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Nuevo libro de lavaca: Sin patrón, actualizado

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“Se trata de un movimiento basado en la acción, no en las palabras. Y su acción definitoria, la de resucitar los medios de producción bajo control obrero, no se agota en su potente simbolismo. Está alimentando familias, reconstruyendo el orgullo magullado, y abriendo una ventana de enormes posibilidades”. Así definen Naomi Klein y Avi Lewis a la experiencia de las empresas y fábricas recuperadas por sus trabajadores, en el prólogo de la edición actualizada y de bolsillo de Sin Patrón, el libro de lavaca, que también acaba de editarse en Estados Unidos y en Italia. En momentos en que muchas de estas experiencias están siendo amenazadas, compartir esta noticia es un símbolo de la inspiración que representa este movimiento de trabajadores que decidió enfrentar colectivamente el desempleo, la impotencia y el miedo, “rescribiendo la manera tradicional en la que se supone que debe ocurrir el cambio” dice el prólogo escrito espcialmente para esta edición por Avi y Naomi, que aquí reproducimos completo en castellano e inglés.

El día que Estados Unidos iniciaba los ataques a Irak, la escritora e intelectual canadiense Naomi Klein y el cineasta Avi Lewis estaban sobre el techo de Zanon, en Neuquén, entrevistando a uno de los obreros, Cepillo, que les explicaba cómo defenderse de un desalojo policial con inteligencia, puntería y hondas. Klein y Lewis, mientras llegaban noticias sobre el bombardeo a Bagdad, se preguntaban si, como periodistas, estaban en el lugar correcto. A partir de esa imagen y ese recuerdo, construyeron el prólogo de la versión en inglés de Sin Patrón, el primer libro de lavaca que acaba de ser editado en los Estados Unidos por Haymarket Books.
Naomi Klein es la autora del ya célebre No logo: El poder de las marcas (2001) y Vallas y Ventanas, Despachos desde las trincheras del debate sobre la globalización (2003). Su próximo libro se conocerá en septiembre: The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism (La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre).
Avi Lewis es director de cine, productor y conductor de televisión y actualmente lleva adelante en la Canadian Broadcasting Corporation su programa sobre información y análisis de la política internacional On The Map with Avi Lewis. Juntos, Lewis-Klein produjeron y filmaron The Take, un documental sobre las fábricas y empresas recuperadas en la Argentina, premiado en el festival de Venecia y ganador del premio internacional del festival de Los Angeles, del American Film Institute.
La otra noticia sobre Sin Patrón es que también tiene su versión italiana, lanzada recientemente en Roma por la editora Gesco. En la Argentina el libro está agotado, y la próxima edición actualizada que está terminando de preparar lavaca ya cuenta con una espontánea lista de reservas por parte de los lectores.
En momentos en que experiencias como la del Hotel Bauen están siendo amenazadas, estos son signos de la inspiración que provocan las historias de trabajadores que decidieron enfrentar colectivamente el desempleo, la impotencia y el miedo, “rescribiendo la manera tradicional en la que se supone que debe ocurrir el cambio” dice el prólogo, que aquí publicamos completo en castellano e inglés.
Prólogo a Sin Patrón: Stories from Argentina’s worker-run factories
Por Avi Lewis y Naomi Klein

El 19 de Marzo de 2003, estábamos en el techo de la fábrica de Cerámica Zanon, filmando una entrevista con Cepillo. Él nos estaba mostrando cómo los obreros habían evitado un desalojo por parte de la policía defendiendo su fábrica autogestionada usando hondas y las bolitas de cerámica normalmente usadas para moler la arcilla patagónica y convertirla en materia prima para los cerámicos. Su puntería era notable. Era el mismo día en que comenzaron los bombardeos a Bagdad.
Como periodistas, debíamos preguntarnos qué estábamos haciendo allí. ¿Qué posible relevancia podía tener esta fábrica en la punta más austral de nuestro continente, con su grupo de obreros radicalizados y sus historias de David y Goliat, cuando el apocalipsis mismo estaba lloviendo sobre Irak?
Pero nosotros, al igual que tantos otros, habíamos viajado a la Argentina buscando experimentar de primera mano la explosión de movilización social que siguió a la crisis del 2001 – un conjunto de nuevos movimientos sociales de gran dinamismo, que no sólo criticaban con fervor el modelo económico que había destruido su país, sino que estaban rápidamente construyendo alternativas locales en medio de los escombros.
