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Las Agallas de Agulla

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Publicada por la revista Gatopardo en su edición especial de diciembre del 2001.

En el porteño barrio de Belgrano, allí donde emigraron las empresas modernas en busca de glamorosa paz, la agencia de publicidad Agulla & Bascetti ha construido su edificio como un smoking a medida. En el portal, dos custodios de uniforme marrón charlan distraídamente en las escalinatas. Un pie en el primer escalón los pone en guardia. Uno se aferra al picaporte. El otro pregunta:

-¿Qué desea?

El abracadabra funciona sin necesidad de que los agentes realicen ninguna consulta. Escuchan el porqué, los datos personales del intruso y la puerta se abre con una sonrisa.

Lo que sigue es imponente.

Un pasillo eterno, paredes inmaculadas, escaleras de madera, techos de vidrios, detalles de aluminio, pisos transparentes, pequeñas butacas peludas y pálidas. Todo es nada comparado con la escenográfica luz, capaz de convertir una oficina en un templo.

Luz natural que irradia la cúpula vidriada.

Luz artificial que emana un enjambre de tubos recubiertos con láminas de acetato hasta formar una pared fantasmagórica de diez metros de largo, delante de la cual sonríe una recepcionista vestida de rojo.

A unos pasos, para la espera, han colocado un misal. El libro del fotógrafo Helmunt Newton reposa sobre la mesa que diseñó especialmente Phillip Stark para exhibir esas estampas gigantes que retratan glorias y miserias espectaculares y ajenas, en blanco y negro.

Ahí está Imán sobre unos tacos, mostrando su pubis.

Ahí está Rainiero rodeado de amigos o guardaespaldas.

Ahí está Catherine Denueve, apuntando directo a la lente con un arma.

Ahí está Carolina, la secretaria de Ramiro Agulla, explicando que debo esperar porque en los tres pisos del templo no hay una sola oficina disponible para realizar la charla.

Espero.

Mientras, la secretaria -de pie- intenta distraerme con anécdotas de lo más variadas. Sus vacaciones en Bahía, su viaje al Festival de Cannes donde la agencia ganó el máximo trofeo, su complicada rutina que la llevó a perderse, al comienzo del invierno, el momento en que la agencia decidió vacunar a todos sus empleados. Contra la gripe y para que no falten.

Espero.

Ahora es Luis Fernández el que -también de pie- habla. Es el tercer hombre de Agulla & Bascetti, su gerente administrativo, financiero y contable. Cuenta que estuvo en Miami firmando un nuevo acuerdo con la internacional y poderosa Lowe, que acaba de extender su participación en la agencia argentina. Tenía el 20 por ciento. Firmó por el doble. Y ahora Lowe pide explicaciones porque no le advirtieron que acababa de abandonarlos un cliente: Quilmes, la empresa cervecera que consume un presupuesto de 60 millones de dólares anuales en servicios publicitarios.

Espero.

Desde hace dos meses estoy esperando por esta entrevista que ya tuvo cuatro citas frustradas. Primero, porque Ramiro Agulla estaba furioso. Una revista de chismes locales había publicado una foto de su mujer al lado de Antonito De la Rúa, el hijo del presidente argentino y novio de Shakira. La noticia hablaba de una escapada a la ciudad uruguaya de Punta del Este y hasta los medios extranjeros se hicieron eco de la supuesta trapisonda. Dos semanas más y el problema surgió cuando Agulla decidió alejarse del equipo de comunicación del presidente De la Rúa, noticia que fue tapa de todos los diarios locales y que lo obligó a mantener a la prensa alejada para eludir explicaciones. El tercer intento fue frustrado por cuestiones de ánimo personal: Agulla se separó. El cuarto por cuestiones de salud. Agulla se engripó.

Espero.

