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Diego no se murió

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Un ritual colectivo. Una despedida masiva. Una cola interminable -que no terminó de despedir al diez- compuestas de personas que se acercaron no para movilizar ni llenar la plaza, sino para ver por última vez a su ídolo. Flores, remeras, cartas adornaron su ataúd. Lo que dicen quienes se acercaron a Plaza de Mayo. La ceremonia que empezó ayer y terminó hoy con represión. El llanto de un pueblo y el hit que contradice la noticia de ayer: «Diego vive en el pueblo». Crónica y reportaje fotográfico de un día histórico.

Diego no se murió
Foto: Martina Perosa

Cuando en el Sarmiento alguien le pregunta a Mónica si no le preocupa el coronavirus, y que el propio Gobierno estimó en un millón de personas el velorio en la Casa Rosada, retruca que nada puede ser peor que la vez que lo escuchó decir que le habían cortado las piernas: “Terminé con 22 de presión toda torcida en el Fernández”.

Viajando parada de Morón a Once, con remera de la Selección, cuenta que en el 85 nació su hijo, y que al año le trajo como regalo la Copa del Mundo, ya no como estrella sino como Barrillete Cósmico: “Ese día, cuando fuimos a festejar, a mi hijo lo largué, gateó y entonces caminó por primera vez”. Por eso Mónica repite una y otra vez, a cada viajero y viajera, una certeza: no importa cuánto tarde, no importa el sol, pero hoy al Diego lo va a ver.

-Mi hermana me dijo: “¿Para qué vas si en el cajón no hay nada, está vacío?”.

-¿Y qué le dijiste?

Que no sea boluda, que Él está con Dios haciéndole jueguitos, y que lo que está ahí es su cuerpo.

Finalmente, después de 9 meses de aislamiento, hubo una causa que volvió a llenar las calles y a unir a todes les argentines, de todas las clases sociales, partidos políticos, géneros y clubes de fútbol: la muerte de Diego Armando Maradona.

Sucedió ayer y siguió hoy, y mientras siguen las noticias sobre los disturbios y la represión desatada sobre el desenlace de la jornada, vale la pena recordar que hubo gente que no durmió para verlo, que el ritual comenzó en el Obelisco, continuó en vigilia durante la madrugada y se convirtió en una cola que iba desde la Casa Rosada, seguía por Avenida de Mayo, doblaba en 9 de julio y llegó hasta Constitución.

Algo queda claro: las personas vinieron a verlo.

No es una movilización.

No es una marcha.

No es llenar la plaza.

Fue una marea infinita de personas que quisieron decirle:

  • “Chau”,
  • “gracias”,
  • y “hasta siempre”.
Diego no se murió
Foto: Martina Perosa

El arte de alegrar

El ataúd se llenó de remeras que la gente arrojaba, de cartas, rosas y pertenencias personales; cosas que hicieron de la calle un museo vivo de objetos maradonianos: camisetas firmadas, fotos, remeras de la Selección y Boca año por año, pelotas, y hasta un picadito se armó. La marea maradoniana iba contenida entre dos vallas que debieron ser autogestionadas por las mismas personas, ya que no hubo durante toda Avenida de Mayo control policial ni presencia estatal que organizara el operativo.

De la mañana al mediodía la tranquilidad y el respeto fueron totales, hasta que pasadas las 14 horas la Policía comenzó a hacer un cordón sobre Avenida de Mayo. Fue el huevo de la serpiente para la represión posterior, ya que eran miles a quienes se les negaba de pronto la despedida. La queja empezó con un maradoniano “el que no salta/ es un botón” y no pasó a mayores sino hasta más tarde y porque anunciaron que de las 16 el velorio se extendía hasta las 19. No alcanzó: habían llegado de todos lugares, estaban haciendo cola desde hace horas, y nunca les habían avisado los límites del funeral.

