Nota
Chau glifosato
(Incluye el programa Decí Mu con las voces que originaron esta prohibición de fumigar glifosato en zonas pobladas, y la nota publicada en Mu sobre el caso San Jorge: Narco soja).
El poder judicial de Santa Fe, en fallo firme del juez Tristán Martínez, y en consonancia con lo plantado por la Cámara de Apelaciones de Santa Fe, prohibió las fumigaciones en el Barrio Urquiza, de San Jorge, a menos de 800 metros de las viviendas, y a menos de 1.500 si se trata de fumigaciones aéreas. Se trata de un precedente inédito, que confirma en qué medida son razonables las denuncias de vecinos y médicos de todo el país, cuando verifican un cúmulo de enfermedades (desde respiratorias y dermatológicas hasta casos de cáncer, abortos espontáneos y malformaciones) que padecen las personas sometidas a estos venenos.

Ailén tiene 3 años. Desde los 5 días de vida sufrió los efectos de los agrotóxicos. De espaldas a la soja, su caso provocó la decisión judicial de prohibir las fumigaciones a 800 metros de las casas.
El fallo surge en San Jorge (20.000 habitantes, uno de los riñones sojeros del país) a partir de las denuncias de Viviana Peralta y su marido José Cavigliasso sobre el modo en que cada fumigación afectaba a su hija Ailén (que en mayo cumplirá 4 años) desde que tenía 5 días de vida. Se formó Vecinos Autoconvocados del Barrio Urquiza y Viviana terminó arrojándole ladrillazos a los “mosquitos”, las fumigadoras terrestres que transitaban frente a su casa (ver más abajo). El Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat) acompañó el caso como parte de la campaña nacional “Paren de fumigar”.
“Roundup y otros”
Uno de los fallos del juez Martínez explica: “La toxicidad de los formulados comerciales con glifosato (Roundup y otros) fue documentada en estudios científicos independientes, para distintos organismos que componen la biodiversidad de nuestra región”. La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe había requerido a la Universidad del Litoral y al Ministerio de Producción provincial datos, informes y estudios sobre el impacto de los agrotóxicos para la salud y la biodiversidad. El ministerio no acató esa orden judicial, lo que lleva al juez a lo obvio: «Esa omisión, sumado a que la provincia de Santa Fe no se expidió cuando se le requirió su manifestación en la medida de su interés, comienzan y terminan por dirimir la cuestión por el propio peso de su rol». Traducción: no hubo informes ni argumentos científicos que defendieran la inocuidad del glifosato.
El caso enfrentó además judicialmente a los vecinos con autoridades tanto provinciales (gobernación de Hermes Binner, socialista) como municipales (intendente kirchnerista Enrique Marucci), que defendieron explícitamente las fumigaciones, mostrando el aval de gran parte de la clase política hacia el negocio sojero. El gobernador Binner criticó también este fallo postulando que “hay que desmitificar la toxicidad del glifosato”, idea que no ha logrado convencer a los vecinos enfermos. Binner sugiere que no hay estadísticas que demuestren el envenenamiento (pero si no las hay, es porque las propias autoridades no han hecho los estudios correspondientes, como lo manifiesta el fallo). Sin embargo la provincia de Chaco si realizó un estudio en localidades cercanas a las fumigaciones, que detectó que en diez años los casos de cáncer infantil se incrementaron en un 300%, y los nacimientos de niños con malformaciones aumentaron en un 400%. Volviendo a San Jorge, el otro principio que rescata el fallo es el precautorio: la prohibición ante el solo riesgo y amenaza para la salud.
Decí Mu en San Jorge: triunfo a pulmón
Bloque 1
[audio:https://media.lavaca.org/audios/decimu-online/decimu2010-32-1.mp3]
Bloque 2
[audio:https://media.lavaca.org/audios/decimu-online/decimu2010-32-2.mp3]
Aquí presentamos la nota de tapa de Mu (Narco soja, El punto límite, de abril 2010), un viaje a San Jorge con la historia de Ailén, Viviana y todo lo que dio nacimiento a este fallo, y el programa Decí Mu: San Jorge, triunfo a pulmón.

