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Palo Pandolfo, la luz de todos los colores cantando

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Pablo Marchetti despide a Palo Pandolfo (1964-2021) a través de un recorrido musical exquisito que se detiene en cada etapa (o década) del genial artista, de Los Visitantes y Don Cornelio a las andanzas como solista, del rock al tango. La originalidad, la autenticidad, las alianzas musicales, el lugar y la huella de Palo en la música argentina y en la Argentina, ¿el éxito?, y la opción de clickear en los discos que repasa Marchetti para acompañar la lectura con la música de cada época.

Por Pablo Marchetti

“El hundió su nariz en la espuma de las olas

los rebotes del sol coronaron su final”.

No puedo creer estar recitando esto a manera de epitafio, a manera de despedida. De tu epitafio, de tu despedida, Palo querido. Las palabras que da la impresión que vos mismo escribirte para este adiós dolorosísimo. Lo siento, hoy estoy muy triste, muy triste.

Es curioso, pero esas palabras tienen que ver con primera reinvención de Palo Pandolfo. Así se presentaba en sociedad Los Visitantes. En realidad, era el primer momento en el que Palo nos marcaba la diferencia con Don Cornelio.

Salud Universal, el disco debut de Los Visitantes, arrancaba con un rocanrol furioso, “Abajo en la ciudad”. En lo que sería un paseo por la ciudad en épocas oscuras. En ese sentido, Palo seguía siendo nuestro Baudelaire de la canción. El Cadícamo de «Niebla del Riachuelo», el Homero Expósito de «Afiches», pero del post punk.

Sin embargo, con Los Visitantes Palo abandonaba la oscuridad feroz de Don Cornelio y se adentraba en un mundo algo más complejo y contradictorio. De luminosidades truncas o aparentes.

Palo parecía más luminoso en Los Visitantes. Pero no, nada que ver. Desde su oscuridad, desde las profundidades poéticas que necesariamente son oscuras (aún bajo el sol) Palo se permitió cuestionarse todo. Inclusive aquello que había sido su bandera dark en Don Cornelio: el rock, la distorsión.

La luminosidad de Los Visitantes nunca perdió profundidad. Ni siquiera cuando recurrió a onomatopeyas (en temas como «Pi Pa Pu», o «Bi Bap Um Dera»), ni siquiera cuando habilitaba a armar la pista del fogón oscuran-hippie. Claro que los signos de identidad folk que aparecían en Los Visitantes habían dado algunas pistas ya en Don Cornelio.

Empezando por el nombre de la banda: Don Cornelio y la Zona. Un mix entre el presidente de la Primera Junta de Gobierno tras la Revolución de Mayo (Cornelio Saavedra, porque Palo fue al Colegio Don Cornelio Saavedra) y la obra que reinventa la ciencia ficción, la película Stalker o La Zona, del ruso Andrei Tarkovski.

El primer disco de Don Cornelio se llamó igual que el entonces nombre completo del grupo. Salió en 1986 y lo produjo Andrés Calamaro. Tuvo un éxito de esos que no terminan de ser hits y está bien. No se trata de canciones ATP ni ATR. Más bien es un tipo de canción que ubica a un artista en el lugar de conocido y reconocido, pero no de número uno.

En el mundo angloparlante, esa combinación te puede convertir en Nick Cave. Por la combinación de calidad y repercusión. En la Argentina, en cambio, te lleva a ser Palo Pandolfo. Ese sería el lugar de Palo desde entonces.

El artista al que legiones de artistas colocan como uno de los más grandes, como un caso único. Pero que justamente por eso no termina de ser masivo. Aunque tampoco lo suficientemente marginal. Si me preguntan a mí, el lugar ideal. Aunque a veces tengas que hacer malabares para pagar las cuentas.

El segundo disco de Don Cornelio (así firmó la banda su segundo y último trabajo) se llamó Patria o muerte. Salió en 1988, un año después de que se aprobabra la Ley de Obediencia Debida y dos antes de que Carlos Menem firmara los indultos a los represores de la dictadura.

Estos parecen datos sin conexión. Pero es curioso que un disco de rock new wave post punk llevara como título la consigna que una década antes habían utilizado los Montoneros. Además, el título en el disco de Don Cornelio, estaba escrito sobre una bandera argentina.

