CABA
Creer o legislar: Un debate desparejo en la Universidad de Salta expuso los argumentos vs. las creencias
La Universidad de Salta fue sede de otro debate sobre la legalización del aborto, al que asistieron expositores a favor y en contra del proyecto. Participaron la cineasta Lucrecia Martel, abogadas, periodistas, psicólogas y un diseñador gráfico. El auditorio estaba repleto y había tanto pañuelos verdes como celestes. Los argumentos a favor y en contra de la ley. El expositor que niveló el debate hacia abajo. Y las palabras finales de Martel, que sacuden a una provincia movilizada por el aborto legal.
Salta está prendida fuego, en el buen sentido, al calor del debate por la legalización del aborto. Durante el fin de semana hubo todo tipo de eventos alrededor de la Ley que se votará el 8 de agosto en el Senado (ya cuenta con media sanción en Diputados). Discusiones en programas de televisión, radio, teatros y universidades, con posturas a favor y en contra. Si bien las cámaras fogonean títulos y posturas con rating, los dos debates más interesantes ocurrieron en el teatro Teatrino, el sábado pasado, y el lunes en la Universidad Nacional de Salta.
El Consejo Superior de la UNSa ya había aprobado una resolución en apoyo a la legalización del aborto. Recordemos que en Salta pisa fuerte la Universidad Católica, y en la provincia en general lo estatal suele estar mezclado con los intereses católicos. Según relataron los propios alumnos de secundarios (presentes en la actividad del sábado como oradores, y en la del lunes como espectadores) a pesar de un fallo de la Corte Suprema los contenidos religiosos siguen presentes en los establecimientos públicos.
En ese contexto, las dos facultades que resisten desde la trinchera pública son la de Humanidades y la de Ciencias Naturales, las cuales organizaron este debate en conjunto como eco de la resolución del Consejo de la UNSa. La idea fue conformar un panel con tres expositores a favor y tres en contra del proyecto de IVE (uno de estos últimos se ausentó), según un método de debate moderado por la decana de la facultad de Ciencias, Alicia Kirchsbaum, la anfitriona de la jornada: cada expositor tendría 10 minutos y luego el auditorio podría preguntar por escrito. Al calor del debate, la dinámica prevista se iría alterando.

A diferencia de otras jornadas monotemáticas, el debate en la UNSa tuvo público a favor y en contra de la legalización del aborto. Foto: Nacho Yuchark
Confusiones y creencias
La primera en exponer fue la periodista Mariana Arnez, quien agradeció la convocatoria y adelantó estar “a favor de las dos vidas”. Desde ese lugar leyó la jurisprudencia que habla de que “la vida comienza desde la concepción” (luego sería desmentida por la abogada Mónica Menini, otra de las expositoras) y dijo que gracias a su labor periodística conocía la realidad del interior del país: aseguró que “en los suburbios del norte no quieren la ley”.
Luego la periodista se dedicó a trazar una peligrosa parábola que iba de la droga, al aborto. Contó el caso de una niña de 12 años que, según el relato, la propia Arnez debió contener para que “no se clavara un cuchillo en el vientre”. Según Arnez, la niña estaba perdida en la droga: “Tenemos que poder ayudar a esa niña”, dijo Arnez, y en el auditorio que hasta entonces escuchaba respetuoso alguien mencionó que esa ayuda es, precisamente, la ley en debate.
Para entonces el auditorio se había llenado, tanto con público a favor como en contra del proyecto. Fue durante la exposición de la periodista que la balanza se equilibró cuando entraron dos contingentes de jóvenes (evidentemente, de alguna parroquia o colegio religioso) a sentarse entre en los bancos, desplegando sus pañuelos celestes.
Envalentonada, Arnez siguió: “No estoy a favor de un delito para tapar otro delito”, dijo, y volvió a hacer hincapié en “no vulnerar la vida por nacer” (luego se debatiría sobre ese punto, sobre esa “vida”).
Arnez estaba de acuerdo con todos los expositores en algo: “El Estado no hace nada para cambiar esa realidad”, aunque no se supo si se refería a la droga o al aborto, o a las dos cosas juntas.
Al final propuso algo insólito: “Dejar de lado esta discusión” (ahora sí, hablaba del aborto) para hablar de la necesidad de una Ley de Adopción. La abogada Menini recordó que esa ley ya existe. “Perdón, sí”, dijo Mariana Arnez, “hablo de una real aplicación de esa ley”.
Por último, ya sin leer el discurso, citó el salmo 189.

