Nota
Una mirada política desde Las Heras al más acá: Petróleo y derechos humanos
¿Cómo se vive, se trabaja, se compra y se descansa en Santa Cruz, tierra dominada por las petroleras que determinan casi todo, desde la política hasta el trabajo y el consumo? Jorge Mansilla, trabajador de Caleta Olivia, tras denunciar ante el CELS la situación de uno de los presos por reclamar empleo, contó a lavaca sus impresiones sobre la vida monopolizada por las petroleras, el estilo también monopólico del kirchnerismo, y lo que ocurre en la zona norte de la provincia, cuando reina eso que algunos llaman normalidad.
Jorge Mansilla tiene 31 años, sabe lo que es trabajar en el petróleo a 20º bajo cero, sabe lo que es hospedarse ocho meses en una cárcel, hasta que finalmente el Tribunal Supremo de Santa Cruz le anunció a la ciudadanía en abril del 2005 que la crisis social no se puede reprimir con el código penal, y lo liberó junto a sus cinco compañeros presos.
Pero ahora Mansilla está en una Buenos Aires abrasadora y poco abrazadora: su nueva prisión es estar otra vez sin trabajo desde enero, debido a que políticos y empresas rompieron las promesas laborales que les habían efectuado a los desocupados.
Sin embargo llegó a la Capital no tanto por lo suyo, sino para denunciar la situación de otro petrolero, Cristian Ruiz, detenido desde julio del 2005 en Cañadón Seco por lo mismo que Mansilla había sido liberado.
Efectuó la denuncia ante el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): “Me recibió Gustavo Palmieri, con muy buena predisposición y mucho interés en comprender cómo es la situación en el sur. Ellos estuvieron a fines del año pasado en la zona y la idea es ver qué se puede hacer para solucionar esta situación”.
Jorge camina por la 9 de Julio, y no lo asombran tanto el calor y los bocinazos insufribles, ni el movimiento de gente, como el anuncio que detectó en un pequeño café y pizzería, sede de la conversación con lavaca: “Mirá esa pizza, a 4,80. Allá una pizza pelada, que casi ni muzzarella tiene, no te baja de los 13 o 14 pesos”.
El tema puede parecer menor (a quienes no comen pizza), pero Jorge percibe en esos detalles una cuestión a la que atribuye el origen de parte los conflictos en Santa Cruz:
-Cuando los trabajadores salieron en Las Heras a reclamar por el impuesto a las ganancias, demostraron que el problema no es solo para los desocupados –que imaginate cómo estamos- sino también para la gente que tiene un trabajo que se supone bien pago.
-Mucha gente no entiende el conflicto porque los salarios, comparados con los de otras provincias, son elevados. Tanto, que caen en el impuesto a las ganancias.
-El costo de vida tiene mucho que ver en todo esto. Acá en Buenos Aires vas a comprar cualquier cosa a un peso, y allá te cuesta tres. Hoy en día si querés alquilar una casa en Caleta Olivia, Pico Truncado o Las Heras, lo primero es encontrarla, porque casi no hay. Y si encontrás, no te baja de 900 pesos. Después tenés que comer, vestirte, moverte. Cada pasaje que pagamos nosotros a Truncado son 10 pesos de ida y 10 de vuelta. Entre Caleta y Las Heras son 20 y 20. No hay líneas urbanas de colectivos, entonces según el recorrido tenés que usar taxi o remis, y el mínimo es de 3,75. Vas sumando, y aunque uno gane 2.000 pesos o más, termina endeudado.
-¿Es tanta la diferencia?
-Un kilo de carne barata cuesta 17 pesos. A mi hijita de dos años estoy obligado a comprarle leche de la de larga vida, porque de sachet no hay. Antes de venir compré la de larga vida a 5,25, de una marca que la conoce el que la hizo y nosotros. Un paquete de fideos, los más baratos, no te baja de 2,75. Y comprás eso, o nada porque tenés un solo lugar donde comprar esa sola cosa. Y si hay otro, te vende lo mismo al mismo precio.
-Libertad de mercado sin maquillaje: monopolios.
-Claro, no hay competencia de mercado, no es como aquí que podés elegir dónde comprar. Allá tenés uno solo, un solo precio. Hasta ir a bailar es un lío. En Caleta hay un solo lugar, de cumbia y otro con otra música. Pero en Las Heras y Truncado no tenés ni uno. Y otra cosa: pagamos la luz y el teléfono más caros del país.
-Pero la Patagonia produce energía eléctrica.
-Por eso no se entiende. Y te digo más, tenemos la posibilidad de la energía eólica. Pero nadie la lleva adelante.
Viento del sur
La energía eólica se produce a partir de los viento que pulen la Patagonia. Es permanente, renovable, barata, no contamina: casualmente, todo lo contrario del petróleo.
