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2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

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La Muestra El futuro detrás en el Parque de la Memoria presenta un conjunto de obras y registros (entre los que se encuentran el libro Sin patrón de lavaca y el testimonio de la fundadora de la cooperativa Claudia Acuña) alrededor del estallido social del 2001 de una manera original en un contexto particular, con foco en las creaciones sociales de grupos artísticos, asambleas y fábricas recuperadas. Objetos, narrativas e imágenes que nos muestran una memoria otra de lo que pasaba en calles y espacios sociales por esas fechas, del 19 y 20 a la Masacre de Avellaneda. Pasado, presente, futuro, ¿dejavú? Lo que aporta retomar las huellas de un estallido para encarar la que se viene: hablan las curadoras Ana Longoni y Cora Gamarnik.

Texto: Franco Ciancaglini

Fotos: Sol Tuni

El tiempo y el lugar son paradigmáticos: 6 de diciembre de 2023, Parque de la Memoria. En 4 días el presidente de la Nación Alberto Fernández le dará paso a su sucesor, Javier Milei. Sobran las obviedades.

El destino de este lugar, concebido como un espacio de arte y memoria a cielo abierto en contra del terrorismo de Estado, es un misterio que estará en manos de quienes lo revindican abiertamente. Y también de la resistencia e imaginación de quienes lo concibieron, trabajan y defienden, llenándolo de sentidos.

Una nueva muestra cobijada dentro de la sala“Presentes Ahora y siempre” del Parque, en un día gris de lluvia intensa, parece ser el reducto del reducto de esa memoria latente que se resiste a guardarse. La muestra abrirá al público dos días después de este recorrido (del 8/12 al 31/3), acaso para encontrarse con su verdadero protagonista: la gente.

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: Sol Tunni para lavaca

Arte y política

Ana Longoni (una de las siete integrantes del colectivo curatorial a cargo de la muestra) y Cora Gamarnik (parte de la curaduría fotográfica y audiovisual) son algunos de los nombres responsables de esta instalación que se hace cargo de todos estos elementos paradigmáticos hoy. Y los expone, literalmente, en las paredes, en el piso y ante nuestros ojos en un ejercicio desafiante de traducir los códigos callejeros y las creaciones sociales, espontáneas, dispersas, inabarcables, a un museo.

Longoni es especialista en esto: doctora en artes (UBA), se especializa en el cruce de arte y política de América Latina y trabajó en el Museo Reina Sofía como directora de Actividades Públicas hasta el 2021. Como investigadora del Conicet, dirigió el proyecto “Después del estallido” dentro de la Convocatoria CONICET/Museos, del cual se desprende esta muestra (más info de esto, abajo) y del que participa también Gamarnik, investigadora especialista en fotoperiodismo. 

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Ana Longoni y Cora Gamarnik. Fotos: Sol Tunni para lavaca

Lo primero que sorprende al entrar al museo es que no vamos a encontrar las típicas imágenes del 19 y 20, no. Y no porque se oculte la represión (presente en fotos y particularmente a partir de la reconstrucción de la Masacre de Avellaneda), sino porque el foco está en otra parte: las curadoras hablan de “creatividad social” para referirse a las emergencias de otras formas de comunicar, hacer y organizarse. Gamarnik: “La represión está presente porque fue lo que sufrieron los y las manifestantes aquellos días pero la apuesta es mostrar que el 2001 tuvo también una fuerte impronta colectiva, de sentido de comunión, de hartazgo transformado en lucha. No fue una salida individualista extrema, como se intenta invocar ahora. Ese es el espíritu que queremos mostrar: proyectos colectivos, creatividad popular”.

Ana: … la fuerza de la multitud como gran laboratorio de imaginación política y social, capaz de generar otras respuestas ante la crisis que pone en riesgo la vida en común. 

