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Argentina quemada: los diputados rompieron otra vez su palabra y no tratarán la Ley de Humedales

Los “políticos soldaditos”. El ecocidio como sistema que privilegia negocios turbios y concentrados por sobre la naturaleza. La palabra otra vez incumplida. Voces frente al Congreso ante otra decisión legislativa que vuelve a impidir, como en los últimos 10 años, el tratamiento de una ley esencial para el ambiente, el agua y la vida.
El acuerdo entre los distintos bloques de la Cámara de Diputados era que hoy, jueves 29 de septiembre, un plenario de las Comisiones de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano; Agricultura y Ganadería; y Presupuesto y Hacienda, se iba a dictaminar sobre Ley de Humedales para que pueda llegar al recinto. Ese dictamen propiciaba, esta vez, una Ley que lleva una década postergándose con excusas burocráticas y evidente falta de voluntad política de todos los partidos y personas que integran el parlamento.
Sin embargo, horas antes del plenario el acuerdo cambió. Los bloques mayoritarios decidieron suspender la reunión de comisiones para “escuchar las posiciones de los gobiernos provinciales”. Se sabe que los gobiernos provinciales, por ejemplo el de Entre Ríos donde ocurren gran parte de los incendios, tienen una posición sinuosa frente al tema, y forman parte del grupo que ha hecho una política del no-hacer frente a la destrucción de humedales y todo lo que significan para el agua y la vida, convirtiéndolos en proyectos inmobiliarios y agropecuarios.
La decisión fue acordada entre presidentes de bloques: Germán Martínez (Frente de Todos), Mario Negri (UCR), Cristian Ritondo (Pro), Juan Manuel López (Coalición Cívica), Rodrigo De Loredo (Evolución Radical), Luis Di Giacomo (Provincias Unidas) y Margarita Stolbizer (Encuentro Federal). No se sumaron a la decisión el Partido Socialista y el Frente de Izquierda.
La Multisectorial de Humedales calificó el hecho como “traición”. Y dio cuenta de lo que en los últimos días ocurrió y originó la suspensión del plenario: esta semana la Comisión de Agricultura y Ganadería convocó a una reunión con voces en contra de la ley. “Vimos cómo la fuerza de los lobbys fue recibida por dicha comisión en la reunión del día 27, y tuvo una particular presencia mediática que logró suspender el plenario de comisiones que se iba a dar el día de hoy”, sostuvo un comunicado de la Multisectorial.
Además, señala: “Esto ocurre al mismo tiempo que la Mesa de Enlace amenaza (falsamente) con un futuro de pobreza y hambre si la ley se promulga. En sintonía, los gobernadores del norte se reúnen en Washington para hacer negocios por el Litio y «metales raros»”.
Fingir demencia
Sigue el comunicado: “Diputados y diputadas hicieron una elección clara al firmar el pedido de postergación: como ya ocurrió en Mar del Plata y en Andalgalá, han fingido demencia frente a la demostración ciudadana en las calles. Eligieron desoír a la gente, y priorizaron estrecharle la mano a los negocios para pocos”.
Es por ello que pese a la anulación de la reunión de diputados y diputadas, se mantuvo la movilización frente a la Cámara para reclamar la urgente ley. En Rosario la movilización es al Monumento a la Bandera, hoy a las 17 horas.
Irina, parte de la Multisectorial, explica a lavaca: “Está bastante claro lo que pasó, ojalá estuviera más disimulado. Está claro el lobby, los intereses que tienen, y está claro quiénes son los diputados que representan ese lobby. Pero nosotros vamos a seguir en la lucha, llevamos 10 años porque en esto se nos va la vida”.
La convocatoria iba creciendo durante el mediodía del jueves frente a la Cámara de Diputados, hasta que se llegó a cortar la Avenida Rivadavia.