–Podés generar la electricidad para toda una ciudad. En Caleta con un molino alcanzaría. Los molinos de Comodoro le dan electricidad a todo el parque industrial. Ahí tenés otra locura: las empresas petroleras y las fábricas de Comodoro usan la energía eólica, pero nosotros, la gente, los vecinos, no tenemos acceso siendo que sería mucho más barata. Lo único un poco más barato para nosotros es el gas, si no nos morimos de frío. Eso hace que la prioridad siempre para nosotros sea pagar los impuestos para no quedarte sin el servicio.
-¿Y el teléfono?
–El teléfono es indispensable, porque quedás incomunicado. Lo mismo que estamos obligados a tener televisión por cable porque televisión por aire no hay. Con el teléfono, cuidándote, sin llamar a celulares ni a larga distancia, pagás unos 900 pesos. Si te descuidás te vas mucho más arriba. Y no tenés franjas horarias ni nada de eso. Lo maneja una cooperativa que en realidad está formada por gente de la municipalidad, y tampoco tenés opción para elegir otra cosa.
Ganar y perder
Jorge –debe aclararse- no es un promotor del libre mercado ni integra la llamada escuela económica de Chicago, sino el FOS (Frente Obrero Socialista). Pero su razonamiento apunta a revelar de qué modo estas zonas de la Patagonia viven una situación de encierro cotidiano, hasta en el consumo: “Es como vivir en un latifundio. Parece más un latifundio que una sociedad democrática”.
En los latifundios los trabajadores cobraban –cobran- vales para comprar los productos más elementales en el almacén de los propios latifundistas. Más allá de lo económico, el único rol del habitante de esos lugares es la obediencia y el trabajo. La idea de sociedad democrática pertenece a otros planetas. Pensar esta realidad como la vida en un latifundio modernizado es un ejercicio inquietante.
Sostiene Jorge:
-Pero además te descuentan un impuesto por trabajar. Yo no sé cómo lo pueden llamar “ganancias” si el trabajador no gana nada, y pierde bastante. Para colmo, la vida ahí es durísima.
-¿En qué sentido?
-Yo trabajé en Las Heras. Viajé para allá en los 90 por las promesas de Kirchner, cuando llegó a la gobernación, de que iba a haber cantidad de trabajo. Al principio había, pero después vino la crisis de fines de los 90, el petróleo a 6 dólares, y las petroleras dejaron a la gente y los yacimientos abandonados, empezó a haber pueblos fantasmas. Después nuevamente hubo reactivación, pero para el que mantuvo su trabajo hay que reconocer que las condiciones son tremendas.
-¿Por qué?
-Cada semana tiene seis jornadas de 12 horas de trabajo en el campo, en Los Perales, y cuatro horas más entre ida y vuelta. Las Heras es la ciudad, pero Los Perales es el campo donde están los pozos (y se lo considera uno de los más productivos del país) . después de esas 16 horas, uno tiene que hacerse la comida, la comida para el día siguiente, lavarse la ropa, y entre una cosa y otra, al final dormís tres o cuatro horas, y ya tenés que volver al campo.
A una mesa de distancia, el encargado del pequeño café, un típico porteño sesentón, locuaz, con acento tanguero y voz áspera de mucha noche transitada, le cobra a un parroquiano y anuncia mirando hacia el vértigo de la 9 de Julio, mientras palpa el billete que acaban de darle: “La platita, che. La platita no es nada. Papelitos. Los argentinos somos unos turros. Cada uno en la suya. Por culpa de la plata estamos como estamos. Qué se le va a hacer”.
Los hombres solos
Las Heras tiene 15.000 habitantes. Hacia 1990 eran la tercera parte. En Caleta la cifra explotó de 25.000 a 40.000. Los momentos de reactivación fueron un imán. Los trabajadores petroleros se dividen entre los que viven allí con sus familias, y una enorme proporción de los que forman ese paisaje de hombres solos tan característico de la zona. Son quienes llegan desde otras ciudades, a las que regresan cuando reúnen francos suficientes como para pasar un par de días: “El que vive en Las Heras está casi todo el día afuera. Sale de la casa a las seis de la mañana y vuelve a las diez de la noche. O de seis de la tarde a diez de la mañana. A los hijos casi ni los ve. Pero además muchos trabajadores viven solos porque son de otros lugares, y cuando vuelven a la casa son como extraños. Es muy complicado, muchos se vuelcan al alcoholismo y es muy común que las familias se rompan porque los chicos se acostumbran a vivir sin el padre, la mujer sin el esposo. Va generando un conflicto y en tiempo de vacaciones se producen las crisis y divorcios”.
La superación de este tipo de situaciones no parece darse precisamente a través de un incremento de la sociabilidad y las relaciones comunitarias. Cuenta Jorge: “No, hay gente se pone violenta, es un clima complicado. Además no hay contención en esas ciudades, ni para los adolescentes ni para nadie”.