Así veremos que la primera sala, donde se muestra parte del trabajo de distintas agrupaciones artístico-políticas paridas en la época, domina el color. Incluso algún desprevenido puede pensar que se equivocó de muestra, pero no: los imaginarios del 2001 aparecen en unos objetos tipo asteroides hechos con tapas de cacerola, obra de María Causa, dialogando con las enormes formas de olla a cargo de Alicia Herrero, una tele que invita a ver las sinergias de una comunidad experimental como el  Proyecto Venus, que funcionó como un club de trueque con su moneda Venus, al lado de los distintos billetes y bonos del famoso trueque de la época, billetes intervenidos  por el colectivo Pobres Diablos de Rosario denunciando al FMI, la experiencia cordobesa del Partido Transportista de Votantes (PTV), que reunió en una parodia de partido político a 300 personas, los dólares-dolores que Karina Granieri repartió en las filas de las casas de cambio en el verano de 2002… son algunas de las imágenes que se reúnen en un estallido de sentidos que se caracterizan por su variedad y originalidad.

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: lavaca

Sala x sala

En la sala contigua un salón audiovisual nos sumerge en tres pantallas que nos hablan simultáneamente. Hay que elegir una para prestar atención y que no se pierda ningún detalle: 

1) Una proyecta fotografías de fotógrafxs profesionales así como de personas que registraron con su cámara postales del 2001 al 2003, revelando ocurrentes pintadas callejeras y distintas formas de vida solidaria; las tomas fueron seleccionadas por la investigadora Gamarnik, que dice: “Las imágenes te devuelven a toda la conflictividad y vitalidad de esos años, después del estallido”.

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: Sol Tunni para lavaca

2) Otra de las pantallas muestra una edición de fragmentos de 15 entrevistas, especialmente grabadas para la muestra, a personas que participaron de una u otra forma de asambleas populares y fábricas recuperadas, los estallidos y sus ecos. Entre ellas da testimonio la fundadora de lavaca, Claudia Acuña, como parte de la gesta que parió entre otras cosas este medio de comunicación cooperativo.

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos lavaca

Pantalla 3) Un collage de imágenes gráficas y fotográficas que componen la historia de la asamblea de Lacroze y Zapiola, en Colegiales, realizada por dos de sus integrantes.

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos lavaca

En la sala siguiente –quedan dos, dos y medio más- veremos retazos de la historia de las fábricas recuperadas, historia viva hoy. Brukman, Grisinópolis, Zanón,  el hotel Gondolín (como edificio recuperado por la comunidad travesti-trans) tienen sus apartados propios donde se registran las conexiones solidarias entre lxs trabajajadores  y distintos artistas y colectivos, que se hacen evidentes en iniciativas como festivales y movidas solidarias para parar la olla y hacerse ver. 

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: lavaca

Se encuentra presente en la pared, para ser tomado y consultado, el libro Sin Patrón de esta cooperativa, una tesis y una guía sobre el movimiento de fábricas recuperadas parido por y en aquella época. Al lado de la primera edición del libro, el colectivo Iconoclasistas – presente en distintos puntos clave de la muestra- representa el padrón de empresas que recopilamos en su momento en un coqueto mapa. También está presente un retrato en el Gondolín de Zoe López, referente de esa organización recientemente asesinada.

En esta misma sala, la más grande, se continúa reflejando el carácter federal de la selección de obra de la muestra: la movida del Hormigazo en honor a Pocho Lepratti de Rosario ocupa una buena porción, así como se refleja el accionar de esa época en los escraches de HIJOS La Plata en otra de las paredes. 

Fotos: Sol Tunni para lavaca

En el paso hacia la siguiente sala, se abre un microcine con una selección de doce pelis: fragmentos de films como La toma de Naomi Klein y Avi Lewis, o La crisis causó dos nuevas muertes de Patricio Escobar aparecen en una edición que le da contexto audiovisual a la muestra. Esta última peli además conecta con el eje de la sala donde culmina el recorrido…

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: Sol Tunni para lavaca

Porque llegamos a Avellaneda, 2002. En el rincón se cobija esta última estación de la muestra, especialmente conmovedora. Lo primero que impacta es un mapa de Avellaneda– a cargo de Iconoclasistas, claro- en el cual se ubican fotos de lugares y momentos de aquel 26 de junio: el corte en el puente, la represión en la estación, la represión en cuadras y cuadras a la redonda, el allanamiento ilegal al local de Izquierda Unida, todo en fotos que no son las que estamos acostumbradas a ver y son parte de la causa judicial que investiga las responsabilidades de las muertes de Darío y Maxi.

