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El interminable tiempo del agua

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Quizás el video documental sea el género más idóneo para testimoniar la nueva realidad que se gestó a partir de diciembre de 2001. Sobre todo Inundaciones, un trabajo realizado por Santa Fe Documenta, un colectivo de cuatro grupos (Matecosido Producciones, Taller de video El Pibe, Canoa y Fundación Proteger) que -tal como demuestran Pablo Testoni y Mariana Rabiani en esta entrevista- dejaron de lado veleidades personales para relatar, de un modo tan despojado que conmociona, el documental que hoy se proyecta en Buenos Aires.

Primero fue el agua.

Gente que camina con agua hasta las rodillas, hasta la cintura, hasta los hombros… Agua hasta el cuello.

«De noche, la oscuridad, los relámpagos, la llovizna y los gritos, los gritos de la gente de un techo a otro… Uno no se olvida de eso», cuenta Ana -directora de la escuela Monseñor Zaspe- en el video Inundaciones, realizado por el colectivo Santa Fe Documenta.

El 29 y 30 de abril de 2003, el río Salado entró en la casa de un tercio de la población de la ciudad de Santa Fe. En 36 horas, 130 mil personas se vieron forzadas a abandonar quince barrios de clase media y baja del cordón oeste santafesino.

E inmediatamente, la pérdida

Las viviendas destruidas, las familias desencontradas, las personas ahogadas

«Yo necesito mi casa. Mañana cumplo 26 años de casado y mirá cómo lo voy a festejar. El 18 de mayo es mi cumpleaños y mirá cómo lo voy a festejar, loco. No estoy así porque me está enfocando una cámara, hermano. Hoy lloré todo el día cuando vi mi casa que no sirve más. Esto lo hice con sacrificio, 26 años laburé, hermano, para tener esto y mirá el desastre que quedó»

Y también fue la organización solidaria y sin cobertura del Estado de los centros de evacuados.

Bolsas de ropa que manos voluntarias clasifican, cajas que son bajadas de camiones, colchones en el piso, pertenencias sueltas, chicos que -en un inmenso gimnasio- dibujan o juegan a las escondidas y saltan a la soga

Después fue la resaca.

El sol que hace brillar la mugre, el barro, el olor a podrido, la basura y el humo que producen los desechos que combustionan solos.

Y la vuelta

Calles irreconocibles, cuadras desvastadas, puertas que se abren hacia donde ya no hay nada.

Lo más conmovedor del trabajo documental -que se proyectará hoy en Buenos Aires- es el esfuerzo mancomunado por devolverle a los damnificados lo más importante que perdieron: la identidad.

«Pensaba recuperar algunos de los referentes de mi yo. Encontré una poesía que me escribió una amiga de la adolescencia, mi almohada, el primer zapato de mi hijita, el primer collar de mi perra muerta… Cosas así, que a lo mejor me van a ayudar a reconstruir mi historia» (Susana, barrio Roma)

Quizás el video documental sea el género más idóneo para testimoniar la nueva realidad que se gestó a partir de diciembre de 2001. Sobre todo este trabajo, hecho por un colectivo de cuatro grupos

( Matecosido Producciones, Taller de video El Pibe, Canoa y Fundación Proteger) que -tal como demuestran Pablo Testoni y Mariana Rabiani en esta entrevista- dejaron de lado veleidades personales para relatar, de un modo tan despojado que conmociona, el interminable tiempo del agua

– ¿Cómo nació la idea de este proyecto compartido?