Se considera a Las Heras como un lugar récord en el rubro de los suicidios de jóvenes. Por ejemplo, una serie de muertes por mano propia de 22 chicas y chicos por debajo de los 20 años producida a fines de los 90, motivó que Unicef (el fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) enviara técnicos para aplicar un programa de resolución de conflictos. Todo en pleno estallido de la crisis y la desocupación de fines de los 90, con el gobernador Kirchner buscando un lugar en la política nacional. “La desocupación, la ausencia de contención social, la falta de expectativas laborales y de estudio, aparecen como desencadentantes de esas trágicas determinaciones” declaró en aquel momento Ángel Gómez, secretario de Bienestar Social de Las Heras, según se transcribe en el libro Los suicidios del fin del mundo.
La ola de suicidios amainó pero no se detuvo. Los organismos internacionales quizás no puedan transformar la vida cotidiana de las personas, o el malestar del alma.
La mala fuerza
Sigue contando Jorge.
“El otro tema es que no hay casi nada. No hay cultura, esparcimiento, y cada vez que hay un conflicto termina siendo muy duro, y no siempre con claridad sobre qué se quiere lograr. Todo conflicto es durísimo. Como es duro el trabajo. Imaginate lo que es estar a 20 grados bajo cero”.
Dato técnico: la temperatura de un freezer oscila entre los 18 y 25 grados bajo cero. El lector puede barruntar lo que significa trabajar en un lugar donde se puede congelar la comida dejándola a la intemperie.
Jorge: “Para trabajar en invierno se usa ropa de abrigo, más un mameluco, más el mameluco térmico, más los guantes. Vas por el campo con nieve hasta las rodillas. Los trabajos de movimiento de tierra por derrames de petróleo (¿habrá contagio en la Patagonia de la experiencia de Gualeguaychú?) son increíbles porque cuando pegás con la pala, la tierra está dura como el asfalto. Está todo congelado y con escarchas de 5 o 10 centímetros. Usás medias para no congelarte los pies, pero cuando hay nieve terminamos todos mojados”.
Estas cuestiones explican, según Jorge, que la mayoría de los petroleros, “desde los 35 o 40 años, queden destruidos”. Él mismo ya tuvo que operarse de una hernia de disco: “Es por la mala fuerza” dice refiriéndose a los esfuerzos que deben realizar. “Es por la explotación”, sintetiza.
Pero Mansilla, una vez liberado por la justicia local hace casi un año, no volvió al petróleo. “Y eso que tengo antecedentes laborales excelentes. No lo digo yo, sino los certificados de las propias empresas en las que trabajé. Pero ahora me discriminan por haber participado en un conflicto”. Que el máximo tribunal de Santa Cruz haya fallado a favor de los trabajadores, no les quita a éstos el estigma de haber intentado defender sus derechos.
A Jorge el gobierno le adjudicó un extraño empleo en la construcción de obras públicas: “Yo soy petrolero, no albañil, pero nos dieron ese trabajo a muchos de los que estábamos reclamando. La promesa era por cuatro años, pero duró apenas unos cinco meses, y en enero volví a quedar en la calle”.
Lo extraño de su trabajo surge de que fue contratado por una de las tantas empresas que terciarizan obras estatales: “Los dueños de esas empresas son muchachos relacionados con el gobierno, que hasta hace poco eran trabajadores como nosotros. Nadie entiende muy bien cómo lograron hacerse empresarios. Pero lo raro también es que cuando íbamos a reclamarles algo, nos mandaban a hablar a la municipalidad. Y después los veías juntos, a estos empresarios, con los empleados municipales”.
Política de salida, o de reacción
Todos los que entraron a trabajar en obras públicas en Caleta Olivia eran obreros y empleados petroleros desocupados.
-Son pequeñas empresas, construyen cordones de veredas, cunetas, adoquinado. Nos mandaron a hablar al municipio y ahí nos dijeron que van a cambiar las concesiones, así que hay que esperar para volver a tener trabajo. Mientras tanto, no cobramos nada.
-Esas empresas son subsidiadas.
-Claro, y son intermediarias entre nosotros y el gobierno. La plata viene de la Nación, dicen, a la provincia, y de ahí a la municipalidad. Les dan la mitad del presupuesto a estas empresas de antemano.
-¿Quiénes son los dueños?
-Para mí son representantes de otros porque de un día para el otro no te podés hacer empresario, pero no tenemos información concreta. Lo que sí, cuando hay algo que discutir, te mandan para el municipio. Ahora estamos sin trabajo y sin saber cuándo volveremos a tener uno. En ese sentido estamos más complicados que los compañeros de Las Heras.
-Para mucha gente el sur es una promesa de trabajo y progreso. ¿Qué le dirías al que piensa ir a instalarse?
–Si no tiene familiares con un espacio para darle, o si no tiene muchos oficios o estudios, que piense bien. No es un lugar como el que te quieren pintar los medios. Allá hay hambre, se empezaron a ver cosas que nunca veías: chicos pidiendo en la calle, gente revolviendo basura buscando comida. Los supermercados llevan a los basurales los productos vencidos y la gente va atrás a ver qué puede rescatar.
-Este señor del café hace un rato decía que aquí está cada uno en la suya. ¿Toda esta situación en el sur refuerza el encierro y el aislamiento –cada uno en la suya- o hay formas colectivas para tratar de salir adelante?
