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El cumbión: La Delio Valdez

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Son quince artistas en cooperativa que este año soplan 10 velitas y están en su mejor momento. Producen sus propios shows, discos y fiestas que ganan cada vez más adeptos. Entre la difusión de ritmos y la composición propia, sus ideas sobre la bailanta, los negocios y el machismo en la cumbia. POR EZEQUIEL SCHER
Todo empezó cuando Colegiales era menos Palermo. Un amigo le pasó a otro unos temas de un señor llamado José Barrios, un colombiano con más de 700 canciones registradas y con el hit La piragua, según Gabriel García Márquez, el verso más lindo de la literatura colombiana. Barrios tenía la cadencia del baile cumbiero y unos vientos jaimiquinos. Cuado sonó Navidad Negra, Santiago Moldovan flasheó. Encajaba su clarinete. Diez años después, esa melodía sigue sonando en los recitales de la Delio Valdez.
La cabeza de un diablo con gesto de picante, las siglas DLV de un lado y del otro, unas quince camisas floreadas que se mueven como un metrónomo y el cumbión que explota. La Delio tiene ese sello: una música que atrapa al que pasa caminando despistado y le hace mover la cabeza y decir qué bueno está esto.
Y la siguiente pregunta: ¿Qué es?
La respuesta es universal: cumbia, acaso el ritmo más popular en toda Latinoamérica. El desafío es qué se puede hacer de particular con esa música que parece abarcar desde Marama hasta los grupos insomnes que giran en combi toda la noche para hacer sus shows.
Moldovan y Agustina Massara (saxo alto), dos de los integrantes de La Delio Valdez, aparecen 9.30 de la mañana -desmitificando la vida noctámbula de la cumbia- piden un café -y no un ron- y piensan cuál es el lugar de esta cooperativa musical que hace cumbia lejos de la bailanta. Responde Santiago.
¿Están en el medio de la cumbia villera y de lo que se llama cumbia cheta?
No sé si en el medio. La cumbia villera es una expresión valiosa, real, que tiene que ver con un momento histórico del país. La música que consideramos valiosa es la que habla de las cosas que le pasan a la gente. Te puede gustar más Yerba Brava o Pablo Lescano, pero es un género legítimo. Re argentino. Rombai o Marama me parecen productos del mercado. Son bandas armadas para meter un hit y hacer plata un verano. Cuando los escucho, en algo no les creo. Escucho a Yerba Brava y me llega al corazón. En ese sentido, estamos más cerca de la cumbia villera porque somos bastantes sinceros con lo que hacemos.
¿Cómo es el vínculo de ustedes con la bailanta?
Tuvimos, pero no mucho, apenas un par de fechas. Hemos ido al Tropi, en la zona norte del Conurbano. Más allá de la cumbia villera, en esa zona, hay mucho palo de cumbia colombiana. El lugar es una fiesta. Pero la lógica de ese mercado nos representó un límite para lo que queríamos. Nosotros no tenemos un optacad y seis músicos; somos quince en el escenario. No hacemos shows de 15 minutos; tocamos una hora y media. Y no seis por noche: uno. Tenemos que probar sonido en la medida de lo posible. La bailanta tiene lógicas de mercado que no están tan buenas.
¿Como cuáles?
Mucho empresario especulando y manejando las bandas. Mucho músico laburando precarizadamente. Tocan seis veces por noche y ganan 600 pesos por show. Es el músico obrero. El líder de la banda o el empresario se lleva más. Tampoco que quede que somos anti bailanta: somos anti modelo de mercado de bailanta.
Ustedes versionaron algunos temas de Gilda, ¿qué significa ella para la cumbia?
Es una mina que no conocía el ambiente y se metió en el centro de la movida de la bailanta. Una mina que componía sus temas. Revolucionó el mercado. En ese momento, el lugar para las mujeres tenía mucho más que ver con la cosificación y ella la rompió desde el arte.
¿Qué otras referencias ven en Argentina?
Se toca cumbia hace sesenta años. Tenemos mucha onda con un señor que se llama Coco Barcala, que es el fundador de la Charanga del Caribe. Fue productor y músico de Ricky Maravilla y de Gilda. Tiene 90 años, vive de noche y nos viene a hacer el aguante. También están los Wawanco. Hay más: Sombras, Amar azul. Y Los Palmeras, que son la Biblia de la Cumbia, aunque tengan algunas letras polémicas.
¿Por qué la popularidad de la cumbia?
Es un folklore colombiano muy especial. Vos no vas viajando por el mundo y escuchás en cada país versiones de chacarera. Cada país toma la cumbia y hace su versión. Está hasta en Europa y en Japón. El viaje que te comés tiene que ver con la esencia: música de esclavos que después de todo el día del laburo encontraban en bailar una manera de exorcizar toda la mierda.
Pero también hay en la cumbia todo un lugar de cosificación de la mujer.
Discutimos mucho porque nos invitaron a tocar a Pasión de Sábado y no fuimos. No fuimos por muchas cosas: atrás de ese programa está ese mercado del que venimos hablando. Porque la propuesta ahí es ir a hacer playback y es algo que no hacemos. Y también porque la cosificación es terrible: están mostrando culos todo el sábado. No nos sentimos representados en ese espacio.

El cumbión: La Delio Valdez

La Delio en escena.
Foto: Nacho Yuchark

Hasta las manos

Cuando en 2001 Damas Gratis editó su disco en vivo Hasta las manos, la cumbia villera trepó tan alto que hasta en los boliches más tilingos de Punta del Este tuvieron que incluirla en sus playlists. Pablo Lescano rompió el cerco con Laura, una guía de cómo denigrar a una bailarina. En la misma década, montones de rockeros exitosos aprovecharon el auge de su actividad para acosar y abusar groupies. ¿Por qué los dos géneros más populares en las últimas dos décadas están plagados de machismos? La Delio Valdez cumple diez años como banda y, aunque recién ahora acaricie el mainstream, haber sido público y ser parte de ésta época les permite discutir sus comportamientos colectivos.
De nuevo: ¿Por qué la cumbia está plagada de machismo?
No lo tiene sólo la cumbia, ni siquiera en cuanto a letras. Pero siempre tuvo un peso: vos mirás las tapas de los vinilos colombianos de los 50 o los 60 y son minas en bikini o en bolas. Hay países de América Latina donde incluso es más salvaje que en Argentina. Por decirte, el Caribe.
¿Lo discuten internamente?
Nos está atravesando. Se van dando charlas y vamos discutiendo. Llegamos a acuerdos que cambian constantemente, porque es un tiempo de mucha transformación y mucho movimiento. Con las letras hay que tener cuidado.
¿Las letras?
Con las nuestras no. Porque las trabajamos pensando en eso. Hasta en una canción sobre despecho hay ideología política. Cuidado hay que tener con las que versionamos. Cuando hacemos nuestra fiesta, trabajamos con un DJ. Y una noche salió que una letra no estaba para nada buena. Hay que poner el ojo y que no se nos cierre. Pero tampoco es sólo eso.
¿Qué más?
Otra cosa que charlamos es la relación entre músico y fan. Eso sí tiene mucho que ver con el rock. Tratar de desarticular esa situación. No significa no tener vínculo con quien te viene a ver porque, claro, es muy lindo que te digan cosas. Pero hay que vincularnos desde otro lugar. No aprovechando la emoción del rol para hacer cosas que salen de lo que nos parece.
Agustina, vos como mujer arriba del escenario, ¿sentís una mirada diferente?
No le doy mucha bola. Siempre tuve la suerte de tocar donde quise y eso te da una comodidad extra. Puedo elegir qué ponerme sin que otros me digan esto sí o esto no. Después lo externo de lo que piensen o lo que hablen va más allá.
Algunas bandas o algunos lugares para tocar han determinado un protocolo cuando aparece una denuncia por abuso contra alguna mujer. ¿Ustedes lo tienen?
Lo hemos discutido porque vemos lo que está pasando en el ambiente de la música. Lo que no hay que hacer es negar que haya pasado algo. El protocolo va a ser correr a esa persona. Por lo menos, en principio y temporalmente hasta que se aclare el panorama y la denuncia.

La década tocada

Hace unos días, Santiago le escribió a una amiga que vive en las sierras cordobesas y a la que no ve hace unos años. Ella le respondió confesándole que no podía creer que todavía siguiera en La Delio. El mismo Santiago se sorprendió: en 2019 cumplirán diez años y casi ningún integrante ha tenido una relación de pareja así de larga. Gran parte de esta supervivencia colectiva, explican, se lo deben a haber sido, desde siempre, una cooperativa: de corazón, de funcionamiento y en los papeles.
¿Por qué son una cooperativa?
Somos una cooperativa hace mucho. La elegimos como una forma de laburar porque se acomodaba a nuestros intereses: nos gusta producir nuestras fechas, tratar de controlar las variables de donde tocamos, el precio de la entrada, el valor de la bebida, las condiciones de seguridad, la gente que entra, la música que se pasa. Lo de la bailanta nos hizo dar cuenta de qué queríamos. Somos independientes y lo que más disfrutamos es eso. Eventualmente, podemos tocar en una movida municipal o en una fiesta en que nos contratan, pero nuestra raíz es producir nuestra fiesta.
¿Cómo funcionan?
Hay una asamblea general que se da cada dos meses. Este año llegamos a hacer las de mesa chica una vez por semana. Hay una obligatoria y otra más abierta para que vaya el que quiera participar. Hay chicos que se juntan toda la semana para sostener la logística del proyecto. Militamos mucho la banda. Nos preocupamos por abrir nuevas plazas para tocar. Viajamos para llegar a más lugares.
¿Qué saldo les va dejando el funcionamiento cooperativo hasta ahora?
Laburamos cada vez mejor. Cuando las cosas funcionan tienen una legitimidad distinta, más fuerte. Cuando se discute, se llega a algo consensuado. Hay algo de empatía en lo cooperativo. Tenemos una forma de trabajar que deriva en esta estructura y es muy lindo poder hacerlo así.
¿Son una cooperativa en los papeles?
Estamos terminando esos trámites. El proceso fue muy flashero. Fuimos al INAES, encontramos cooperativas de todo tipo. Fue como confirmar una forma de laburo que ya traíamos. Se la recomendamos a quien sea.
Haciendo un promedio de la economía de sus quince integrantes, ¿qué porcentaje de sus ingresos vienen de La Delio?
El 50% diría. Alguno vive de la banda, otros no. Pero no depende sólo de la guita que te entre, si no de la forma en que quieras vivir: cada uno tiene una vida diferente.
Probablemente, la mayor parte del público los escucha vía Spotify. ¿Da buenos ingresos esa plataforma?
No es un gran monto. En ese sistema, ganás algo suculento si sos Shakira y pasás una cantidad bestial de reproducciones. Está el disco físico por amor al arte, pero vivimos en una época milenial y tenemos que estar en esas aplicaciones. La plata la hacemos tocando en vivo y, por suerte, estamos explotados de agenda.

Memoria y futuro

n 2018, la Delio Valdez lanzó su tercer álbum, Sonido subtropical, el primero con todos temas propios. En 2012, sacaron el primero –que lleva el nombre de la banda- y en 2014, La rueda del cumbión.
Ivonne Guzmán y Black Rodríguez Méndez son sus dos cantantes. Pero, en el último CD, se dieron el gusto de sumar una invitada especial para la canción Santa Leona: Taty Almeida, madre de Plaza de Mayo, que narra unos versos sobre una “guerrera de los humildes”.
Cumbia y Madres no parece una combinación frecuente.
Fuimos a tocar un par de veces a varias movidas de Abuelas y de Madres y ahí quedó el vínculo. Estuvimos con ellas en algunos aniversarios anteriores con presentaciones en el Centro Cultural Conti. Taty justo nos convocó también al homenaje en la iglesia Santa Cruz por las monjas y Madres desaparecidas. Esa identidad siempre estuvo en la Delio. Creemos que como músicos tenemos que estar inmersos en la realidad cotidiana.
Contradice un poco al cantante de La Beriso que pidió no mezclar a la música con la política.
Eso de no tener una ideología política es una falacia.
¿Por qué surgió ahora la idea de hacer un disco sin versiones y con letras propias?
En el primer disco, había dos temas propios, pero instrumentales. Ahora nos propusimos hacer un disco entero nuestro. En cuanto a letras, generalmente, hay una primera propuesta que viene medio madurada. No se arma en un ensayo. No es una simple melodía que se termina de ensamblar ahí. Hay que trabajarla. Somos quince. Zapar está buenísimo, pero si querés vivir de las canciones hay que organizarse.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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