La familia del obrero José Cavigliasso y Viviana Peralta, los padres de Ailén. Cruzando la calle se hacían las fumigaciones que enfermaron a la beba. Cuando se prohibieron, magia: Ailén se curó.
Narcosoja
El punto límte
Viviana Peralta comenzó tirándole ladrillos a los aviones que fumigaban el campo de soja vecino, desesperada porque su beba de 5 días no podía respirar. La justicia le dio la razón y ordenó parar el bombardeo de agroquímicos. El fallo fue apelado por todos los que comen de la generosa mano del agronegocio. El caso se convirtió así en una manera concreta de entender, a escala humana, lo que representa hoy la soja dependencia.
“En casos controvertidos
científicamente, se torna
muy relevante considerar las
historias de vida, las experiencias, los saberes y conocimientos de quienes
viven cotidianamente expuestos al
riesgo de que se trate, en este caso los
agroquímicos. Es necesario revalorizar el sentido común debido a que
la ciencia no puede responder
a todos los interrogantes.”
(Del fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe, Sala Segunda, que prohibió las fumigaciones con agroquímicos en los campos de soja cercanos al Barrio Urquiza, de San Jorge).
Viviana Peralta, 34 años, seis hijos, tomó dos decisiones científicas:
1) No entró al campo de soja frente a su casa, por el que pasaba un enorme camión fumigador al que llaman “mosquito”, para cuidarse de ser procesada por invasión a la propiedad privada.
2) Como su hija Ailén, un año, sufría un bronco espasmo recurrente (en la propiedad privada de sus pulmones) desde el quinto día de vida, Viviana, del lado de acá del alambrado, comenzó a tirarle ladrillazos al “mosquito”.
Esta historia de octubre de 2008 continuó luego con la organización de los Vecinos Autoconvocados del Barrio Urquiza (ubicado en San Jorge, provincia de Santa Fe, Argentina, América Latina, Planeta Tierra, Sistema Solar, Vía Láctea, Universo). Lo que empezó a los ladrillazos derivó en una inusual sentencia del juez Tristán Martínez, que en marzo de 2009 prohibió las fumigaciones.
Resultó terapéutico: Ailén se curó. Y también los otros chicos y grandes del barrio con síntomas similares, o alergias, diarreas, espasmos, brotes, mareos y toda una enciclopedia de enfermedades que apenas son índice de otras aún peores.
Los sojeros apelaron el fallo, aunque ya no pudieron fumigar en el campo frente a la casa bella y humilde que Viviana y su marido José Cavagliasso construyeron con sus manos, ilusiones y hormonas. También se sintieron agraviados por el fallo y lo apelaron, la Municipalidad de San Jorge (intendente kirchnerista Enrique Marucci) y el gobierno provincial (socialista Hermes Binner). Entre sojeros que fumigan, y familias que denuncian un ataque para la salud pública, los funcionarios actúan judicialmente contra las familias (como lo haría en ese caso el llamado “arco opositor” tan pro sojero como el oficialista).
La Cámara de Apelaciones de Santa Fe ratificó el fallo con argumentos como el que inicia esta crónica, que quiebran la típica criminalización de las víctimas y la tendencia a inclinar la balanza hacia el lado del poder económico.
Síntesis de algunas ideas del fallo:
- Explica que estos conflictos se enmarcan en desinformación interesada, descoordinación en la gestión pública e insolidaridad con los posibles afectados.
- Frente al peligro de daño irreversible, la falta de certeza científica no debe impedir adoptar medidas concretas –en función de los costos– que protejan el medio ambiente y la salud. Plantea al propio poder judicial repensar que “los avances tecnológicos no son poderes que se legitiman a sí mismos”.
- La preeminencia en estos casos no la tienen “los intereses sectoriales de nadie”, sino la salud pública y el medio ambiente.