-Mucho tiempo funcionó el sálvese quien pueda. El que más trabaja tiene más posibilidades. Había un egoísmo hacia el vecino. Si el otro no tiene, problema suyo. Hoy es distinto. Cada vez que hay un conflicto hay apoyo. Es cierto que la gente se cansa de tanto lío y tanto piquete, pero sabe que los que logran insertarse en el mercado laboral o logran un aumento, terminan volcando esa mejora a la ciudad, al resto. Por ahí no hay inversión del gobierno, pero ese poquito que puedan aportar los trabajadores lo gastan en el pueblo y eso reactiva al comercio, y eso genera algún empleo. Por suerte, además, muchos colaboran con los que están luchando, que no son grupos aislados ni nada de eso: son sus propios vecinos. Supongamos que hay un reclamo de los municipales: ¿quién no tiene un familiar municipal? Lo mismo con la policía: ¿quién no tiene un familiar policía? ¿O petrolero? Todos estamos vinculados con todos.
-Aquí se ha publicado en los diarios que muchas esposas de policías son de izquierda, y alientan los piquetes policiales.
-(Se ríe) Eso es lo que dice el gobierno. ¿Sabés lo que pasa? Que para ellos todo el que reclama es de izquierda. (Dato ilustrativo: el abogado de los presos en Caleta Olivia, el doctor Ramón Amaya, también lo fue de los policías auto acuartelados en la provincia). Hasta han expulsado gente del propio kirchnerismo cuando participó en algún conflicto, o por decir lo que está pasando. Y la gente piensa: está bien, decime de izquierda o de derecha, pero dame una solución. Lamentablemente el gobierno no ha tenido una política de salida de esto, sino una política de reacción. Siempre está reaccionando ante las situaciones. Pero los conflictos no son casualidad. Nosotros lo vemos como simples trabajadores sin un gran intelecto, y más de una vez se nos ocurren las soluciones, pero el gobierno parecería que no lo ve, no ve nada, y cuando la situación se pone tensa no reacciona solucionando, sino reprimiendo. Reacciona tarde y de forma violenta. La política actual de Santa Cruz es muy violenta.
Monopolio político
-En esa comparación con el latifundio, ¿Quién es el latifundista? ¿Quién manda?
–Las petroleras, clarísimo. El gobierno trabaja para ellas. En cada elección los candidatos andan con los empresarios y prometen inversiones de las operadoras. Cuando hay un conflicto, las petroleras dicen que eso pone en riesgo los sueldos de los trabajadores públicos, porque no va a haber regalías que el gobierno usa para pagar los sueldos. Otro problema es que se viene una crisis real, cuando deje de haber petróleo, y eso todos sabemos que es algo para lo que no falta demasiado. Y ahí, cuando se acabe el petróleo ¿qué se va a hacer? Porque hay minería, energía eólica, hidráulica, hay muchas posibilidades para ir poniendo en marcha. Pero nadie está pensando en esas cosas. Y para colmo, la otra cuestión es que la tecnología también va expulsando cada vez a más gente del trabajo.
-Conclusión: en una situación ideal y esplendorosa, las petroleras generan cada vez menos empleo.
-Sí, a lo sumo subsidian otros empleos para que no andes dando vuelta y reclamando.
-Ese control de las petroleras, ¿se dio también con Kirchner como gobernador?
-Sí. Él en la campaña a presidente decía “acá no se van a seguir levando el petróleo si no aumentan las regalías”. Decía: “Yo mismo me voy a subir a los tanques y les voy a cortar las válvulas para que no se envíe el petróleo y el gas a Buenos Aires”. Pero terminó regalándole todo a las empresas.
-¿Por ejemplo?
–El caso más evidente es que crea Enarsa (Empresa Nacional de Energía Sociedad Anónima), que hace el trabajo más caro y que menos ganancias tiene, la exploración. Les hace la exploración a las multinacionales, les dice dónde está el petróleo, las empresas vienen, chupan, se llevan todo, se van y dejan todo devastado. Pero la exploración la hizo Argentina. Las empresas nunca lo hacen, porque nuestro petróleo no es como el de Irak o Venezuela: nuestros pozos son más profundos y hay que trabajar mucho para que produzcan.
-¿Fue una sorpresa la actitud de Kirchner al asumir la presidencia, con respecto a los derechos humanos y tantas otras declaraciones que atrajeron a sectores progresistas y de izquierda?
-No, es la política de él. Es muy audaz. Allá para decir que había pleno empleo contrataba mucha gente en la administración pública. En Caleta hay 3.500 trabajadores municipales, que es una barbaridad. Esos trabajadores se pueden sentir un poco más independientes, más libres, porque tienen empleo, pero todo se logró por las luchas que se fueron dando y después de 14 años donde los municipios te contrataban en negro. Kirchner dice que es de los derechos humanos, pero lo que hace es repartir planes, comedores y demás para solucionarte el día. No que tengas una solución de fondo, sino el día. En vez de generar trabajo, prefiere darte un bolsón de comida. Lo hace con el ministerio de Desarrollo Social. Y vos pasás a ser un mendigo en vez de un trabajador. Esa es la política suya. Pero la gente en la provincia ya no le cree. Antes hacían un acto y se llenaba. Hoy tienen que arrastrar a la gente de los planes, y ni así llevan a muchos. Por eso los actos los hacen en lugares cada vez más chicos.