Pablo: Tiene que ver con las primeras horas de la catástrofe. Partamos de la base de que la gente ayudó a la gente, ése es el vínculo que nosotros vimos. Ya el primer día surgió una convocatoria que se organizó por rubros: los enfermeros, los terapistas ocupacionales, los médicos, los psicólogos, los profesores de gimnasia se autoconvocaban… La radio -sobre todo la Radio Universidad- tuvo un rol fundamental, fue eje y centro de esta convocatoria solidaria, frente a un Estado ausente en todo momento. Cuando, al segundo día, vimos que lo más urgente iba cubriéndose, pensamos que también los realizadores podíamos autoconvocarnos. Nos pareció fundamental que la catástrofe quedara en la memoria. Ese era nuestro objetivo: la memoria

– ¿Cuántos documentalistas respondieron a esa convocatoria?

Pablo: En la primera reunión llegamos a ser veinticinco, algunos que trabajaban para algún medio, otros que ya habían empezado a registrar imágenes de manera independiente. La intención del colectivo era que cada uno tuviera una mirada propia pero la presentáramos en un primer trabajo documental único. Y fue eso lo que hicimos con siete cámaras distintas en equipos con sonidista, periodista y todo lo necesario. Recién empezamos a pensar en la edición a los tres meses, porque antes pasaban muchas cosas todos los días: el tiempo del agua, lo llamamos nosotros. En el guión fue muy importante marcar los tiempos del escape, el agua, los centros de evacuados, los techos y la vuelta.

Mariana: La propia urgencia nos hacía preguntarnos cómo colaborar. Hasta que dijimos: «bueno, usemos nuestra herramienta». Pero seguíamos planteándonos si era legítimo o no salir a filmar, a preguntar, en esa situación. En el momento decidimos hacerlo y después, frente al documental terminado y con las primeras presentaciones en Santa Fe, empezamos a repensar todo aquello ni siquiera habíamos tenido tiempo de charlar entre nosotros. Fueron muchas las veces que pensamos: «¿qué hago con un micrófono, frente a esta persona que está viviendo semejante tragedia?»

– ¿Pudieron resolver esa disyuntiva?

Pablo: El primer criterio tenía que ver con la vida. Es decir: sabíamos que si había peligro de vida, uno tenía que bajar la cámara y ayudar. Después empezamos a notar que la propia gente tenía necesidad de hablar, de contar, y entonces entendimos que nosotros estábamos ahí dando esa mano, que tenía que ver con empezar a compartir el dolor. Elaborar lo ocurrido es un proceso muy lento, porque yo creo que una de las catástrofes mayores se ha dado en la cabeza de la gente. Hoy, de alguna manera, -mal, diría- se están reconstruyendo los lugares, las casas, una nueva cotidianidad… Pero lo que no se reconstruye es el impacto de la pérdida. Por eso no era importante solo la cámara sino también el micrófono: las imágenes, pero también los testimonios orales.

– ¿Cómo se sobrepusieron al dolor, para poder trabajar?

Pablo: Los que estuvimos ahí lloramos mucho luego de cada reportaje. Los primeros noventa días fueron de recibir mucho. De hecho, todos los que conformamos Santa Fe documenta tuvimos nuestro propio quiebre en algún momento, tuvimos que cortar, parar, charlar… Armar un grupo para sostenernos y decir «nos pasó tal cosa». Un día hice treinta cuadras caminando, por un barrio donde hubo tres metros de agua, era como caminar por una ciudad en guerra, una ciudad desvastada. Cuando llegué a mi casa no podía parar de llorar, no quería volver. Era un momento muy fuerte: el momento de la basura. La gente tiraba todo, adentro de las casas todo estaba totalmente destruido y las personas sacaba las cosas afuera con odio, con bronca…

Porque, además, era un castigo doble: no solo que las casas se inundaron sino que, se repetía mucho por esos días, todos los objetos estaban contaminados. Quizás si hubiera caminado solo una cuadra hubiera superado el impacto, pero treinta fueron demasiado. Sobre todo porque nosotros, como grupo Matecosido, nos dedicamos siempre al video popular, de modo que tenemos registrados esos mismos barrios, pero con vida: los centros comunitarios, las cooperativas, las clases de apoyo escolar. Hicimos un documental sobre la FM Popular del barrio Santa Rosa -la primera FM comunitaria de Santa Fe- que quedó bajo el agua. Habíamos registrado los conflictos y las fiestas de esas zonas que ahora atravesábamos en canoa.