- Atiende la crítica de biólogos como Lilian Joensen quien sostiene que las clasificaciones internacionales (incluso de la Organización Mundial de la Salud) sobre la toxicidad del glifosato no están basadas en estudios propios o independientes “sino que se trata de de revisiones de estudios no publicados hechos por las empresas mismas”.
- Utiliza el concepto de “paradigma ambiental”, que reconoce como sujeto a la naturaleza, y otorga preeminencia a los bienes colectivos por sobre los individuales.
Rescata la serie de estudios sobre malformaciones, cáncer, alteraciones genéticas, en el sistema reproductivo y otras enfermedades provocadas por el glifosato.
La Cámara invirtió la carga de la prueba: en lugar de que las familias tengan que demostrar que sus padecimientos no son efecto de un curso de arte dramático, otorgó seis meses al gobierno de Santa Fe para que presente un estudio con la Universidad del Litoral, que determine el grado de toxicidad de los agroquímicos. Traducción: deberán demostrar que el glifosato no contamina. Se trata del herbicida sin el cual es imposible cultivar la soja transgénica. En el país más adicto y dependiente de la soja en el mundo –en términos territoriales, empresarios, políticos y mediáticos– todo esto promete ponerse interesante no sólo para el futuro de San Jorge sino de todo un territorio que imagina haber logrado la libertad hace 200 años.
Como no saben muy bien con qué saldrán los gobiernos y los universitarios con sus estudios, Viviana y José siguen ampliando y mejorando la casa, pero les sobran muchos ladrillos. Los grupos transgénicos andan tensos y con combustible: el Cepronat, Centro de Protección a la Naturaleza, denunció que apareció incendiado el auto de David Ercole, uno de los autoconvocados. Mientras varios vecinos empiezan a no entender muy bien cuál es el negocio de la soja, Ailén cumplirá tres años en mayo, respirando tranquila. Por ahora.

Alicia Boscatto, subjefa del Registro Civil de San Jorge, llevó una cuenta personal sobre los fallecimientos provocados por cáncer en San Jorge: 30%, y pueden ser más. El doctor Ángel Bracco sugiere que el efecto endócrino del glifosato provoca también disfunciones sexuales y consumo récord de Viagra
Banquinas transgénicas
No es habitual ver banquinas transgénicas, como en la ruta 178 que lleva a San Jorge. Llega casi hasta el asfalto. A 145 kilómetros de la ciudad de Santa Fe, con 20.000 habitantes, San Jorge fue considerada en otra era la Capital de la Industria Alimentaria por la diversidad de sus producciones: tambos, carnes, cereales. La adicción sojera no debe achacársele a San Jorge; se trata de un proceso que impera en la Argentina desde los 90. La rentabilidad de la soja se suma a otro elemento irresistible: “El otro día un productor de 200 hectáreas me contaba que trabaja dos semanas, y de eso vive el resto del año”, relata David, el vecino del auto quemado. El sueño de la riqueza sin trabajo para un sector es el heredero genético, entre otras, de la teoría del granero del mundo, la apertura económica (militares, Martínez de Hoz y lo que luego se llamó patria financiera), endeudamiento externo con estatización de las pérdidas (militares, Domingo Cavallo), privatizaciones, desindustrialización y 1 a 1 (Menem-Cavallo), y otras creaciones de esa estirpe, que se propagandizan a través de las empresas periodísticas con un paquete de justificaciones (incluso “científicas”) que tachan cualquier pensamiento diferente como una negación del progreso, o cosas aún peores. Cuando esas fiestas se derrumban, siempre queda un porcentaje de la sociedad más cerca del abismo.