Durante el transcurso del trámite me entretuve leyendo las toneladas de material publicado sobre su trabajo, su empresa, sus amigos, sus enemigos, sus pasiones, sus caprichos. Nunca, antes, un publicitario había acumulado un stock de papel impreso tal, capaz de palidecer la campaña de un político o una estrella. Agulla ganador de todos los premios nacionales e internacionales. Agulla hincha fanático de Boca Juniors. Agulla declarando su amor incondicional por su socio, Carlos Bascetti. Agulla dueño de la agencia que alcanzó el séptimo puesto en facturación, según el ranking local. Agulla artífice de la porción más original de la campaña presidencial del argentino Fernando De la Rúa. Agulla instando a los ministros del presidente a que sonrían antes de anunciar las próximas medidas de ajuste. Agulla denunciando la envidia que provoca entre sus colegas. Agulla – una vez más- subido al podio de los ganadores con Vicent Fox, en México, con Aníbal Ibarra en la intendencia porteña, con Telecom en Cannes. Agulla renunciando a su puesto de asesor presidencial por enfrentamientos con el vicepresidente Carlos Chacho Alvarez. Agulla poseedor de dos lujosos Jaguars. Hasta hay un libro que le dedica un capítulo bajo el pretexto de analizar su generación. Se llama La rebeldía pop y, como todo lo que se ha escrito sobre él, se limita a alabarlo.

Espero.

Ahora en una sala de paredes color humo con sillones remolacha, una chimenea inútil y una mesa ñata y ancha. El agente de prensa de Agulla se acomoda en un discreto wing y allí se quedará como una estatua.

Desde el pasillo llega primero su voz -canturreando- y luego él, macizo y alto, un ejemplar criollo, de estirpe aristocrática. Un gran campeón que hubiese merecido el mayor galardón de la Sociedad Rural, pero que triunfó en los 90 en los más importantes festivales de publicidad.

Habría que remontarse a los años ´60 para encontrar un antecedente del fenómeno Agulla. Por entonces, la llama de una industria argentina local y pujante prendió el fuego de la creatividad publicitaria. Refugio de pre-modernos que huían de la censura impuesta por el general Juan Carlos Onganía, los contempóraneos del Instituto Di Tella, el flower power y la píldora encontraron en las cómodas oficinas de las agencias publicitarias un rincón para ejercer de manera póetica la métrica de la sociedad de consumo. El zucumdum de Liliana Caldini, el shock de Susana Giménez y el fame guau de Chunchuna Villafañe son los hijos de esa generación del confort pop. Mujeres de pelo largo, pechos sueltos y pose provocadora que desafiaban la moral de las botas. Treinta años después, no es la revolución productiva sino las burbujas de la globalización la que ilumina el despacho de los responsables de vender gato por libre. Una llama que llama, un Jesucristo que bien podría repartir Prozac en lugar de hostias y una hincha de fútbol intoxicado de patria representan las ocurrencias de esta nueva generación. Los nietos de Onganía enorgullecerían al general con su tanda.

Espero.

Agulla se acomoda en el sillón y me pregunta quién soy, qué hice, qué quiero. Lleva una camisa celeste de delicado algodón, un pantalón azul, unos zapatos de raza y una espesa cadena de oro sobre el pecho agitado. Dice Agulla:

-Estuve forcejeando arriba con los muchachos. Me querían meter de prepo en una oficina.

Silencio.

-Eran cinco y no pudieron ni moverme.

Si la primera impresión es la que vale no es la demostración de fuerza bruta lo que sorprende de este hombre de 36 años, ojos hinchados, nariz roja y pelo azabache. Lo que verdaderamente sorprende es su voz, armónica, agradable, perfecta. Como un pastor entrenado, Agulla no habla: ejecuta una partitura. Una música agradable, un exquisito mix de silencios, agudos y graves. Poderosa, no por su volumen -que es exacto- sino porque apenas uno la oye sabe que va a ser muy difícil dejar de escucharla.

Dice Agulla con su voz de ángel:

-Me hicieron todo tipo de preguntas para encontrar una explicación de mi trabajo. Y en el fondo esa explicación es muy simple. Yo soy un creativo publicitario. Yo vendo tampones.

