CABA
Mancha venenosa: MU en Exaltación de la Cruz
Los funcionarios no responden, como ocultando en el silencio la verdadera pandemia de Exaltación de la Cruz: cáncer, leucemia, diabetes, tiroides, abortos espontáneos, enfermedades bronquiales, daños genéticos, entre otras. La infancia en el centro del desastre, como en tantos lugares sitiados por los agrotóxicos. Historias inconcebibles. Violencia política y policial contra quienes reclaman. Los datos estadísticos y relevamientos territoriales que muestran la contaminación y sus efectos en la salud. La organización de la comunidad para hacer la verdadera política: defender la vida. Por Francisco Pandolfi.

-¿Cómo estás?
Johanna Tejera escucha la primera pregunta y ya nada será igual en esta crónica. No puede responder con palabras. Y rompe en llanto. La impotencia, la bronca y el dolor contenidos salen en forma de lágrimas. Sentada en una plaza, pide perdón mientras se limpia la cara con sus manos. Y ahora sí, en un puñado de letras, dice un montón: “En las últimas dos semanas se nos murieron tres personas de cáncer”. Tiene 23 años, y dos abuelas y una tía fallecidas… por cáncer.
En el municipio bonaerense de Exaltación de la Cruz viven más de 45 mil habitantes. Se emplaza a 90 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y tiene poco más de 60 mil hectáreas, de las cuales en más de 30 mil se siembran cultivos transgénicos. El 80 por ciento es soja. Luego, maíz y trigo. En este contexto, la comunidad organizada efectuó análisis examinados por la Universidad de La Plata, con resultados alarmantes: 6 agrotóxicos en el agua de red y de pozo; 14 en los suelos.
“Que los estudios den así no sorprende. ¡¿Hace cuántos años venimos contando moléculas, enfermos y muertos?!”, dice Anabel Pomar, vecina, periodista (organizó con MU y lavaca.org los Monsanto Papers, entre otras investigaciones) y activista. Habla con un nudo en la garganta y los ojos húmedos. El 28 de septiembre falleció su compañero, también de cáncer. Anabel elude los eufemismos: “Para cambiar esto de raíz no hay otra forma que prohibiendo del todo el uso de agrotóxicos. Y sí, es metiéndose de lleno en los modelos productivos. Y si no, que digan abiertamente cuáles son los intereses de quienes los permiten. Y que también digan: ¿a cuánto el pibe?, ¿cuánto vale una vida? Para nosotros no tiene precio, no se negocia”.
Ibuprofeno para el tumor
En 2019, Johanna junto a una amiga hicieron un relevamiento en los barrios populares San José y Esperanza de Capilla del Señor, pueblo cabecera de Exaltación de la Cruz: 50 casos de cáncer en 280 viviendas censadas. 30 manzanas. Dos años después, la mitad de esas personas ya falleció. “Fuimos casa por casa y a la primera, un cáncer de colon. Así sucesivamente, diabetes, tiroides, abortos espontáneos. En una casa de diez hermanos, todos con diabetes. La mamá había muerto de leucemia. A partir de los resultados obtenidos pedimos que se pueda hacer en ambos barrios un campamento sanitario y un relevamiento ambiental a cargo de universidades nacionales, pero el Concejo Deliberante votó en contra, con el argumento de que les faltaba información. Hay mucho cinismo”, expresa Johanna.
En una de esas viviendas relevadas abre la puerta a MU Gabriela Sandes, con una sonrisa repleta de amabilidad; aunque lleve toda la tristeza encima desde el 10 de junio de 2017, cuando murió su hija, de cáncer. Ana Rocío tenía 14 años y en julio de 2016 había empezado con dolor abdominal. “En el hospital público San José le dieron ibuprofeno. Y la médica generalista pensaba que estaba embarazada”. Su casa estaba a 400 metros de un campo y a 600 de otro. Iba a la escuela a 150 metros de cientos de hectáreas fumigadas.