Estela tiene 74 años, es de San Telmo y cuenta que a pesar de la edad no pudo resistirse a venir: cuenta orgullosa que, gracias a sus “pelos blancos”, la dejaron pasar en la fila: “Me mimaron, por poco me reciben a los besos, así que pasé y entré”. Se emociona: “Maradona fue un tipo muy valioso, además de ser un artista. Un tipo con mucha fidelidad a sus orígenes, que nació en Fiorito, que es un bolsón del infierno por las condiciones en las que viven, y así salió al mundo y siguió firme. Y valoro su posición política: el tren a Mar del Plata con el No al Alca, Chavez, Fidel. El tipo tenía una brújula muy clara. Se mandó sus cagadas, sí, pero todos somos un poco así”.

Cuenta que militó en el Peronismo de Base, fue una de las jóvenes disgustadas con Perón cuando les echó de esta misma Plaza, que “muchos de los que estamos acá tenemos amigos o familiares desaparecidos”, y por eso dice, muy seria:

-Maradona nos alegró.

Diego no se murió
Foto: Nacho Yuchark

La piel de gallina

Los choris y las bebidas frías rankean alto en un año en el que los vendedores ambulantes sufrieron mucho. También los sánguches de salame y queso, a 100 pesos, y que Silvina, de José C. Paz, y su cuñado Ezequiel, de La Matanza, también arman sólo de queso para personas vegetarianas: “Maradona significa todo. Maradona nos enseñó a jugar. Es Dios y, a la vez, una excelente persona. Todavía no caemos en lo que pasó”.

Mónica, peruana, 52 años, 22 viviendo en Argentina, vende remeras y posters: “¿Cómo no vamos a venir? Si él todo roto jugó un Mundial, aunque estemos rotos por la pandemia tenemos que estar acá”.

Diego no se murió
Foto: Martina Perosa

Las mujeres casi que empataban a hombres en la marea, a pesar de cualquier previsión y prejuicio. Donatela tiene 22 años y se vino sola desde Lanús: “Nunca lo vi jugar, pero significa todo. Vi sus videos, mi papá me contó. Y es todo, es Argentina, y somos todos. Todos los que estamos acá quisimos tener una foto con Diego y no la tenemos. Hoy podemos, al menos, despedirlo. Yo entré dos veces. Sí, dos: hice la fila, entré, salí, volví a hacer la fila y volví a entrar”.

Carla y Raúl llegaron desde La Boca con su beba de siete meses. “Esta es su primera salida”, cuenta Raúl. ¿Qué le vas a contar a tu hija de Diego, cuando crezca? “Que era un grande, el mejor del mundo y el que nos alegró los corazones”, se emociona mientras la fila avanza.

Y hubo muchos niñes, con remeras de Maradona o que simplemente iban de la mano de sus padres, acompañando y agitando los brazos. Aldana tiene 15, es de Quilmes y tiene un cartel que es de su papá René, que dice: “Tuve una infancia muy jodida y mi única alegría fue verlo a jugar a la pelota”. René lo relata: “Vivía en un ranchito, no teníamos tele, y el gol del 86 a los ingleses lo escuché de Victor Hugo. Maradona fue esa piel de gallina. Tenía 11 años, y fue a lo único que en ese momento me pude aferrar”.

Mientras, de fondo, se escucha el mayor hit de la jornada:

  • “El que no salta/ es un inglés”.

Otro, el “Diego, Diego”, resuena por las calles céntricas porteñas, y así seguirá hasta después de mucho tiempo, quizá por siempre.

Diego no se murió
Foto: Martina Perosa

De contradicciones y justicia social

Julieta, de Avellaneda, tiene puesta la remera de Argentinos. Obvio: la del 10.

Cuenta que lagrimeó al enterarse de la noticia y que su primera reacción fue dedicarle un posteo en Instagram. Enseguida sus propias amigas salieron a cruzarla: “Me decían ¿cómo podemos idolatrar a un golpeador? Estoy re en contra de eso, obviamente, pero me parece que no es para mezclar. Una cosa es él jugador de fútbol, que es por lo que es conocido. Y como jugador nos dio todo”.

Pero Julieta rescata valores personales que también arrastraba Maradona fuera de la cancha: “Los valores que tenía con la gente humilde son algo fundamental. Nunca dejó de mirar a la sociedad, a los más pobres: siempre estuvo”.

A su lado la gente no para de pasar, y alguien la saluda por la remera de Argentinos. Ella no responde: “No estoy por el cuadro. Seas de Racing, de River, de Boca, no tienen nada que ver los colores de la camiseta hoy. Esto nos unió como sociedad”.

