Nota
México: cuando pasó el temblor
La sociedad superó a la autoridad ante un sismo que el mismo día que en 1985, como en una efeméride de catástrofe, volvió a golpear a la Ciudad de México. En todas las calles se ve la respuesta ciudadana ante la pasividad gubernamental, que no sabe cómo hacer para responder, y sólo atina a subirse a caballo de la solidaridad de la gente, que le queda como una máscara impostada. Para los de abajo no hay secreto: basta con saber mirar para el costado.
Por Eliana Gilet de lavaca.org
Fotos de Ernesto Àlvarez
Cae la noche y la sensación dista del pánico de las crisis. La ciudad está agitada, en movimiento, cansada pero de pie. Aunque no hay luz, se mueven con linternas. En las esquinas complicadas los vecinos organizan el tránsito. Los conductores los respetan y esperan el turno del banderazo de paso.

Escuela en la Ciudad de México afectada por el sismo de 7.1 grados.
Foto: Ernesto Àlvarez
La respuesta de la sociedad mexicana ante el segundo sismo que le cayó este mes rebasó a las autoridades, a los militares, a los medios masivos. Algunos todavía se niegan a aceptar el protagonismo de la gente en el rescate, insistiendo en que la manija de la cosa la lleva la Marina. A pie de calle se ve distinto: en los derrumbes, hombres y mujeres se ubican en filas que descargan los escombros, que van picando otras personas, en esa pirámide trunca que fue un edificio. La prioridad es el rescate de las personas atrapadas, que han sido halladas durante todo el día. Para hacerlo, los voluntarios se meten entre los huecos del derrumbe, afirman con un palo de madera la pared para que no los atrape adentro y van abriendo así una brecha en el desastre.
Hay gente de todas las edades pero la generación post 85 son mayoría, y todos mencionan al sismo que sucedió hace 32 años, aunque no lo recuerden o no lo hayan vivido, como motivo para estar ahí. Su respuesta es verdadera: aquella experiencia se metió en la genética colectiva, se hizo carne y reacción espontánea. Algo se aprendió, dicen los más veteranos, para que ahora la respuesta haya sido ésta, que les enorgullece y les infla el pecho.

Derrumbe en la Ciudad de México por el sismo de 7.1 grados el 19 de sep del 2017.
Foto: Ernesto Álvarez
La aparición de los efectivos del Ejército y la Marina en los derrumbes desarticuló esa organización autónoma hasta que la desplazó. En uno de los edificios de la residencial Colonia Del Valle, minutos antes de las ocho de la mañana del día 20 (tembló el 19, a la una de la tarde) los uniformados desalojaron a los voluntarios, brigadistas y a la prensa que registraba una versión distinta de la oficial que emitían las televisoras; no nos olvidemos de ellas.
Ya al final de la tarde del día del sismo, la autoridad había enviado policías a todos los derrumbes para mantener a la gente a raya en los lugares del desastre (sin que se hubiese suscitado ningún conflicto para ello) hasta que finalmente los sacaron a todos. Al segundo día, los pibes solidarios formaban largas colas durante horas para entrar con su ayuda, pero no se lo permitieron ya.
La gente no se fue, no abandonó el lugar porque creció entre todos una duda que corrió como un rumor: la autoridad va a cortar la búsqueda de los sobrevivientes y comenzará a usar maquinaria pesada para mover los escombros y liberar la vialidad. Así lo denunciaron los vecinos que se mantenían junto al derrumbe de la maquila de ropa marcas New Fashion y Foley´s en la Colonia Obrera. Durante horas no se supo, y no se sabe aún, cuántas personas estaban trabajando cuando el lugar se vino abajo. Un grupo de feministas autónomas documentó que entre las víctimas rescatadas hay por los menos tres mujeres asiáticas. Denunciaron que no se conoce la cantidad de gente atrapada porque no existe una planilla registrada de los trabajadores, lo que las hace sospechar que el resto de las personas atrapadas sean migrantes indocumentadas trabajando en negro y sin garantías. El dueño de la fábrica declaró pérdidas totales y se metió bajo la tierra.
Los que no se metían directamente a sacar escombro acopiaron víveres o replicaron en sus grupos de Whatsapp las necesidades más urgentes en distintos puntos. Como la información que circuló también era falsa o vieja, los usuarios de las redes empezaron a publicar la fecha y hora de sus reportes, o a usar un hashtag simple pero de peso como #Verificado19S.

