CABA
La comunidad Qom llegó a la Capital: exigen la renuncia del gobernador de Formosa
Cercano a la frontera con el Paraguay, en la calurosa provincia de Formosa hay un paraje llamado La Primavera. En esos terrenos se calcula que habitan unas ochocientas familias. Todos ellos son aborígenes tobas, qom según su propia lengua. Son nómades, y su lugar de asentamiento lo deciden por conveniencia, según la estación. Es un terreno de más de 5000 hectáreas por el que circulan, montes en los que saben vivir desde tiempos anteriores a la llegada civilizatoria de la Europa blanca y el criollaje incipiente. Como comunidad, sabiamente viven en armonía con el bosque, los pájaros, el agua, y así lo relatan. Atinados, dicen que esa tierra que los rodea y acoge no les pertenece, porque ellos son los que pertenecen a la tierra. Estratégica y provisoriamente fabrican sus casas o ranchos con ingeniosas mezclas de adobe, palmas y paja en zonas que intuyen como propicias para recolectar o cazar. No son grandes comerciantes porque no generan ese consagrado énfasis llamado excedente, pero su comercio con la Tierra parecen resolverlo en un buen péndulo de necesidad, equilibrio y gasto. Como testigo de este mecanismo podemos invocar el tiempo de comunión entre ambos, que no estará guardado en anaqueles o versado por historiadores, pero que emana de la añosa amistad que se profesan casi sin saberlo.
Félix Díaz es miembro de la comunidad toba de La Primavera y llegó a Buenos Aires como emisario de la tristeza de su pueblo y por haber sido elegido en votación abierta como natagalá (cacique o cabecilla) por el 95% de los votantes de su comunidad. Narrar los orígenes del problema sería recapitular gran parte de la historia latinoamericana, pero, a grandes trazos, a la comunidad la acosan desde los cuatro puntos cardinales: esos sombríos vectores confluyeron en un doble homicidio el último 23 de noviembre. La Primavera está en la mira de la empresa Nidera (productores de soja y algodón transgénico) para adosarla a su emporio. El segundo postor para las tierras es la familia Celía, de larga tradición en estos escamoteos. Los acosos a los qom por parte de los latifundistas vienen de la época en que el ilustre Basilio Celía -miembro de la Sociedad Rural- fue elegido intendente de facto de la zona de Laguna Blanca entre 1981 y 1982. Ahora, los Celía continúan con el hostigamiento a La Primavera. Hace dos años, en complicidad con la policía local llevaron preso a su líder Félix. A cambio de la libertad, lo invitaron a firmar un papel en el que reconocía la posesión de los terrenos al clan Celía. La Universidad de Formosa no se queda atrás: comenzó la construcción del edificio de su pretendido Instituto Universitario Agropecuario, contratando topadoras para que accionen el terreno que corresponde a La Primavera – supuestamente fue Celía quien donó estos terrenos a la Universidad-. También los qom se quejan de los miembros del Parque Nacional del Río Pilcomayo, de quienes dicen no recibir trato de «buenos amigos». El gobernador, el personaje llamado Gildo Insfrán, que vive tan solo a 2km de la comunidad, fue quien cedió al parque tierras que están bajo la órbita de la gente de La Primavera.
La convocatoria fue a las 15hs, en el lujoso hotel Savoy, a pocas cuadras del Congreso. La sala que en primer lugar se dispuso para la conferencia quedó escasa: era más chica que un aula de colegio. Una ilustración: en menos de un minuto se me vinieron encima los cuerpos del gigante Luis D’Elía y de la periodista Sandra Russo. Media hora antes del comienzo, la densidad de población en el recinto ya era mayor a la soportable, y el aire acondicionado perdía la gaseosa batalla con los vapores personales. La gente insultaba por lo bajo. Los organizadores, piadosos -que al parecer no habían supuesto que este asunto podría ser de gran convocatoria-, propusieron la movilización a una sala más espaciosa.
