Nota
Agrotóxicos vs. Salud, Capítulo 3: Por qué estamos a ciegas
Dos estudios del Ministerio de Salud de la Nación revelan la total ausencia de política sanitaria destinada a quienes trabajan con agrotóxicos, población prioritaria ya que está directamente expuesta y es quien aplica dosis de agroquímicos de las que desconoce su peligrosidad tóxica y las consecuencias para la salud y el ambiente.
Dos estudios entregados a lavaca.org por el Ministerio de Salud de la Nación revelan la total ausencia de política sanitaria destinada a quienes trabajan con agrotóxicos, población prioritaria ya que está directamente expuesta y es quien aplica dosis de agroquímicos de las que desconoce su peligrosidad tóxica y las consecuencias para la salud y el ambiente. Ambos estudios coinciden en señalar que lo único que han recibido los productores es una sobredosis de información sobre los beneficios económicos de esos productos. También señalan el incumplimiento de toda la normativa vigente y, en especial, de la Ley Nacional de Medio Ambiente, de la cual destacan el principio precautorio, es decir, aquel que orden ante un peligro inminente detener la causa del posible daño aún antes de que esté probado.
Los estudios se realizaron en la Patagonia y en el Norte del país, por diferentes grupo de investigadores, pero tienen idéntico objetivo y metodologías similares. Lo que buscan es determinar si quienes usan agroquímicos cuentan con la información suficiente, necesaria y exacta. La respuesta es no.
Ambos advierten la gravedad de esta situación, en especial por el impacto que tiene en la salud de la población. Y alerta especialmente sobre la situación de niñas y niños expuestos. “Debido a que en muchos casos existe una colaboración y participación cotidiana de los niños en los trabajos agrícolas de su familia resulta indispensable aclarar que los niños, desde la temprana edad gestacional, constituyen la población más vulnerable a cualquier agresión química”.
Ninguno de los encuestados para este estudio recibió nunca instrucción sanitaria sobre agrotóxicos. Y cuando se los consultó sobre quién los asesoraba en el uso de plaguicidas, la abrumadora mayoría respondió: “el vendedor”.
Médicos: Uno de los estudios también analiza a profesionales de la salud. De todos los entrevistados, solo un médico recibió capacitación en intoxicaciones. Concluye que ninguno recibió capacitación en agrotóxicos y salud, por lo cual los profesionales de la salud no relacionan las afecciones que atienden con estas sustancias.
Funcionarios: Otro grupo analizado es el de los funcionarios del área. La mayoría ( 12 de 15 entrevistados) son profesionales de la ingeniería agronómica. El resto veterinarios, bioquímicos y técnicos agropecuarios. Más de la mitad dijo haber participado en ese último año en alguna capacitación sobre “uso responsable de agroquímicos” “Cabe destacar que todos se mostraron disconformes en cuanto al abordaje” ya que el tema no fue “seriamente tratado” o “no se trata como debería”.
En cuanto a los productores entrevistados, el estudio detalla que entre los síntomas de intoxicación “percibidos por los entrevistados” por el uso continuo de agroquímicos figuran: “dolor de cabeza, mareos, somnolencia, tos, sarpullidos, dolor de panza, náuseas, picazón, enrojecimiento de manos, irritación ocular, irritación en la garganta y dificultad para respirar”.
Con respecto a los médicos entrevistados, “a excepción de uno, todos atendieron pacientes con síntomas de intoxicación por plaguicidas. Cita al único especializado en intoxicaciones: “No llegan al hospital los productores que aplican con síntomas leves, de esos creo que ni nos enteramos. Lo que llega a la guardia es lo que pasó en los domicilios a donde fueron a parar esas sustancias y cuando la enfermera (identifica y ) me manda el producto, me lo manda como un remedio: el remedio para las plantas. Entonces los equipos de salud tampoco tienen verdadera dimensión del riesgo”.