En noviembre le hicieron una ecografía y le encontraron un tumor en los ovarios que pesaba un kilo. “Se me derrumbó el mundo. Vi toda la película que venía. Encima no teníamos obra social. Al ser pobre tenés que luchar por muchas cosas más”.
En enero de 2017, tras la biopsia, se comprobó que el cáncer era maligno. “En Capilla no había oncólogo infantil así que tuvimos que irnos a la ciudad de Buenos Aires. Desde el hospital Gutiérrez todavía espero que me llamen. Y nos fuimos al Garrahan donde hicieron de todo para salvarla, lo que en Capilla no”.
En el Garrahan conocieron a Mercedes “Mechi” Méndez, 57 años, enfermera involucrada desde hace más de una década en la denuncia de los efectos de los agrotóxicos. En los últimos años vio morir a Anita y a dos nenes más de Exaltación de la Cruz. Vio morir a un montón de infancias provenientes de pueblos fumigados. “Hay una tríada que silencia: la prensa, la justicia y el sistema de salud. No existe prevención, es como si en un lugar donde hay muchos accidentes de tránsito se pone un centro de trauma en vez de dos semáforos en la bocacalle. Hay cómplices necesarios para que prevalezca el negocio y no la salud. Están devastando todo”.
Desde 2007 Mechi trabaja en Cuidados Paliativos, desde donde lleva adelante una lucha interna por una serie de reclamos que enumera: 1) Dejar de negar en forma urgente el grave daño que este modelo tóxico de producción está causando en el ambiente, en adultos y más aun en la niñez. 2) Incorporar a la consulta médica una historia clínica ambiental, que considere las actividades productivas cercanas directas o indirectas a las que estuvo expuesto el paciente de manera aguda o crónica. 3) Instalar un laboratorio público gratuito para pesquisar los tóxicos que las y los niños portan en sus cuerpos. 4) Responder de manera concreta a las demandas que los pueblos afectados vienen haciendo desde hace años sin ser escuchados por un modelo de salud que mira para otro lado y solo asiste en la enfermedad, no en la prevención. 5) Exigir que se prohíban las sustancias en uso.
El FdT, la Rural y la app
La resistencia comienza en 2012, mediante un par de locas, como las llamaban. En todas las luchas imprescindibles, las hay. A una cuadra de la casa de Carina Miqueo, 42 años, enfermera, se planta soja. Y una tarde, que parece igual a cualquier otra, no lo es. Diez, cien, miles de vaquitas de San Antonio muertas en una ventana. “Habían querido entrar a la casa para salvarse. A mi marido le empezaron a arder los labios y había un olor muy raro. Estaban trabajando enfrente…”, recuerda Carina. Llamó a Patricia Benítez, otra vecina. Y ahí arrancaron, las locas de las fumigaciones.
Denuncias públicas, panfleteo con información, ninguneo municipal. Averiguación de una legislación que no existía, hasta que definieron constituirse en la organización Exaltación Salud, que milita por un partido sin venenos, agroecológico y con soberanía alimentaria. Así empezaron a luchar para que hubiera una ordenanza. “Presentamos un proyecto con una exclusión para la fumigación terrestre de 3 mil metros. Tres días después, la concejal María Luz Bozzani –hoy secretaria de Gobierno en la intendencia del Frente de Todos– presentó otro para contrarrestar al nuestro, donde no había límite de metros y quedaba a criterio del Ejecutivo. Votaron ese proyecto y el Poder Ejecutivo nunca reguló nada”, cuenta Patricia, que profundiza: “En 2018 hice una denuncia por estar siendo fumigada y en marzo de 2019 me otorgaron judicialmente una exclusión de 1.200 metros, pero solo para mi casa. Apelamos y en septiembre logramos una cautelar judicial de 1.000 metros para toda la población, que hoy sigue en vigencia. Ni bien salió el dictamen, la Sociedad Rural amenazó con que iba a denunciar a Exaltación Salud por daños y perjuicios…”.