Elemento de la Policía Federal desaloja civiles durante las labores de rescate en la Ciudad de México.
Foto: Ernesto Álvarez
Desde arriba
Al igual que con el sismo del 7 de Setiembre, que tuvo su centro en el sur del país y afectó mayormente a los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco, la respuesta del Estado fue llamar a la solidaridad de la gente. Ni para los damnificados de aquel, ni menos para los de éste han soltado un peso ninguno de los niveles de gobierno existentes en México. Su respuesta oficial fue habilitar algunos lugares públicos, como centros deportivos o las casas de las oficinas delegacionales, para funcionar como albergues y centros de acopio de las donaciones ciudadanas, que ellos se encargarían de distribuir entre las zonas afectadas.
Uno de los albergues del sur de la ciudad, en el deportivo Rosario Iglesias, está rebosante de gente que ayuda a descargar autos y camionetas que llegan cargados de donaciones. Todo el hall central y un gran salón del costado están llenos de víveres. En la parte de atrás del deportivo, está el albergue. Apenas tres familias están allí, a pesar de que el lugar es enorme. Esto se repite en la mayoría de los que montó el gobierno de la ciudad: están vacíos. Por un lado, eso responde a que dos de las zonas más dañadas, las delegaciones Cuauhtémoc y Benito Juárez, son zonas centrales y codiciadas, donde vive gente con un poder adquisitivo que no necesita a dónde ir. Por otro, la gente cuyas casas no han caído, no se anima a abandonarlas.

Mujer en la Ciudad de México, quemada por una explosión de tanque de gas durante el sismo.
Foto: Ernesto Álvarez
A menos de diez cuadras del albergue, una cuadra de casitas de chapa y pasillos laberínticos, el barrio Las Cabañas, dónde la gente está instalada en la vereda desde que tembló. En una de las casas de la esquina explotó un tanque de gas en el momento del sismo y dejó heridas a varias personas, entre ellas dos niños menores de tres años y su mamá. La tía, la señora Guadalupe, también sufrió la explosión y está acostada en una carpa en la vereda, toda vendada, mientras dice que el médico le dijo que no tenía quemaduras graves y que podía irse a casa.
Otros vecinos de la misma cuadra reclaman que nadie ha venido a saber de ellos, principalmente que no han llegado los técnicos de Protección Civil para que certifiquen si sus casitas sencillas son habitables. Como hubo una fuga de gas, no han podido guisar, dice Micaela, una de las vecinas. A esa cuadra no ha llegado nada de los tantos acopios ciudadanos que el gobierno concentró (y hay uno a diez cuadras) ni tampoco los de la Cruz Roja. En la tarde del segundo día, dos médicos de la Delegación Coyoacán habían llegado al campamento improvisado, en donde ancianos duermen en la calle y decenas de niños corretean por ahí. Sólo tienen capacidad de dar atención primaria, explicó la doctora Claudia Gómez, y vacunar contra el tétanos que amenaza a la gente que convive sin agua corriente.
Mientras hablamos en la vereda y sobre nosotros se apilan unas nubes que cargan la lluvia que no ha caído en dos días, en la televisión se sigue paso a paso el rescate de la niña Frida Sofía, en una escuela primaria privada derrumbada a pocas cuadras de dónde conversamos. Micaela dice que uno de sus hermanos se fue corriendo a prestar ayuda a esa escuela, llamada Rébsamen, en cuanto oyó que había niños atrapados. Ahí también la Marina desalojó a todo el mundo y desde ese momento, el tema se convirtió en el centro de la atención de las televisoras, que transmitieron en vivo, día y noche, desde el punto del rescate. Se había anunciado que la niña estaba a salvo junto a otros cinco compañeritos, estaba su nombre, testimonio de sus padres y la decisión del Secretario de Educación Pública de ser parte del grupo que entrara a rescatarla. Ahí se concentró toda la ayuda oficial, hasta que la propia Marina -que era la fuente de esa información – anunció que todo era falso.
No hay niña atrapada: todo fue un montaje melodramático que sirvió como escenario para que la autoridad desplegara una eficiencia inexistente; y que desnudó, como nunca, el maridaje que tiene el poder con las empresas televisoras, a las que ya no les cree nadie.