No había un mundo menos vinculado con el término “patria” o con las reminiscencias a la lucha armada de los 70, que una banda con la oscuridad que tenía Don Cornelio en los 80. Pero en eso consistía la búsqueda estética de Palo Pandolfo.

Es curioso. Palo parece (y es) un artista inclasificable, que rompe moldes y prejuicios. Pero al hacer un repaso por su obra nos damos cuenta que es muy simple de clasificar en décadas.

Los 80 fueron para la oscuridad del rock dark de Don Cornelio. La salida de la dictadura, la respuesta al rock que se había vuelto mainstream tras Malvinas, el grito de una generación nueva, la intrincada elegancia de los raros.

Todo eso está allí. ¿Te gusta el rock pero no te gusta el rock que nos quieren vender? ¿Creés que tenés que esperar a que vuelva The Cure porque en la Argentina no tenés quién te identifique? Pues acá está Don Cornelio.  

Los 90 son el pasaje al encuentro con ritmos locales, con Los Visitantes. El asunto es gradual. Comienza con Salud Universal, el más rockero de todos los discos, que da cuenta de algunas luminosos destellos dark. Como «Playas Oscuras», el tema de la cita del comienzo.

Luego llega Espiritango, el disco en el que Palo lo hace de nuevo. Año 1994, 20 canciones (¡20 canciones!) otra vez un disco producido por Andrés Calamaro. Otra vez, la clave aparece en el título. El tango aparece aquí como la lucha armada en Patria o muerte.

No hay un solo tango en el disco. Pero al mismo tiempo todo el disco dialoga con el tango y hace explícita la pregunta que venía dando vueltas hacía tiempo: si ciertos paisajes urbanos donde habitaban muchas canciones de rock no eran los mismos que había habitado el tango.

Es decir, si no hay una continuidad lírica entre el tango y el rock. Y si no es esa la clave por la que el rock argentino se volvió un fenómeno que tiene mucho más de argentino que de rock.

Justamente, con Los Visitantes, Palo se vuelve más argentino que rockero. Pero esperen: no estoy hablando de nacionalismo, mucho menos de chauvinismo. Estoy hablando de autenticidad. De no caer en impostaciones. De no ser lo que no se es.

Sí, dark. Sí, oscuridad new wave. Sí, existencialismo post punk. Pero esto no es Nueva York ni Londres. Esto es Buenos Aires, estos son los 90, esta es una ciudad donde crece el desempleo y las personas que duermen en las calles, pero hay mucha gente que viaja a Miami a hacer compras.

Espiritango no es sólo un disco. Ni siquiera es sólo una obra maestra. Que lo es. Igual que Don Cornelio y La Zona. Y también, igual que el primer disco de todos, el segundo disco de Los Visitantes es, además, un germen. Una referencia, el campo fértil sobre donde iba a florecer lo que antes no sabíamos que existía.

Busquen en Youtube. Van a ver a Hernán Cucuza Castiello cantando «El Ente», junto a Palo y Acho Estol. Todo eso que sucede allí es parte de Espiritango. Las presentaciones de Espiritango fueron tan grandiosas como desbordantes. Y, si me permiten, desprolijas.

Fueron en el Teatro Astros. Palo comenzó a jugar como nunca con su voz, a aportar una dimensión teatral a su expresividad vocal. La banda se hacía ancha y por momentos se iba a cualquier parte. Pero ese espíritu lúdico era bienvenido, porque formaba parte del riesgo.

El disco en vivo En caliente se grabó en vivo en Obras en 1995. Allí sí hay tango: Palo canta una versión de Sur, acompañado por el bandoneonista Ernesto Baffa.

El viraje de Los Visitantes hacia eso que en los 90 se llamó “rock latino”, llamó la atención de la multinacional MCA, que firmó a Los Visitantes como primera banda en su desembarco en la Argentina, para hacer un disco para el “mercado latino”.

Maderita fue, efectivamente, el disco más “amable”, limpio y menos distorsionado del grupo. Y, viéndolo con perspectiva, de toda la obra de Palo. Maderita es un disco, que honra a la madera a la que hace mención en el título. Que tiene zamba y folklore, pero además, letras más luminosas, vinculadas a la tierra, menos urbanas.