Apunta el informe que “remedio para las plantas” también es el término más usado entre los productores. Y concluye: “Pareciera que existe una relación entre el nombre que se le asigna con la percepción de esa sustancia”. Y cita a uno de los médicos entrevistado, quien al referirse a los casos de intoxicación dijo: “Tengo la idea de que están relacionados con la cura de hortalizas”. Dice el informe. “El médico entrevista utilizó el término cura para referirse a la aplicación de agroquímicos, alejando de esta manera desde el discurso a los plaguicidas de las sustancias tóxicas y peligrosas”.
Esta percepción refuerza la información que los productores del mercado. Cuando se lo interrogó acerca de qué elementos tienen en cuenta al elegir los plaguicidas, los productores respondieron el más potente o el más eficaz, pero ninguno eligió el menos peligroso.
Ambos informes describen cuales son las consecuencias de esta falta de percepción de peligro. Los aplicadores no usan elementos de protección personal cuando esparcen los agroquímicos, tampoco realizan una higiene completa y profunda luego de manipularlos y no almacenan stock ni restos como material químico peligroso, contaminante y tóxico.
“El resultado deja ver que la percepción del riesgo de los productores entrevistados asociado al uso y manipulación de agroquímicos no se acerca siquiera al verdadero riesgo al que se encuentran expuestos. Esta mirada en torno al riesgo en la utilización de plaguicidas es una construcción social particular”.
Concluye: “Pareciera que hay una instalación del modelo productivo muy afianzada que dificulta el pensamiento puesto en desarrollar otras alternativas productivas”.
El informe alerta que “no hay cumplimiento de la Ley N°15.465 sobre el Régimen Legal de las Enfermedades de Notificación Obligatoria”. Esto significa que no se reportan las intoxicaciones con agrotóxicos en cuanto tales, por lo cual hay un subregistro de casos que impide tener una dimensión del problema. Aun así, la provincia con mayor cantidad de casos notificados en Tucuman, con una tasa de 56.69 casos notificados, seguida por el Chaco, con una tasa de 42.92 casos.
Concluye este informe: “Habiendo analizado el marco coyuntural vinculado al uso de agroquímicos se observa además que algunos principios de política ambiental establecidos en la Ley Nacional General del Ambiente no están siendo cumplidos adecuadamente, a saber: principio de prevención, principio precautorio, principio de equidad intergeneracional, principio de responsabilidad, principio de subsidiariedad y principio de sustentabilidad. En función de los datos relevados, se observa que de toda la reglamentación mencionada a los largo del trabajo sólo una pequeña porción se cumple efectivamente. La falta de articulación de diversos organismos de gobierno y la falta de presupuesto destinado a la fiscalización y control se presentan como posibles causas de este escenario”.
Por último, el informe recomienda “el apoyo a prácticas agroecológicas, ambientalmente y saludablemente sostenibles a lo largo del tiempo”.
Percepción del riesgo y dinámica de uso de plaguicidas agrícolas en el Valle Inferior del Río Chubut
Año 2012.
Investigadora: Lic. Luciana Antolini
Director: Magister Ing. Agr. Javier Souza Cassadinho
Consultora: Dra. Susana I. García
Programa Nacional de Prevención y Control de las Intoxicaciones por Plaguicidas. Dirección Nacional de Determinantes de la Salud e Investigación.
Lugar: Valle Inferior del Río Chubut (municipios Rawson, Gaiman, Dolavon y 28 de Julio). Relevamiento de 10.447 hectáreas (25.2% de los suelos) de área cultivable para todo tipo de cultivos, el 5% del total de la superficie es ocupado para actividades intensivas de horticultura y fruticultura
Documentos
Descargar el informe completo, en formato .pdf (2,96Mb)
Características:
- El destino final de la producción hortícola del valle es el consumo interno
- Existen unos 458 establecimientos agropecuarios, la mayoría de ellos familiares
- Prevalecen las tierras arrendadas
- Los pesticidas más utilizados son la Cipermetrina, la Lambdcialotrina y el Dimetoato, tres insecticidas. También surgieron el Endosulfan (5 menciones) y el Clorpirifós (2) y el glifosato con solo 1 mención.