Patricia, de 52 años, es dueña de una de las cinco farmacias de Cardales, uno de los siete cuarteles en los que se divide Exaltación de la Cruz. Describe un panorama desolador: “Por lo que la gente viene a contar y a comprar, cada vez hay más casos de diabetes, problemas respiratorios y de tiroides –sobre todo hipotiroidismo–, alergias, broncoespasmos. Y muchos, muchos, casos de cáncer. Está todo tan naturalizado que da terror”. Ejemplifica hasta dónde puede llegar la creatividad en la búsqueda de la supervivencia, así como la pasividad estatal: “Queremos armar una app para que la gente denuncie sus enfermedades, ya que el municipio no lo hace”.
Carina complementa: “Hago enfermería en domicilios y la cantidad de casos de cáncer que hay en niños y jóvenes es alarmante”. En 2015 puso en venta la casa para no morir en el intento de vivir en un ambiente puro. Asegura que la cautelar no se cumple. Las pruebas están a la vista. Solo hace falta ir al territorio y caminar: desde su casa en el barrio San José del Tala, hasta el campo más próximo sembrado, hay 349 metros. La cosecha de maíz transgénico en campos de la familia Rossiter fue recientemente levantada a muchos menos de los mil metros permitidos. Sentencia: “Los agroquímicos en la pandemia no frenaron. Ellos eran esenciales. Vamos a enfermar y a morir por agroquímicos, pero no callados”. Ya no tiene en venta su casa. “Vamos a luchar hasta el final”.

El fiscal no sigue a Tinelli
El abogado ad honorem de las y los vecinos se llama Fabián Maggi. Representa más de ochenta causas ambientales en distintas provincias del país. En Exaltación, es letrado en dos causas civiles y en cuatros denuncias penales.
Las dos causas civiles:
- La denuncia de Patricia Benítez que derivó en la cautelar de protección terrestre.
- En marzo de 2019, en la localidad de Parada de Robles una avioneta fumigó a la luz del día y pasó sobre una escuela rural por encima de las y los alumnos. Tania Medina había llevado a su hijo a su primer día de clase en la primaria. “Ni bien me enteré me fui a filmar. La avioneta no paraba, seguía rociando. Pasó arriba de los chicos. El video se viralizó tanto que hasta Tinelli lo retwitteó”, comenta Tania debajo de un tupido nogal. Desde ese momento, las pulverizaciones aéreas están completamente prohibidas por una ordenanza que se consiguió a partir de la movilización ciudadana. Cuando Tania fue a denunciar el hecho, el fiscal Juan Manuel Esperante no quiso tomarle declaración. “‘¿Cómo sabés que fumigan?’, me decía. Parecía que tenía que llevar a alguien muerto. Sentí mucha impotencia. El fiscal no actuó, ni peritó la avioneta. Por arriba de mi casa también pasaba. Me secó varios árboles y me mató muchos animales: 11 pavos, gallinas infartadas, ovejas que me mal parían y se les morían las crías”.
Las cuatro denuncias penales:
A) Comarca del Sol es un barrio emplazado en una zona de casas quintas del cuartel El Remanso. Las pulverizaciones no discriminan. Arrasan con todo. Donde viven Humberto Marcelo Puccini, 64 años, y María Ester Santillán, 66, la música de fondo la ponen los horneros, zorzales, tordos, entre otras aves. Las palabras no: “El 6 de agosto de 2019 nos fumigaron a 200 metros. A veces nos acordamos del olor como si fuera hoy, como si fuera a cable quemado. Quisimos declarar en fiscalía y primero no nos dejaron. Después, durmieron la denuncia”. Ambas son personas de riesgo. Varios análisis clínicos bacteriológicos determinaron que el agua de su casa no es apta para consumo.