Cómo reunirse con un intendente
Cerca de la ruta sojizada está el Barrio Urquiza. Frente a la casa de José y Viviana está uno de los campos que fumigaban hasta que en marzo de 2009 se produjo el primer fallo de prohibición. “Mire, en un año volvió a estar verde, y hay pájaros” señala Viviana, a quien le dicen Flaca, mujer morena, con la paciencia ancestral de haber criado seis hijos. Su vecina, Patricia Junco, joven, simpática, tres hijos, agrega algo para enmarcar: “Pero el veneno secó a todos los paraísos, y se cayeron”. Ambas mujeres transmiten: sorpresa, inteligencia, hartazgo y una determinación no negociable a garantizarle la vida a sus hijos.
Desde que nació en 2007, Ailén no había tenido nunca 10 días seguidos de buena salud. “Su mejor período fueron los cuatro primeros días. Al quinto ya le agarró el ataque” describe Viviana. “A mis otros hijos les había pasado, pero no tanto. Y una se va dejando estar”.
Los médicos confirmaban el miedo. “Un neumonólogo de Rosario que me dijo: ‘el 99 % que es por la fumigación, pero no vas a poder hacer nada contra ellos. Te conviene pedirles que te compren una casa en el centro, y te mudás’. Pero esta casa la construimos con mi marido. Ellos hacen el mal, que se vayan, yo no”, cuenta ahora Viviana, que no volvió a ver al neumonólogo.
La pediatra Marcela Crespo ni se sorprendió con los broncoespamos de la beba (y terminaría agregando ante el juez su experiencia clínica sobre el sorprendente crecimiento de abortos espontáneos y malformaciones de bebés).
Patricia también tuvo a uno de sus tres hijos, Alexis Cabral, ahogado por las fumigaciones: “Nos enteramos que a gente de otros lugares les hacían juicio si entraban al campo a parar las máquinas. Llamábamos a la policía y no venía, o tardaba tanto que las máquinas ya se habían ido”.
¿Qué efecto les provocaba a ellas la fumigación? Viviana: “Te da picazón en la cara, en la piel, se te duerme la lengua, la boca queda pesada, los ojos te arden. Cuando iba a la policía no podía hablar bien por eso, pero lo mío es nada comparado con lo de la nena”.
Los vecinos decidieron ir a ver al intendente. “Le explicamos cómo se mueren los animales y se enferma la gente”, cuenta Viviana, que ya tenía un inhalador permanente para rociar a Ailén ante cada ataque, y darle tiempo de llegar corriendo al hospital. “Parecía que se me moría en los brazos. Estaba inflamada por los corticoides, y como morada, negrita”. El intendente escuchó el relato. Patricia: “Sabía todos nuestros nombres, se los había estudiado, y dónde trabaja cada uno. Les interesa saber de la vida de nosotros para tenerte agarrado. Había otro tipo que decía que teníamos como una psicosis”. Viviana se iba poniendo más morada que Ailén, pero de indignación: “El intendente dijo: ‘Hay que ver en qué condiciones vive la nena’, como si fuéramos no sé qué. Pero usted ve cómo vivimos” (A quien le interese: la casa es impecable, toda de material, abrigada, cuidada. Queda para otra vez ver en qué condiciones vive el intendente).
“Yo le dije: mándenos un asistente social. Ni me contestó. Dicen cosas que a uno le duelen, buscan sacarte, para que reacciones. El intendente entonces dijo que si el dueño quería, podía seguir fumigando también con aviones. Y terminó la charla. Una burla. Yo no contesté, porque no agravio ni falto el respeto. Si no, encima después te dicen violento, mal educado, quilombero –con perdón–, o persona no grata. Pero me fui pensando: ‘Vos no sabés a quién le sacaste la lengua’”.
El señor Marucci ya se debe haber enterado.
Amparo y cachetes sucios
Las familias de Barrio Urquiza empezaron a hacer denuncias y algunos vecinos los conectaron con grupos como el Cepronat, de Santa Fe, que además participaba en la campaña Paren de Fumigar. Nació la idea de promover un recurso de amparo, un pedido de auxilio al poder judicial. En Andalgalá (ver mu 32) la asamblea El Algarrobo terminó bautizando Amparo a su perra mascota, por la cantidad de recursos de ese tipo que tuvieron que presentar contra las mineras.