Médicos de la Ciudad de México en el Hospital 20 de Noviembre atienden víctimas del sismo de 7.1 grados.
Foto: Ernesto Álvarez
Ese maquillaje descarado de la realidad reforzó la distancia entre la demagogia oficial y la respuesta genuina y espontánea de la gente. Quienes, uno tras otro, exaltan la solidaridad como parte de una identidad que los mexicanos han creado para sí mismos, a pesar de sus gobiernos.
Como dijo Italo Calvino: hay que buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
Mientras escribo estas líneas apuradas para volver a salir, la vecina de junto, la China, viene a golpearme la puerta. Trae un plato de arroz rojo en las manos, que preparó para llevar a los voluntarios del rescate en la maquila de la Obrera, a pocas cuadras de dónde vivimos. Se lo rechazaron porque le dijeron que ya tenían comida suficiente. Entonces ella regresó y repartió su arroz entre los vecinos. Estaba riquísimo.

Población civil durante derrumbe en la Ciudad de México por el sismo.
Foto: Ernesto Álvarez
Nota
57 femicidios en el año, infancias huérfanas cada dos días: Informe mensual del Observatorio Lucía Pérez

Según datos del Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez, hubo 26 femicidios durante febrero, contabilizando un total de 57 en los dos primeros meses del año. Estos crímenes dejan, a la vez, un saldo de 35 infancias huérfanas. Si bien existe una ley que obliga al Estado a brindarles una protección integral económica, de acompañamiento y de acceso a la salud, desde que asumió la actual gestión no se otorgó ninguna: la Ley Brisa no se cumple. Los otros indicadores de la violencia patriarcal de este 2025: 43 intentos de femicidio, 15 desaparecidas, 595 funcionarios denunciados.
El cuerpo de Carolina Ríos, 43 años, fue encontrado por una de sus diez hijas. Maite y Carolina, las mayores, le pidieron luego a la prensa que difundiera este mensaje : “Necesitamos ayuda para poder criar, vestir y mandar a nuestros hermanitos a la escuela. Hoy estamos destruidas, y hacemos todo lo posible para seguir adelante y no quebrarnos ante nuestros hermanos menores».
Tres días antes asesinaban a Ailén Oggero, de 32 años, delante de sus hijos de 11 y 4 años. El mayor fue quien avisó del crimen a los vecinos.
A Otilia Cubilla Jara, de 65 años, también la encontró asesinada su propio hijo.
Estos son solo tres de los 26 femicidios y travesticidios que ocurrieron durante febrero.
Una síntesis de la violencia que marca los dos primeros meses del año:





Toda la información sobre cada uno de estos casos está disponible en la web del Observatorio Lucía Pérez, el primero y único autogestionado y público.
Una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por nuestra cooperativa.
Nota
Trabajadores de Morvillo toman la fábrica tras el anuncio del cierre de la planta, que implica 200 despidos

