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Los cambios en el sindicalismo: cuando el poder está en las asambleas

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Trabajadores telefónicos, de hospitales, de subtes, docentes y tantos otros abrieron una era de conflictividad sindical con una novedad: ganan, logrando consenso interno, pero no lo evalúan como un aumento de “conciencia política”. Varios referentes provienen del trotskismo, lo abandonaron, y analizan críticamente a los partidos de izquierda. La paradoja de la lucha salarial, y el apoyo a Kirchner. Vanguardia, piqueteros y autocríticas para comprender las nuevas claves sindicales.

De pronto, la efervescencia sindical volvió a la Argentina. Pararon los telefónicos, pararon los subtes, también los docentes bonaerenses y universitarios. Los obreros de las automotrices pusieron en jaque las exportaciones del sector, y los empleados de las distribuidoras de gas también presentaron sus reclamos.
Y este miércoles, los hospitales Garraham, Posadas y Francés, volverán a parar en reclamo de un aumento de 600 pesos, en concepto de adelanto hasta llegar a los 1800 pesos que cuesta la canasta familiar básica.
Ocurre además algo aún más novedoso: los trabajadores ganan los conflictos después de más de una década en la que sólo habían obtenido retrocesos.
Claudio Marín, secretario adjunto de los telefónicos de Capital, Roberto Pianelli del Cuerpo de Delegados de Subterráneos y Gustavo Lerner de la Comisión Interna del Garraham, encabezaron las protestas más ruidosas de los últimos meses. Los tres se formaron en el trotkismo y participaron de esa masiva experiencia que fue el Movimiento al Socialismo (MAS), en los 80. También protagonizaron su implosión. Dos de ellos abdicaron de la militancia partidaria, Lerner en cambio insiste en el Partido Socialista Revolucionario. Reunidos por lavaca, analizan el escenario gremial, las nuevas y viejas formas de organización y las contradicciones y dilemas que surgen de las diversas experiencias.

-¿Hay un nuevo sindicalismo? ¿Por qué volvieron los conflictos llamados ofensivos, después de tanto tiempo de estar a la defensiva?
CM (telefónicos)
: No sé si son conflictos ofensivos. En realidad estamos recuperando terreno perdido, que fue mucho. Para ofensivo faltará un poco más. Lo que pasa ahora es que cuando luchás, ganás; mientras que antes se perdía. Antes peleabas para conservar la fuente de laburo, para que no se siguiera degradando el trabajo. Nadie salía a pelear salario. Lo novedoso es que se puede pelear y se gana.
-¿Y por qué ahora se gana?
CM (telefónicos)
: Creo que hay un escenario distinto, hay algún tipo de recuperación económica, y esto posibilita que la gente se sienta también más segura. No hay tantos despidos a mansalva como había hace un tiempo. Esto te da la posibilidad de tener una situación más a la ofensiva. Yo calculo que somos un emergente. Hay una cosa curiosa. Hace un año y medio hicimos una pelea salarial donde logramos un aumento superior a éste: un 40 y pico por ciento. Pero nadie nos dio bola. Lo que está cambiando es la sensación de que se puede ganar, y de que es necesario organizarse y pelear. Me parece que hay una revalorización de lo colectivo. No de los sindicatos, pero sí de la organización gremial, por eso me parece que somos bien vistos por la opinión pública.
-¿Cuál sería la diferencia?
CM (telefónicos)
: Si vos le preguntas a la gente por los dirigentes sindicales te dicen que son todos chorros.
GL (Garraham) : Este es el triunfo de sectores que están por fuera de los dirigentes tradicionales. Es un proceso que empezó para mí, con la caída de De la Rúa. Lo que hay ahora es una percepción de que se puede pelear con una metodología diferente, y con unos dirigentes distintos.
–¿Cómo es esa metodología?
GL (Garraham)
: Hacer lo que dice la asamblea. Así de sencillo, el abecé de lo que hacían los anarquistas de principio de siglo.
–¿Antes cómo era?
GL (Garraham)
: Decidía la cúpula sindical, y no había asamblea que pudiera torcerle el brazo.
CM (telefónicos) : Nosotros tenemos 170 edificios donde trabajan compañeros. Pero funcionamos con un plenario de delegados que va con una propuesta a la asamblea de cada edificio. Al plenario de delegados vuelve la respuesta y sale un despacho que va a la asamblea general. La asamblea general es la que decide. Esto es lo que nos permite tener masividad en los paros. La gente se siente participando. No todo el mundo está de acuerdo, siempre hay bemoles, hay diferencias, hay disidencias. También es cierto que como uno va acompañando todo el proceso de discusión y de elaboración de las propuestas, las diferencias son muy menores. Pero las asambleas son de 3.000 personas. Esto nos da un marco donde la gente siente que participar tiene sentido. El problema que sucedió en la década del 90, fue que los dirigentes habían dejado de ser una polea de transmisión de los mandatos entre las empresas y los laburantes, y pasaron a ser directamente empresarios. Los tipos pasaron a ser dueños. Tienen ferrocarriles enteros, compañías navieras, microemprendimientos. Ahora responden a los intereses de tal o cual sector de la patronal. No tienen independencia de clase.