Ramiro Agulla es el cuarto hijo de Horacio Agulla, un político conservador fundador de la revista Confirmado, asesinado en tiempos de la dictadura militar. Agulla padre no era un militante de izquierda, sino un hombre que por entonces frecuentaba a los gobernantes militares. Algo que vio, algo que dijo o algo que escuchó significó su sentencia de muerte, ejecutada con cinco disparos. Ramiro tenía por entonces 14 años, era estudiante del exquisito colegio Champagnat, jugaba el fútbol, al tenis y al rugby y era flaco. Hoy figura en la lista de lo diez mejores creativos latinoamericanos y practica boxeo para transpirar los kilos que acumuló en la escalada. Y aunque todos en el mundo publicitario lo llaman «gordo», en su cabeza, dice, todavía hay un flaco.

-Los tampones son un gran invento y los grandes inventos se venden solos. Así que, además de tampones, ¿qué vende?

-Vendo comunicación. Si digo algo no es solo sobre una marca. Es un mensaje que transforma. Eso es lo que me gusta hacer. Y es a eso a lo que me dedico: a transformar.Transformar algo que está mal en algo que esté bien. Algo que está bien en algo que esté mejor. Transformar un estado de ánimo en otro, una manera de pensar en otra, transformar circunstancias.

-Nunca había pensado en la publicidad como una herramienta de transformación…

-Nadie lo había pensado. Muchos creativos sólo se dedican a la publicidad. Yo no. Me dedico a la comunicación. La publicidad es una partecita de la comunicación, pero es una parte. Esta agencia trascendió los límites publicitarios por tener ese concepto. Esa es la diferencia. Por eso, además de ser un fenómeno comercial, forma parte de un fenómeno cultural.

-Algunos definen el estilo de publicidad que ustedes hacen como un lenguaje criollo, absolutamente local, capaz de ser comprendido y premiado en el Festival de Cannes. ¿ Le conforma esa definición?

-Si se entiende en Cannes es una suerte, pero no nuestro objetivo. Nosotros trabajamos para este mercado. No hay nadie acá que diga las cosas como nosotros porque elegimos hablarle al tipo de al lado. Algunas marcas necesitan entrar en un proceso de globalización y ese proceso es interesante, pero eso no significa que deba trabajarse pensando en el mercado global. Y mucho menos en Cannes o en los premios. Eso corresponde al mundo de la vanidad.

– ¿Cuánto pesa la vanidad en su profesión?

-Mucho: más que el profesionalismo.

-¿Usted es vanidoso?

-Sí, pero también muy profesional.

-Usted formó una dupla junto a Carlos Bascetti, algo que el mercado no logra clasificar porque, normalmente, el trabajo de un creativo es solitario.

-No. El trabajo creativo es en equipo. Los créditos son solitarios.

-¿Intentaron separarlos?

-Mil veces. Pero la manera de conservar el equipo fue, simplemente, confiando en el otro. Así fue como conseguimos todo lo que quisimos. Lo bueno es que resistimos a la presión de ser sometidos a la prueba de ver quién era el bueno y quién era el tarado.

-¿Y cómo resistieron?

– Confiando en el otro. Siempre, y a pesar de todo, conviene confiar.

-¿Es un consejo?

-Sí. En la vida siempre hay momentos en que vas a necesitar confiar en alguien.

-Cuándo asesinaron a su padre ¿en quien confió?

– En él.

– Su padre parecía un hombre muy confiado: hablaba con Viola, cenaba con Suárez Mason, les decía lo que pensaba…

-Visto así y desde hoy, uno puede decir que eso no le convenía. ¿Sabés porqué uso la frase «no le convenía»? Porque ahora me la dicen a mí: «No te conviene meterte con la comunicación política.» Y bueno, si uno pudiera ser así… encantado. Pero mi viejo no era así. Era de decir las cosas tal como las pensaba… como yo. De todas formas creo que los mártires constituyen malos ejemplos.