Método: el estudio consta de entrevistas a tres actores de la zona.
- Productores hortícolas aplicadores de agroquímicos (17 casos)
- Médicos responsables de atender a los pacientes ante una intoxicación por plaguicidas (6 entrevistados)
- Los miembros de instituciones públicas de diferentes niveles de gobierno vinculados al tema de referencia (11 funcionarios)
Productores
- “Casi la totalidad de los médicos entrevistados refirieron no saber los nombres de los productos”.
- “No se constató durante la entrevista un conocimiento asentado sobre qué productos utilizan y para qué cultivos”.
- “Ocho de 17 entrevistados informaron que lo adquieren fraccionado, a pesar de que el fraccionamiento es un acto delictivo”.
- “12 de 17 productores respondieron que quien los asesoraba en el uso de plaguicidas era el mismo vendedor del producto”.
“Entre los elementos que tienen en cuenta al elegir los plaguicidas, 7 dijeron “más eficaz”, 4 “más potente”, 2 “más conocido” y 1 “más barato”. Ninguno eligió la opción “menos peligroso””.
“De los 17 entrevistados, doce indicaron utilizar algún elemento de protección personal y cinco refirieron no utilizar ningún tipo de protección. Sólo un entrevistado dijo utilizar todos los elementos de protección”.
“Además de la falta del uso de elementos de protección personal se observa que la higiene posterior a la manipulación no es una práctica usual entre todos los entrevistados: sólo tres mencionaron realizar las tres acciones de higiene (lavado de manos, cambio de ropa y baño)”.
“Casi la totalidad de los aplicadores preparan el plaguicida al aire libre y más de la mitad de los encuestados lo hace al lado de un canal de agua. 8 de 17 lo almacena en un depósito y 9 guardan el sobrante. Con los envases, 11 de 17 aplicadores los quema”.
“Del total de 17 entrevistados siete no terminaron la educación básica inicial”.
“Nueve de las personas consultadas alguna vez recibieron capacitación sobre uso responsable de agroquímicos, y ocho no recibieron ninguna capacitación”.
“En ningún caso alguno de los horticultores respondió todas las vías de ingreso al organismo del agroquímico”.
“A pesar de que más de la mitad de los productores indicó haber tenido algún síntoma que podría relacionarse con los agroquímicos utilizados, sólo uno consultó al médico”.
Médicos
“En la actualidad existe un solo médico en toda la Patagonia con especialización en Toxicología que posee la profundidad necesaria de conocimientos para el tratamiento de un paciente intoxicado con un agroquímico”.
“Cinco de los seis médicos indicaron que no recibieron capacitación en materia de toxicología más allá de la formación de grado”.
“Sin embargo, a excepción de un entrevistado, todos atendieron pacientes con síntomas de intoxicación por plaguicidas”.
“Ninguno de los entrevistados refirió utilizar algún modelo de historia clínica ambiental”.
“Los médicos no suelen identificar con claridad con qué tipo de sustancias trabajaron durante la aplicación”.
“Los equipos de salud no dimensionan correctamente el riesgo que implican los agroquímicos, inclusive cuando se atiende a un paciente intoxicado”.
“Cinco de los seis médicos entrevistados confirmó en forma rotunda que sí existe una relación entre la salud de las personas y la forma de uso de plaguicidas. Asimismo indicaron que pueden se riesgosos para el ambiente”.
Funcionarios públicos
“El precio y la efectividad son los dos factores que inciden en la decisión de compra de los agroquímicos, según los funcionarios públicos”.
“A este dato se le agrega la mención sobre la escasa variedad de productos que llegan al valle”.
