Nota
Día del Orgullo: por lxs que no están, por la reparación a lxs que están, por lxs que vienen

La comunidad travesti trans volvió a hacer propio el Día Internacional del Orgullo y se movilizó desde Plaza de Mayo – donde realizó una acción en recuerdo de lxs compañerxs muertxs y asesinadxs- hasta el Congreso, con la bandera que reclama la sanción de la Ley de Reparación Histórica. Protestaron así contra los transfemicidios, recordaron que falta Tehuel, y en esta nota narran a lavaca qué significa poner el cuerpo en la calle, en una marcha, en los sistemas de salud o en el trabajo, donde la violencia sigue y también crece. Testimonios de Marlene Wayar, Susy Shock, la actriz Daniela Ruiz, la escritora española Brigitte Vasallo y Lumini y Araceli de San Martín y Morón.
En el Día Internacional del Orgullo, una vez más la Plaza de Mayo se tiñó de colores. En esta ocasión, los que prevalecieron fueron negro y magenta. La plaza fue escenario de una acción para la Memoria Colectiva Travesti Trans, que consistió en atar a las rejas que bordean la pirámide de Mayo cintas negras y magenta que se iban trenzando y sosteniendo así papeles blancos con los nombres escritos a mano “de lxs compañerxs que ya no están, muertxs por balas policiales, en abandono carcelario, torturas civiles e institucionales, en crímenes de odio, en suicidios, en abandono social”. La propuesta fue “convocar a aquellos cuerpos capaces de empatizar con nuestros cuerpos Travas. Convocamos a que nos acompañen con el abrazo pues no hay otra cosa que podamos. Convocamos nosotras, travas, desde el despoder”.

La activista Marlene Wayar sostiene un par de cintas atadas a la reja y mientras las va tranzando, agrega papeles con nombres “de nuestrxs amigxs y compañerxs asesinadxs». Y cuenta: «Esto es contra los travesticidios, transfemicidios, transhomiciidos y los suicidios que son parte del travesticidio social. Para que esas muertes no sucedan hay un entramado en el que por supuesto están todos los reclamos que venimos haciendo como el de la Reparación Histórica, para que este país reconozca los crímenes que ha cometido y los repare, son politicas públicas serias. La Ley de Identidad de Género, la de Salud Integral, la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans que no se cumplen a pleno y la educacion, todavía las escuelas siguen siendo un campo de batalla con el acoso escolar, cibernético. Entonces todos los reclamos se abren como una mamushka porque están entrelazados. Hoy estamos todes mirando la seguridad sobre los cuerpos de los compañeros y compañeras de la disidencia en Jujuy porque no hay territorio donde la disidencia no esté”.
Más compañeras se suman a la tarea de trenzar y colocar los nombres. Marlene continúa: “Hay que empezar a buscar otras formas que nos posibiliten corrernos de los mismos lugares obvios del pensamiento hétero donde todo es una marcha, y no sabés si tiene sentido o no tiene sentido, si te van a criminalizar. La idea es que la sociedad se entere, se pregunte, se sienta inquirida, por qué estos nombres en el lugar simbólico más importante que tenemos como lugar social politico-cultural que es la Plaza de Mayo”.
Con respecto a la Ley de Reparación Histórica que busca la reparación por los años de persecución sistemática al colectivo durante la dictadura y también durante la democracia con los edictos contravencionales, Marlene sostiene que “sabemos que tienen la intención de unificar los distintos proyectos que hay, todos tienen buena fundamentación pero en esa hegemonía de hombres y mujeres privilegiados no puede hacer mella la idea de que los derechos humanos que les corresponden a ellos y a ellas, les corresponden a las disidencias, a los pueblos originarios, a les discapacitades. Todo habla de un genocidio, lo que se comete son crímenes de lesa humanidad, sin embargo no pueden entenderlo más allá de violencia institucional y eso es un problema porque implica responsabilidad política frente a la sociedad, frente al colectivo, pero también frente a la región, a los otros paises de Latinoamérica que están mirándonos y sobre todo al futuro, a los niños y a las niñas que van a seguir siendo sujetos de violencia en tanto esta sociedad no entienda que es ella la que comete violencia, que a veces es la policía, un médico, una obra social, pero que es un entramado en que nos encontramos todes y la responsabilidad es colectiva”.