B y C) Involucran a la familia Garri. El matrimonio tiene glifosato en el cuerpo y sus hijas daño genético y alteraciones endocrinológicas en estudio. La primera causa judicial refiere a que se trata de una familia rodeada de plantaciones transgénicas desde hace años en el barrio La Lata. Corina, la hijita de 3 años, sufre alopecia –ausencia total de cabello–. Para la médica que la atiende su enfermedad se originó por la exposición a agrotóxicos.
Verónica Garri, su mamá, plantea: “Empezamos a ir al psicólogo familiar para sobrellevar el tema de Cori. ¿Cómo nos enfrentamos a esto? No va a tener pelo por el resto de su vida”.
La segunda es reciente: martes 14 de septiembre. Detalla Verónica: “En frente de casa y a 10 metros de una escuela paró un mosquito (pulverizador terrestre de agrotóxicos) con una camioneta. Se acercó mi marido y le dijeron que se les había caído agua. Se fueron rápido. Fuimos a verificar y no era agua. El olor era muy fuerte y a mí se me durmió la boca. Llamamos al inspector de medioambiente y mandó a los bomberos que diluyeron el líquido. Ese día había viento, así que no podían fumigar en ningún lugar por más que estuviera autorizado. Nunca tomaron muestras para hacer análisis y tiraron agua para tapar las pruebas. Es horrible ver cómo el municipio te toma de idiota. No les importa nada, ni el futuro. Es indignante”. La comunidad sí tomó muestras del suelo: 14 agrotóxicos encontrados, con valores incluso más altos de los hallados en el suelo de la fábrica de agrotóxicos Atanor, donde se enterraban residuos ilegalmente. Cierra Verónica. “Nos vamos a quedar sin agua, con tierras inútiles y sin salud. Y no cambiará si tenés plata o no. Será para todos igual”.
D) El fiscal Esperante, de la fiscalía descentralizada de Capilla del Señor, fue denunciado por incumplimiento de deberes de funcionario público y lo apartaron el pasado 18 de agosto. Desarrolla el abogado Fabián Maggi: “Fue preocupante la actuación del Ministerio Público Fiscal en todas las causas. Un silencio absoluto que llevó a la omisión de sus deberes. No citaban a las víctimas, no controlaban si era cierto lo denunciado… lo que comúnmente se llama cajonear las resoluciones. A partir del apartamiento de Esperante, las causas las llevan en la fiscalía de Zárate-Campana, que está investigando correctamente aunque ya se perdió tiempo importante para lograr pruebas”.
Maggi plantea un análisis general: “En el país la legislación ambiental es de vanguardia, reconocida internacionalmente. Permitiría una tutela enérgica del ambiente, pero no logramos el objetivo por la debilidad del Poder Judicial. El poder político condiciona al judicial, por estar a su vez subordinado por el poder económico. Así, los ciudadanos estamos en un estado de desprotección total por esa mecánica siniestra”.

Las no respuestas
A fines de 2019 asumió como intendente del municipio Diego Nanni, del Frente de Todos. Atiende el teléfono ante el llamado de MU, pero no tiene ganas de escuchar preguntas. Corta. Y ya no responderá ningún llamado. Martín Faure es el director de Producción y Ambiente. Parece predispuesto a ser entrevistado. Fija un horario de encuentro presencial, pero luego lo cancela. Y ya no responderá mensajes ni llamados. El 24 de agosto pasado, el Concejo Deliberante votó en contra de una ordenanza que buscaba incorporar los 1.000 metros de exclusión que efectiviza la cautelar judicial, dentro de la ordenanza vigente, que sólo los aleja a 150 metros de viviendas y a 300 de escuelas.
María Luz Bozzani es la secretaria de Gobierno de la intendencia. Su tío Ricardo, otrora intendente y concejal, sigue siendo la persona más influyente en el Partido de Exaltación de la Cruz. Su sobrina acepta responder unas preguntas.
¿Qué piensa de la contaminación del agua en Exaltación de la Cruz en relación al uso de agrotóxicos?