Hay más: dibujos de Maxi Kosteki, remeras del Taller Popular de Serigrafía, los dibujos de Florencia Vespignani, la pintura de Ana Maldonado y el vitraux de Maka entre otros 60 artistas y colectivos participantes, entre los que hay artistas populares, anónimos, y otros más reconocidos. Algunos de ellos estarán presentes en una de las “activaciones”, la primera, que ocurrió el pasado domingo 17 con un recorrido comentado junto a investigadores, artistas, fotografxs, cineastas y activistas integrantes de distintos colectivos. Luego habrá una performance del colectivo de arte callejero Periferia, al cumplirse 40 años de la democracia.

Fotos: Sol Tunni para lavaca

Las curadoras

El título “El futuro detrás” puede sugerir tanto la idea de que lo que viene está atrás, como la idea de que hay que mirar hacia atrás para enfrentar lo que viene. Cora Gamarnik dirá: “Exactamente, el título juega con esos dos sentidos. Pero también es decir que el pasado no es algo cristalizado que sucede una vez y para siempre, sino que sigue actuando en el presente”.

Ana Longoni repone un cómo sigue actuando: “Cuando se empezaba a acercar la fecha de la muestra, ante el contexto que estamos viviendo, tenía una sensación de extrañamiento, me preguntaba ¿qué sentido tiene ahora una muestra sobre el estallido del 2001? El contrapunto entre el “que se vayan todos”de aquella época, ahora cantado en el bunker de Milei… Y de repente empezamos a tener indicios muy fuertes que nos hablan del hoy, y finalmente se nos hizo evidente cómo el 2001 también nos puede dar claves para pensar el presente y sobre todo imaginar otros futuros posibles”.

Cuáles está por verse. El 2001 sigue vivo, continuamente, reescrito, ahora en las paredes de un museo. Cora: “Hay varios 2001, y como en todos los aspectos históricos, culturales, hay una disputa por ese 2001. El ´que se vayan todos` lo trata hoy de absorber la ultra derecha, lo cual demuestra que se está intentando apropiar de esa fuerza colectiva, poderosa que salió a manifestarse entonces. No lo podemos dejar.”

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: Sol Tunni para lavaca

Ana: “La apuesta que nos proponemos es a conmover las memorias del acontecimiento del 2001, hacerlas estallar desde otras voces y otras imágenes a las que solemos tener; abrirnos a otras geografías… Y sobre todo pensar hasta qué punto eso puede interpelar los procesos actuales y los modos de construir los relatos de aquel tiempo. Lo que se instaló después fue: no hay que volver al 2001, como una especie de amenaza. Y nos interesa proponer un ejercicio donde emerjan memorias plurales,  resonancias y huellas que pueden seguir estando latentes, o pueden ser de alguna manera, desenterradas, para construir otras posibilidades de vida y de resistencia hoy”.

Para Gamarnik “el pasado para operar sobre el presente necesita de narraciones, necesita de imágenes, necesita de acciones que lo traigan. Y un poco es eso, recuperar ese espíritu cooperativo, traerlo no solo como forma de estudios académicos dentro de la universidad, sino desde otras formas de lenguaje, para llegar a otros públicos”.

2001 La revolución al museo: imaginación y crisis, a las puertas de otro desastre

Fotos: lavaca

Una de las ventajas del Parque de la Memoria es la afluencia de colegios primarios y secundarios como parte de recorridas escolares pedagógicas. La sala PAYS es parte del Monumento a las víctimas del terrorismo de Estado emplazado en la gigantesca plaza de acceso público, que le brinda a todo lo que se hace acá otra resonancia: ante esta muestra, ata los hilos de la historia de derechos humanos, la lucha y la represión, historia y presente.

La invitación, como el 2001, queda abierta.

Fotos: Sol Tunni para lavaca

Las charlas y el libro que viene

La muestra es producto de una investigación realizada por el grupo “Arte, Cultura y Política en la Argentina reciente”,  parte en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA junto al Museo Histórico Nacional, que incorporará a su patrimonio las entrevistas y documentos relevados en el proceso. 

Como inicio de esa investigación, al cumplirse los 20 años de 2001 se realizaron una serie de conversaciones, debates y asambleas que, primicia de lavaca, serán editadas en un libro que se publicará próximamente. 

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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