-¿ Por qué?

– Porque mejor es vivir

-¿Es otro consejo?

– Es un consejo que me tengo que repetir a mí mismo. Sé que si a este negocio logramos reformularlo es porque teníamos convicciones fuertes. Sé que lo inventamos de nuevo, creyendo en esas convicciones y no en aquellas cosas que decían que nos «convenían». Sé, también, que muchas veces no reconozco los límites de esa pelea.

-Sin embargo, la creatividad publicitaria no está asociada a ideales o convicciones. Muchos creen que es un trabajo un tanto cínico.

-¿Cínico dijiste?

-Sí.

-Creo que es darle demasiada jerarquía pensar eso. La publicidad es lo más parecido a un vendedor marroquí.

-Bueno: el marroquí gana un poco menos que usted. La jerarquía, en todo caso, se la está dando el volumen del negocio que maneja un marroquí y un publicitario.

-Pero en el fondo estamos hablando de lo mismo: de un tipo cargoso que quiere venderte algo. A eso no podés llamarlo cinismo porque la intención es transparente. ¿Se entiende lo que quiero decir?

-Sí: que la operación publicitaria es obvia.

-En todo caso, ingenua. La publicidad es una operación comercial. Punto. Sin embargo, me siento responsable del trabajo que hago porque entiendo que, a través de esa transacción, podés ser un generador de conciencia. Mi trabajo es como el de cualquier otro, pero la ventana de mi oficina da a la casa de todos. Hago mi trabajo pensando en esa responsabilidad. Porque la publicidad tomada tal como es…

-… en su aspecto más prostituto…

-…es tan ingenua como un vendedor marroquí. Sin embargo, la publicidad no puede mentir. No hay pieza publicitaria que pueda engañarte más de una vez. Una buena campaña sobre un producto malo lo único que hace es que más gente, más rápido se entere… A ver: ¿de qué?

-De qué el producto es malo.

-¿Entendés?

-Entiendo que eso es verdad, excepto si ese producto es un Presidente.

-Es cierto: la política tiene esa complicación. El consumidor tiene opción: puede comprar Pepsi o Coca Cola. Pero en política no. Un presidente, aunque no lo hayas comprado, tenés que tragarlo. Pero en parte es cierto lo que vos decís: en publicidad muchas veces se ha intentado vender productos cínicamente. Nosotros no trabajamos así. Todo lo contrario. Cargamos su necesidad comercial o prostituta, como vos la llamás, de cosas que sí generen valor.

-¿Qué tipo de valor?

-Valor humano. Los productos y las marcas viven en el mismo lugar y en el mismo tiempo que las personas que pretenden que los consuman. La publicidad se tiene que enterar de eso, hacerse cargo de su época y los fenómenos culturales y sociales que ésta genera. Mi trabajo consiste en decirle a una marca qué mensaje es oportuno para que aparezca, en determinado contexto, opinando sobre estos fenómenos. Así, además de consumo, va a obtener adhesión.

– En dos oportunidades recurrió a Dios para vender autos y zapatillas. En otra usó a Jesucristo como protagonista. Todos estos mensajes generaron polémicas. Unos lo acusaron de dar golpes bajos; otros interpretaron que es mejor vender mostrando atributos divinos que modelos desnudas. ¿Cuál es su versión?

-Que los valores humanos universales venden. Siempre. El espíritu cristiano vende. La esperanza vende. El amor por el otro vende. El perdón vende. En todo caso, hay que pensar qué tan mal estamos que si nosotros hubiésemos puesto un culo nadie hubiese dicho nada. Pero cuando pretendés vender con un Cristo del 2000 es un escándalo, cuando lo que estás diciendo es: ya que te tengo que vender un auto, te hago el delivery de algo que vale, no solo de algo que cuesta.

-Suena fuerte la palabra delivery en ese contexto.

-Suena fuerte porque es clara. El delivery del culo también es claro: muestra que el mundo está al revés.