Gisele, otra joven de 22 años, camina con el pañuelo verde en la muñeca: “El ser humano se basa en la contradicción, y lo importante es reconocerlo. Soy maradoniana antes que feminista, nací de Boca y lo que tiene el Diego es que va mucho más allá de la persona. Diego era justicia social, porque a la gente que no tenía nada, les dio algo, y de eso va también el feminismo”.

Juan tiene 80 años y una remera de Boca de los años 90: “Esto es más que Gardel, pibe”, dice. Vino de La Plata, y después de hacer 3 horas de fila para saludarlo en unos 10 segundos, se sentó a descansar tomando un café y ver pasar la procesión. Lo vio varias veces en la cancha. ¿Lo mejor? “La gambeta”, no duda. Lo peor: “La estatura, pero tenía la mano”, bromea. ¿Como persona? “Era muy bueno. Las cosas malas que hizo fueron porque estuvo rodeado de gente que lo llevó mal, como le pasa a todos los famosos”.

Habla de la falta de preparación para lidiar con semejantes responsabilidades, pero asegura que ahora no es distinto. “Hoy se calzan un zapato de fútbol y lo que más les importa son los dólares, pero se olvidan de donde vienen: Maradona, no”.

Diego no se murió
Foto: Martina Perosa

Una mujer que vende hamburguesas con huevo frito no lo vio jugar, pero sabe “que hizo mucho por este país”. ¿Qué? “Nos dio el orgullo de ser argentinos”, plantea. Sobre “las cosas malas que hizo”, responde: “No somos nadie para juzgarlo. Todos cometemos errores. Solo dios puede juzgarlo: ahora está con él”.

Del otro lado del océano, desde Roma, Giansandro Merli no para de compartir los festejos que se desataron en Nápoles: supuestamente estaban en cuarentena total, pero los napolitanos no se aguantaron a salir, llenaron las calles, rodearon el estadio con bengalas, y hasta adelantaron que le cambiaran el nombre: sale San Paolo, entra Diego Armando Maradona. “Del santo al dios”, define Giansandro.

Hincha del Lecce, asegura que si no fuese por las restricciones de la pandemia se hubiera venido de viaje al funeral. Y habla en serio: “Hubiera vendido todo para llegar”, asegura, en una gesta típicamente maradoniana. En cambio, acerca unas sentidas palabras: “Con Maradona vimos lo que puede ser una ola de milagros populares en todos los sures del mundo”.

El antialgoritmo

Cuando parecía todo dicho, todo escrito, todo filmado, la calle una vez más mostró la audacia colectiva para definir a un indefinible, con frases que al mejor estilo maradoniano describen la época sin lugares comunes, simplismos ni doble moral.

Maradona era -es- lo antialgoritmo, y eso también se reflejó estos días: imposible de clasificar según el grupo de likes que segmenta a los usuarios de redes sociales, unos con otros, de gustos todos iguales, esta marea que parece no agotarse nunca, tampoco le escapa a la polémica: la enfrenta, la gambetean y la salta por arriba como a una patada mala leche que va a los tobillos y que esta vez falla porque estamos avisados de algo.

Maradona, uno solo.

Diego no se murió
Foto: Nacho Yuchark

Diego pertenece al panteón de esos dioses imperfectos, que arrastran errores y no portan halo celestial inmaculado. Es de esos dioses –como los griegos y romanos- que pecaban de soberbia, se dejaban llevar por la ira, juraban venganza y daban portazos cuando algo no salía como ellos querían. Así era Diego. Y por eso  a este dios nacido en el barro de Fiorito  se lo siente tan cerca. Supo del hambre y del desamparo. También del lujo y la gloria. Con su excelso don, nos regaló el milagro de la alegría.

La jugada individual para crear alegrías se transformó hoy en un gran equipo que busca ser mejor de lo que alguna vez fue.

Esa es la enseñanza de Maradona, la calle, sus orígenes y su futuro: la memoria agradecida de todo un pueblo unido por un hombre y un nombre que todavía retumba en las de vuelta vacías calles porteñas:

-Dieeego, Dieeego.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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