Nota
Mosconi, Salta: últimas noticias a metros de una bomba
En Plaza de Mayo, Pepino Fernández y Mario Rearte -dos referentes del movimiento piquetero más organizado y combativo- no subieron a ningún escenario ni pronunciaron ningún discurso. Hace dos meses consiguieron que el gobierno reconozca una deuda de 39.000 pesos con 28.500 trabajadores de YPF. Esta semana deberán presentarse a la justicia, acusados por las más poderosas empresas multinacionales. Sin embargo, estuvieron solos, olvidados por las consignas y a metros de la bomba.
Es 20 de diciembre y en Plaza de Mayo diferentes pedazos del movimiento social exhiben lo que de aquella jornada pudieron, en estos dos años, conservar.
Cambian las banderas, las siglas, los dirigentes.
Se repiten las consignas.
La Central Clasista Combativa (CCC) se asoma por Avenida de Mayo.
José Pepino Fernández y Mario Rearte, los dos referentes de la salteña UTD de Mosconi, están a un costado de plaza, esperando.
Están allí desde hacer una semana, desde la 9 de la mañana y hasta las 9 de la noche.
Hoy los acompaña Maristella Svampa, la autora de la única y más completa investigación académica sobre el movimiento piquetero argentino.
Ayer, nadie.
En medio de los cantos y la gente, Pepino cuenta que, finalmente, consiguió el dinero para pagar el pasaje que lo lleve de vuelta. Allí lo espera un juez penal, según se enteró hoy mismo.
Pepino supone que el motivo es la última de las 70 causas judiciales que lo han convertido en el dirigente piquetero más procesado. Un honor inesperado por ser, también, la cabeza visible del movimiento de los trabajadores desocupados más duro.
Esto es, más combativo y organizado.
La síntesis de esta causa es también la forma más breve de contar su lucha. En el expediente se asegura que Pepino, en una punta y Rearte, en la otra, bloquearon hace dos meses y durante 15 días la planta de carga y descarga de la empresa Refinor en Campo Durán, a 70 kilómetros de Mosconi. El juez de instrucción Néstor Aramayo ordenó el desalojo, que fue concretado por la policía de Tartagal. Actuó luego de la denuncia presentada por la «firma damnificada que se hallaba en estado de incumplimiento de compromisos de venta, especialmente con Bolivia y Paraguay, donde se habían comenzado a registrar síntomas de desabastecimiento de combustibles en algunas localidades».
Junto con el desalojo, el juez ordenó la detención de Pepino y Rearte, pero solo pudo concretar una: cuando en Mosconi se enteraron de que Pepino había sido nuevamente encarcelado, las sedes operativa y de almacenaje de combustibles de las empresas Tecpetrol y Refinor, radicadas sobre la ruta nacional 34, fueron el blanco de una protesta que logró la liberación de Petete, llevar el conflicto a la tapa de todos los diarios y arrancar al gobierno nacional el compromiso de un acuerdo en respuesta a los reclamos que habían originado ese piquete prolongado. No se trataba de Planes Trabajar ni de sus 150 míseros pesos, sino del pago de las acciones correspondientes al Programa de Propiedad Participada. Así fue como el 26 de noviembre de 2003, en una conferencia de prensa, el secretario de la presidencia Oscar Parrilla, anunció:
«El Gobierno decidió pagar 39 mil pesos en bonos a los 28.500 trabajadores de ex empresa estatal YPF, que habían quedado excluidos de los beneficios del Programa de Propiedad Participada (PPP) cuando se privatizó la petrolera. El Gobierno hizo este esfuerzo para brindar esta solución definitiva a esos trabajadores que habían quedado fuera, y llevó la oferta de 23 mil pesos promedio a un 66 por ciento más el pago de esa deuda».
En esa misma conferencia, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, detalló que «el pago será en Boden 2016, que cotizan en un 75 por ciento. Por lo tanto los ex trabajadores cobrarán en mano 30 mil pesos en efectivo cuando los cambien».