Más allá de lo que yo pienso, lo que estamos haciendo es pedirle a Bromatología que pida a la universidad que hizo los estudios (la de La Plata, Facultad de Ciencias Exactas), que por favor nos los brinde. Por otro lado, desde el Municipio mandamos a tomar muestras en los mismos lugares que los vecinos y a nosotros no nos da presencia de ninguna de estas sustancias.
¿Qué piensa en general sobre el uso de agrotóxicos?
No te voy a responder eso, porque no, no, no, no voy a entrar en esa cuestión. Insisto con esto: nosotros tenemos un poder de policía municipal; dentro de esto tenemos que hacer el control del agua y lo que la gente consume, y eso es lo que estamos haciendo, trabajando con quien corresponde, y más allá de mi opinión personal trabajamos con las ordenanzas y normas vigentes. Haciendo respetar la medida cautelar vigente y sería irresponsable hablar de mi percepción personal cuando esto tiene que ser un consenso para llegar a la mejor solución para todos y al bien común.
En 2019 se hizo un relevamiento en 30 manzanas donde se detectaron 50 casos de cáncer. ¿Está al tanto?
¿Es un relevamiento hecho por quién? ¿Por el Municipio? ¿Por algún particular?
Por vecinas y vecinos de los barrios San José y Esperanza, de Capilla del Señor.
No estoy al tanto. Es anterior al ejercicio de mis funciones desde hace dos años.
Cuando salió la cautelar judicial sobre los 1.000 metros de exclusión terrestre, el intendente Diego Nanni dijo que ese era un piso. Sin embargo, hoy el Poder Ejecutivo tiene la potestad de modificar la ordenanza y ampliar la exclusión, ¿por qué no lo hace desde 2012?
Porque estamos tratando de presentar una ordenanza que regule más allá de los metros; la situación la estamos trabajando en el Ejecutivo, y mientras tanto existe la cautelar vigente. Para nosotros es muy importante construir el consenso entre todos los sectores involucrados para llegar al bien común.
Recién usted dijo “más allá de los metros”, ¿qué sería más allá de los metros?
Toda la regulación de la aplicación de fitosanitarios. Más allá de la distancia permitida hay otro montón de cuestiones a tener en cuenta para la seguridad de la aplicación.
¿Qué piensa de la distancia permitida, que es hoy es de 150 metros según la ordenanza?
Me estás insistiendo con una pregunta que me parece que ya es capciosa. Ya mi respuesta está dada.
Fue la primera vez que le pregunté sobre cuántos metros considera que debe haber de exclusión.
No te voy a dar mi opinión personal. Trabajo sobre los consensos y la seriedad que tiene que ser la que prime sobre esta situación.
Si no me quiere dar su opinión personal, le pregunto por la opinión de la Intendencia.
Hasta acá llegué, no te contesto más. Te contesté un montón de cosas y todo lo que para mí es importante que se sepa. Gracias. Hasta luego.
Oficialmente, el Municipio no presentó ningún estudio ambiental. En relación al rol del Estado, Anabel Pomar señala: “Salud y Derechos Humanos parece que no existen en esto. Como si el Estado en esos roles estuviera estanco y de agrotóxicos solo debiera hablar Agricultura. Si tiene veneno mata y no es alimento. Más violación a los derechos humanos no encuentro”.
Sandra Conte es la secretaria de Derechos Humanos. Contesta muy amable y pauta la entrevista, aunque sea “un tema sensible para hablar” debido a su rol. Luego se excusa una vez, y otra vez. Al cierre de esta edición, las promesas de contestar las preguntas sensibles no se cumplieron.
Omar Recchi ejerce la dirección del hospital público San José, el único en Exaltación de la Cruz. Acepta ser entrevistado telefónicamente.
¿Qué piensa de la contaminación del agua en Exaltación de la Cruz en relación al uso de agrotóxicos?