«Era mi cumpleaños 52 y lo recibí en una lancha con la gente que me salvó la vida. Y después lo festejé en un centro de evacuados, en un gueto, yo le digo así porque se me asemeja a las películas de la Segunda Guerra Mundial, donde estaban los prisioneros de guerra» (Susana, barrio Roma)

Mariana: Para mí fue un gran impacto ver que la identidad de las personas también se había ahogado, había quedado bajo agua…La identidad y la intimidad de una familia -los colchones, los juguetes, la ropa- flotando o hecha basura. Cada vez que veo las imágenes del video, me vuelve el olor a la basura. Me quedó grabado esa fetidez y el sonido de los helicópteros rondando el cielo, por la noche, alumbrando con los reflectores, mientras el gobierno-ese Estado que te mira desde arriba- delega la participación en el Ejército, porque sostiene que ellos tienen la capacidad organizativa… Era una ciudad en guerra

Pablo: Se veía gente por todos lados preguntando por sus familiares, listas de personas desaparecidas… Realmente fue lo más parecido a una guerra

«Soy Elvira, la mamá de Mauricio Medrano, que está desaparecido. A cualquier pesona que sepa de él se comunique a…» (mensaje enviado por radio)

Mariana: Creo que otro gran quiebre fue para nosotros el reportaje con Vanesa, una chica de 23 años que perdió a su bebé porque sintió que se ahogaba y lo soltó pensando que podía salvarse de otra manera (ver nota relacionada).

Pablo: Durante unos días Vanesa pensó que sus tres hijos habían muerto, pero a los dos mayores los recuperó del agua un voluntario y de este tipo de historias de solidaridad también hay muchas. Hay que imaginarse que al trauma de la inundación, Vanesa le sumó el trauma de la tragedia personal. Del centro de evacuados se fue a vivir muy lejos, a una casa que le prestaron; a nosotros nos dijeron a dónde se había ido y la buscamos un día entero. Mientras íbamos, pensábamos que ella estaba en todo su derecho a decirnos «váyanse» y si nos lo decía nos íbamos. Sin embargo, pudimos quedarnos, sentarnos, charlar… Sentimos que no solamente estaba contando, estaba elaborando lo que vivió, se estaba descargando, nos estaba comprometiendo para que no la abandonáramos…

– ¿Cómo se vieron a sí mismos los inundados, en el video?

Pablo: La primera vez que presentamos un compacto de imágenes -que todavía no era este video- fue a los tres meses de la inundación, cuando se instaló la Carpa de la Dignidad. Hasta entonces los damnificados nunca se había visto: habían perdido los televisores y, aislados en los centros de evacuados, no habían estado en contacto con las imágenes que estaba viendo el mundo entero… Para las propias víctimas fue un impacto muy grande. Creo que ahí empezamos intuir que nuestro trabajo tenía un sentido mucho más grande.

Mariana: Hay gente que pide una copia pero dice «no me animo a verlo ahora», o «no me animo a verla solo» pero quieren conservarla para sus hijos o sus nietos. Eso es muy fuerte. Pero, además, Por otro lado, nosotros tuvimos claro desde el principio que registrar estas imágenes era una forma de denuncia: la ausencia del gobierno fue muy visible. Esto no fue una catástrofe natural sino una catástrofe política.

«El trabajo lo estamos organizando a los ponchazos, como odemos, porque no estamos preparados para este tipo de situación. Lo que prima es la solirdaridad y las ganas que tenemos de ayudar.. La gente pregunta si hay algúnencargado, un secretario, porque presume que el gobierno mandó a alguien para ayudarlos pero solo estamos nosotros» (Mariano, maestro de la Escuela 1234, primer centro de evacuados)

Pablo: Convengamos que los centros de evacuados no funcionaron por el Estado sino por la voluntad de los organizadores de los centros y de la gente que iba a colaborar…

Mariana: Y por la escuela. Las escuelas tienen cierta estructura y cierta organización institucional que posibilitó que se improvisaran como centros.