“Destacan que la falta de uso de elementos de protección personal está asociada a la falta de visibilidad de las consecuencias en la salud que eso trae”.
“Tres de los entrevistados indicaron que no hay agroquímicos buenos ni malos, sino que es buena o mala la forma en la que se utilizan”.
“No se efectiviza un control adecuado y total de los residuos de plaguicidas que llegan con las hortalizas a los puntos de venta al consumidor”.
Conclusiones
“Este resultado deja ver que la percepción del riesgo de los productores entrevistados del valle asociado al uso y manipulación de agroquímicos no se acerca siquiera al verdadero riesgo al que se encuentran expuestos”.
“Parece que el subregistro de los casos se debe en parte a: la inespecificidad de la sintomatología, la escasa capacitación médica, el registro de un diagnóstico y diferente y la falta de asistencia a la comunidad”.
“No hay cumplimiento de la Ley 15465 sobre el Régimen legal de las Enfermedades de Notificación Obligatoria y la inclusión de las categorías de intoxicaciones por plaguicidas como tales por Resolución Ministerial 1715/2007”.
“Los principios de política ambiental establecidos en la Ley Nacional General del Ambiente no están siendo cumplidos adecuadamente, a saber: principio de prevención, principio precautorio, principio de equidad intergeneracional, principio de responsabilidad, principio de subsidiariedad y principio de sustentabilidad”.
“Esta situación no es ajena a las autoridades de aplicación en el ámbito del trabajo. La Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT, 2005) en su informe “Panorámica de los Riesgos Laborales en el Sector Agrario” dice que los trabajadores agrarios son los principales afectados por los plaguicidas.
“Frente a este panorama estadístico, la primera interpretación indica la falta de medidas de prevención para controlar la diversidad y las peculiaridades propias de este tipo de trabajo.
“Incluidos los entrevistas confirman la existencia de productores que no utilizan plaguicidas a nivel internacional, nacional y en la región en estudio, por lo que se deduce que es rentable y posible producir sin agroquímicos”.
Estudio de percepción de riesgo a la salud y dinámica de uso de plaguicidas en la localidad de Maimará, Jujuy
Año 2014
Firmante: Griselda Martínez Borda, Residencia de Epidemiología, Ministerio de Salud de la Nación
Alcance: Sector hortícola del Municipio de Maimará, ubicado a 75 km al norte de la ciudad de San Salvador de Jujuy, en el departamento de Tilcara.
Los entrevistados están relacionados con las siguientes instituciones:
- Secretaría de Agricultura Familiar
- Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTI)
- Hospital provincial Maimará
- Cooperativa agropecuaria Maimará
Documentos
Descargar el informe completo, en formato .pdf (2,1Mb)
Conclusiones
“Todos los productores leen las etiquetas de los productos, sin embargo un 63% refirió que no son claras en aspectos como a dosis que deben utilizar los cultivos donde aplicar, y palabras técnicas”.
“Sólo dos productores indicaron todas las posibles vías de ingreso”.
“De los productores que han consultado al servicio de salud, ninguno tuvo diagnóstico de intoxicación, recibiendo tratamientos con: pomada, gárgaras y crema”.
“Las prácticas de preparación y aplicación no son las adecuadas”.
“El único aspecto positivo de los agroquímicos fue en relación al beneficio económico”.
“El principal aspecto negativo reconocido para el hombre fue la salud”.
“No sean evidenciado conocimientos adecuados en cuanto a las legislaciones municipales y provinciales respecto al uso de agroquímicos”.
Recomendaciones
“Se recomienda implementar talleres educativos que abarquen temáticas referidas a la promoción y prevención de la salud, que estimulen cambios de conducta frente a la exposición de los agroquímicos”.
“Los estudios locales como los que fueron llevados a cabo en Maimara, exponen la necesidad urgente de llevar a cabo evaluaciones y control de los efectos de la salud de los plaguicidas, dirigido a las personas que están expuestas”.
Nota
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: