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El Futuro de la Secundaria: qué está en juego con la reforma educativa

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30 escuelas de la Ciudad de Buenos Aires se encuentran tomadas por sus estudiantes, con apoyo de padres, madres y docentes. Exigen al Ministerio de Educación porteño, a cargo de Soledad Acuña, que no se aplique la reforma conocida como “Secundaria del futuro”: porque que nunca se les consultó, y porque no están de acuerdo. Y suman reclamos históricos. La discusión de fondo implica un cambio profundo en la matriz de la educación pública argentina: «Frenarlo depende de nosotros». Mañana, una reunión clave.
Por Sebastián Andrade para lavaca.org
Las escuelas tomadas en la Ciudad de Buenos Aires son la punta del iceberg de una reforma educativa planteada por el gobierno que avanzaba silenciosa, hasta que las y los jóvenes se pusieron en estado de alerta. Desde entonces, reclamaron reuniones con las autoridades para tener más información, pero ésta sólo fue dada de manera parcial e incompleta. Se sumaron dudas, se rechazaron las iniciativas más polémicas y se sumaron los colegios: al día de hoy, 30 están tomados en la Ciudad de Buenos Aires.
Los jóvenes también piden la aplicación de la ley de Educación Sexual Integral en todas las escuelas y que se escriba un protocolo para casos de violencia de género y discriminación; reformas edilicias integrales, viandas y comedores para los colegios; que se derogue el protocolo de intervención para los colegios tomados ante la repetida presencia de policías en las escuelas; y la aparición con vida de Santiago Maldonado, consigna eje de la marcha que realizaron el pasado viernes.

Santiago y los lápices


La reforma que dio origen al conflicto fue presentada informalmente por el Gobierno a través de un Power Point y notas en los diarios. Nada tan nuevo: es la “profundización de la Nueva Escuela Secundaria”, que ya es aplicada en los primeros tres años de cursada y que dejó a la vista sus problemas.
Los ejes: con el nuevo plan, el 70 por ciento de la carga horaria de quinto año pasaría a ser de prácticas profesionales en empresas u ONGs. Además, las materias serán incluidas en áreas como historia, cívica, geografía, que podrían ser tomadas por un solo profesor.
Es decir: más trabajo gratuito para los estudiantes, menos trabajo pago para los docentes.

Cómo y por qué se toma un colegio

Al día de hoy hay 30 colegios están tomados. Los alumnos cuentan que, en todos los casos, la decisión de tomar es el último escalón de una larga serie de imposiciones, ninguneos y violencias que deben soportar estos jóvenes hoy. Dentro y fuera del colegio.
Primer acto: asamblea del Centro de Estudiantes del Yrurtia. Todos las y los jóvenes, sentados. Alguien recuerda: “Ya pedimos formalmente una reunión con la ministra o con alguien que sepa responder, movilizamos y no nos atienden”.
Expone qué es la “Secundaria del Futuro”.
Luego, se vota: la mayoría levanta la mano. Se toma.
Una comisión hace un cartel para visibilizar la decisión al barrio y al Ministerio de Educación porteño. Otra: prensa. Otra: seguridad. Otras: limpieza, comida, actividades.
Entre los carteles, uno menciona: protocolo contra la violencia de género.
“En el Yrurtia hay un estudiante denunciado por violación. La chica que lo denunció comparte 8 horas por día con él. ‘El instituto no está preparado para llevar esta situación porque no hay un protocolo que lo ampare y lo oriente No quiero compartir espacio con él, y aunque la firma venga desde arriba, desde abajo lo podemos cambiar”.
Segundo acto: Normal 1, lunes 4 de septiembre. Federico, arito en la nariz y la oreja, presidente, propone tomar el colegio ante la falta de respuesta de las autoridades. La asamblea aprueba. Se forman las comisiones. Federico tiene ojos cansados, pero sonríe cuando habla: “Hay muchas cosas en juego y muchas responsabilidades. Estamos cuidando un patrimonio histórico”. Con voz grave: “Milito desde los 14 años. Siempre en el centro de estudiantes, para cambiar al menos una parte de mi realidad. Vengo de una familia pobre que no pudo estudiar. Si no puedo cambiar eso, por lo menos quiero cambiar la situación de mi segunda casa”.
Tercer acto: Instituto Fader, viernes 8. Dice Maite con convicción: “Lo único que salió en los medios es lo que después repite la gente: ‘temor por fiestas en colegios tomados durante el fin de semana largo’. A nosotros nos preocupa qué vamos a comer, cómo vamos a limpiar, pero nos organizamos. También estamos acompañados por nuestros padres, que es super importante, pero queremos que nos dejen ser protagonistas de esto. Si no nos movemos, nos pasan por arriba”.

Las amenazas

Tres centros de estudiantes distintos relatan las situaciones de amedrentamiento y vigilancia que sufren como una suerte de represalia por reclamar contra la reforma educativa.
Primer acto: Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia, Mataderos, CABA. Madrugada. Está tomada por los estudiantes, con apoyo de padres, madres y docentes. Tocan la puerta. Atiende un estudiante. No hay nadie del lado de afuera, pero hay algo: una caja. La abre: un caracol roto, un preservativo y una carta. “Los ataques van a seguir a menos que…”. Firma RCREW.
Otra noche suenan las alarmas. Los estudiantes y el casero revisan el establecimiento. Todo está bien. Salen. La caja de electricidad está destrozada. Dos chicas salen acompañadas porque la sirena les generó ataques de pánico. Una camioneta del Ceamse las sigue hasta la esquina.
Segundo acto: Normal 1. Recoleta. Escuela tomada. La escena es diferente al Yrurtia, pero similar. Suena el teléfono: amenaza de bomba. Se repite durante la semana, sistemáticamente. No es una situación nueva, pero con la ocupación se volvió regular. Se vacía la escuela,  entra la policía, revista todo. Todo, menos el aula donde los estudiantes guardan sus cosas: se lo habían impuesto.
Tercer acto: Escuela Técnica 6, Distrito Escolar 12. Fernando Fader. Pasaje La Porteña. Noche. Una camioneta blanca parada en la puerta apunta hacia los estudiantes del interior con un láser. Sigue a los y las jóvenes que salen. Se repite la escena en loop.
Maite, delegada de quinto año, orientación publicidad, mira a los ojos: “Nos dan mucho cagazo, pero tomamos las medidas de seguridad necesarias”.

Futuro por pasado

Un ventilador hace fuerza por arrancar. Cruje sobre el pizarrón en un aula del Mariano Acosta. En el Yrurtia, son las paredes las que crujen. En el Fader, las computadoras. En la Escuela de Danza Mastrazzi, lo ruidoso son las ratas.
Maia no entiende de qué futuro le hablan: “La reforma propone impresoras 3D en todas las aulas, wifi en todas las aulas… Nos encanta, es nuestro sueño, pero… ¡Se nos caen los techos, ministra!”
Maite: “En el Fader hay ocho computadoras. Tres tienen virus, dos no funcionan… Hay nueve cursos que las necesitan: tres terceros, tres cuartos, tres quintos tienen clases diseño. En el mío somos 15 estudiantes. ¿Cómo hacemos? Encima, el programa Conectar Igualdad ya cerró, asique los chicos de primer año no recibieron las netbook. Quien no tiene una computadora en su casa, ¿cómo hace?”.
Normal 2 Mariano Acosta. Un curso vaga por la escuela de Once buscando un aula. La escena se repite 16 veces con diferentes estudiantes. Cada año que pase, faltarán más aulas. Agustín, presidente: “Pedimos un anexo, encontramos un edificio donde podríamos hacerlo, pero el Ministerio perdió el documento en el cambio de gestión”. Mira al pasado y ve un futuro que no quiere: “Yo ya viví el conflicto por la Nueva Escuela Secundaria y veo reflejos de ese 2015 y también del 2013. Lo veo también con el protocolo para la denuncia de las tomas. No puedo dejar pasar de largo esa experiencia”.

Versiones para todos y cada uno

En las primeras noticias que publicaron Clarín y La Nación, el paquete parecía cerrado. Pero no. Horacio Rodríguez Larreta dijo que no había ni un papel firmado. La ministra, lo contrario. Los trípticos que reparte el Gobierno parecen espejitos de colores.
Maite saca un volante de la mochila: “¿Qué dice? No dice nada. Entre las preguntas más frecuentes del volante no incluyen ninguna de las que le planteamos al Ministerio los estudiantes”.
Federico: “Encima no podemos confiar en lo que dicen los trípticos porque cuando lo hablamos con la secretaria de Coordinación Pedagógica, Andrea Bruzos, nos dice una cosa. A los rectores les dicen otra. A los supervisores, otra”
Maite: “El problema es que quieren profundizar algo que no está cerrado: En el Fader algunos van a tener que hacer la pasantía, pero no nos dan ninguna respuesta de dónde vamos a trabajar: Mientras, no quieren dialogar con nosotros”.
Maia: “Hubo jornadas en las que se suspendían las clases, nos bajaban un documento sobre la NES. Después teníamos que subir al Distrito nuestro debate, pero nunca fue escuchado. Andrea Bruzos no nos supo responder ni dónde van a ser las pasantías, ni qué íbamos a hacer, ni qué haría con la repitencia. Sin terminar de pensarla ya la quieren aplicar. Si no funciona, la van a seguir aplicando”.
Maite: “Nunca pisaron una escuela pública y quieren decidir sin escucharnos”.
Federico ejemplifica: “Bruzos no nos supo responder si el facilitador de quinto año tendría alguna acreditación en pedagogía. Bajan al docente de su rol”.
Uno de los apartados del tríptico llena los blancos: “No se elimina la repitencia. La evaluación continua debe servir para detectar qué contenidos y habilidades los estudiantes no alcanzaron y son necesarios para seguir aprendiendo. Se propician espacios de recuperación y acompañamiento a lo largo del ciclo lectivo”.
Maite: “No dice nada”.
Federico: “Creo que dice lo que pasa actualmente”
Maite: “No aclara si se hace paralelamente o no. ¿Si me llevo tres materias, sigo cursándolas junto con el año siguiente? No se entiende”.
Agustín: “Se lo preguntamos. Simplemente no lo saben”.

Meritocracia

Último acto: Ciudad de Buenos Aires. Ministerio de Educación. Más de 20 colegios tomados. Miércoles 13 de septiembre. Primera reunión de estudiantes con Soledad Acuña.
-¿Nombre?
-Federico.
-No pasan los colegios tomados.
El Normal 1 ya está tachado en la hoja que tiene un policía en la mano.
-¿Nombre?
-Ignacio, de la Escuela Técnica 37.
-Ya está el cupo lleno -tacha el nombre de la escuela de una hoja.
Federico: “Parece una pedagogía de premio y castigo”.
Maia: “La estrategia fue dividirnos. Les salió mal”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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