-No parece haberle ido mal, ni siquiera tiene oposición.
-La destruyó. Kirchner tiene esta política: estás con él o te destruye. Por eso hizo esas maniobras hasta con Bielsa (el zarandeado ex canciller) o con lo que se le ponga adelante. Antes hablábamos de monopolio. Él hace como un monopolio de la política. Y como destruyó en la provincia, va a destruir a nivel nacional.
-¿Y cómo se sale de esa situación de encierro que describís en la zona petrolera?
-Ojalá tuviera una receta. Yo creo que hay que organizarse y participar en la vida política y económica del país. Lo tienen que hacer los trabajadores. Porque si no no te queda ninguna oportunidad. Yo veo que este puede ser un año conflictivo en Caleta, en Truncado, en Las Heras. En los lugares donde hubo paritarias no se logró ni un mínimo de lo que se estaba pidiendo. Hay un desacuerdo de los trabajadores hacia el gobierno y la patronal, inflación cada vez más elevada, el costo de vida imposible. La gente salió a vender sus cosas. Yo mismo tenía un autito y lo vendí porque no podía ni cargarle la nafta. Pero yo creo que la gente no se va a quedar quieta.
Antes de concluir la charla, el encargado del café vuelve a observar unos billetes, levanta el índice, y repite estentóreamente parte de su monólogo: “La platita… acá está el problema. Por eso dicen que la panza es reina y la plata es dios”. Señala hacia la marea autos cocinándose bajo el sol de la 9 de Julio y anuncia: “Esto así no va. Somos unos turros. Qué se le va a hacer, che”.
Nota
297 femicidios y travesticidios en lo que va del año: datos del Observatorio Lucía Pérez

De enero a noviembre de 2023 el Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado y público de violencia patriarcal, registró 297 femicidios y travesticidios en todo el país. Como resultado de estos crímenes se registraron además 233 huérfanxs por femicidios, un drama silenciado del cual es necesario hablar.


No son cifras y por eso en nuestro padrón se visualizan sus nombres, edades, dónde vivían y cómo sucedió el femicidio, entre otros muchos datos que permiten dimensionar el problema.
Solo un caso entre cientos: Evangelina, de Mar del Plata, estaba a punto de ser abuela. Sus 5 hijas presenciaron el crímen; la más pequeña, con 3 años, marchó con la foto de su mamá por las calles de la ciudad costera reclamando justicia. Fue una de las 391 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal que registramos durante el año.


Registramos además 312 tentativas de femicidios. En noviembre uno de estos crímenes fue contra una mujer de 31 años que está embarazada de 6 meses.
Este 2023 registramos 120 desaparecidas. Y llevamos 1023 días preguntándonos ¿dónde está Tehuel de la Torre?

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca. Se elaboran una serie de padrones que compartimos en la web de manera libre, los cuales comenzaron a confeccionarse en talleres que realizamos con víctimas de violencias, familias sobrevivientes de femicidios, organizaciones sociales y activistas del movimiento trans. Los datos así recogidos, sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país, son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas.
Todo la información que producimos es de público y libre acceso en www.observatorioluciaperez.org
Nota
Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

La Ronda de Madres de cada jueves como lugar de encuentro, denuncia y reflexión, desde los 12 hasta los 93 años. Elia Espen y lo que vienen pidiendo hace más de 40 años. Por Lucas Pedulla
Tiene 12 años, se llama Catalina y es la primera vez que viene. «Es hermoso», dice, con brillo en los ojos, después de tomarse un tren y un subte desde Lomas de Zamora, sur del conurbano, con su tía Daniela, para venir a la ronda de las Madres en Plaza de Mayo, segunda después del triunfo de Javier Milei en el balotaje presidencial.
La caminata la encabezan Nora Cortiñas y Elia Espen, Madres de Plaza de Mayo de la Línea Fundadora. Hay menos personas que la semana pasada, pero el movimiento sigue siendo vital para pensar esta época.
Catalina, por ejemplo, cuenta que en su colegio se discutió mucho durante las elecciones, y si bien fueron pocos los compañeros que apoyaban a Milei, lo hacían con argumentos que le parecían extraños: «Hablaban de la dolarización y pedían que vuelvan los militares».

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Zurda vas a correr
Daniela –31 años, preceptora– abre los ojos: «¿Por qué será que siendo tan jóvenes crean eso? Soy docente y he tenido problemas por tratar de frenar esos discursos. Tenía estudiantes que me chicaneaban, y aun si lo hacían para hacerme enojar, eran chicanas violentas: ‘Se te acaba la joda’, ‘viene el Falcon verde’. Mi otro sobrino, el hermano de ella, me dijo: ‘Zurda vas a correr’. Tiene 10 años».