Nadia se enteró de la suspensión de la reunión anoche por redes sociales. “Dijeron que no se iba a tratar porque quieren escuchar la posición de los gobernadores, que claramente es defender el extractivismo y seguir haciendo negocios con los humedales que son nuestra única esperanza para ayudar a cuidar la diversidad. Nos estamos quedando sin tiempo para que la tierra se regenere y todos estos negocios que están haciendo son todo lo contrario de lo que necesitamos”.
Sobre la actitud de la llamada clase política, Nadia dice: “Saben lo que están haciendo, son cómplices absolutamente de la destrucción de nuestra tierra”.
Políticos soldaditos
Marcos, también llegó de manera autoconvocada. Cuando se enteró de la suspensión del plenario pensó en no movilizarse, pero después cambió de opinión: “Justamente los diputados necesitan sentir la presión del pueblo. Están ahí porque nosotros los elegimos. Necesitan los dólares y Massa ya tranzó, su visita a Estados Unidos fue para eso. La presión la tienen los gobernadores, los diputados no dejan de ser partidarios y son como soldaditos”.
Alejandro se enteró de que la reunión no se hacía cuando ya estaba frente al Congreso. “Es otra de esas desilusiones de la clase política, que son tan comunes en estos días. Aunque no avalo que se vayan todes, pero algunes…”. ¿Cómo lee la dilatación del debate? “Responde a intereses cortoplacistas de las personas elegidas para representarnos, por los intereses políticos que tienen y las internas dentro de los espacios. Estamos pedaleando en falso, creo que hay que poner el cuerpo, estar corporalmente en las cosas, estamos demasiado alejados de lo que pasa. Yo estoy tratando de desempolvarme y poner el cuerpo, por eso vine”.
Una síntesis del hartazgo resuena también en las palabras de Georgina, artista: “Odio que jueguen con el futuro de nuestros hijes”.
El ecocidio como sistema
La profesora y licenciada en Geografía y Master en temas ambientales Patricia Pintos, sostiene frente al Congreso un cartel en alto que dice:
“Destruir humedales es ecocida, no sancionar la ley también”.
¿Cómo se lee lo que pasó?
El martes hubo una sesión informativa en la Comisión de Agricultura y ahí ya se empezó a mostrar la capacidad de presión que tienen ciertos sectores con intereses en que la Ley no se trate o de postergar el tratamiento a la espera de generar algunos cambios profundos al texto de la ley. Y efectivamente ayer se empezaron a suceder rumores de que era bastante factible que la sesión plenaria que había tenido un cuarto intermedio el jueves pasado se suspendiera. Y efectivamente pasó. Esto no es otra cosa que el resultado de la presión que tienen ciertos sectores corporativos como el agronegocio, la minería, los forestales, el sector inmobiliario, de paralizar el tratamiento, frente a la posibilidad cierta que había de que hoy se emitiera dictamen.
¿Cómo continuará la situación?
La idea es seguir movilizando en las calles, haciendo visibles los conflictos. Son tan fuertes los conflictos en los territorios que esto va a pasar a la fase judicial en muchos casos y de alguna manera lo judicial va a empujar para que la política tome el tema en serio.
¿No lo toma en serio porque no lo ve o no le interesa?
El sistema político es parte de una sociedad que tiene la mira puesta en una expectativa de ingresos de dólares en base a prácticas extractivistas. La preocupación fundamental es el ingreso de divisas para abastecer las alicaídas arcas del estado, la salida es el extractivismo, y temen que la sanción de la Ley frene las posibilidades de ese tipo de desarrollo. Pero en realidad la Ley no va a prohibir nada, va a venir a establecer reglas de juego para que las actividades se desarrollen en determinado marco y en determinadas condiciones de sostenibilidad que hoy no existen. Entonces hoy estamos librados a un festival extractivista sin reglas, y lo que buscan estos sectores es que estas reglas no estén nunca. La cuestión es que estamos atravesando una crisis socioeconómica de proporciones enormes y esta mirada extractivista validada por la política, es extremadamente cortoplacista y en algún momento se va a agotar. Están destruyendo la naturaleza, los ecosistemas, y la vida. En algún momento tampoco habrá humedales para cuidar.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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