Bueno, esperá un poquito. Yo soy el director del hospital. Te voy a responder todas las preguntas que vos quieras con respecto al hospital. Si está contaminada el agua tenés que hablar con la gente que se ocupa de la red de agua corriente. No tengo noción ni conocimiento de que el agua esté contaminada. Estás hablando con el doctor Recchi, director del hospital de Capilla del Señor. Atiendo a todos los periodistas porque están trabajando, pero te puedo contestar a lo referido al hospital. Y no es que me estoy lavando las manos. Hay un director de cada área, no voy a hablar sobre cosas de otra dirección.
Como director del hospital, ¿qué piensa de los recientes estudios científicos que confirman la contaminación del agua y del suelo en el partido?
Pensá lo que quieras, yo no te voy a responder sobre eso porque no estoy en conocimiento. Estamos saliendo de dos años de pandemia que no te puedo explicar lo que fue la segunda ola. Estamos bajando los casos de COVID y tengo el hospital explotado de ACV, infartos y cáncer, de gente que no se atendió durante dos años y no se hizo los controles. Y ahora está internada grave. No puedo meterme en temas de otra dirección.
Al ser una cuestión de salud me parece importante su opinión. Recién habló por ejemplo de que tiene al hospital explotado por cáncer, entonces quisiera preguntarle…
Esperá, no me saqués de contexto. No dije sólo cáncer, también ACV, infartos, enfermedades oncológicas. Hay gente que no se controló en los dos años de pandemia y hoy tienen consecuencias. No saqués de contexto mis palabras.
No lo saqué de contexto, pero quiero preguntarle como médico y director del hospital qué opina del uso de agrotóxicos.
Yo te respondo sin comentarios. Sin comentarios porque no sabés los problemas que tengo en el hospital como para andarme ocupando del tema de los agrotóxicos, que es muy importante, pero hay un área que se ocupa de eso y no es el hospital ni el director del hospital.
¿No ha recibido denuncias de muertes y enfermedades, casos de cáncer en el municipio?
Yo no.
En 2019 hubo un relevamiento en dos barrios…
Esta conversación termina acá; si querés hablar del hospital, de lo que fue el COVID, no tengo problema. No te voy a hablar de agrotóxicos porque tengo 64 años y no hablo de lo que no conozco. Te mando un abrazo.
En el nombre del padre
La Exaltación de la Santa Cruz es una fiesta religiosa de la Iglesia Católica, en la que se honra la cruz donde fue crucificado Jesús de Nazaret. La fecha de esta celebración es el 14 de septiembre, mismo día del cumpleaños del Municipio fundado en 1735. La ligazón de la religión en esta localidad, cuya cabecera se llama Capilla del Señor, es evidente. Se percibe en sus nombres, pero también en las paredes y heladeras de vecinos, donde se multiplican las imágenes de vírgenes, papas y santos.
En la parroquia Sagrada Familia de Cardales un cartel pide “Por favor silencio”, pero el padre Adrián decide romperlo. Y habla de un tema que, en general, la Iglesia no habla. “Sé que hay un conflicto de intereses, algo había escuchado en relación a los agrotóxicos, pero estaba enterado de la contaminación en el agua y el suelo”. Amplía: “Uno trata de transmitir siempre la palabra de esperanza, pero estas situaciones son alarmantes, vivimos mal, no tenemos una educación que nos ayude a vivir en el ambiente”, señala el cura que en pandemia empezó a compostar (proceso de descomposición de desperdicios orgánicos para transformarlos en abono). “Cuando se empieza a compostar uno toma más conciencia y queda más en evidencia la cultura capitalista de consumo, del consumir y el descartar. Esa cultura del consumo hace que terminemos maltratando la tierra y el espacio donde habitamos”.
Tiene 39 años y hace 10 que es cura. “El primer cambio que debemos hacer es en la propia casa, aunque es verdad que es muy difícil cuando uno tiene el agua contaminada en su propia casa. Excede la capacidad individual porque pasa por una cuestión política, de empresas”. Apunta: “Hay políticas que hay que cambiar estructuralmente para evitar la contaminación”.