Una de las espectadoras del debate pidió que le sacarámos esta foto y, mientras sostenía al muñeco, dijo a la cámara: «Tiene tres meses».
Foto: Nacho Yuchark
La autonomía de la mujer
Luego fue el turno de Verónica Bissdorff, psicóloga que trabaja en consejerías de salud sexual. Bissdorff hizo hincapié en el “principio de autonomía” de la mujer y del paciente en general, según los derechos del paciente que consagra la Ley de Salud Pública, planteando así que “les mediques no deben decidir qué hacer”. Cuando la psicóloga utilizaba el lenguaje inclusivo, la parte celeste del auditorio sonreía en tono irónico.
Bissdorff relató casos puntuales sobre cómo el protocolo existente para el aborto (Salta adhirió al protocolo de aborto no punible recién en 2018) permite atender el aborto según ciertas causales, y que en el mismo se menciona que el riesgo de la salud de la mujer no es solo físico, sino integral.
En ese sentido Bissdorff retomó la cuestión del principio de autonomía planteando que “el deseo de no maternar” la mayoría de las veces se da “de manera consciente” y no como un evento desesperado y sin acompañamiento. La idea intentaba equilibrar el ejemplo de la periodista Arnez del puñal en el vientre.
Finalmente, dejó una pregunta que compararía la situación de los médicos (“como profesionales del Estado”) frente a las mujeres: “Si los profesionales tienen libertad de conciencia para intervenir o no en un aborto, las mujeres también deberían tener poder decisión”. Por si la idea no era lo suficientemente clara, sus palabras finales lo fueron: “Dejen de tutelarnos”.

En orden, Mariana Arnez y Mauro Rodríguez, en contra; y Verónica Bissdorff, Mónica Menini y Lucrecia Martel, a favor.
Foto: Nacho Yuchark
El stand up sin gracia
El siguiente orador niveló hacia abajo el debate. Mauro Rodríguez fue presentado como estudiante de filosofía, pero entre el público le sacaron el disfraz: Rodríguez fue el diseñador gráfico autor de un flyer famoso en Salta que mostraba a un bebé con un arma en la sien.
Ese nivel de razonamiento, a lo que se sumarían cuotas de grosería, fue el que manejó el no tan joven estudiante, una especie de standupero anti aborto legal, pero sin ninguna gracia.
Sus primeras palabras llamaron a “intentar entender su postura”, algo que con los minutos sería cada vez más difícil. Rodríguez dijo “no discutir sobre leyes” cuando de eso se trataba el debate, “porque me importa mi pueblo bajo la premisa de lo que es una vida”. Hasta ahí, todo bien.
El diseñador gráfico siguió citando jurisprudencia floja de papeles (“la pueden ver acá en mi tablet, cuando me bajo se acercan y se las muestro”) y citó al científico que descubrió que el síndrome de down se debe a una copia del cromosoma 21: “Creo en su teoría”, dijo. Y aclaró, porque hacía falta: “Digo creo no en el sentido religioso, eh, digo que me parece razonable”. La cita al científico y la referencia al Síndrome de Down serían el golpe bajo final de su exposición.
El filósofo-diseñador utilizó el ejemplo para demostrar que «toda la información ya está en ese momento en el embrión”, y puntualizó: “El color de ojos, de pelo, de piel”. El ejemplo gráfico desató risa en el auditorio, tanto verde como celeste: “Una vez cerrado el huevo, nada se agrega. Ya está el pollito”.
Ya sin derecho ni ciencia que manotear (luego Lucrecia Martel se referiría a esto) Mauro volvió a suplicar entendimiento de su postura, diciendo: “Entiendan el fervor de un tipo que no quiere que se mate gente. Yo no creo en un Estado totalitario que separe a dos clases de personas”. No se sabe si se refería a los vivos a los muertos, a quienes están en contra o a favor, o a los filósofos de los diseñadores.
Antes de dejar la palabra, Rodríguez tenía preparado dos golpes bajos. Dijo, por un lado, que la fundación IPPF financiaba la campaña a favor del aborto legal en Argentina y que, por ejemplo, “muchos de los pañuelos verdes que veo hoy acá” provenían de ese financiamiento. Luego, ante el abucheo general de un público ya harto de escucharlo, Rodríguez se retractó y pidió disculpas. Pero contraatacó: “Que hay un movimiento ideológico detrás de esto con espurios fines, es comprobable”.
Horas antes, para un reportaje que se verá en la revista MU de agosto, visitamos justamente la cooperativa textil Diseños de mi pueblo, conformada por diez mujeres, pionera en la fabricación de los pañuelos desde 2015 y encargada de regar no solo Salta sino varias ciudades del país con las telas verdes. Ninguna sigla de IPPF se vería allí, sino al contrario: una historia contra viento y marea protagonizada por mujeres que, incluso, no están todas a favor de la ley, pero sí del trabajo digno.
Para terminar, Mauro Rodríguez dijo: “Los países que tienen aborto legal son los que tienen menos tasa de síndrome de down”. Entre aplausos celestes y abucheos verdes, el diseñador gráfico paso el micrófono con gesto triunfador. Durante el resto de la jornada se dedicaría a hacer ademanes irónicos mientras hablaban los expositores a favor de la ley.

