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Efecto Araceli: amenazas a la familia y libertad a la Bonaerense

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En la audiencia en la que se dirimía la libertad de los ocho acusados por el femicidio de Araceli la familia recibió amenazas de muerte. Al enterarse que quedaba detenido junto a otros cuatro hombres, Carlos Cassalz, el dueño del corralón donde trabajaba Darío Badaracco, se llevó el dedo al cuello. Otra causa que se suma a la que investiga el crimen de Araceli por el que siguen detenidos cinco hombres y fueron liberados otros tres, dos de ellos parientes del policía bonaerense implicado. 

Con un dedo atravesando el cuello y luego la mano como si fuera una pistola, Carlos Cassalz, uno de los cinco acusados por el crimen de Araceli Fulles que sigue detenido amenazó a la familia de la joven. Ocurrió en plena alcaldía de los Tribunales de San Martín, y motivó otra causa además de la que investiga el femicidio por el que el Cassalz sigue detenido junto a otras 4 personas. Fue el último viernes en el que el juez liberó a tres acusados, entre ellos los dos parientes del policía de bonaerense implicado.
Se sabía que la audiencia en la que se dirimía la libertad para los ocho acusados por el femicidio de Araceli no sería un trámite. Desde hace meses, la familia acompañada por el barrio y organizaciones organiza marchas en reclamo de justicia, señalando la culpabilidad de cada uno de los ocho acusados.

¿Dónde está Araceli?


 

Desastre fiscal

Tal cual investigamos para la MU de mayo, el femicidio de Araceli se concretó gracias a un entramado que involucra policías con gente pesada del barrio. Por encontrar distintos puntos de complicidad, Asuntos Internos de la Policía Bonaerense confirmó que separó de sus cargos a tres efectivos: el subcomisario Hernán Humbert, el oficial principal José Gabriel Herlein y el numerario Elián Ávalos, hermano de uno de los detenidos. Todos pertenecen a la comisaría 5 de San Martín, la misma en la que la familia de Araceli Funes presentó la denuncia de su desaparición.
El cuerpo de Araceli fue encontrado hace 41 días en la casa de la madre de Darío Badaracco. La orden de requisar esa casa fue dada por el juzgado al comienzo de la investigación, pero la policía dijo no haber encontrado nada. Badaracco declaró tres veces ante la fiscal Graciela López Pereyra, la última en la misma mañana del hallazgo del cuerpo, y a pesar de que resulto sospechoso, no fue retenido. Hoy es el principal sospechoso del femicidio y está detenido junto a Carlos Cassalz, dueño del corralón donde trabajaba; y los empleados de éste Marcelo Ezequiel Escobedo y Hugo Martín Cabañas.
El juez Martín Porto, en cambio, dejó libres a Marcos Ibarra y los hermanos Ávalos, acusados también de participar del crimen, haciendo caso al pedido de la fiscal Graciela López Pereyra que había dictado “falta de mérito”. La fiscal aseguró que no había ninguna prueba que vinculara a estos tres acusados con el femicidio de Araceli. La familia de la joven piensa que sí: “Emanuel Ávalos fue quien la pasa a buscar ese día a Araceli el día que desaparece”, recuerda su madre Mónica. Es decir, fue uno de los últimos que la vio con vida. Ávalos declaró en la causa que al momento en que Araceli fue asesinada él sufrió un accidente y estuvo internado 24 horas.
En la nota de MU de mayo Claudia Acuña revela la trama de hombres y negocios implicados en el femicidio de Araceli. Y cómo San Martín casi se convierte en Ciudad Juárez.
“Es un símbolo”, dice Mónica a lavaca sobre el gesto del dedo al cuello de Cassalz. ¿Un símbolo de qué? “De la causa en la que está investigado. Si vamos al caso, mi hija fue estrangulada: el tipo tiene la costumbre de hacer eso”.

Justicia y policía en el caso Araceli: el Estado es responsable


La investigación judicial dirigida por la fiscal Graciela López Pereyra tuvo tres líneas de investigación sucesivas, según se iban desmoronando las hipótesis:

  • La primera fue no hacer nada, ya que se instaló la versión de que Araceli “se había ido de gira”. Es decir, que estaba consumiendo droga.
  • La segunda se activó a partir del caso Micaela y su repercusión. Ahí se instaló la hipótesis de que se había fugado tras una discusión familiar. La falsa declaración de un camionero diciendo que la había trasladado, acompañada por un muchacho y con intenciones de ir a Brasil, ayudó a consolidar esta línea.
  • La tercera fue investigar a la familia de Araceli: uno por una. Era la que estaba profundizándose al momento del hallazgo del cuerpo.