-Mencionan asambleas de 3.000 trabajadores. ¿Aumentó la conciencia política?
CM (telefónicos)
: Ni siquiera hay una conciencia política. No es que se dice: “Yo tengo tal o cual ideología”. Dicen: “A mí me conviene ir a la asamblea porque yo quiero aprobar esta propuesta salarial”. Y por eso participa. Después, lo demás le chupa un huevo. Lo digo para ser realistas. Hay 300, 400 compañeros que tienen una visión más de la organización. Pero todos entienden que así crean un poder frente a la empresa, que implica que no los van a echar, que no los van a forrear, que les van a dar el aumento, que van a mejorar las condiciones de trabajo. Las empresas se están dando cuenta, y entonces ellas también empiezan a hacer asambleas. En Parque Norte, Telefónica reunió a 3.500 personas para explicarles cuáles son los planes de acá a cinco años. No son boludos. Intentan construir un contrapoder con métodos que no son los empresarios.
GL (Garraham) : Nosotros no somos el sindicato, somos una comisión interna. Pero en nuestro hospital hay cuatro sindicatos. ¿Por qué los trabajadores creen en nosotros? Porque somos laburantes. De los otros, no labura nadie. Porque de nosotros, ninguno hizo entrar a sus familiares. Jamás firmamos nada que no fuera refrendado en asamblea. Recorremos todos los sectores mañana, tarde y noche. La gente te ve, sos uno más. Cuando empecé a discutir, hace ocho años, me decían: “Vos sos un delincuente igual que esos”. Y fuimos dando vuelta la pelea. Nuestros compañeros puteaban contra los cortes de puentes, pero cuando vieron que estos tipos que ganan 150 pesos, que no tienen laburo, venían a apoyarnos para que ganemos 1.500 mangos, empezaron a decir: “Tenemos que hacer algo por esta gente para que tengan laburo”.
-¿Ninguno de ustedes hace ingresar a parientes desocupados a las empresas?
CM (telefónicos)
: El viejo convenio de Entel tenía la bolsa de trabajo, que le daba al sindicato la posibilidad de meter el 50% de los ingresos que tenía Entel. Se anotaban en la bolsa e ingresaban los parientes. Era la gran familia telefónica. Privatización y retiros voluntarios mediante, no quedaron parientes de nadie. Hoy recuperamos la bolsa de trabajo, el 30% de los que ingresan lo pone el sindicato. Pero nunca te alcanza, por la demanda insatisfecha de diez años mínimo. Todo el mundo manda los currículums del grupo familiar, y va a sorteo. De esa forma ingresamos cien. Lo curioso fue que la gente dijo: “Sí, pero el sindicato tiene que tener un plus para lo social, por ejemplo para el hijo del tipo que muere en un accidente laboral…
GL (Garraham) : Nosotros pusimos ahora una bolsa de trabajo. ¿Qué nos decían los compañeros? Ustedes son puros y castos, pero todos los que están entrando son de los otros.
Dijimos: vamos a seguir siendo puros y castos. Vamos a hacer una bolsa de trabajo y vamos a pelear y vamos a hacerlo más democrático. O por sorteo, o por quien tenga un ingreso familiar menor, madre soltera, ponemos una serie de ítems.
RP (subtes) : A nosotros nos generó una discusión: hicimos una pelea gigantesca por las 6 horas de trabajo, la ganamos y la gente que entró por las 500 vacantes que se generaron pertenece a la burocracia de la UTA (Unión Tranviarios Automotor) –que no participó del conflicto- o a los gerentes. Mientras que familiares nuestros o de organizaciones de desocupados que habían actuado con nosotros no pudieron meter ni a uno. Entonces se abrió todo un debate, ahora queremos recuperar la bolsa de trabajo, pero aplicarla de manera democrática.
–Ya van varias menciones a movimientos de desocupados, ¿cuál es la relación que tiene la militancia gremial con ellos?
RP (subtes)
: Nosotros hablábamos de la necesidad de actuar en común, trabajadores ocupados y desocupados. En nuestro caso en particular, se planteaba algo concreto: la reducción de la jornada laboral. Hicimos toda una campaña donde pedíamos: más salud para los trabajadores, más seguridad para el usuario, más puestos de trabajo para los desocupados. Les decíamos: si ustedes están en búsqueda de trabajo genuino, el lugar donde se puede dar esa pelea es en el subte. A partir de ahí se creó un lazo, una relación que al principio fue dramática. Ya se había acabado la época de piquetes y cacerolas.
–¿Hubo resistencia de los trabajadores del subte a convocar a piqueteros?
RP (subtes)
: Hicimos una jornada donde participaron la FTC, el Polo Obrero, el Teresa Vive, el MTR, todas las organizaciones de desocupados que participaron haciendo un bloqueo, volanteando en las bocas del subte. Algunos compañeros preguntaban por qué venían, qué es lo que quieren. Y otros con reticencias: “Son los que me cortan el camino y yo llego tarde al laburo”. Entones hicimos asambleas con ellos. Eso logró que se empezara a revertir la situación de demonización, sumado a que las organizaciones de desocupados vinieron a solidarizarse cuando tuvimos conflictos largos.
GL (Garraham) : Siendo delegados, tratamos de vincularnos a todos esos procesos de lucha. Y en la medida en que nos involucramos, después nos vienen a apoyar. Pero nosotros nunca hemos podido sacar al conjunto de nuestros compañeros para ir a apoyar a los piqueteros. Eso se empieza a emparejar ahora, sin que haya terminado de cerrar la vuelta, en este conflicto que fue muy masivo, y que tuvimos que enfrentar a todo el mundo. Los compañeros vieron que los únicos que estaban de nuestro lado eran las organizaciones sociales. Eso pegó mucho. Hoy, sin decir que está totalmente dirimida la situación, hay un avance muy importante. Aparte, los desocupados son nuestros pacientes, son los que vienen al hospital público. A muchos compañeros les dio vuelta la cabeza el conflicto. Porque durante las 24 horas había compañeros del movimiento de desocupados haciendo el aguante. Eso tiene su valor.