Una histórica empresa gráfica de Avellaneda -donde se imprimen títulos de la editorial Perfil como las revistas Caras y Noticias– anunció su cierre dejando a 200 trabajadores en la calle. Se enteraron por un comunicado pasadas las once de la noche del martes y la respuesta fue unánime: ingresaron a la imprenta e iniciaron una permanencia pacífica en defensa de los puestos de trabajo. El Ministerio de Trabajo bonaerense dictó la conciliación obligatoria pero la firma faltó a la audiencia. Los argumentos empresariales de caída de la producción y los argumentos obreros: “Somos las principales víctimas de esta situación”.
Por Lucas Pedulla
El obrero gráfico Enrique Andina terminó su jornada de trabajo en Anselmo Morvillo SRL a las 22 horas y se marchó a su casa, como todos sus compañeros, como todos los días. Muchos estaban llegando a sus hogares cuando pasadas las 23 horas les llegó un comunicado de la histórica imprenta, que terminaba de la siguiente manera:
“Con una tristeza difícil de describir tenemos que contarles que ya no podemos seguir adelante. Sabemos acerca del impacto, no sólo económico, sino emocional que tiene para cada uno dejar parte de nuestra historia en el recuerdo, y los relatos que hemos compartido siempre con nuestras familias. Le dejamos a cada uno de ustedes, nuestra gratitud por su invaluable esfuerzo y el deseo de que todos puedan superar este trago amargo con la capacidad de levantarse que los caracteriza”.
El texto cerraba con esta firma: “La Dirección”.
Así como llegaron a sus casas, los obreros volvieron a la gráfica, ubicada en Avellaneda, municipio al sur del conurbano bonaerense. Andina contextualiza: “Somos 200 compañeros; yo tengo 17 años de trabajo y muchos tienen más de 30 y 40 años de antigüedad. En la pandemia vivimos una situación similar pero logramos mantener nuestras conquistas. Somos la gráfica que más cobraba dentro del gremio, pero esto fue imprevisto”.
La respuesta fue unánime: los trabajadores votaron la permanencia.
Avon, papel & toma
Anselmo Morvillo SRL inició sus actividades en 1974 desarrollando folletos cosméticos. En su página web cuentan que en 1988 incorporó la primera rotativa de tecnología de punta, “única en el país en esa época”, y sumó la segunda tres años después. Cuentan que crecieron más del 70% en la segunda década de los noventa y que hoy, en su planta de 13500 metros cuadrados de Avellaneda, los folletos comerciales representan un 70% de la producción, mientras que los trabajos editoriales significan el 30% restante. Andina cuenta que, entre las publicaciones, se encuentran títulos de la Editorial Perfil como las revistas Caras y Noticias.
En el comunicado que “la Dirección” les mandó a los obreros, a quienes se refirió como “queridos compañeros de tantos años”, la empresa expresó su posición:
- “Hemos atravesado las reiteradas crisis económicas de nuestro país, los cambios en el mercado gráfico con la marcada implosión por el avance tecnológico y el comportamiento poco ético de algunos de nuestros colegas competidores”.
- “Fuimos golpeados por la Presentación en Concurso de algunos de nuestros clientes y por la Quiebra de nuestro cliente número dos, ARCA Distribuidores. Luego, a la escalada de precios internacionales de la mayoría de los insumos y repuestos, se le sumó la exigencia de pago anticipado del papel y la desaparición del crédito internacional. Todas situaciones que enfrentamos con mejor éxito que muchos de nuestros colegas”.
- “En el año 2014 RR Donelley cerró su planta de Argentina, en enero de 2016 AGR también cerró sus puertas, y en enero de 2020 IPESA cerró la mayor parte de su operación”. Una aclaración: tras el abandono empresarial, Donelley fue recuperada por sus trabajadores y trabajadoras y, hoy, es una cooperativa gestionada sin patrón.
La empresa describe un contexto “tan negativo” en el que inscribió la caída del 63% del volúmen de producción: “Avon, que como bien saben representa más de la mitad de nuestro trabajo, dejó de imprimir catálogos y mudó su comercialización a internet. Esto nos dejó en una situación económica y financiera terminal”.
Los trabajadores respondieron con la permanencia pacífica y otro comunicado que respondía los argumentos de la empresa: “Todos factores ajenos a la responsabilidad de los trabajadores, que somos las principales víctimas de esta situación”.
Gris de espera
Enrique Andina integra la Comisión Interna y explica: “Estamos en permanencia pacífica para preservar las fuentes de laburo. A lo largo del día se hizo presente el sindicato. Exigimos una presentación en el Ministerio de Trabajo y también hicimos un pedido de plenario de delegados para discutir con todos los delegados los pasos a seguir”.
El Ministerio de Trabajo bonaerense dictó la conciliación obligatoria pero la empresa no se presentó a la audiencia. “Está incumpliendo -dice Andina-. Mientras tanto, nosotros seguimos sin tener comunicación de la empresa. Tampoco atienden los teléfonos. La última comunicación oficial fue el comunicado de anoche. Eso deja un gris, porque estamos en la calle sin un mango, pero no hay un telegrama de despido ni nada”.
Los trabajadores tienen sólo rumores, desde un cierre definitivo hasta la posibilidad de la llegada de inversionistas “que reclaman despidos masivos”, según denuncian. “Se olfateaba que la situación venía rara, pero nadie pensó que todo fuera de esta manera -dice-. La convocatoria acá fue masiva, y agradecemos también que se acercaron de otras ramas, como médicos del Garrahan. La intención es difundir el conflicto y rodearlo de solidaridad para lograr lo que necesitamos, que es que la patronal se siente a discutir”.
Mientras esperan, en las próximas asambleas decidirán los pasos a seguir: “Es un golpe fuerte, pero uno tiene que estar fuerte, también, por la familia. La mayoría de los compañeros son sostén de hogar. Estamos dispuestas a lucharla hasta el final y no aflojarle hasta encontrar una solución, que es sostener las fuentes de trabajo con las mismas condiciones que teníamos hasta ayer antes de recibir el comunicado”.
Nota
Juicio a la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu: absurdos sin pruebas