“Fuimos todos a ver al juez Tristán Martínez. Dijo que para hacer un amparo había que poner como garantía una propiedad, una casa” relata Viviana. “Yo me largué a llorar. ¿Qué propiedad, si no tenemos nada? ¿Y si perdemos? Le dije: es medio vieja, pero tengo una moto”. El juez negó con la cabeza. Patricia propuso como prenda todas las bicicletas de la gente del barrio. Tampoco. En la reunión estaba Lucas Baima, del cercano pueblo Las Petacas, que venía denunciando otro infierno, el de los “chicos bandera”, menores usados en los campos de soja para marcarle a los aviones las líneas de fumigación. Viviana: “Lucas me dijo: te doy mi auto como garantía. Le contesté: no, tenemos que resolverlo nosotros mismos” (Lucas falleció tiempo después, y ya es un emblema para los vecinos de la región). Finalmente quedó como garantía el Renault 19 del hermano de Patricia: “¿Cómo no lo voy a poner, si hablamos de la salud de todos ustedes?” le dijo.
El amparo se hizo para que sojeros como Gustavo Gaillard y Víctor Hugo Villarnovo, se alejen a no menos de 800 metros (fumigaciones terrestres) o 1.500 metros (aéreas).
¿Conclusión sobre el juez Martínez? “Para mí es un re capo” define Viviana. Ailén vuelve de jugar con sus hermanos, con la cara sucia. “Desde que pararon de fumigar la nena anda de aquí para allá, en patas, se moja, juega. Nunca más fui al médico por esto”.
El juez no habla con la prensa (“ya tiene demasiadas presiones en contra” dicen quienes lo conocen). El camarista Enrique Müller, cuyo voto fundó el fallo de la Cámara de Apelaciones (con el apoyo de sus pares Armando Drago y María Cristina de Césaris de Dos Santos Freire), aceptó atender a mu telefónicamente, sin hacer declaraciones, salvo una cita de Francis Bacon (1561-1626), que proyecta el sentido de su voto: “No podemos dominar a la naturaleza sino obedeciéndola”.
Glifosato + Viagra
La propuesta más rara que recibió Viviana provino del señor Leonardo Nonino, propietario de otro campo cercano. “Me dijo: ‘como tengo que fumigar, te pago un hotel y te vas un par de días con tu familia’. Le respondí: ‘¿Y el resto del barrio?’ No entienden. No quiero plata, no quiero mudarme, no quiero hoteles, solamente queremos que nos dejen tranquilos”.
La recorrida por San Jorge lleva al club del mismo nombre, que además de todos los deportes tiene cultivada soja en uno de sus predios. Los silos cerealeros están en el medio de la ciudad, por ejemplo, frente a la escuela San José de Calasanz, cuya directora María Angélica Tamone, confirmó a mu que en los últimos años murieron tres maestras de cáncer, sin que nadie logre hacer más que alarmarse y sospechar. La Obra Social del Sindicato de Fideeros y Afines comparte la alarma. Héctor Lombartte, tesorero del gremio: “Le puedo decir que en los últimos tres años, los casos de cáncer que atendemos crecieron entre un 300 y un 400 por ciento. Estamos organizando un encuentro para tratar el tema y ahí daremos a conocer todos los datos. Los sojeros están apoyados por los gobiernos provincial y nacional, que tienen un espíritu puramente recaudatorio. La salud queda en segundo plano”.
Carlos Manessi, del Cepronat, da un paso más: “Queremos que se discutan la contaminación, las enfermedades, pero además todo este modelo de producción que genera desempleo, porque expulsa del campo a gente que termina en las periferias de las ciudades. Son refugiados ambientales. Los gobiernos les dan planes sociales, que financian con la recaudación que obtienen de la soja. Es un círculo vicioso terrible”. David Ercole, bombero voluntario que entendió todo tras ser fumigado por un “mosquito”, lo cual le produjo un espasmo de glotis y diarreas planetarias, agrega: “La gente se va hacinando en las ciudades, sin trabajo, sin educación y así se busca atacar la materia prima que es la neurona”, dice, como si hablara de otra desertificación.