¿Dónde vio eso? «En Tik Tok», dice. Catalina suma su visión: “Hay mucho Tik Tok y mucha violencia. Las redes sociales no ayudan para nada”. Daniela piensa que son necesarias nuevas formas de comunicar: “Trato de dar información, hablar con mi mejor tono, y enfatizar los ejemplos: los militares secuestraban personas y las tiraban vivas de los aviones. Pero no cala. En algo estamos fallando. Ahora todo son 10 segundos efímeros”.
De fondo, mientras caminamos, una voz lee nombres:
Lopez Ceferino.
López Bravo José María.
Lópes Calvo María Eugenia.
Son personas que siguen desaparecidas.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
El lugar donde se mira al mundo
Otro de los camina en ronda es Sergio Maldonado, hermano de Santiago, el joven de 28 años que desapareció el 1º de agosto de 2017 en medio de una brutal represión de Gendarmería a una comunidad mapuche en Esquel, provincia de Chubut. Su cadáver, sospechosamente aparecido meses después, fue señalado como efecto de un “accidente”. Eran tiempos de Mauricio Macri como presidente y Patricia Bullrich como ministra de Seguridad. Tiempos en que también fue asesinado por la espalda Rafael Nahuel en la Patagonia. Maldonado está en Buenos Aires porque el 11 de diciembre iba a tener la audiencia de apelación por el intento del juez Gustavo Lleral de cerrar la causa, pero se la postergaron hasta el 28 de febrero.
Percibe, en general, un sentimiento de retroceso: “Todas las instituciones se rompen, como un desmoronamiento general. Ya no es un negacionismo, sino desidia. Hubo una disconformidad que se manifestó, pero también es irresponsabilidad: es triste ver cómo la tercera fuerza se mete ahora a manejar el gobierno, con el discurso de rebeldía, pero el ministro de Economía va a ser el mismo que nos endeudó por 100 años (Nicolás Caputo). Hay un grupo de gente que no votó con el bolsillo, sino de manera irracional”.
No sintió miedo, pero sí preocupación: “Bullrich está coqueteando con el Ministerio de Seguridad, aunque hoy también sonó para Trabajo. Representa dos épocas nefastas, porque como ministra de Trabajo en 2001 ya le recortó el 13% a los jubilados. Y ni que hablar que ahora, si asume en Seguridad, tiene como vicepresidenta a alguien que reivindica el genocidio”.
¿Por qué, entonces, venir a la Plaza? “Quedan poquitas Madres y esto tiene que seguir. Nos encontramos con seres queridos en una misma línea. Capaz no sabés la fecha de cumpleaños, pero es un lugar de reencuentro. Desde acá se mira el mundo y también se interpela a la Casa Rosada. No hay que perder el vínculo con las Madres”.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Pensar todo otra vez
Lua tiene 16 años y Paloma 17. Son estudiantes de cuarto año del colegio porteño Carlos Pellegrini. Paloma viene por primera vez: “Estamos en una situación complicada y ahora, que se está reivindicando la dictadura, es súper importante cuidar la memoria”.
Lua ya vino varias veces: “Se cuestiona algo tan básico que siempre me pareció incuestionable. Y es importante venir para que en las casas se vuelva a hablar”. Percibió que Milei entró en el Pellegrini más silenciosamente, a diferencia de otros colegios donde el apoyo fue más colectivo, precisa: “La mayoría son por las familias; o lo toman como chiste, un meme, algo nuevo; o por la desconfianza en la política. Muchos descreen de lo político, entonces tampoco hablan, por lo general, con alguien que no piensa como ellos”.
¿Qué pudieron hablar post balotaje en el Pellegrini? “Siento que es un momento donde deberíamos hablar más que nunca, pero en mi colegio la juventud no se está pudiendo organizar lo suficiente para pensar estos cuatro años. Recién pasaron dos semanas, pero tuvimos una instancia para hablar y éramos nada más que 20 personas. Siendo un colegio tan politizado, es poco, y hay que replantearnos cosas básicas y volver a esquematizar todo”.
–¿A qué te referís con esquematizar?
–Pensar cómo vamos a salir, cómo van a ser nuestras marchas, cómo nos vamos a cuidar. Probablemente a mucha gente no la dejen ir a las marchas, porque somos pibes de 16, 17, 18 años, incluso menos. Tenemos que ser un gran volumen.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Me tienen podrida
Elia Espen tiene 93 años. El 18 de febrero de 1977, su hijo Hugo Orlando Miedan Espen fue secuestrado y llevado al centro clandestino de detención y tortura El Atlético. Sigue desaparecido.