Empezó el segundo proceso judicial a integrantes de la lof mapuche, a quienes se les endilga el delito de usurpación en la localidad de Villa Mascardi, en Bariloche, Río Negro.
El juicio, a cargo del Tribunal Oral Federal de General Roca y que se realizará de manera virtual, tendrá 132 testigos que serán llamados a declarar y como mínimo, se espera que dure hasta abril. Expresan desde la comunidad: “Somos sometidos injustamente, acusados de usurpar nuestro propio territorio, el mismo que libremente caminaron nuestros kuifikecheiem (antepasados) cuando aún no existían alambrados, ni parques nacionales, ni ningún winka que con su ambición destructora mirara nuestra tierra”.
Para entender el conflicto hay que retroceder a 2017, cuando la lof inició la recuperación de su territorio a partir del levantamiento de una machi –guía espiritual y sanadora del pueblo mapuche–, y la construcción del rewe –un sitio sagrado de conexión con otras energías del espacio en donde la machi atendía a quien fuera a curarse–. La respuesta del Estado fue de terror: un operativo de desalojo comandado por la vigente ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que terminó con el asesinato de Rafael Nahuel, a manos del grupo Albatros de Prefectura, el 25 de noviembre de aquel 2017. Todo ese proceso derivó en el primer juicio contra la comunidad, donde fueron condenados siete mapuche.
Tiempo después del crimen de Rafita, la comunidad volvió al territorio hasta que en 2022, ya en el gobierno de Alberto Fernández, se ejecutó otro desalojo represivo.
En el juicio que arrancó hoy y continúa mañana, se juzga de la usurpación de distintos terrenos a Luciana Jaramillo, Yéssica Bonnefoi, Romina Rosas, Betiana Colhuan, Celeste Ardaiz Guenumil y Matías Santana. Se defienden desde la comunidad: “Nos encontramos frente a un contexto muy difícil alimentado por un sistema político y judicial perverso, que agudizó la persecución hacia el Mapuche con más violencia y encarcelamientos, con el fin de debilitarnos y quitarnos nuestro territorio”.
El juez a cargo se llama Alejandro Silva y es el mismo que presidió el proceso por el fusilamiento de Rafael Nahuel y que condenó a sus responsables con penas ínfimas.
Ataques
El contexto al que hacen referencia refiere a un gobierno que agudizó el hostigamiento preexistente hacia el pueblo mapuche, además de un avasallamiento de derechos a las 40 naciones originarias que habitan lo que hoy es Argentina. Algunos ejes de esa persecución: el desguace del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI); el decreto que barrió a la Ley de Emergencia Territorial Indígena (26.160) que mantenía la suspensión de los desalojos sobre tierras comunitarias de los pueblos originarios y que allanó el terreno para el desarraigo de la comunidad Paillako a principio de este año; y el señalamiento sin pruebas como causantes de los incendios en la Patagonia. Por citar un caso, Victoria Heredia Núñez, integrante de Lof Pillan Mahuiza, cumple arresto domiciliario desde el 12 de febrero acusada del incendio en la Estancia Amancay, en la localidad chubutense de Trevelin, pese a demostrar mediante georreferenciación que al iniciarse el fuego estaba a más de 90 kilómetros.