Gerardo y Roxana tienen una casa de decoración frente a la plaza principal, y simpatía hacia el boom sojero: “Hay más dinero, más movimiento. Es cierto que no hay más tambos, ni ganado y hoy si usted va al campo, va a notar que ya nadie vive allí. Pero si no encuentran rentabilidad, van a lo seguro, la soja”. Roxana: “Lo de las enfermedades se nota mucho, pero los productores mismos no sé si se enferman. Claro, viven en el centro”.
Más experiencias. Alicia Boscatto es subjefa del Registro Civil. Por curiosidad personal (y familia con antecedentes) empezó a anotar qué porcentaje de fallecimientos fueron provocados por cáncer en San Jorge. Resultados: en 2008, 16,20 %; 2009, 25,74%. “Y en el primer trimestre de este año, más del 30 %” informa Alicia, “pero lo grave es que en muchas de las otras defunciones, los médicos ponen como causa el ‘paro cardio respiratorio’, sin aclarar cuál fue la enfermedad primaria que lo provocó. Y que a mucha gente la llevan a atender a Rosario y se muere allá. O sea que el porcentaje puede ser mucho mayor”.
El doctor Angel Bracco es médico clínico: “Lo que se ve en el consultorio es que además de las alergias severas, hay cuadros de hipotiroidismo, cáncer de tiroides y de páncreas, por ejemplo, que superan cualquier casuística conocida. Falta ahora establecer la relación entre la producción y las enfermedades. La economía es importante, pero no a expensas de las personas. El estado de la salud pública aquí es inversamente proporcional al enriquecimiento sojero”. Dato sorpresa: “El efecto endócrino de estos herbicidas está demostrado, y genera enormes alteraciones y disfunciones sexuales. A los casos de esterilidad, cada vez mayores, hay que agregarle… mire, la verdad es que el Viagra en San Jorge es lo que más se vende, incluso entre jóvenes de menos de 40 y 30 años. Cuando se estudien estos temas, creo que ahí hay otra patología escondida, en varios casos con el mismo origen”. Bracco no quiere cargar culpas sobre los productores. “Conozco a varios que son responsables, dispuestos a cumplir la ley, pero hay falta de control por parte del Estado. Creo que se vienen problemas de salud pública que van a ser más costosos que todo lo que se obtenga hoy por la soja. Además, la historia enseña que esa tendencia al monocultivo fue siempre una desgracia para todos los países que lo aplicaron”.
El Cepronat y otras organizaciones están juntando firmas para que el gobernador Binner provincialice de algún modo el fallo judicial. En Barrio Urquiza los chicos están jugando afuera. Viviana Peralta reconoce: “Yo no celebro, porque no quiero perjudicar a otros. Pero que no me perjudiquen”. José muestra un proyecto de cartel que imagina con la foto de Ailén y la frase “no me maten”. Enfrente se ve el campo donde ya no hay paraísos, pero donde la biología empieza a hacer lo suyo. ¿Será que toda esta historia (social, política, económica, de ideas y de glándulas) debe leerse como una batalla entre la fertilidad y la esterilidad?
Viviana medita ante el mate dulce: “La soja es oro para algunos pero nosotros, ¿qué somos? ¿Menos que el ganado chino? Todos miran para arriba, para los que ganan plata. Nosotros no importamos”. En la cocina, da de mamar a su hija (otro modo de levantarle las defensas). Y luego postula una idea cuya aplicación sistemática podría mejorar algo del universo conocido. “Vamos a seguir esto hasta el final porque no tienen derecho, con perdón, a jodernos la vida. ¿Sabe qué cambió con todo lo que hicimos? Que ya no tengo miedo. Y que ahora podemos dormir tranquilos”.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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