– Hasta hace muy poco ningún trabajador paraba por temor a perder su empleo. ¿Se perdió el miedo?
CM (telefónicos)
: Hay una percepción de que la plata está.
– Entonces, estamos mejor: vote Kirchner.
CM (telefónicos) : Hay billetes. Y todo el mundo lo ve. Los niveles gerenciales, subgerenciales, cuadros de empresas medias, han recibido buena plata. Esto empuja para arriba. Como se ve una reactivación hay menos despidos, entonces se ve la posibilidad de ganar. Antes no se veía. ¿Qué tenías? Cierre acá, cierre allá, despidos de mil, de dos mil. Era agarrarte el culo, a ver cómo la paramos. Hoy la percepción es otra. Y en esa percepción está la clave. A eso le daría una vuelta de tuerca: tenemos el tema democrático, participativo. Hacemos lo que la gente quiere y reclama de nosotros. No tomamos de la gente lo que nosotros queremos que la gente quiera. Es importante no construir entelequias donde no las hay. Porque yo, por mí, quiero otra cosa…
–¿Qué?
CM (telefónicos)
: Una sociedad distinta, socialista. Yo quiero tomar el poder y terminar con este sistema de explotación. Ahora, la gente no quiere eso. Y yo lo tengo que tener muy clarito.
-Es la renuncia a la idea de “vanguardia”.
CM (telefónicos)
: Hay que tener una política para la gente, no para la vanguardia. La gente no piensa como pienso yo. Y si yo eso lo pierdo de vista hago cagadas. Como hicimos en algún momento. Hay un aprendizaje. ¿Es más importante decir que el gobierno es bueno o malo, o que la gente se organice para pelear por lo suyo y se movilice y pelee? Hoy la gente tiene acuerdos mínimos y masivos. Y esos hay que respetárselos, porque donde uno quiere imponer lo de uno, empiezan los problemas las fracturas. Es una barbaridad que nosotros tengamos cada vez más fracturas en el campo popular. La cantidad de movimientos piqueteros, de desocupados, y no hablemos de la izquierda partidaria…
GL (Garraham) : Nosotros hacemos lo que quiere la gente. El problema es que la gente también quiere vivir mejor, y en este sistema no se puede vivir mejor. Entonces la cuestión es: ¿cuál es la política que uno se va dando para seguir? Porque no alcanza con que yo tenga un salario de 1.700 mangos mientras el tipo desocupado gana 150 pesos. Nadie puede vivir mejor mientras siga existiendo eso.
El problema es cuando te quieren decir lo que tenés que hacer. Lo que tenés que hacer lo decide la asamblea. Pero para mí justamente, la gente quiere vivir mejor, y en la medida que haya más luchas como la de telefónicos, como la del subte, como la nuestra, y esto se extienda, todo eso va a ser mucho más fácil. Por ejemplo, el paro de subtes por lo de LAFSA para mí es histórico. No son marcianos los compañeros…
-¿Cómo se logra que un gremio pare en solidaridad con otro de una manera tan activa?
RP (subtes)
: Hubo un debate muy, muy grande. Es parte de un balance que todavía estamos haciendo. Para algunos fuimos muy apresurados en la forma elegida. Hubo mucho de impulso de un sector de vanguardia que dijo “como ellos estuvieron con nosotros, nosotros tenemos que estar con ellos”. Empezamos a debatir a fondo hasta dónde vamos y hasta dónde no vamos. Porque no podés hacer en cada conflicto un paro de media hora. Lo que sí, no hay compañeros que digan que estuvo mal. El problema es cómo dosificar esa fuerza que uno puede tener para solidarizarse. Hubo una autocrítica, veníamos de mucha efervescencia. Es importante saber ubicarse, respetar el contrato que uno tiene con los compañeros, con la base, porque si no aparece el riesgo del vanguardismo. O un riesgo peor, el de las micro sectas que transforman un organismo de frente único de los trabajadores, de representatividad colectiva, en un campo de batalla para ver quién tiene razón. Nosotros reivindicamos la política de actuar en un frente único, inclusive con grandes diferencias. Priorizamos los pequeños acuerdos sobre las diferencias.