El hit del disco fue «Estaré», un tema de un optimismo hasta entonces inédito en Palo. Pero al mismo tiempo no había allí un cambio, sino una relectura, una mutación. Que incluyó un tema bizarro como «Bip Bap Um Dera», con un video clip aún más bizarro, que sonaba una y otra vez en MTV y Much Music.

Maderita fue producido por Afo Verde y cuenta entre los músicos invitados a León Gieco, Lito Vitale y Héctor Limón García, ex cantante de Vía Varela, que luego formó parte de Bersuit Vergarabat y actualmente está en Rascasuelos. Es decir, otro rockero que recaló en el tango y que hoy es un prolífico autor de tangos del siglo XXI.

Podría pensarse que, a pesar de que sus temas sonaron bastante, Los Visitantes no logró transformarse en esa banda exitosa que se esperaba. Pero, ¿eso hubiera sido un éxito?  Antes de responder esa pregunta hay que aclarar que en 1998, Palo cerró el siglo con el último disco de estudio de Los Visitantes: Desequilibrio.

Aunque suele pasarse por alto porque a veces las cosas se miden en función de estándares comerciales, Desequilibrio es un discazo que vuelve a abrir caminos. Tiene candombe y ska y termina con un electro rock crudo: «Si vas, yo voy», que tiene como subtítulo «Candombre».

La producción de Desequilibrio es del ex integrante de Riff, Michel Peyronel, el baterista de heavy metal que fue el creador de la primera FM de Buenos Aires dedicada exclusivamente al tango.

Y ya que hablamos de los títulos de los discos y de algunas pistas en las portadas de los discos, en la de Desequilibrio, Palo aparece con un vestido, travestido. Hermosa manera de terminar el siglo XX.

El siglo XXI fue para Palo el de su etapa solista. Una etapa plagada de búsquedas y de síntesis. A través de los sueños, de 2001, es el disco que lo pone entre los grandes solistas del rock argentino. Como el Nadie sale vivo de aquí, de Calamaro.

Desde entonces, su obra combinaría toques electrónicos con el pulso sanguíneo de su banda La Hermandad, con quien hizo esa joya que es Esto es un abrazo, discazo de 2013, producido por Goy Ogalde y Charlie Desidney.

En 2016 salió el disco siguiente de La Hermandad, Transformación. Transformación fue un disco y también un documental dirigido por Iván Wolovik, que registra la gestación y grabación del disco, e incluye una charla del director con Palo.

Aquello que Palo plantó con Espiritango floreció años después. Aquel disco sería clave en la conformación de una escena dark-tanguera. Que tendrá un momento fundacional cuando la entonces desconocida banda Reincidentes tocó en 1996 como telonera de Nick Cave.

No, la mención a Nick Cave y la comparación con Palo que hice antes no fueron al azar. Y las similitudes son muchas, en muchos sentidos. Desde entonces, Reincidentes pasaría a ser la Pequeña Orquesta Reincidentes, una banda surgida al calor de Los Visitantes.

Tanto que hoy el bajista de Don Cornelio y Los Visitantes, Federico Ghazarossian, integra Acorazado Potemkin, junto con Juan Pablo Fernández, cantante y compositor de la Pequeña Orquesta Reincidentes. Pero estába hablando de Palo.

Si hay una orquesta tanguera que representa como nadie a la escena dark del tango, esa es la Fernández Fierro. Pues bien, Palo escribió un par de letras para la Fernández Fierro: la milonga Azucena Alcoba y el tango Sierpe. Temas con música de Yuri Venturín (contrabajista y director musical de la Fierro) y que Palo nunca grabó ni tocó en vivo. No, fueron temas especiales para la Fernández Fierro.

Palo estaba grabando un nuevo disco cuando se murió de golpe, sin avisar. Estaba caminando por la calle, se cayó y se murió. Así de simple. Tenía 56 años y una obra monumental. La última canción que compartió en Spotify fue Tu amor, con la colaboración de Santiago Motorizado. El tema iba a formar parte de su nuevo disco que tenía previsto publicar en la primavera.