-Pero usted sabe que el mundo está al revés y juega con ese contexto. Provoca un debate porque pone a Jesucristo sabiendo que sus vecinos de tanda ponen traseros.

-Nunca provoco para el lado que no creo. Si el mundo está al revés, yo lo voy a poner al derecho. Si eso trae polémica, bueno. En ese sentido la provocación es generosa. Esta agencia no provoca por el solo hecho de ser transgresora.

-¿Usted es creyente?

-Sí, creo en Dios.

– Y, por lo visto, también omnipotente…

-Tengo convicciones fuertes. Creo que las emociones básicas funcionan. El mundo cambia alocadamente, pero la gente cree en las mismas emociones básicas: la familia, el amor, la tolerancia, los hijos. Cuando hablás de esos valores es como un bálsamo. Pensá, por ejemplo, por qué funciona Homero Simpson. Funciona porque a su lado está su mujer y su familia, que lo redimen con su amor. Si no los tuviese no sería nuestro personaje favorito porque se transformaría en uno de los estúpidos del bar del que ni nos acordamos el nombre. Todos necesitamos un personaje donde depositar nuestra miseria, pero también alguien que sea redimido para hacernos creer que, pese a todo, siempre va a haber una persona que nos quiera. La gente quisiera que el mundo de sus afectos sea así. Tener la libertad de amarse u odiarse con la seguridad de que no se van a perder el uno al otro. Siempre que la gente vea algo así lo va a abrazar.

-¿ Dónde aprendió eso?

-En la vida. En mi familia. En mi padre.

-¿Su ingreso al mundo de la política también es una herencia paterna?

-Vi la política en mi casa, absorbí mucho de eso aunque era chico. Pero creo que también lo hice porque para mi vender un presidente es algo muy fácil.

-¿Fácil?

– ¿Construir un padre ideal? Te lo hago en cinco minutos.

– ¿Tan fácil como para, incluso, llegar a México y vender a Fox?

– Más fácil me resulto en México porque veía las cosas desde afuera. Apenas llegué me di cuenta que querían convencer a la gente de algo que todos ya sabían, pero que no se animaban a hacer. Tenían miedo. Miedo de cambiar. Miedo por haber sido sometidos durante tanto tiempo por un sistema cuasi nazi, como el PRI, que los extorsionaba a fuerza de pistola y comida. La única manera de resolver esa situación era fraternalmente. Mi consejo fue: «díganle que saben que tienen miedo y que los van a cuidar. Sólo así se van a sentir seguros y los van a votar. Háganles saber que entienden lo que les está pasando». En ese momento, la campaña se limitaba a decir: «hace 70 años que estamos tragando la misma sopa». Y a mí me parecía una barbaridad. A nadie le gusta que le digan que desde hace 70 años es un estúpido. Si hace 70 años que querían cambiar y no podían… por algo será.

Agulla se acerca muy lentamente hasta quedar a una distancia adecuada. Ni muy cerca ni tan lejos. Lo importante, supongo, es que su mirada llegue directa y que su voz – suave, pero firme; deliberadamente teatral- se escuche sin ninguna posibilidad de distracción. Recién entonces, comienza a repetir un discurso cuya principal virtud es que, desde la primera palabra, parece tener como interlocutor a la Historia. Dice Agulla que le dijo así a Fox:

-«Estuvimos muy bien en no cambiar durante estos 70 años porque el momento es ahora. Y es ahora porque estoy yo, Vicent Fox (la equis suena como un trueno), el hombre de dos metros de altura. Hicieron muy bien en esperar hasta este momento (el tono ahora es paternal), pero este momento termina acáNo cambiamos antes porque yo no estaba. El PRI termina donde empiezo yo (otra vez el dedo en el pecho. Fin del discurso). ..Ahora sí… Ahora sí… (retrocede en el sillón, cambia el tono de voz, deja en claro que el que habla ya no es Fox sino alguien -cualquiera- que acaba de escuchar al candidato). Ahora sí puedo votarlo porque lo que está diciendo ese hombre es que yo tenía razón antes y tengo razón ahora».

