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Dysphoria Mundi: María Galindo reseña el nuevo libro de Paul Preciado

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En la última MU compartimos los principales puntos del nuevo libro que el filósofo trans le dedica a Galindo. En el analiza los impactos de la pandemia en cuerpos y mentes como una mutación social en vivo que produce enfermedades (la disforia como gran metáfora) en medio de la presión digital, patriarcal, colonial y militar que recrudece.

Por María Galindo

Recibí perpleja el libro de Paul Preciado porque llegó a mis manos en pocas semanas y antes de su lanzamiento, pero sobre todo porque las cosas a La Paz no suelen llegar; se quedan perdidas en el camino, incautadas por la aduana o imposibilitadas de ser repartidas debido a la quiebra del correo estatal donde sólo han quedado deudas y personas sin poderse jubilar.

En vez este libro/cuerpo cruzó el mar y llego a mis manos con el impulso del vuelo de un pájaro, volando por encima de las dificultades.

Lo abrace como se abraza a un amigo y bese la foto de Paul, como quien lo estuviera recibiendo a èl mismo en persona. Pero no sospechaba lo que el libro realmente contenía, su potencia, su contundencia.

Es un libro escrito con un sentido de oportunidad histórica, con un sentido de búsqueda profunda de la siguiente esfera de debate, con una agudeza de cirujano para ofrecernos con la mayor clarividencia posible y con la mayor precisión aquello que hoy, después de todo lo vivido y ante el limbo en el que nos encontramos, necesitamos para tomar impulso.

Mientras leo y sujeto el libro entre mis manos siento que sujeto una carta personal manuscrita, donde se te detalla aquello que tú y sólo tú necesitas con urgencia saber. Una carta personal que te va haciendo y respondiendo preguntas, una carta personal que te conduce de la contemplación de una cascada de ideas y palabras refrescantes a la tumba mas desolada donde nos arrodillamos con el autor a pedir piedad. Una carta personal para el mundo y sobre el mundo para todo el mundo y sin exclusiones.

Una carta personal para todes, todos y todas, una carta que es una sobredosis de ideas y palabras nuevas o palabras viejas con nuevos sentidos.

El autor parece haber recorrido el bosque encantado seleccionando una a una las plantas, raíces y semillas que un brebaje innovador e inédito requiere para curar la desesperanza, el extravío y la resignación.

Es un libro sencillo de leer y muy exigente al mismo tiempo. Su ritmo febril hace que  no parece que leyeras, sino que galoparas. No parece que leyeras, sino que bailaras. No parece que leyeras, sino que cantaras, no parece que leyeras sino que tejieras, cosieras, sembraras o cosecharas.

Esta organizado con una capacidad seductora que no te empalaga y que te invita a leer la siguiente y la siguiente reflexión. No terminas de asimilar una y ya estas con la siguiente pero sin poder detenerte. El autor no te obliga, pero casi lo hace, a pensar en todo. A atreverte a pensar en todo, a abrir todos los problemas, a abrir todas las cajas de pandora a relacionar todo con todo y abandonar los guetos conceptuales. El libro no resuelve nada, plantea todos los problemas.

Arma artesanalmente palabras como sexopetroracial uniendo conceptos y capas de dominación que estamos acostumbrades a separar esquizofrénicamente.

Él no nos deja hacerlo.

Con paciencia y habilidad artesanal, con un lenguaje sencillo como para que te lo leas si eres estudiante, desempleade o panadera de la esquina Paul Preciado, arma un rompe cabezas que te rompe la cabeza. Necesitarías no una gran mesa para juntar las piezas una con otra, sino quizás la cancha de un gran stadium donde con el libro de Paul aprendamos a reencontrar la perspectiva de la relación entre cielo y tierra, entre norte y sur, entre viejo y niñe, entre útero e historia.

¿Qué quiere realmente este autor? ¿Qué pretende? No sé, pero se atreve con todo y te invita a hacerlo tu también.

No se que me gusta mas del libro porque me gusta entero, porque es esférico y no puede ser retaceado.

Pero el titulo tiene ya ese aliento de alegato contundente. Aplica la dysphoria sin revancha como sentido que nos atrapa a todos, todas y todes en relación con el mundo que vivimos. Dysphoria si pero de todos sin excepción, dysphoria si pero en relación al mundo que vivimos. En esa operación convierte su condición trans en un diccionario de sentidos universal. En un lugar desde donde hablar del mundo, en un lugar desde donde comprender todo desde otra perspectiva absolutamente imprescindible si de comprender se trata.

Yo no soy nadie con la autoridad para decir que es un libro hermoso, pero lo digo igual.

Yo no soy nadie para decir que es un libro imprescindible, pero lo digo igual.

Yo no soy nadie para decir que es un libro que sabe dislocarse del norte para colocarse en las profundidades del sur, pero lo digo igual. Demostrando además que es posible hacerlo sin arrogancia.

Yo no soy nadie para decir que lean este libro sí o sí, pero lo digo igual.

He terminado el libro y lo vuelvo a abrazar, lo beso pero esta vez el sentimiento es otro. Lo beso con agradecimiento, con afecto, suspiro y me siento reconfortada, entusiasta lista para la próxima locura, llena de una energía que no es droga, que no es una receta, que no es una consigna.

Y esta frase derramada en el libro: “El optimismo es una metodología” ahora circula por mis venas despertando mi piel y mis sentidos como transfusión intravenosa hidratante y energizante.

Paul me acaba de donar su sangre.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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