Durante su vida, Palo colaboró como invitado de muchos artistas. Grabó un par de temas de Acho Estol, en los discos solistas de Acho Buenosaurios (el tema «Putas flacas», que luego versionaríamos junto al Conjunto Falopa, con arreglos increíbles de Fede Marquestó) y en La calle del desengaño, donde grabó «¿De qué te vas a disfrazar?», otro tema de Estol.

Acho fue otro de sus hermanos musicales, de los artistas con quien no puedo dejar de relacionarlo. Palo tenía la misma edad que Acho, aunque La Chicana comenzó cuando Palo ya había sacado sus dos primeros discos con Los Visitantes y los dos de Don Cornelio. Y sí, sería imposible entender a La Chicana sin la existencia de Los Visitantes.

 Lo dije antes y lo repito: estoy muy triste. Odio que la muerte nos marque la agenda. Pero no me sale otra cosa que evocar a uno de los más grandes de la canción de estos años. A un creador enorme, de esos que dejan obra con raíces profundas, pero que también tienden puentes a través de los estilos, las épocas y las almas. A un tipo hermoso, generoso. A un artista imprescindible

Buen viaje, Palo querido. No sabés lo importante que fuiste, sos y serás en la vida de mucha gente. Te vamos a extrañar mucho.

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Blas Correa, y la condena a 11 policías responsables de su muerte: “Esto recién comienza”

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11 agentes policiales fueron condenados por la muerte de Blas Correas en agosto de 2020 en Córdoba, después de 7 meses, 36 audiencias y el testimonio de más de medio centenar de testigos. La sentencia es histórica no solo porque demostró cómo funciona la máquina de violencia institucional, sino porque incorpora la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, y obliga que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Estos argumentos fueron planteados por la familia de Blas, que dice: “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Por Bernardina Rosini desde Córdoba. Fotos: Amnistía Internacional Argentina | Nicolás Bertea

“Prometo hacer todo lo posible para que las cosas cambien”.  

Soledad Laciar en una carta dirigida a su hijo. 

Soledad Laciar es la mamá de Valentino Blas Correas, el joven de 17 años que la noche del 5 de agosto de 2020 salió a comer una pizza junto a cuatro amigos -Mateo, Cristóbal, Camila y Juan Cruz- y quien horas se convertiría en una nueva víctima de la policía de Córdoba. 

Vale recordar: los cinco jóvenes regresaban a casa a bordo de un Fiat Argo cuando divisan un control vehicular; Juan Cruz (19 años, quien conduce) al ver que uno de los policías tiene un arma en la mano, se asusta, se saltea el control. Entonces se escuchan disparos. Seis. Uno de impacta en la espalda de Blas, quien siente la herida y le pide a Camila que le de la mano. Van rápidamente a un clínica, la primera que ven, lo bajan a Blas pero en la puerta se niegan a recibirlo, lo suben nuevamente al auto, intentan llegar al Hospital de Urgencias pero nuevamente son detenidos por un control policial; no los dejan avanzar y los obligan bajarse del auto; los amigos de Blas desesperados ruegan que atiendan al amigo herido pero los agentes policiales niegan cualquier asistencia, les piden documentos y hablan por radio. 

Así muere Blas, en el asiento trasero del auto, solo. 

Pero el horror no termina ahí: en minutos las dos duplas policiales que participaron del tiroteo se reúnen y resuelven plantar un viejo revólver calibre 22 y así intentar justificar sus disparos. El elenco policial interviniente lo conforman 13 agentes. 11 acaban de ser condenados (debajo de la nota, el detalle de las condenas).

Hacer historia

La sala del primer piso de Tribunales II en la ciudad de Córdoba está repleta, desborda hacia los pasillos. Amigos de Blas y de los sobrevivientes, hinchas de Belgrano (club del cual Blas era fanático), Abuelas de Plaza Mayo, el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, madres que llevan remeras de sus hijos también víctimas fatales de la policía, mucha prensa, y ningún funcionario.

Es una jornada histórica, no sólo por la cantidad de agentes policiales condenados, sino porque la sentencia reconoce a Blas Correas, a su familia y a los sobrevivientes, como víctimas de actos de violencia institucional. Soledad Laciar, la madre, luego señalaría que éste reconocimiento fue el momento más conmovedor de la lectura, puesto que señala a la maquinaria en su totalidad.