«Están diciendo pobrecitos los generales, que tienen que liberarlos, mientras nuestros hijos siguen desaparecidos, fueron tirados al mar –habla, micrófono en mano, una vez terminada la ronda–. Estamos como empezamos: me tienen podrida. ¿Qué más podemos decir? Seguimos pidiendo lo mismo que pedimos hace más de 40 años: verdad y justicia. Estoy escuchando cada cosa por la radio y televisión que me espanta. Todavía no sabemos nada de lo que pasó con nuestros familiares. Ojalá se unan, ustedes, todos. Lo único que tenemos que seguir haciendo es estar juntos».
Luego, le pasó el micrófono a Nora Cortiñas, 93 marzos. Su hijo Gustavo está desaparecido desde el 15 de abril de 1977. Nora habló y dejó frases para tomar apuntes:
- “Todavía este pueblo no llegó a captar los horrores que vivimos durante el terrorismo de Estado porque, si no, las elecciones hubieran sido diferentes”.
- “Vamos a tener que seguir hablando”.
- “Como vienen días muy difíciles tratemos de estar juntas, juntos, y pensar que no queremos que se repita más lo que vivimos”.
- “Tenemos que estar en la calle todo lo que podamos”.
- «En vez de absorber el veneno que tienen les contestaremos con el amor que tenemos».
- “Hay que salir y reivindicar lo que lucharon nuestros 30 mil”.
- “Vengan acá, vengan a acompañarnos porque así vamos a demostrar que exigimos memoria y verdad hasta el final”.
- “A seguir luchando. Vamos a vencer”.
- “No pasarán”.
Voto cansancio
Rocío, 23 años, de Lomas de Zamora, estudiante de Periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda (UnDAV), militante del Movimiento Evita, la escucha con atención. También, es la primera vez que viene. “Me movilizó mucho venir ahora que Milei es gobierno, ver todo el sufrimiento de las Madres, pero que siguen acá. Vine por eso. Y seguro vuelva”.
Rocío es de las que piensa que no fue un voto negacionista sino un voto cansancio: “Venimos haciendo las cosas muy mal y hay reconocerlo: en los últimos cuatro años no hubo grandes políticas que le cambiaran la vida a la gente, que es por lo que el peronismo se identifica. Hay un cansancio: no creo que el 55% sea negacionista. Espero que no”.
Le cuento que recién, en otra entrevista, una docente hablaba de la necesidad de nuevas formas de comunicar. ¿Qué piensa una estudiante de periodismo? “Las empresas de medios siguen siendo funcionales al sistema. Yo me tiro del lado de los medios autogestivos, ahí se cuenta la realidad de los hechos. Soy mamá de una nena de cuatro años y no quiero que se malinforme por Tik Tok. Deberíamos volver a lo que hicieron las Madres y contar desde ahí. Por no querer confrontar, la juventud peronista fue tibia. Tenemos que perder el miedo y dejar de ser sumisos. El Nunca Más es Nunca Más en muchas cosas”.
-¿Qué destacás en las Madres como comunicación?
-La sensibilidad. Las Madres son un gran ejemplo de cómo enfrentaron la dictadura. Hubo estrategia ahí. Cuentan un hecho terrible que vivieron en carne propia, pero desde la sensibilidad con el otro, de entender al otro, de comunicar hacia el otro. Es por ahí y es lo que nos está faltando.
Repite: “Es por ahí”.
El jueves que viene, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Nota
Crimen de Rafael Nahuel: condenan a los prefectos a 4 y 5 años de prisión; la familia apelará

La condena por el asesinato de Rafael Nahuel llegó tarde y mal: el prefecto Sergio Guillermo Cavia, responsable del delito de homicidio agravado, fue condenado a 5 años de prisión. Sus cuatro compañeros, cómplices, a 4 años y 6 meses. Y hasta tanto no quede firme la condena, seguirán libres. La familia anunció que apelará el fallo, a las puertas de una nueva presunta asunción de Patricia Bullrich, la responsable política del asesinato. Crónica de la audiencia de un veredicto anunciado, en cobertura colaborativa con Perycia.
Por Ludmila Cabana Crozza. Fotos de Jaime Carriqueo
desde fiske menuco
El fiscal llegó antes que nadie. Al habilitarse la sala de audiencias era la única persona sentada en la sala, en su lugar. Por momentos cerraba los ojos, por momentos revisaba su teléfono celular. Cuando ingresó al Juzgado saludó a una de las decenas de policías federales que custodiaban el edificio del Tribunal Federal de la ciudad de General Roca adentro y afuera. Antes de iniciar la subida por la escalera recibió un buen deseo. Va a estar todo bien, doctor, le dijo un policía.
Desde las 7:25 am hasta que se habilitó el ingreso a la prensa, el fiscal Rafael Vehils Ruiz estuvo solo en la sala. Entraron la prensa y la familia de Nahuel. Se llamó a un breve cuarto intermedio y todos regresaron, junto al Tribunal, cerca de las 11 para presenciar la lectura de la decisión final.