La llegada de Félix Díaz fue el primer momento de conmoción en la tarde: saludando a sus compañeros, emocionado, se abrió paso entre la pescadería humana y llegó finalmente a la mesa que lo esperaba para que cante lo que tenía que decir. Sonaban cuernos, maracas, gritos, se agitaban banderas. Los fotógrafos hacían su trabajo y la gente los increpaba. Una señora indígena, gravemente indignada, gritaba: “¡Ahora les interesa!” y otra: “¡Tiene que haber muertes para que vengan!” y una que se sumaba al alboroto: “¡Saquen fotos en los pueblos, basuras!”. Mis ojos no pudieron reconocerlo, pero por la voz, creo que fue el atrevido periodista de TN quien gritó a voz pelada: “¡Siempre nos interesa!”. Y algunos lo miraron como para comérselo ahí nomás, como dicta la receta oriental: bien crudo. Hubo una breve ebullición, vía parlantes rogaron repetidas veces por algo de calma y los ánimos descendieron unos grados. En la mesa estaban el periodista Horacio Verbitsky, en su calidad de presidente del Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS), el actor Claudio Morgado, director del Inadi, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. El asunto estaba tenso, pero llegó la voz de Díaz y todos parecieron caer desarmados. Su gola, que estaba cortada, angustiosa, muy cansada, puso las cosas en orden: comenzó la conferencia con unos comentarios en su idioma. Después, arrancó: “Me asusta estar en medio de estos impresionantes comunicadores, porque mi mundo es otro, relacionado con la Tierra, el bosque, los pájaros.” Esas palabras, dichas en una sala de conferencias pensada para que hombres trajeados se ocupen de sus golosinas, no tuvieron un buen asiento en la atmósfera. Con todo, el efecto era casi mágico, si uno cerraba los ojos. Félix recordaba La Primavera con poderosa nostalgia y hacía solo unas pocas horas que la había abandonado. “Contrataban civiles para robarnos las pocas cosas que teníamos. Ni siquiera el Defensor del Pueblo se interesó.”
Comenzaron los encuentros cuando tres criollos –sí, la familia Celía- aparecieron denunciando que los tobas habían cortado el alambre de púas de un “terreno privado”. Por ese gran delito se hicieron presentes 18 efectivos de la policía, que presenciaron, sin mucho asombro, como dos de los Celía –el tercero era el abogado de la familia, profesional de alta gama con gran reputación- montados a caballo, apuntaban a Félix con un revólver. Ensayaron unos tiros. Y Félix: “Yo para defenderme saqué una hondita que usaba para cazar cuando era chico.” Salió ileso.
Recapitulando, los qom, luego de agotar por varios años las instancias legales –en las que tuvieron que instruirse porque no conseguían abogados que enfrenten al poder provincial- para impedir el despojo de su tierra, sin obtener respuestas, ninguneados, hartos de esquivos, el día 27 de julio optaron por cortar la ruta 86, que linda con su paraje. “Salimos a la ruta sin ningún plan, sin ninguna estrategia. Estábamos seguros de que el gobierno no permitiría criminalizar la manifestación” dijo hoy Félix Díaz. En su buena fe se equivocaba: las autoridades de Formosa, agobiadas por asuntos de importancia para la prosperidad de su territorio demoraron cuatro meses en atender los reclamos de la Comunidad Primavera, pero finalmente – con todo el lujo que se le podría exigir a una administración provincial- enviaron a la ruta quinientos embajadores engalanados de azul marino, con estrellas doradas sobre el pecho y para no escatimar ni un poco tan notable ceremonia se empeñaron en adornar su comitiva con un lindísimo desfile de caballos falopeados, en anticiparse a los festejos de fin de año con bombas de gases lacrimógenos y en clausurar el evento con un campeonato de una disciplina histórica, meritoria del orgullo nacional: tiro al negro. Esos embajadores eran en realidad del grupo «antimotines» de las fuerzas del orden de la provincia. El motín era una intriga planeada por un sedicioso grupo de hombres, mujeres, niños y ancianos que se manifestaban pacíficamente para conservar aquello que les dio la vida. Así comenzó todo según el recuerdo de Díaz: “El comisario a cargo del operativo me encaró y me dijo: ‘si querés seguir con vida, salí de la ruta’. Le pregunté si tenía la orden judicial para el desalojo y me respondió: ‘Vengo a cumplir órdenes y vos no me vas a detener, indio de mierda’. Ahí entonces desenfundó el arma, empezó a cargarla y gritó: ‘¡A este indio hay que matarlo!’.
Presionado por sus compañeros que aseguraban en medio de los balazos “la lucha tiene que continuar”, Félix huyó mientras oía que a sus espaldas los policías gritaban “¡A ese mátenlo!” Ahora, en un salón sobrecargado en la capital del país, recuerda: “El 23, a la hora 19, era un día lluvioso, resbaladizo. Nadie sabía de los otros.” Su derrotero lo llevó a caer desmayado en el monte. Una hora estuvo tirado, inconciente, hasta que lo encontraron los jóvenes.
Con los tobas dispersos y atemorizados, el grupo policial, ávido de mostrar sus dominios místicos practicó con las posesiones de los qom un rito particular por medio del cual ofrendó sus casas, sus documentos de identidad, y sus bicicletas –entre otros homenajes- al dios fuego. Por eso, cuando en el atardecer del 23 de noviembre Félix Díaz se despertó, las primeras imágenes que capturaron sus ojos fueron negras cortinas de humo: el signo le bastó para saber. Después, eran sus oídos los que no querían creer cuando le dijeron, recién salido Félix del desmayo: “A tu esposa la metieron presa”.