Las respuestas populares a la crisis fueron muy variadas, desde asambleas barriales y clubes de trueque al resurgimiento de partidos de izquierda y movimientos masivos de desempleados, pero nosotros pasamos la mayor parte de nuestro año en Argentina junto a trabajadores de “empresas recuperadas”. Sin casi ninguna repercusión mediática, los obreros de Argentina han respondido al crecimiento desenfrenado del desempleo y la fuga de capitales ocupando las empresas tradicionales que habían quebrado y reabriéndolos bajo una gestión democrática de los trabajadores. Es una idea antigua, recuperada y actualizada para una era nueva y brutal. Los principios son tan simples, tan elementalmente justos, que parecen más obvios que extremistas cuando son expresados por uno de los obreros del libro: “Formamos la cooperativa con el criterio de salarios iguales, tomando las decisiones básicas en asamblea; estamos en contra de la separación del trabajo intelectual y manual, queremos puestos rotativos y, sobre todo, el derecho de recambiar a nuestros representantes electos”.
El movimiento de empresas recuperadas no es de una escala épica – se trata de alrededor de 170 empresas, empleando unos 10.000 trabajadores. Pero seis años más tarde, al contrario de lo que ha ocurrido con algunos de los otros movimientos novedosos del país, ha sobrevivido y continúa acumulando fuerzas en medio de la “recuperación” económica profundamente desigual. Su tenacidad proviene de su pragmatismo: se trata de un movimiento basado en la acción, no en las palabras. Y su acción definitoria, la de resucitar los medios de producción bajo control obrero, no se agota en su potente simbolismo. Está alimentando familias, reconstruyendo el orgullo magullado, y abriendo una ventana de enormes posibilidades.
Al igual que varios otros movimientos sociales emergentes alrededor del mundo, los obreros de las empresas recuperadas están rescribiendo la manera tradicional en la que se supone que debe ocurrir el cambio. En lugar de seguir un plan de 10 pasos para la Revolución, los obreros están adelantándose a la teoría, yendo directamente al momento en que recuperan sus trabajos. En Argentina, los teóricos están corriendo por detrás de los obreros de estas fábricas, tratando de analizar lo que ya se encuentra en plena y ruidosa producción.
Estas luchas han tenido un impacto enorme en la imaginación de los militantes sociales del globo – a esta altura hay muchas más tesis de graduación idealistas sobre el fenómeno que empresas recuperadas. Pero también hay un interés renovado en la autogestión desde Melbourne a Durban y Nueva Orleans.
Una vez dicho esto, el movimiento en Argentina es tanto un producto de la globalización de alternativas como una de sus historias más contagiosas. Los obreros argentinos tomaron prestado el eslogan “Ocupar, Resistir, Producir” de uno de los movimientos sociales más grandes de Latinoamérica, el MST (Movimiento Sin Tierra), en el que más de un millón de personas han recuperado tierra en desuso para la producción comunitaria. Un obrero nos dijo que lo que está haciendo el movimiento en Argentina es “MST para las ciudades”. En Sudáfrica, vimos una persona en una marcha con una remera que resumía esta nueva impaciencia aún más brevemente: Basta de Pedir, Empecemos a Tomar.
Pero aún con la similitud en los sentimientos que florecen en distintas partes del mundo por las mismas razones, hay una necesidad urgente de compartir estas historias y herramientas de resistencia de manera aún más amplia. Por esta razón, esta traducción que tiene entre sus manos es de tremenda importancia: es el primer retrato comprensivo del famoso movimiento de empresas recuperadas de Argentina que se publica en inglés.
El autor del libro es el Colectivo Lavaca, en sí una cooperativa de trabajo tal como las que están aquí documentadas. Mientras estuvimos en Argentina filmando nuestro documental, La Toma, nos cruzábamos con miembros de Lavaca donde fuera que nos llevaban las luchas de los trabajadores – las cortes, la Legislatura, las calles, las plantas de producción. Su periodismo es del más comprometido y sofisticado que existe hoy en el mundo.
Y este libro es típico Lavaca. Eso significa que comienza con un montaje cinematográfico – un marco teórico descaradamente poético. Luego, pasa a una escena de acción, con la información dura: los nombres, las cifras y el modus operandi detrás del robo armado en que consistió la crisis argentina. Con la escena ya presentada, el libro hace luego un primer plano de algunas historias de lucha individuales, contadas casi íntegramente a través de los testimonios de los mismos obreros.
Este enfoque demuestra un profundo respeto hacia las voces de los protagonistas, pero a la vez deja amplio espacio para las observaciones de los autores, al mismo tiempo lúdicas y mordaces. En esta interacción entre las cooperativas que habitan el libro y la que lo produjo, hay una cantidad de temas que merecen ser mencionados.
Ante todo, está la cuestión de la ideología. Este movimiento es frustrante para algunos miembros de la izquierda que sienten que no es claramente anti-capitalista, aquellos que se escandalizan ante la comodidad con la que existe dentro de la economía de mercado y ven a la gestión obrera como una mera forma novedosa de la auto-explotación. Otros ven al proyecto de cooperativismo, la forma legal elegida por la gran mayoría de las empresas recuperadas, como una capitulación en sí misma – insistiendo con que sólo la nacionalización por parte del estado puede llevar a la democracia obrera hacia un proyecto socialista más amplio.