Femicida suelto

Como sucede en muchos otros casos, la familia de Araceli convive en el barrio con las familias de los acusados de asesinar a su hija. “Inclusive el día primero que hicimos la marcha estuvieron en la esquina”. En algunos casos, los que están libres son los implicados directos: “Con la liberación de estos tres hombres, sí: están por el barrio”.
Sin embargo la familia de Araceli Fulles logró un acompañamiento de la mayoría de vecinos: “Todos siguen acompañando”, dice Mónica trazando un puente entre la primera marcha y la última. “La pelea: que entren de vuelta todos adentro. Puede ser que más adelante hagan ruido”.

El Estado no se mueve, la sociedad sí #AraceliTeEstamosBuscando


En ese sentido los Fulles cuentan que “no tuvimos más repercusiones” sobre las amenazas, y remarcan que, “por suerte”, el apriete ocurrió en una sede judicial. Con esa evidencia incontrastable la familia se presentó a la fiscalía para radicar otra denuncia. Y en la causa del crimen de Araceli, adelantan que apelarán por las tres liberaciones.
La marcha del 3J: “Yo no fui ni por política ni por nada: fui a estar presente para que haya ni una menos. Pensé que era mi derecho estar ahí reclamando con mi hija. Me encontré con muchas mamás, y es el mismo sufrimiento de todas las madres”.
Mónica se queda en silencio, y agrega: “También me encontré con muchas sin justicia. A veces no hay que callar. Yo, por lo menos, no me pienso callar nunca, hasta que se haga justicia por mi hija”.

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Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

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Este domingo 16 de noviembre presentamos el nuevo libro del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, editado por lavaca, con una perfomance conmovedora: Oraciones, entre la cruz y la raya fue una obra de teatro danza basada en los ejes teóricos de Femicidios, narcotráfico y Estado. La puesta transformó en lenguaje poético, corporal y musical una realidad que duele y mata, de la mano de talentosas artistas.

Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

Familias sobrevivientes de femicidios, con el libro del cual son parte: el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez.

Oraciones, entre la cruz y la raya: así se llamó la presentación performática del nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez editado por lavaca y titulado Femicidios, narcotráfico y Estado.

La obra de teatro y danza indagó en los mecanismos que operan sobre los cuerpos y los territorios desde una dramaturgia que combinó texto, movimiento y música. El resultado fue una experiencia que funcionó tanto como obra artística como herramienta para hacer sentir, colectivamente, de qué hablamos cuando hablamos de femicidios.

La obra fue ideada y escrita por Claudia Acuña, también responsable de la dirección general del Observatorio Lucía Pérez. En escena, Oraciones desplegó el trabajo de las intérpretes Julieta Costa, Lola Domínguez Hayes, Lucía Harismendy, Pia Leone, Luca y Juana Torras, quienes construyeron una trama sensible entre la fragilidad y la fortaleza. La música en vivo, a cargo de Santiago Torricelli en piano, aportó un pulso emocional que atravesó toda la pieza.

El diseño sonoro siguió de la mano de Pía Leone, junto con la operación técnica de Teo Escobar y Lucas Pedulla. Y el diseño gráfico estuvo a cargo de Jonatan Ramborger (autor, también, de la tapa del libro) y Julie August.

La puesta en escena fue realizada por Julieta Costa, mientras que la dirección coreográfica estuvo a cargo de la reconocida directora y coreógrafa Carla Rímola.

Oraciones dejó en quienes asistieron la certeza de que el arte no sólo puede denunciar lo que duele, sino también abrir caminos para imaginar otras formas de vida y de cuidado.

Y también, otras formas de presentar un libro.

El Observatorio y su libro

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por lavaca.org con el objetivo de profundizar el trabajo sobre formas de prevención y erradicación de la violencia patriarcal.  

Cada día un equipo conformado por Claudia Acuña, Amalia Etchesuri, Anabella Arrascaeta y Pablo Lozano actualiza 12 padrones de manera autogestiva, datos que sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas. Se trata del único registro público del país, lo cual quiere decir que pueden consultarse las fuentes de cada dato.

Cada mes el Observatorio realiza un resumen de este diagnóstico junto a víctimas y familias sobrevivientes de femicidios. El resultado es el informe mensual que se difunde a través de organizaciones sociales y referentes de la política y la cultura que intenta pensar, más allá de las cifras, la radiografía social y política de esta violencia.

Femicidios, narcotráfico y Estado reúne ahora y por primera vez los distintos informes, investigaciones y acciones del Observatorio Lucía Pérez. Es un material que indaga a través de la articulación de textos teóricos y reportajes periodísticos las vinculaciones entre lo narco, la violencia machista, los femicidios y el rol del Estado en la trama de la impunidad.

Todo eso quedó plasmado en esta presentación-ritual colectivo para empezar a sanar una realidad que duele, y organizar la realidad que viene: aquella que queremos, deseamos y nos merecemos.

Si querés el libro escribinos al teléfono que figura en este link, y suscribite para apoyar todo lo que hacemos:

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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