Por último, agregó: «no es necesario hacer marchas para pedir alimentos, útiles o trabajo porque hay disposición de los funcionarios a atenderlos y a dialogar».
Ese día, al salir de la Casa Rosada, Pepino declaró: «No le creo mucho a estos funcionarios, pero tienen que entender que si no cumplen con sus palabras va a ver violencia».
Al día siguiente, en Salta, el fiscal penal Oscar Trosser solicitó al juez Aramayo la detención de Pepino, acusándolo de «incitación a la violencia».
Así nació la causa número 70.
Pepino y Rearte llevaron grabadas las voces de los funcionarios y se las hicieron escuchar a todo Mosconi.
Esperaron una semana.
Esperaron dos.
Tres.
Y decidieron viajar a Buenos Aires para preguntar cuando se concretarían.
Así fue como se sentaron en Plaza de Mayo, desde las 9 y hasta las 9, cruzando el cerco de la Casa Rosada para recordar que estaban allí, esperando una reunión con los funcionarios que, les dijeron, nunca estaban.
Así fue, también, como los encontró el 20 de diciembre: parados a un costado del escenario, escuchando a los dirigentes que hablaron por turnos de los mismos muertos, las mismas luchas y los mismos reclamos.
Escuchaban también las novedades que llegaban desde Salta.
La tritlogía del terror
Tres de las empresas que operan en la zona -Tecpetrol, Refinor y Pluspetrol- anunciaron que se retiraban de Mosconi. Pepino sonríe. «No se retiran de Mosconi: los corrimos de Mosconi. Levantan las sedes administrativas, pero los pozos no se los pueden llevar».
Rearte precisa: «Esas empresas lo único que ofrecen son unos pocos puestos de trabajos temporarios, de dos o tres meses, muy menores, como para tareas de desmalezamiento o limpieza».
Pepino vuelve a sonreír y comenta: «Eso es lo que nadie entiende de Mosconi. Lo quieren arreglar con Planes Trabajar, pero no pueden, porque la gente de Mosconi es gente formada, acostumbrada a vivir con 1.500 pesos. No van a presionarlas porque levanten unas oficinas y se lleven 20 puestos de trabajo».
Las propias cifras que aportan las empresas dan una idea de qué está hablando. También, contra qué y quién están luchando.
En la página web de Tecpetrol -del Grupo Techint-(www.tecpetrol.com) puede leerse cuál es la relación entre las ganancias y los puestos de trabajo que genera en los 720 pozos en los que opera:
«La Empresa obtuvo ganancias por más de US$ 55,4 millones (Abril 2001-Marzo 2002) y emplea a 520 personas».
Por su parte, Refinor informa desde su página web (www.refinor.com) lo siguiente:
«Composición accionaria de la empresa: el 50 por ciento le corresponde a Repsol, el 28,5% a Petrobras y el 21,5% a Pluspetrol. Cuenta con un plantel de 386 personas en forma directa y 571 en forma indirecta, ha realizado exportaciones por valor de 390 millones de pesos, mientras que las ventas llegaron a los 900 millones».
Rearte lo resume así:
«Yo hago este análisis. Cuando nosotros estábamos trabajando en YPF el Estado nacional tenía una deuda de 52 mil millones de dólares. En ese entonces, había empresa y trabajo. Después vino toda esa campaña que hizo creer que el déficit del Estado venía por las empresas públicas y que los zánganos éramos los trabajadores que dábamos pérdidas. Hoy nos damos cuenta que tenemos una deuda externa de 175 mil millones, no tenemos empresas y no tenemos trabajo. Ese es el camino al que nos llevaron los dirigentes, los grandes responsables que hoy siguen siendo los mismos que están sentados en los partidos políticos, haciendo lobby, con grandes influencias en los medios para hacernos ver a los que luchamos contra esto como los violentos y responsables de la crisis».