-Lo primero que se me ocurre al escucharlo es que debe pasarse la vida buscando a alguien que diga esas cosas con su misma voz.

-Siempre.

-Porque la única manera de decir ese texto, sin que suene hueco, es con la interpretación que acaba de hacer.

-Siempre, en algún momento de las campañas, cuando leo los textos de los discursos para que el candidato entienda el tono, hay alguien al que se les escapa la frase: ¿porqué no te presentás vos?

-También pienso que esa voz es capaz de convencer de cualquier cosa ¿Qué no sería capaz de vender?

-Un corrupto, el racismo, una guerra, un político en el que no crea.

-¿Todavía cree en De la Rúa?

– Es un tipo en el que creo. Podrá gobernar bien o mal, pero no creo que sea una mala persona.

-¿A Chacho Alvarez también le creía?

-A Chacho lo quiero, pero qué sé yo… En un discurso de De la Rúa puse una frase que creo que lo explica. Escribí: «Nos comportamos como una juvenilia política ansiosa, impaciente, díscola y desconfiada». Creo que Chacho contribuyó mucho a eso. Chacho tiene un tempo psicológico confuso. Tiene que aprender a ver. Construye castillitos de naipes y, luego, los rompe. El no sabe cuándo los va a romper, pero lo va a hacer. Algo en él siente que renace a través de la destrucción. Inconscientemente busca ese renacimiento, así que siempre va a provocar una destrucción consciente.

– Ahora parece un experto en psicología política

-Es que la conducta humana es transparente. No hay muchas maneras de comportarse. El repertorio es él mismo: papá, mamá y el sexo. No hay más. Lo que quiero decir es que siempre uno va a terminar convirtiéndose en lo que mejor conoce. Aunque lo haya combatido -y ésta es la parte más humillante- termina ahí. Salvo que haga mucho, mucho esfuerzo, va a terminar comportándose como mamá o papá.

-¿Eso quiere decir que usted va a terminar dirigiendo una revista?

-Eso no sería nada. Lo que no tengo es que terminar muerto.

-Sin embargo, alrededor suyo hay mucha vida: polémicas, dinero, prestigio, premios. ¿Por qué entonces esa respuesta tan Shakespeare?

-Es que Shakespeare escribió todo lo que hace falta saber sobre esto.

-Su generación parece muy afectada por la muerte.

-Es una generación que está buscando referentes. Yo me siento uno. Cuando voy a un recital, me gritan !Aguante Agulla!

-¿Por qué cree que lo alientan?

– Porque el discurso mío es más creíble que el de Chacho Alvarez. O el de estos políticos que creen que la política es sólo de ellos. Es como si la Iglesia creyese que Jesucristo es sólo de ella.

-Lo cree.

– Pero Jesucristo es de todo aquel que lo abrace sobre su pecho. Y la política es de quien quiera ayudar. Y si no sabemos nada de política, mejor. Porque lo mejor que le puede pasar a la política es la ignorancia: le daría paso a la imaginación. Esta clase política ya se las sabe todas. Y todas no alcanzó. Noooo alll-cannn-zó. Tipos como estos no pudieron cambiar la historia de este país. Hacen faltan nuevas ideas.

-¿Es una idea nueva entrar a una reunión de gabinete y decir «cambien esas caras»?

– ¿Cómo voy a entrar a una reunión para decir eso? Esas son reuniones formales, no puede entrar alguien así como así.

-Pero ¿lo dijo?

-Se lo dije a un grupo, en medio de una conversación. Luego, te operan y lo que dijiste se convierte en otra cosa y esa otra cosa es lo que sale publicado.

-¿Qué quiere decir con «lo operan»?