Sobre el rol de la Iglesia en este tema, se confiesa: “A veces hablar de la Iglesia como institución es difícil, porque en definitiva somos personas de carne hueso y depende si nos comprometemos o no a ayudar. Y es difícil también porque hay estructuras que no lo permiten. Más allá de los colores políticos, sabemos que hay sectores que a veces terminan beneficiándose. El mundo no se mueve por la bondad y por el amor, se mueve por motivos económicos”. Y profundiza: “Cuando sucede esto, no es porque salió mal. Hay un plan, proyectos que buscan esta finalidad. Estas cuestiones son claramente signos de la cultura de la muerte y el descarte”. Y se pregunta: “Teniendo toda esta información, ¿cómo no se puede parar?”. Y se responde solo: “Hay intereses que no quieren que se pare”.
Ladran Sancho
El jueves 11 de noviembre se llevó a cabo una movilización en contra de las fumigaciones que tuvo un acto central en la puerta de la Municipalidad. Susana Pittella, 72 años, integra el colectivo Vecinos del Humedal y acompaña la manifestación. Se sorprende por la cantidad de policías que hay en el punto de encuentro. “Es muy llamativo. Nunca vi un despliegue así y vivo acá hace más de veinte años. Jamás en la historia del pueblo había pasado un hecho de represión como el de la semana anterior”.
Susana se refiere a un caso de violencia institucional que perpetró la policía local sobre un joven que estaba pegando carteles para difundir la marcha contra los agrotóxicos. La noche del viernes 5, Johanna junto a su compañero Rafa estaban estaban volanteando cuando se dio un hecho que rompió la calma imperante de Exaltación de la Cruz: “Apareció un auto de civil. Ningún policía se identificó con su placa. Me trataron con brusquedad hasta que el efectivo Arias pasó a mayores y me empezó a pegar. Me detuvieron y me llevaron a la salita de primeros auxilios. Delante de dos policías la médica me preguntó qué me había pasado y le dije que me habían pegado. Eso fue peor. Cuando salimos, ni bien cruzamos la puerta me empujaron contra la camioneta. Me insultaron y Arias me dijo: ‘La próxima vez va a ser mucho peor’. Me suben a la camioneta y adentro me pegó mucho más, en la cara y en las costillas”. El otro policía, de apellido Silvestrini, manejaba y le decía a su compañero que parara un poco, pero Arias me seguía golpeando”, relata Rafa, que continúa: “Yo estaba muy asustado. Cuando entré a la comisaría, una oficial dijo ‘anda con el grupo de la contaminación’. Luego Arias apareció con toda la mano vendada alegando que yo lo había lastimado. Se me acercó y me dijo: ‘La próxima vez voy a ser más duro con vos’. A las horas me liberaron”.
Agustín Brun es hijo de Patricia y también milita en Exaltación Salud. Da una mano sobre todo en la pata comunicacional. En la movilización lleva puesta una remera negra con un lema claro: “Basta de agrotóxicos”. Tiene 27 años y una amenaza recibida. “Hace un tiempo estaba volanteando en la plaza y apareció Martín Real Salas (recientemente elegido concejal por el Frente de Todos). Días atrás yo había informado en las redes que cuando se conocieron los casos de cáncer en los barrios San José y Esperanza, él había sido uno de los concejales en votar en contra del campamento sanitario. Me vio, se acercó y me dijo: “Tené cuidado”.
Contra la corriente
Tomás y Luz tienen 41 años y tres hijos. El campo más cercano donde se ha fumigado está a menos de veinte pasos. Literalmente enfrente. Una avioneta también les pasó por arriba. No es casual: Exaltación de la Cruz es un pueblo fumigado, de punta a punta. “Ves bajar el avión a metros, es una locura. Fumigaban en medio de la población, no lo hacen a kilómetros y kilómetros, no, son totalmente descarados. Es como que vengan y te tiren raid en la cara”, rememora Tomás.