En el escenario, alguien repite «Que se vayan todos» convertido hoy en el grito de un locutor cerrando una declaración consensuada. Ya no está la CCC, sino la Asamblea Nacional de Trabajadores, integrada por el Bloque Piquetero. Hay más de siete dirigentes esperando su turno en el micrófono, mientras en la fuente los chicos se refrescan y tiran agua. Antes de dar paso a los discursos, la voz del micrófono ordena que se bajen las banderas y se cierren las pancartas partidarias, de acuerdo a lo convenido previo al acto, que incluyó un tire y afloje infinito sobre el orden de la lista de oradores, la ubicación de las columnas, las consignas, los detalles.
Rearte sigue reflexionando:
«Como bien dice Pepino, a veces para conseguir materiales para construir, tenemos que tomar medidas. Para conseguir 200 o 300 Planes de 150 pesos, tenemos que tomar medidas. Y esto es porque ni las empresas ni los gobiernos toman las decisiones que se necesitan para dar respuestas a los problemas de fondo. Las empresas tienen que dar trabajo y los gobiernos, garantizar derechos. Como no lo hacen, tenemos que tomar medidas que, lamentablemente, llegan a enfrentamientos muy duros. ¿Sabe por qué? Porque la gente tiene convicciones muy firmes. Busca lo que necesita y sabe que la única manera de sobrevivir es esa: luchando. El Estado quiere arreglarlo dando nada más que Planes y un bolsón alimentario. Entonces la gente reacciona, porque eso no le alcanza, no va alcanzar hasta que no haya trabajo. Por eso está dispuesta a luchar hasta las últimas consecuencias para reconquistar nuestras empresas. Porque las que están no van a crear más puestos de trabajo. No les interesa. Para ellas el trabajo es un gasto. Hacen trabajar a la gente doce horas, cuando si cumplieran con la jornada laboral de 8 estarían creando un turno más de trabajo. Sacan millones y pagan monedas. Y lo único que les preocupa es cómo sacar más millones y pagar menos monedas».
Pepino se pierde en la multitud, buscando en la columna que se acerca a alguien que conoce y quiere saludar. Antes, recuerda que allá quedaron todavía 8 detenidos durante la última protesta esperando los cargos. Rearte contínua:
«Hay muchos interesados en que nos enfrentemos pobres contra pobres, porque con eso ganan las empresas y los partidos. Quieren ahora hacernos responsables de los desmanes que se produjeron en Mosconi, pero no tienen pruebas. Lo que hubo, sí, fue una protesta espontánea, cuando la gente se enteró de la detención de Pepino. Pero ninguna de la gente que lo apoya es capaz de romper los lugares en donde juegan sus hijos, por ejemplo, como pasó ese día. Así como están dadas las cosas, así como las empresas están generando presión, creemos que alevosamente están intentando que a algunos referentes comiencen a mirarnos con malos ojos. Pero no creo que les resulte tan fácil, porque nosotros hicimos un trabajo muy profundo. Incluso cuando nos reunimos con el ministro Fernández después de estos episodios, le dijimos que la mejor manera de saber quiénes éramos y por qué exigíamos lo que exigimos, era venir a Mosconi. Y se comprometió a visitarnos. Nos dijo que en la primera quincena de diciembre iba a estar allá. Hoy es 20 y ni miras de viajar».
Lo que vio un ministro
La última visita de un ministro a Mosconi fue en junio del 2001. Fue cuando Juan Pablo Cafiero, por entonces ministro de Desarrollo Social, críticó duramente a Repsol y determinó «que en Mosconi no hay Estado».
La síntesis de lo que vio Cafiero:
«Después de la privatización sin red de YPF la consecuencia es una irritativa y desigual distribución de la riqueza, muy visible en Mosconi, con empresas petroleras que publican balances en los medios de comunicación donde se muestran afanosas de haber ganado miles de millones de dólares y viven junto a poblaciones hiper empobrecidas; con empresas que provocan un daño al medio ambiente impresionante, que tiran sus desechos en arroyos que terminan en las comunidades indígenas».
