2010)

Calle Florida, pleno centro porteño. Calle dotada de una serie de símbolos urbanos, portadora de ese “espíritu que hace a la ciudad” y que este documental destruye a cada segundo, como una suerte de anti-postal de Buenos Aires. La película narra el transcurso temporal de dos días, registrando elementos y espacios de esas calles sin una línea narrativa específica u orden jerárquico más allá del que el que el montaje va creando libremente. Una prostituta, un peluquero, videojuegos, una iglesia, cartoneros, casas de cambio, oficinas, comercios. La ciudad como organismo vivo, como acumulación de elementos disímiles que confluyen. Así, Centro parece rendirle honor a aquella frase de Robert Bresson en sus Notas sobre el cinematógrafo: “El mismo misterio el de las personas y los objetos”.

Hacerme Feriante de Julián D`angiolillo (2013)

“Cuando Colón vino a América, los indios los esperaban con una feria” dice Jorge Castillo, administrador de Punta Mogote, uno de los predios que conforma el ya mítico mercado de La Salada.
Pensado como una especie de balneario popular durante la primera gestión de Perón, ese territorio al sur de la ciudad de Buenos Aires se terminó convirtiendo en una de las ferias más grandes de América Latina.
Julián D´angiolillo aborda ese espacio confiando en la potencia de la cámara como herramienta narrativa: posada sobre “puntos de vista imposibles”- en las máquinas, en los carros o desde el riachuelo al costado de la feria- logra crear un retrato fotográficamente cautivante sobre ese fenómeno arquitectónico y social que es La Salada.  Dangiolillo logra plasmar así una de las mayores virtudes que tiene el cine : desnaturalizar la mirada, volver a ver como como si fuera la primera vez.

www.youtube.com
Mas información: https://www.elnuevomunicipio.com.ar/hacermeferiante/

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MUbis: Gente común

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Edificio Master de Eduardo Coutinho (2002)  

https://www.youtube.com/watch?v=brNloSiD_w8ç

Un edificio en Copacabana, Rio de Janeiro. 276 apartamentos. 500 inquilinos. 12 pisos con 23 unidades cada uno. El director Eduardo Coutinho junto a un pequeño equipo de rodaje filmaron durante una semana a los habitantes de ese lugar.  

Como un laberinto de cemento, los pasillos y segmentaciones del edificio hacen confluir las más diversas historias de vida. El pasado aflora a través de los testimonios a cámara y el presente como la ineludible materialidad del espacio: la arquitectura, el diseño urbano y su influencia las relaciones humanas.  

La película solamente tiene entrevistas. Recurso menospreciado si los hay- talking heads (cabezas que hablan)- por su supuesta carencia de destreza cinematográfica y su uso degradado y efectista en la televisión.

Pero la entrevista audiovisual tiene una importancia histórica. La fabricación de equipos portátiles en la década del 50– por lo tanto, la posibilidad de salir a filmar a la calle   la sincronización con el sonido directo permitieron el surgimiento de nuevas estéticas y formas de registro por fuera de la artificialidad de los estudios (de esa posibilidad se nutrieron la nouvelle vague o el neorrealismo italiano, sin ir más lejos).  

Hay una película que puede considerarse fundacional del “cinema verité”, algo así como un quiebre en la historia del documental: en Crónica de un verano (1961), Jean Rouch y Edgar Morin salieron a la calle a entrevistar personas comunes. La pregunta principal: ¿Se puede filmar a la gente con naturalidad- es decir, de manera ” puramente documental”- o la presencia de la cámara ya modifica ese comportamiento ? Con una lista de preguntas relacionadas a ese problema de representación audiovisual, los directores entrevistaron a  transeúntesescritores, estudiantes obreros. La posibilidad de ver (y escuchar) personas anónimas reflexionando sobre su época hoy parece algo común, pero en ese momento era una expresión concreta de la democratización de la palabra,  que hasta entonces había sido monopolio de “la voz de Dios” (la locución objetiva y omnipresenteen el documental y del Star system en la ficción. 

El uso la entrevista en Coutinho parece ser una declaración de principios, que luego ahondará en sus siguientes películas con mayor complejidad. “La facultad de aprovechar mis recursos disminuye cuando su número aumenta”, decía Robert Bresson en sus Notas sobre el cinematógrafo,  máxima que el director brasilero -fallecido en 2014 parece tomar al pie de la letra. Pocos directores logran el nivel de potencia dramática y emotividad que emanan las entrevistas de Coutinho 

No parece ser fruto de una fórmula sino de una intuición sensible: Coutinho no pregunta por temas específicos, no hay unidades temáticas ni cuestionarios que se repiten. Le interesan las personas por el solo hecho de ser personas, por sus vidas, por su forma de mirar o no a la cámara, por la manera en que el recuerdo se vuelve relato oral.

Mujeres que cuentan abortos, vendedores ambulantes que cantan canciones, obreros que recuerdan sus viajes, una prostituta de solo 20 años que confiesa que cuando está con un cliente “miente los orgasmos” y al final de la entrevista, ante la pregunta de si mintió frente a cámara, responde: “No mentí, pero no tiene importancia: a veces miento para decir la verdad”.  

Si “el orgasmo es el único momento en el que no se puede engañar a la vida” en esa reflexión de la joven brasilera se sintetiza uno de los puntos clave de la película y de la obra de Coutinho en general. 

Documental o ficción, verdad o mentira, no parecen ser cuestiones contrapuestas cuando el relato cobra dimensión corporal, cuando narran las miradas y las voces sin otra pretensión que comunicar un recuerdo o una experiencia.  Lo único verdadero es que hay un edificio de cemento en Copacabana que reúne a cientos de personas hacinadas entre sueños, inquietudes y temores. Que un director se sentó a escucharlos. Y que una cámara estuvo ahí para registrarlos. Nada más y nada menos.

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MUbis: ¿Qué culpa tiene el tomate?

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La isla de las flores, de Jorge Furtado 1989/ 12 min

Cortometraje ligero y divertido que reconstruye el ciclo de producción de un tomate, desde que es cultivado hasta que se convierte en basura. Como una suerte parodia del documental didáctico institucional, esta pieza despliega una serie de recursos visuales en forma de collage, apropiándose de ese montaje excéntrico propio de la imagen publicitaria y apostando a la acumulación y sobreexplicación de la voz en off para ensamblar las piezas de la cadena productiva. De ese modo reconstruye el ciclo de producción y consumo, ese mismo que la publicidad  elide para centrase únicamente en el producto como puro objeto de deseo (de problematizar ese estatuto se encargó, ya que hablamos de tomates, Warhol).
La gracia y ligereza están ahí por más que lo que narra el corto tiene que ver con una de las mayores miserias humanas. Un ejemplo de cómo esquivar esa encrucijada ética/estética que los cineastas colombianos Luis Ospina y Carlos Mayolo llamaronpornomiseria, donde la pobreza, por efecto del espectáculo, se vuelve mercancía.
El enemigo es, siempre, la solemnidad.

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MUbis: Un cuerpo que transpira

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El fútbol, un espectáculo cuya percepción está marcada por su forma de transmisión televisiva- siempre los partidos se filmaron igual- es modificado en este film por la alteración del registro. El resultado es quizás una de las obras cinematográficas más particulares de este comienzo de siglo.
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