La gente de la comunidad frente a la policía durante una inspección ocular en octubre de 2023. Fotos: Jaime Carriqueo
Absurdos
La defensa de la comunidad está a cargo de la Gremial de Abogadas y Abogados. Uno de ellos, Gustavo Franquet, le dice a lavaca ni bien concluida la primera audiencia: “Esto comenzó en 2017 y estamos en 2025; llevamos más de 7 años donde se supone que juzgados de instrucción federal, fiscalías federales, fuerzas federales de investigación como Gendarmería, la Policía Federal y Prefectura investigaron a la comunidad y no pudieron conseguir elementos para acusarlos de otra cosa que no fuera usurpación, motivo por el que ni tendrían que estar en el banquillo. El Estado argentino, desde la Constitución de 1994, reconoce los derechos preexistentes de los pueblos originarios, por lo que no puede ni debe criminalizar el conflicto territorial; en una recuperación, no hay delito. Si esto fuera juzgado como corresponde, no pueden de ninguna manera condenar a nadie”.
En cuanto a cómo abrió el juicio, cuenta: “Sólo en un par de horas que duró, ya se cometieron varios despropósitos jurídicos, aunque estamos seguros que lo más horroroso de este juicio está por venir; vamos a escuchar cosas muchísimos más jodidas, hoy fue un precalentamiento”.
¿Qué despropósitos?
Entre las barbaridades que dijeron, hubo tres que no se pueden creer.
A una de las mujeres, Yéssica Bonefoi, la quisieron acusar de la usurpación de una cabaña, que cuando la fiscalía pidió la elevación a juicio, ni se mencionó. Fue algo insólito, porque no pueden inventar elementos nuevos. Pidieron un cuarto intermedio y cuando volvimos retiraron ese planteo porque obviamente estaba fuera de lugar. Es tanta la voluntad de persecución, de acusación gratuita, que ni se fijaron en eso.
Un segundo despropósito es que cuando se produce lo que llaman la usurpación del ex Hotel Mascardi, una de las acusadas (la machi Betiana) seguía siendo menor. Por ley de minoridad, hay todo un proceso que en este caso no se cumplió cuando se acusa a menores de entre 16 y 18 años y que ahora imposibilita al juez a dictar sentencia contra ella. Como una cuestión lógica le exigimos al juez que no la someta al juicio, y en vez de aceptarlo, dijo que lo va a decidir al final del proceso. Algo totalmente absurdo y re victimizante para la machi.
Y un tercer punto que es la pretensión de la fiscalía y de las querellas de que consideren a la usurpación como un delito continuado. Se denomina con esta tipificación a delitos como la desaparición forzada, o un secuestro, pero no a una usurpación, que es un tipo específico de hurto o de robo, en este caso de un inmueble. Si alguien comete un robo, el delito es en ese momento, no continúa en el tiempo. Ahí hay otro absurdo.
Truchos
En 2022, antes del segundo desalojo a la comunidad Lafken Winkul Mapu, se incendió un trailer y un remolque de Gendarmería. Desde los gobiernos provinciales y nacionales se acusó al pueblo mapuche, al igual que de usurpar una cabaña. Recuerda Gustavo: “Ahí empezó toda esta farsa. Esa zona está protegida por fuerzas federales, pero señalaron a la lof y así allanaron el camino para desalojarlos”.
Ese desalojo fue brutal, con más de 250 efectivos del Comando Unificado que irrumpieron en el territorio. Romina Rosas, una de las mapuche detenidas, estaba embarazada de ocho meses y fue golpeada y arrastrada por el piso; días después, parió a su bebé rodeada de policías. Celeste, decía esto de aquel 4 de octubre de 2022: “Me tiraron al suelo, a mí y a mi nena de 5 años. Nos apuntaron con el arma en la cabeza. Fue una cacería”.
Retoma Gustavo Franquet: “A las seis personas que están enfrentando el juicio jueces federales les dictaron su falta de mérito, porque no hay ningún elemento que los ligue a lo que se los acusa. Toda esta causa es trucha porque fue creada para criminalizar, para desalojar y para allanar a la comunidad. Y por ende, todo este juicio es trucho”.
Lafken, en mapudungún, significa espejo de agua. Winkul, espíritu guardián de la montaña. Y Mapu, tierra. Desde la lof Lafken Winkul Mapu, concluyen: “Seguimos llamando a la unión, a mantenernos fortalecidos en nuestro feientun (creencia) y esencia mapuche. A enfrentar al winka con nuestra verdad, por más que el aparato estatal utilice todos los medios a su alcance para difamarnos pretendiendo poner a la opinión pública en nuestra contra, con falsas acusaciones. Pero tenemos total confianza en la fortaleza de nuestro pueblo milenario que ha resistido y preservado el territorio a pesar de los atropellos”.

Matías Santana, la Machi Betiana, Luciana Jaramillo y Romina Rosas son cuatro de los seis acusados, durante la primera audiencia del juicio en su contra.
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