Este miércoles 29 de noviembre de 2023 en la sala de audiencias Alfredo C. Nielsen se leyó el veredicto que los jueces federales Alejandro Silva, Simón Bracco y Pablo Díaz Lacava entendieron como justicia por unanimidad: condenar a Sergio Guillermo Cavia por considerarlo autor material responsable del delito de homicidio agravado por haber sido cometido mediante la utilización de arma de fuego y con exceso de legítima defensa, a 5 años de prisión e inhabilitación especial por 8 años.
Eran cinco los prefectos procesados por la muerte de Rafael Nahuel en 2017 en Bariloche. Francisco Pinto, Juan Obregón, Carlos Sosa y Sergio García fueron condenados a 4 años y 6 meses de prisión e inhabilitación especial por 7 años por el tribunal oral criminal federal de General Roca ya que los consideraron partícipes necesarios del delito de homicidio agravado cometido por Cavia. Los 5 condenados no tendrán condena preventiva: serán detenidos cuando la sentencia quede firme. Hasta tanto no podrán abandonar el país ni retirarse de su domicilio por más de 24 horas salvo que avisen con anticipación.


Pero antes de los 6 minutos que tardó la lectura del veredicto hecha por el presidente del tribunal, Alejandro Silva, los cinco procesados tuvieron un momento para decir las palabras finales. Todos hicieron uso de ese derecho y dijeron casi lo mismo: que obraron en cumplimiento del deber, conforme a derecho, sin cometer excesos y con una orden judicial que los legitimaba.
Cavia agregó que tenía fe en que se iba a hacer justicia; Obregón dijo que respetó la vida propia y la de terceros en cuanto se pudo. García dijo que actuó en este “lamentable hecho conforme a derecho”. Todo fue escuchado y visto en una pantalla, porque ninguno de los acusados pisó el Tribunal Federal en ninguna de las audiencias: siguieron el juicio desde sus casas, conectados a internet. Recibieron el veredicto en las mismas circunstancias.
Durante el debate oral hubo dos querellas: una por parte de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación con el abogado Mariano Przybylski como representante, y otra por parte de los padres de Rafael Nahuel con los abogados Rubén Marigo y Ezequiel Palavecino. En los alegatos ambas querellas pidieron prisión perpetua para los 5 prefectos por homicidio agravado.
El pedido de pena máxima se desprende de lo que el abogado Marigo entiende es un delito político, un delito de violencia institucional pero fundamentalmente una deuda de la democracia: no haber terminado con prácticas que vienen de la dictadura militar. Se refiere a usar el aparato estatal (en este caso las fuerzas de seguridad) en contra de ciudadanos comunes.

La defensa fue por la absolución, no reconoció ningún delito pese al resultado de una persona muerta y dos heridos de bala del mismo lado. El fiscal Vehils Ruiz, por su parte, pidió 5 años de prisión para los acusados. No consideró quitar el atenuante en la acusación original de homicidio en exceso de legítima defensa y fue por la idea de un enfrentamiento entre las partes. Esta posición, pese al pedido de las querellas, limitó la decisión del Tribunal en cuanto a la pena dictada: la más alta fue la que pidió el Ministerio Público Fiscal.
Rafael Nahuel fue alcanzado por un disparo por la espalda y murió el 25 de noviembre de 2017, tenía 22 años. Quienes lo acompañaban también fueron heridos y oficiaron de testigos en una de las jornadas del juicio que ayer terminó, no estaban armados.
El miércoles 29 de noviembre, día del veredicto, la mamá de Rafael Nahuel cumplió años. Se llama Graciela, es una mujer bajita, lleva zapatillas negras de caña alta, medias de color rosa, un pantalón animal print y una remera mangas largas con otra blanca encima con la cara de su hijo asesinado. La misma remera llevan Alejandro, el padre y Ezequiel, el hermano. Graciela tiene, en el día de su cumpleaños, que estar lejos de su casa en Bariloche, a 481 kilómetros, porque le falta un hijo y busca justicia.
Lleva dos hebillas con brillos en el pelo, tiene una bolsa de tela de Unelen que revisa buscando alguna cosa, hace un gesto como de revolver algo en la boca mientras escucha y mira lo que dicen los jueces sobre los acusados de la muerte de su hijo, que son culpables y están en sus casas -¿qué mastica Graciela? ¿bronca?-.
Afuera, al sol, dijo frente a un micrófono que no está conforme, que esperaba más, que está desilusionada. El abogado Marigo aseguró que apelarán, Horacio Pietragalla Corti, titular de la Secretaría de Derechos humanos de la Nación que acompañó la jornada dijo que, a pesar del cambio de gestión que se acerca, esa también es la intención de la Secretaría.


El 29 de Diciembre de 2023 a las 11 hs. es el día fijado para dar a conocer los motivos del hecho en el que se funda el veredicto conocido hoy. «Que tengan un excelente día, cuídense», fueron las palabras del juez antes de dejar el recinto.
En 2017, el año del hecho juzgado hoy, la poeta neuquina Silvia Mellado escribió:
Rafael Nahuel
han soltado los albatros
en el medio del bosque
donde dice tierra ancestral
leen coto de caza los perdigueros que olisquean
gustosos un pedazo de tu muerte
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