-Cuando fue el paro telefónico los medios dijeron que iban a colapsar las comunicaciones, a los huelguistas del Garraham los responsabilizaron de la muerte de un niño, a los del subte le echan en cara que otros trabajadores pierden el presentismo por su culpa y, a pesar de todo eso, da la sensación de que no se logró poner a la opinión pública en contra…
GL (Garraham)
: Si hubiéramos tenido la opinión pública en contra, el gobierno nos habría matado. No lograron, ni en el caso del subte ni en el nuestro, demonizar a un sector de trabajadores que pide vivir mejor. Todos se vieron reflejados, porque todos quieren ganar más.
RP (subtes) : Siempre cuento esta anécdota. Llaman a una radio y dicen: “A esos delegados del subte hay que matarlos, laburan seis horas…, a nosotros hace diez años que no nos aumentan el sueldo”. Cuando corta llama otro y le contesta: “La señora tiene razón, a los delegados hay que matarlos. A los de ella, porque hace diez años que no les aumentan…”
– Hay todo un discurso que señala que la confrontación con el gobierno de Kirchner favorece a la derecha y ustedes toman medidas de fuerzas que, para muchos, son virulentas. ¿Sienten que pueden ser funcionales a la derecha?
CM (telefónicos)
: Los que dicen eso es porque tienen algún rollo político. La gente en la calle no dice: “No hay que pedir aumento”. Pero no se puede hacer tortilla sin cascar los huevos. Si le hago el juego, me chupa un huevo. Lo importante es que vas por el aumento salarial. Esto es lo que te da fortaleza. Ahora, es verdad que si nosotros llegamos a decir en el plenario de delegados, que vamos contra el gobierno de Kirchner, se nos parte en cuatro. Porque hay gente que está a favor. Ese es nuestro límite, no podemos avanzar sobre eso. En el gran frente que formamos hay compañeros que son kirchneristas, y compañeros que no. Ahora, ¿dónde ponemos el mínimo común denominador? Si no hubiésemos largado la pelea salarial, si hubiéramos priorizado una posición en relación con el gobierno, no habríamos hecho nada. Me parece que hay que tener siempre presente donde dónde ponemos el eje.
GL (Garraham) : La consigna que nosotros planteamos es: “No hay que pagar la deuda, para poder aumentar los salarios”. Lo cantan todos nuestros compañeros. También hicimos campaña contra los yanquis en Irak. Nosotros decimos: con la guita que manda Argentina para pagar la deuda están financiando los misiles que tiran en Irak. ¿Por qué hoy, con tanto conflicto, no hay un paro general? Porque Moyano y De Gennaro están con el gobierno. Entonces no es secundario el problema del gobierno.
RP (subtes) : En una cena de amigos, me preguntan: ¿Hubieran podido conseguir las seis horas y el aumento salarial con otro gobierno? Intenté explicarle que el de Kirchner es un gobierno débil debido a la crisis del 19 y 20 y por eso…ta, ta, tá. Terminé de hablar y me preguntaron lo mismo. ¿Qué ven? Que recibieron 450 mangos, y eso fue gracias al Poder Ejecutivo. A algunos no se lo pagan, pero sienten que no se lo paga la patronal y que el gobierno se lo está dando. Es más, entre nosotros, que somos los que hemos dado pelea, la sensación de los compañeros en muchos casos es: “Este gobierno