Los periodistas le recordaron, entonces, que los líderes piqueteros con quienes estuvo reunido tenían orden de captura.
La respuesta de Cafiero:
«No sé si pesan sobre ellos pedidos de captura, entiendo que no porque son personas que me plantearon sus reclamos de manera muy razonable. Evidentemente tienen características de liderazgo popular y mucha comprensión de los temas locales y de los problemas del país. Noté una suerte de liderazgos sin aparatos. Noté que Pepino Fernández era muy respetado por la comunidad».
Rearte recuerda hoy:
«En ese tiempo se lograron muchas cosas. Pero ahora es como si se estuviera dando un giro en revés contra nosotros, porque a través de los medios se hace mucha presión para mostrarnos como los responsables del retiro de las empresas y, por lo tanto, de conseguir con nuestros reclamos más desocupación que trabajo. Pero no es así, porque en definitiva los recursos están ahí, están saliendo de nuestro suelo. Ellos dicen que le quemaron las oficinas, pero por esos daños cobraron un seguro. Y ni siquiera levantaron ellos esas oficinas, porque las heredaron de YPF. Nosotros decimos que si nos dieran las herramientas para explotar esos pozos, podríamos tranquilamente hacerlo porque hay mucha gente preparada técnicamente para ese trabajo que hoy está desocupada, incluso para recuperar algunos pozos que hoy están inactivos. Con una pequeña inversión, podríamos hacerlo. Pero no vemos intención del gobierno en hacerlo. No lo vemos con la intención ni de revertir la situación actual ni de poner límites a las empresas que están prácticamente sin control llevándose todos los recursos naturales de nuestro suelo. Y este es un momento oportuno para hacerlo porque en algunos casos hay renovaciones de contratos que están por vencer y eso da una oportunidad para que las empresas vuelvan a manos del Estado. «
Allá en Mosconi la UTD comenzó a hacer historia cuando en 1996 tomó el Consejo Deliberante durante 23 días para exigir Planes y bolsones de comida. Luego, convirtió los esas planes en proyectos productivos. Después, transformó los piquetes en algo más: una herramienta para arrancarle a las empresas, sin intermediarios, recursos que destinaron a la comunidad. Levantaron así una ladrillera para construir viviendas con las que erradicaron los ranchos. Siguieron con la erradicación de letrinas, luego construyeron escuelas con salas de computación, laboratorios y comedores: también salas de primeros auxilios, viveros, compactadotas de basura y, por último, una universidad. Dice Rearte: «los contratos con las empresas dicen que tienen la obligación de invertir en la zona y en la población donde están explotando y sacando petróleo. Nosotros, entonces, hacemos lo que no hacen los funcionarios: hacer cumplir la ley».
Otra ley los llevó a la cárcel cuando, en el 9 de abril de 2003 los detuvo a la salida del Congreso Nacional, luego de una reunión en el Senado. La acusación: el uso de «una metodología de apartamiento constante de la ley penal, cuando no de una actitud desafiante para con los distintos poderes del Estado». Rearte fue liberado a los 15 días, al no tener antecedentes penales. Pepino, que ya contaba con cincuenta y pico de causas, salió de la cárcel recién el 27 de mayo. Entró al penal de Salta a compartir los días con 800 presos que comían en el piso y salió dejándoles organizado un taller de carpintería y una huerta.
Esta semana los dos tendrán, una vez más, que probar de qué lado está la ley y de cuál la justicia.
En tanto, Rearte se queda solo en la Plaza, esperando que Pepino lo encuentre en esa esquina en donde la multitud aguanta el calor y los discursos.
Son las siete de la tarde.
Enfrente está la Catedral y a unos metros y veinte minutos de distancia, una bomba.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 3 semanasMu 209: Una de terror

Derechos HumanosHace 2 semanasA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 3 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

ActualidadHace 1 semanaMendoza en caravana hacia la capital provincial contra el proyecto minero San Jorge

NotaHace 2 semanasEncuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia





