-Operaciones políticas. Manipulaciones. Los políticos ni se enteran cuando una operación está en marcha porque andan todos con las yararás colgadas al cuello: ya están acostumbrados. Entonces, las operaciones no funcionan porque ni se avivan. Es genial: sólo las sufren los que no son como ellos.

-¿Está arrepentido de su trabajo como asesor presidencial?

-Quise ayudar con un gesto netamente patriótico. Aunque acá esa palabra ya casi no exista. Profesionalmente era un desafío y desde ese punto de vista estoy contento.

-¿Le interesaba el marketing político?

-Nunca quise ni leer un libro de marketing político. Si los hubiese leído jamás hubiese hecho «dicen que soy aburrido» porque estaba prohibido. Durante un mes y medio pasé a ser el tarado número uno: todos se reían de mí, anunciaban mi caída. En los foros de marketing político lo ponían como ejemplo de lo que nunca hay que hacer. Hasta vino el norteamericano Nick Morris y dijo que le había arruinado la campaña a De la Rúa. Y ahora, con el triunfo y el tiempo, resulta que tienen que agregar un capítulo a los libros. Profesionalmente eso me deja tranquilo y feliz, porque hice una contribución. Personalmente, lo hice porque quería ayudar al país. Y punto. Sé que perdí tiempo, perdí plata y hasta desgasté mi prestigio en esa tarea.

-¿El poder no tiene prestigio?

-No. El poder construido desde la política no: es sospechado. En cambio, desde mi actividad profesional yo soy inapretable. Soy un empresario exitoso que construyó su empresa en base a sus ideas. ¿Quién puede reprocharme algo?

– Desde ahí, desde donde está sentado usted ¿ cómo se ve la Argentina de los próximos años?

– Veo que chocamos. Veo que el fenómeno cultural de este principio de siglo va a ser la renovación de toda esta clase política. Veo que De la Rúa es el penúltimo presidente de esta clase.

-Desde ese punto de vista su campaña más interesante ha sido la del intendente Aníbal Ibarra, un joven político sin muchos antecedentes.

-Claro, porque la ciudad de Buenos Aires se salteaba en esa elección a toda una generación. Además esa campaña me ayudó a confirmar que la opinión publicada no es importante.

-¿A qué se refiere?

-Lo que publican los periódicos es para que lo lean los políticos. Nadie más se conmueve frente a ese tipo de opinión. A la gente no la afectás con información, sino con comunicación. Ibarra me decía: «no me vas a poner en el spot al lado de un bombero porque mañana todas las radios y los diarios me van a criticar». Que te critiquen nomás. La gente va a ver otra cosa. Te va a ver en acción, sacándote el saco, en medio del quilombo, con un look Tarantino, dispuesto a levantarte a las dos de la mañana. Al día siguiente todos empezaron: blablabla, blablabla, cómo va a hacer esto, blabla, es poco serio, blablabla… blabla… bla… ganó. Y ganó porque la gente no los oye.

-¿ A quiénes no oye?

– No escucha a los interpretólogos, ni a los opinólogos, ni a nadie. Sólo escucha la emoción, no la información.

-Sin embargo, la emoción se puede inducir, construir, manipular. La información…

– (Me interrumpe con sólo mirar fijo)

-Okey: es cierto. La información también puede manipularse.

-Recién hablamos de operaciones, por ejemplo.

– ¿Usted no está haciendo una operación cuando fabrica una emoción?

-Mirá: no me cuelgues el cartel de cínico porque realmente no lo soy. Yo no tengo dudas de que soy el bueno y los aparatos partidarios son los malos. Ya lo probaron. Son malos. Sólo por eso, si quiero tener la oportunidad de probar que soy el bueno, me la tenés que dar. Pero además, porque nadie te opera si no ve en vos una amenaza. Y la única amenaza hoy, en política, es ser el bueno de la película.

El teléfono suena y marca el fin del combate. Ya es de noche, pero la agencia igual brilla. Recién entonces me doy cuenta que lo que la ilumina no es el sol, sino un potente, enceguecedor spot.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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