La estudiante Milagros Peñalba, que disertará en el Senado a favor de la ley, sostuvo este cartel en dirección al escenario durante todo el debate.
Foto: Nacho Yuchark
Estar a la altura
Lucrecia Martel, aunque no era la siguiente expositora, no aguantó a esperar el micrófono. Horas antes ya había presenciado un debate junto a Rodríguez para el diario El Tribuno. Calma, serena, Martel dijo “estar harta de discutir esto”, en referencia a su raid mediático en programas y debates que redundan en los mismos argumentos.
La cineasta (que sigue recibiendo premios y elogios por su última película Zama; el último, del New York Times como segunda mejor película del 2018) les habló a Arnez y Rodríguez: “Ustedes quieren buscar medicina y derecho para una cuestión que tienen en el alma. Y yo respeto eso, pero el Estado es laico. Las creencias se dejan en la casa”. Luego desarrollaría la idea en conversación con lavaca.
Para terminar dejó una pregunta: “¿Cuál es la solución que dan ustedes a las 40 mil (tomando el propio número de los provida) de mujeres que abortan clandestinamente? No es muy difícil de entender: estamos pidiendo que ingresen al sistema de salud”.
Ninguno de los dos oradores anti aborto legal se dieron por aludidos.

Martel se mostró tranquila pero dijo estar «harta» después de una semana repleta de debates en radio y tevé. Por momentos se paró y se volvió a sentar, hasta que le tocó tomar la palabra.
Foto: Nacho Yuchark
Derecho mata chamuyo
Así, siguió la doctora Mónica Menini, quien retomó la cuestión de la financiación del aborto por «la empresa con espurios fines» relatando: “Cuando trabajaba para que haya anticonceptivos en los hospitales me decían que trabajaba para los laboratorios. Y ahora, me dicen que estoy financiada por no sé quién. Basta”.
Como abogada, Menini citó jurisprudencia pura y dura que retomo el Pacto San José de Costa Rica que había mencionado el diseñador gráfico para aclarar la letra: “El Pacto de San José de Costa Rica, en el artículo 3º inciso 1º, dice textualmente: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho está protegido por la ley y en general a partir del momento de la concepción”. Este “en general” implica no siempre; no siempre estamos hablando desde el momento de la concepción”. Menini aclaró que en derecho ni una coma está de más.
Luego la abogada se dedicó a explicar la idea de la “progresión” según el cual la adquisición de derechos se logra con el crecimiento: “Cuando tenemos 5 años tenemos unos derechos, a los 13 otros y a los 18, otros”, graficó. En ese sentido, el derecho a la vida y a la decisión en el aborto es el de la mujer, dijo, único sujeto de derechos plenos según todos los tratados y convenciones.
Menini recordó que no hay una línea en la Constitución Argentina que hable de la vida desde la concepción y, en plan local, recordó el fallo Cristina Espinoza que plantea la constitucionalidad del aborto en Salta: “La Corte provincial o ratificó dos veces en distintas causales”.
La doctora Menini sería luego la encargada de explicar pacientemente qué es el aborto y qué es una persona según la actual jurisprudencia, ante las preguntas del auditorio celeste. En cambio, la única pregunta que quedó sin responder fue la más simple de todas, que ya había sido elaborada por Lucrecia Martel. Estaba dirigida a los expositores en contra de la legalización, y decía: “Sabiendo que el aborto clandestino es una realidad, ¿cuál es la salida que proponen ustedes?”. Rodríguez dijo que la pregunta era capciosa, y se negó a responderla.
La ley o la fe
En el cierre de la ronda y en diálogo con lavaca, Martel amplió lo que había esbozado en el escenario, hablándole de nuevo a quienes se manifiestan en contra de la ley en Salta: “En general las personas que están en el grupo que se autodenomina pro vida no sinceran su posición. En vez de estar buscando justificaciones en la ciencia o el derecho, digan que el tema es el alma, que para la fe católica el alma está presente desde la concepción. Si dicen eso es más fácil comprender que nadie quiere violentar la posición de personas que expresan la fe católica. Digan eso y no estemos embarrando la cancha por dónde empieza la vida en la ciencia o el derecho, porque esos son aspectos en que los humanos nos ponemos de acuerdo. En el alma no nos ponemos de acuerdo porque es dogma de fe. Acepten que para las personas que no pensamos como ustedes necesitamos una ley que incluya a las mujeres que abortan en el sistema de salud público”.
Martel tuvo una agenda agitada estos días, en los cuales recorrió canales de radio y programas de televisión. Su reflexión de los debates: “Yo lo lamento porque no he ido por mis películas a la televisión. Pero siento mucha responsabilidad porque acá hay 40 mil mujeres – siguiendo el número de los provida- que el año que viene no tienen que ir de nuevo al sistema de clandestinidad del aborto. A mí me preocupa eso y quiero que entren en el sistema de salud: quiero que no muera una mujer por un aborto, y que la sociedad comprenda que una mujer tiene derecho a decidir ser o no madre”.
Salta está prendida fuego. El humo es celeste. La llama, verde.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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