En las palabras de los obreros, y entre líneas, se pueden percibir estas tensiones y la compleja relación entre las distintas luchas y los partidos de izquierda argentinos. Los obreros del movimiento son en general muy cautos respecto a verse cooptados por los objetivos políticos de otros, pero al mismo tiempo no pueden darse el lujo de rechazar ningún apoyo. Pero lo más interesante por lejos es observar cómo los obreros de este movimiento resultan politizados por la lucha, que comienza con el imperativo más básico: los trabajadores quieren trabajar, para alimentar a sus familias. Pueden ver en este libro cómo algunos de los más poderos líderes obreros de la Argentina de hoy descubrieron la solidaridad a lo largo de un sendero cuyo punto de partida era esencialmente apolítico.
Pero así se piense que la carencia de una ideología rectora es una trágica debilidad o una fortaleza novedosa, este libro precisa la manera en que las empresas recuperadas desafían el ideal más caro al capitalismo: la santidad de la propiedad privada.
La argumentación legal y política a favor del control obrero en la Argentina no descansa solamente en los salarios impagos, las ganancias evaporadas y las jubilaciones vaciadas. Los obreros presentan una sofisticada defensa de su derecho moral a la propiedad – en este caso, las máquinas y las instalaciones – basada no solamente en lo que se les debe personalmente, sino en lo que se le debe a la sociedad. Las empresas recuperadas se postulan como un remedio explícito a todos los subsidios, la corrupción y otras formas de subvención pública que los dueños disfrutaron durante el proceso de llevar sus firmas a la quiebra y sus riquezas a los paraísos fiscales, abandonando comunidades enteras al ocaso de la exclusión económica.
Este argumento está, por supuesto, disponible para su uso inmediato en los Estados Unidos.
Pero esta historia es más profunda que la corrupción empresarial. Y es aquí donde la experiencia argentina realmente tiene resonancias con la de los norteamericanos. La explicación axiomática del colapso de Argentina en la izquierda dice que fue un resultado directo de la ortodoxia que el FMI impuso al país con tanto entusiasmo en los neoliberales noventas. Lo que este libro clarifica es que en Argentina, así como en la ocupación de Irak por los Estados Unidos, todo ese discurso sobre la eficiencia del sector privado consistió simplemente en una pantalla para justificar una explosión de saqueo a escala masiva por parte de un pequeño grupo de elites. La privatización, la desregulación, la flexibilidad laboral: éstas fueron las herramientas para facilitar una transferencia masiva de riqueza pública a manos privadas, para no mencionar las deudas privadas con el monedero público. Como accionistas de Enron, los empresarios que asoman en estas páginas aprendieron la primera lección del capitalismo y se detuvieron allí: la codicia es buena, y más codicia es mejor. Como dice un obrero en el libro, “Hay tipos que se despiertan por la mañana pensando en cómo jorobar a la gente, y otros que piensan, ¿cómo vamos a reconstruir a esta Argentina que han despedazado?”
Y para responder a esta pregunta, pueden leer una poderosa historia de transformación. Este libro toma como premisa esencial que el capitalismo produce y distribuye no solamente bienes y servicios, sino también identidades. Cuando el capital y sus especuladores buitres habían partido, lo que quedaba no era solamente empresas vacías, sino un país entero vaciado y habitado por personas cuyas identidades – como trabajadores – también les habían sido quitadas.
Como nos escribió uno de los organizadores del movimiento, “Se necesita una enorme cantidad de trabajo recuperar una empresa. Pero el verdadero trabajo es el de recuperar al obrero – y esa es la tarea que recién comenzamos.”
El 17 de Abril de 2003, estábamos en la Avenida Jujuy en Buenos Aires – junto a los obreros de Brukman y una gran multitud de apoyo, frente a una valla, detrás de la cual había un pequeño ejército de policías resguardando la fábrica Brukman. Luego de un desalojo brutal, los obreros se decidieron a volver a trabajar en sus máquinas de coser.
Ese día, en Washington DC, USAID anunció que había elegido a la corporación Bechtel como principal contratista para la reconstrucción de la arquitectura de Irak. El saqueo estaba por comenzar en serio, tanto en los Estados Unidos como en Irak. La crisis generada intencionadamente estaba sirviendo de pantalla para la transferencia de miles de millones de dólares públicos a un puñado de corporaciones con buenos contactos políticos.
En Argentina, ya habían visto esta película – el saqueo al por mayor de los bienes públicos, la explosión del desempleo, el despedazamiento del tejido social, las impactantes consecuencias humanas. Y 52 costureras estaban en la calle, apoyadas por otros miles, tratando de recuperar lo que ya era suyo. Era, definitivamente, el lugar en el que había que estar.
Avi Lewis y Naomi Klein

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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