La artista Susy Shock posa sonriente para una selfie que le pide una chica a la que le tiembla la mano con el celular porque “me puse nerviosa al verte”. Susy cuenta que está satisfecha por “recuperar esta fecha que es la histórica de la primera rebelión que nos marcó el comienzo de la militancia poderosa de todas nuestras comodidades, que hemos recuperado en Argentina durante el macrismo, era una fecha abandonada por el frío, por obvias razones de que la marcha se pasó a noviembre porque cuando empezaron había mucha gente con el VIH, pero nosotras durante el macrismo la recuperamos, dijimos: aunque nos corra el frío y el viento, tenemos que estar acá por las que no están”.
Daniela Ruiz es actriz. Hace pocos días debutó con un unipersonal en el Teatro Nacional Cervantes —Divina— que relata aspectos autobiográficos, dirigida por Ana María Bovo, en el marco de El hotel es un cuerpo, a partir del libro Reunión: Cuatro legendarias en el Gondolín, de Dani Zelko, Marlene Wayar, Marisa Acevedo, Zoe López y Viviana Borges. El Gondolín es un hotel del barrio de Villa Crespo que desde hace 24 años es gestionado por chicas travestis y trans, una experiencia única en el mundo, un gran nido de tres plantas pintado de azul que da cobijo a más de 40 chicas. Daniela y Zoe López, quien preside la asociación civil del hotel, se saludan con un abrazo en Plaza de Mayo. “Estoy acá —cuenta Daniela— porque muchas compañeras travestis trans, se están muriendo y una de las cosas que nos ponemos a pensar cuando empezamos a ver los datos estadísticos es que son cuerpos racializados, indígenas, son cuerpos de compañeras que están en situación de prostitución. Es importante decirle a este sistema que esos cuerpos están muriéndose y a pesar de que tenemos una Ley de Identidad de Género, una Ley de Cupo Laboral, siguen pasando estas cosas. Es una estructura que hay que cambiar y para eso nuestra mejor herramienta es la visibilidad”.



La escritora española Brigitte Vasallo acaba de llegar al país y fue a la Plaza. “He tenido la suerte de que coincida este viaje a Buenos Aires con estar aquí en este día. He tenido la suerte de estar con les compañeres que me han invitado a estar aquí compartiendo, recordando. Tenemos que estar luchando, tenemos que articularnos, entender que somos diferentes, que somos desiguales pero que hay mucho trabajo que hacer conjuntamente y que hay mucho que resistir. Estoy emocionada de poder estar aquí”.
De larga cabellera negra y lacia, con los labios pintados de rosa, Morena camina por la Plaza. Es salteña, vive en Avellaneda y el año pasado empezó a participar públicamente de los reclamos de la comunidad. “Mi familia lo tomó bien, a veces me acompañan, hoy no pudieron venir. Este es un día de lucha, de recordar a las que ya no están. Estoy acá también abriendo camino para la juventud que viene detrás”.
Lumini es del Teje de San Martín, parte de la organización Evita Pueblo. Cuenta: «Tenemos un centro de estética atendido por chicas travestis que se llama Fuego Estética, en el centro de Villa Ballester, también tenemos una fábrica de pastas orgánicas. Está muy bueno apoyar a las compañeras y me conmovió mucho ver a la compañera travita y a su familia”. Lumini se refiere a Jésica, una niña trans de 10 años, con un gran antifaz celeste, que vino acompañada de su familia.

Araceli, su madre, cuenta que son de Morón y hace hincapié en la salud: “Seguimos teniendo una salud biologicista, donde siguen diciendo menstruación para mujeres, proctólogo para varones, siguen nombrando el aborto solo para mujeres y no dicen que las masculinidades trans también abortan, que las masculinidades trans también necesitan una toallita, que también necesitan pastilla del día después, tengan o no tengan cambio registral porque la Ley de Identidad de Género así lo avala, seguimos teniendo el cronograma de medición en varones y niñes, mi hija trava ¿dónde entra? Todo está sujeto al profesional que te toque, si es un profesional copado bien, y si no, siguen siendo expulsadas las niñeces travesti trans”.
«Nuestra venganza es llegar a viejas», «No estamos todes, falta Tehuel», «Ley de Reparación Histórica YA», son algunas de las consignas escritas en carteles.
Una gran títere con el inconfundible rostro de Lohana eleva las manos y sonríe desde lo alto, el actor Giancarlo Scrocco luce una pollera gigante que emula las alas de una mariposa.
Los cientos de nombres escritos con marcador negro ondean en el viento junto a los colores de la bandera tavesti trans local, negro y magenta, en la celebración de la memoria de lxs que ya no están.

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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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