Pablo: Con Matecosido hicimos un documental sobre los docentes, durante la inundación que se llama Presente. Es increíble la legitimidad que a pesar de todo conserva el maestro en esta sociedad. Basta que el maestro o el director dijera: «la escuela, se abre» y la escuela se abría o «está comida no es buena», y se empezaba todo de cero

Mariana: Fueron maestros los que dijeron: «la gente no se va del centro de evacuados hasta que no tenga un lugar digno a donde ir»

Pablo: Me acuerdo del caso de una escuela a la que la gente se dirigió el día de la inundación porque siempre había funcionado como centro de evacuados, pero esta vez la escuela estaba tres metros bajo agua. Lo único que quedaba a salvo era el techo y -qué cuestión simbólica- allí se refugiaron: 350 chicos y padres en el techo de una escuela. La ausencia del Estado fue tan notable que nosotros desde el principio decidimos que no iba a haber palabras de funcionarios, salvo las del intendente Marcelo Alvarez que fueron paradigmáticas.

«Todo el Barrio Centenario, la Villa del Centenario, Barrio Chalet, barrio San Lorenzo, Barrio El Arenal… no van a tener ningún tipo de inconvenientes…»

Pablo: Básicamente, no queríamos repetir lo que los medios estaban haciendo, esa especie de contrapunto entre la voz de la gente y la opinión de un político o de un funcionario. También decidimos que el video no iba a ser pasado en los medios, porque no estuvo pensado para eso. Nosotros creemos que es un material para ver en grupos, en familia… La visualización de un video te exige ponerlo, sentarte y quedarte, conversar; en cambio en la televisión vas haciendo zapping y la idea que te queda es que si lo viste en la tele, ya lo viste. Y nosotros no queremos que se asimile a lo que ya se vio. Al menos por ahora, no.

-¿Cómo fue la cobertura de los medios?

-La cobertura fue de alto impacto. Nosotros quisimos colocarnos en un lugar, menos histérico, del dolor… Hilarlo distinto: colocamos al maestro dentro de su contexto, y al lado del maestro la salud de los pibes. Un médico del barrio dice en el video «esto no empieza ahora» y es cierto. Los medios hablaban de la inundación; nosotros hablamos de la pobreza. El reportaje periodístico es al toque, rápido, cuestión de cosechar cuatro o cinco testimonios y mandarlos. En cambio la idea nuestra era sentarnos, y sentar al entrevistado y cuando la gente ve esa actitud, la conversación adquiere una profundidad distinta. No es la mirada de la coyuntura, la de los casos y las vetas que el periodismo puede sacar para seguir explotando una cuestión. Acá los temas son el dolor y la soledad.

Mariana: Y la desolación.

Pablo: Esa es una marca de por vida. Sentir que uno, como ciudadano, no está representado por nadie… Uno siempre tiene la idea de que, en el fondo, hay un Estado que protege, y las inundaciones en Santa Fe demostraron que no. Esa es la verdadera desolación.

Mariano: Entre los escombros, Humberto -del barrio Villa del Parque- encontró una Constitución Provincial que muestra a cámara y dice: «sin palabras»

«De acá en más se verá. Porque esto no termina acá. Y lo que sigue es más grave que lo que ya pasó. Esto recién empieza» (Fabiola, maestra de la Escuela 1130).

El video Inundaciones podrá verse en Buenos Aires el próximo 2 de diciembre, a las 19, en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543). Además, puede conseguirse a través de la página web www.santefedocumenta.com.ar

Cuesta 5 pesos para los particulares y 10 a las instituciones, recaudación a beneficio de los inundados.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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