Él es psicólogo. Ella docente. Él y un grupo de vecinos crearon, a principios de 2019, la cooperativa Amaranto, comercializadora de productos agroecológicos. “Además de las denuncias, también quisimos ir por la positiva y así surgimos, ya que necesitamos que la agroecología brote por todos lados y para eso es clave, por un lado, achicar la brecha entre consumidor y productor; por el otro, no es posible que convivan la agroecología con el modelo industrial, que tiene una forma de producir violenta, que contamina todo”.
En la previa a las elecciones nacionales, provinciales y distritales de 2019, Exaltación de la Cruz decidió inscribirse en la RENAMA (Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología). “Se firmó una carta de intención, pero no hubo ni un plan de trabajo acordado. Puede haber buenas intenciones, pero con eso no se gobierna, no se cambia la realidad. Acá las acciones fueron siempre a favor del agronegocio”, explica Tomás, cuya cooperativa reparte más de 700 productos sin agroquímicos.
¿Qué debe pasar para fomentar la agroecología, pero de verdad? “Faltan concreciones reales. Destinar recursos. Que haya reglamentaciones y prohibiciones de las actividades que contaminan”. Y termina: “De leyes estamos llenos, y también de paciencia. Los políticos no están a la altura de la circunstancia. No dimensionan el quilombo en todas las latitudes. Son el Estado y aplastan”. Luz lo escucha y plantea su mirada docente, pensando en el futuro: “Antes éramos un par de maestras locas comprometidas con las fumigaciones, ahora hay muchas camadas nuevas involucradas”.
Mientras se produce esta crónica, a Patricia Benítez le llega un mensaje de whatsapp: “Hay otra chica más del barrio Esperanza con un tumor en el útero, la operan para vaciarla la semana que viene. Su hermana falleció por cáncer”.
Mientras se escribe esta crónica, Verónica Garri llora porque a Matilda, su hija mayor, le acaban de encontrar nódulos en el cuello. “Es indignante cómo se van llevando tu vida y la de tus seres queridos”.
Mientras se edita esta nota, llega otro mensaje: “A 259 metros de la familia Garri se está fumigando”. El matrimonio tiene glifosato, herbicida que desde 2015 se determinó cancerígeno en animales, probable cancerígeno en humanos y genotóxico. Anabel Pomar descarga. “Que vayan todos presos quienes pulverizan y quienes permiten eso también. No se necesita seguir documentando, ya hay pruebas suficientes desde hace 20 años de los daños en las comunidades, en los suelos, en el agua, en los cuerpos. En Argentina se tiran 126 sustancias químicas que no se admiten en otros países. Si hay productos que están prohibidos en Europa, ¿por qué acá no?, ¿nuestros genes son otros? No hay forma de tirar bien un veneno, ni ‘buenas prácticas agrícolas. No hay que envenenar”. Desde 2017 es parte de Exaltación Salud. Un año antes, su papá había muerto de cáncer cerebral, en Pergamino, también rodeado de soja y plaguicidas. “Somos el país más pulverizado del mundo. Creció 1400% el uso de agrotóxicos desde que se instaló el modelo transgénico en 1996. Si se armó, quiere decir que se puede desarmar, pero para desarmarlo hay que nombrarlo como corresponde”.
Para nombrarlo como corresponde, a veces no hace falta hablar, ni estar, corporalmente. En la pared de la casa de Gabriela, en el barrio Esperanza, hay una hoja en blanco colgada en la pared. Un dibujo sobre la hoja en blanco colgada en la pared. Un dibujo de una adolescente sobre la hoja en blanco colgada en la pared. Y ahí está Ana Rocío, Anita, amante de los colores, de hacer pulseras con mostacillas, de los fideos con tuco. Ahí está Anita, dibujada, presente, con la mano derecha extendida hacia adelante. Pidiendo que paren. Que paren… De una buena vez.
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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