acepta estas reglas de juego. El otro te cagaba a palos.” Para mí lo importante es eso: que la gente sienta y entienda que lo que consiguió no es una concesión alegre del gobierno de Kirchner. Lo consiguió peleando, a través de la acción directa, a través del paro, de la toma de su lugar de trabajo. Yo coincido con que este gobierno vino para pagar la deuda externa, para estar al servicio de las multinacionales, sobre todo las petroleras. Pero tengo que decir que si hubiera elecciones, si pongo una urna en el subte, seguramente la primera minoría va a ser el kirchnerismo. Después viene la izquierda
–¿Está cambiando el modelo sindical?
CM (telefónicos)
: Obviamente. Se pasa a acumular de otra manera. Y esa forma genera otro tipo de relación con la gente. Ahora, la CGT de todas formas se va a llevar un buen pedazo. Va a salir y en algún momento va a plantear la huelga general. No es que se va a quedar mirando cómo surgen los nuevos dirigentes que se comen todo. Si no, estamos subestimando la capacidad de adaptación que tiene. Y no nos tenemos que desanimar por eso. Hay que seguir haciendo las cosas bien, va a haber listas antiburocráticas. Y también debemos aceptar que cometemos errores, y las cosas no se solucionan de un día para otro.
-¿Qué errores cometen?
CM (telefónicos)
: Poner el carro delante del caballo. A veces pensamos que la gente piensa como piensa uno.
RP (subtes) : A mi no me votaron por ser trotskista, me votaron a pesar de ser trotskista. Me votaron porque dicen: “Es trotskista, qué vamos a hacer, pero es un buen muchacho. Es honesto, no chorea, va al frente.”
CM (telefónicos) : El problema de los aparatos partidarios es que van por delante de las necesidades de la gente. Eso pasa cuando el aparato va y te impone necesidades que no tienen que ver con lo que está pasando en el lugar.
–Hay una cantidad de delegados que se asumen como trotskistas. ¿Es mera casualidad?
GL (Garraham)
: Es la acumulación de lo que fue el morenismo (referencia a Nahuel Moreno, fallecido en 1987, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores y fundador del Movimiento al Socialismo). Todos venimos de ahí y de la experiencia de lo que fue el MAS en los 80.
– ¿Entre todos estos nuevos dirigentes se creó algún espacio de trabajo conjunto?

CM (telefónicos)
: Hicimos un plenario en Filosofía y Letras, en abril, pero fue un papelón. Nos juntamos 400 compañeros, pero a la mesa central tenían que subir 40. Es una falta de respeto, no podemos ponernos de acuerdo como para que suban dos tipos y digamos dos cosas en las que estamos todos de acuerdo.
-¿Y por qué pasa eso?
CM (telefónicos)
: Se prioriza el individualismo sobre las cuestiones de conjunto, a mi gusto. El aparato tiene una lógica propia.

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

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Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»

La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.

Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.

«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.

La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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