Y es que la Cámara 8ª del Crimen de la ciudad de Córdoba dió lugar al señalamiento de la familia de Blas, por un lado, con respecto a la ampliación del alcance de responsabilidades y ordenó investigar al ahora ex Ministro de Seguridad de Córdoba y actualmente legislador por el oficialismo, Alfonso Mosquera, y a la actual jefa de la Policía, Liliana Zárate. 

Al primero, por presuntos actos de corrupción y malversación de caudales públicos al entregar un vehículo judicializado a uno de los comisarios. Mosquera declaró en el juicio que se trató de “una gauchada personal”.

En cuanto a Zárate -que se desempeñaba como titular de Recursos Humanos de la fuerza para aquel entonces- se la responsabiliza de que los policías Lucas Gómez y Javier Alarcón (autores de los disparos) se encontraran en ejercicio a pesar de que sus legajos estaban nutridos con varias imputaciones anteriores al hecho y, en el caso particular de Alarcón, de no haber aprobado una práctica de tiro. A Zárate se la investigará por omisión de los deberes de funcionario público y por las falencias en la formación y el control de los agentes policiales.

El Tribunal también indicó que se inicie investigación judicial y se identifique a los uniformados policiales que durante esa madrugada detuvieron el Fiat Argo y no permitieron que los amigos de Blas lo llevaran al hospital a pesar de la evidente necesidad de atención médica.

Conforme con la sentencia, la mamá de Blas expresó: “Siento que me acerqué enormemente a la justicia, confieso que tenía muchas dudas. Pero para mí es importantísimo que hayan incorporado la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Un mes más o menos en las condenas no me significa nada, pero que se realicen cambios para asegurar que ésto no siga pasando, es lo que me importa”.

Además de las capacitaciones a la totalidad de los agentes de la fuerza, se indicó al Ministerio de Seguridad que se retenga el armamento a todo policía que repruebe las evaluaciones de tiro.

“Esto recién comienza” añadió Soledad, porque ahora asegura que irá tras los demás responsables, estará pendiente de la implementación efectiva de lo expresado en la sentencia, y acompañará a las demás familias que buscan justicia por sus hijos. “Ahora será buscar justicia para Joaquín Paredes, tenía 15 años. Les pido que nos acompañen, que no les quede lejos Cruz del Eje”.

Unas horas antes de conocerse la sentencia Soledad ya lo había adelantado “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Las condenas:

  • Lucas Gómez (37) y Javier Alarcón (33) ,autores del homicidio calificado por ser integrantes de la Policía y agravado por el uso de arma de fuego y por la tentativa de homicidio contra los cuatro otros chicos:  condena a reclusión perpetua, inhabilitación absoluta y especial para desempeñar empleo y cargo público.
  • Wanda Esquivel (34), la oficial que plantó el arma que luego se quebró y confesó el delito fue condenada a 3 años de prisión domiciliaria.
  • La oficial  Yamila Martínez (25) fue condenada a cuatro años y tres meses de prisión e inhabilitación especial por tres años.
  • Leando Alexis Quevedo, condenado a cuatro años de prisión.
  • El cabo Ezequiel Vélez (25), a dos años y seis meses de prisión, por lo que no irá a prisión al ser la pena menor a tres años.
  • El subcomisario Sergio González (44); subcomisario Enzo Quiroga (36); comisario inspector Walter Soria (45); el comisario inspector Jorge Galleguillo (46)  el comisario Juan Antonio Gatica (46) condenados por falso testimonio, encubrimiento por favorecimiento personal a cuatro años y diez meses de prisión.
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Daniel Solano: la Corte confirmó la detención de los 7 policías condenados por homicidio

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Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos en los que se detengan a 7 policías”.

La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Pedidos de justicia por Daniel Solano en 2012, a meses de su asesinato.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.

Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.

Compartimos la investigación de MU sobre este caso:

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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

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Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.

En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.

La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.

Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.  

El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban  conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.

Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:

  • la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
  • el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
  • las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
  • el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
  • las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
  • las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
  • Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
  • Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.

Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:

  • Sí: sí a la vida.
  • Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
  • Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
  • Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.

Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.  

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LA NUEVA MU. Lo que está en juego

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