Entre los otros presos había nenes, mujeres embarazadas, y el trato que les daban era mantenerlos con grilletes y tirarles con agua caliente para que no se durmieran. El resultado de la emboscada fueron dos personas asesinadas: Roberto López, de 53 años de edad. El otro, un agente de policía, Heber Falcón, quien presuntamente falleció por una bala perdida de sus propios compañeros. Samuel Garcete, de la comunidad, está internado desde ese mismo día en un hospital de Formosa, en estado de coma farmacológico. El viernes pasado llamaron a Félix a declarar por la muerte del policía. Por estas horas, en Formosa, el juez Gabriel Garzón busca en los qom a las responsables de los hechos.
En esta historia hay dos repeticiones documentadas. La primera -noticia no muy sorprendente- es que la comunidad qom ya sufrió asesinatos causados por balas de la policía de Formosa y por eso se habla de un plan sistemático, siempre premeditado. Los asesinatos, recordados como la Masacre de Napalpí de 1924, son relatados por Darío Aranda en su reciente libro Argentina Originaria:
«Fue el 19 de Julio de 1924 a las 9 de la mañana. La policía rodeó la Reducción Aborígen de Napalí, de las etnias Qom y Mocovi, y durante 45 minutos fatigaron los fusiles. No perdonaron a los ancianos, a las mujeres ni a los niños. A todos los mataron. Para exhibirlos como trofeos de guerra en Quitilipi, una localidad cercana, cortaron orejas, testículos y penes.
Los asesinados fueron más de 200 aborígenes que se negaban a seguir siendo explotados del modo más vil, que reclamaban un pago más justo por cosechar el algodón de los grandes terratenientes. Para justificar la matanza, la versión oficial esgrimió: `Sublevación indigena`. En aquel tiempo, mientras se masacraba a los obreros en la Patagonia, en el norte argentino solía hablarse de rebeliones aborígenes para justificar el asesinato de los pobladores originarios que se resisitían a ser devorados por un mercado de trabajo que exprimía sus vidas.
Mientras denunciaban los maltratos y la explotación de los terratenientes, los ingenios de Salta y Jujuy ofrecieron mejor paga. Hacia allá intentaron ir, pero el gobernador Centeno les prohibió abandonar el Chaco. Y en julio de 1924 los pobladores originarios toba y mocoví de la Reducción Aborígen de Napalpí, a 120 kilómetros de Resistencia, se declararon en huelga.
La única opción para el indígena era seguir cosechando el algodón ajeno a cambio de un pago mísero. Y se resistió.
El 18 de julio, con la excusa de un supuesto malón indígena, Centeno dio la orden. El 19 de Julio por la mañana 130 policías y algunos civiles partieron desde la localidad de Quitilipi hacia Napalpí. Después de 45 minutos de descargar los Winchester y los Máuser contra todo lo que se movía, el silencio se hizo audible. Entre la humareda de los fusiles buscaron a los sobrevivientes para rematarlos a machetazos.» (págs 46, 47, libro citado. Publicado por lavaca editora)
La segunda repetición es el viaje. En 1939 el Cacique de la comunidad llamado Trifón Sanabria decidió viajar a Buenos Aires. Sin mucho dinero, la comunidad le otorgó todo lo recolectado («mariscar» es la palabra que utilizan para esa actividad) para que Trifón lo venda en Formosa capital y consiga el dinero necesario para la epopeya. Viajó en barco, junto con dos o tres compañeros. Ya en Buenos Aires -historia misteriosa- consiguió una entrevista con el presidente. Un año después un decreto nacional los hacía poseedores a los qom de las hectáreas que hasta ahora ocupan y que hoy están en peligro.
Esto dijo el cacique toba, promediando su racconto: “No quiero ser tomado como un héroe o como una persona importante. Quiero que mi gente viva con dignidad. Ojalá que puedan entender mi mensaje.”
Luego del relato de Félix, tomó la palabra Julio Montero, de Amnistía Internacional. Por último, cerró la charla Pérez Esquivel, quien –en un efusivo y festejado discurso- llamó a no quedarse solo en la queja, a pedir la renuncia del gobernador, la destitución del comisario y los policías que participaron en el operativo, y a procesarlos por crímenes de lesa humanidad.
Desde agosto del 2009 los tobas de La Primavera manejan su propio portal: comunidadlaprimavera.blogspot.com
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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