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Pedagogía de la crueldad: las dudas y los desafíos sobre la “vuelta a clases”

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¿Volver o no volver? Esa no parece ser la cuestión. Para las comunidades educativas de Capital Federal, desde docentes y estudiantes a las cooperadores, las condiciones –todavía- no están dadas. Es que después de meses de sostener, como se pudo, el trabajo y la contención escolar, sin garantías el gobierno porteño busca que recomiencen las clases. Las dudas sobre los anuncios oficiales, y las estrategias para mantener la educación en tiempos de pandemia, sin la segunda casa: deserción, tareas, conectividad, bolsón alimentario y más.

Pedagogía de la crueldad: las dudas y los desafíos sobre la “vuelta a clases”
Ilustración: Agustina Olivera.

Por Lucrecia Raimondi

Una de las dinámicas sociales que más afectó la pandemia por coronavirus fue el hacer escuela: las formas de enseñar y aprender se alteraron inesperadamente. De un día para el otro, el intercambio del aula se trasformó en clases por plataformas de videoconferencia, sin capacitación informática ni recursos de conectividad. Los encuentros entre la comunidad educativa, que permitían el abrazo, el sentido de pertenencia, el disfrute de compartir este año quedaron en un suspenso incierto. Ese significado de habitar la institución escuela como una segunda casa, se modificó con alcances de los que no hay aún muchas certezas.

En un contexto de semáforo en rojo respecto a la circulación del virus y los altos niveles de contagio, el Ministerio de Educación porteño, que cuenta con los recursos de la ciudad más rica del país, en vez de gestionar computadoras con internet para garantizar la educación, propuso que docentes y estudiantes de los últimos años de cada nivel educativo vuelvan a la escuela para realizar actividades recreativas. Desde noviembre también asistirán los grados y años intermedios. Paulatinamente, a menos de un mes de terminar el ciclo lectivo, la bajada es que vuelvan todos. El protocolo a implementar que informaron a las conducciones y supervisiones, que propone una apertura de las escuelas para la “revinculación” despertó fuertes críticas y rechazo. Lo que primero destacaron las comunidades es que las escuelas estuvieron abiertas desde marzo y que los docentes, trabajando fuera de horario y más tiempo del habitual, sostuvieron todo el año la vinculación pedagógica con les estudiantes. Y que las cooperadoras escolares garantizaron necesidades de las que debería ocuparse el Estado.

Educación o marketing

“Tenemos a una ministra hablando de la presencialidad y de la vuelta a clases dando a entender que sería una dinámica como la que había previa a la pandemia”, dice Mariana Fernández Bonet, profe de pintura en la escuela de bellas artes Rogelio Yrurtia y delegada del sindicato docente UTE. “Pero la realidad es que los chicos y chicas van a estar al aire libre, donde no hay ningún tipo de proximidad o de vinculación tal como la concebimos, tienen que estar a dos metros, no poder ir al baño normalmente. Toda una serie de cuestiones que nosotros lo entendemos como mentira. A las familias no les están diciendo que de qué se trata realimente. Y tuvimos que aclarar que esto esconde una clara intencionalidad marketinera. No hay otra cosa que no sea la foto de la ministra con niños al sol asediados por periodistas. Todo esto es una locura. No entra en ninguna posibilidad de lo que nosotros los docentes entendemos como tarea pedagógica porque no existe esa tarea en estos hechos. Es una triste maniobra de marketing que necesitan para poder tener más votos a la hora de las elecciones”.

Mariana explica que los docentes que fueron citados para la presencialidad no recibieron ningún tipo de capacitación en bioseguridad ni recibieron equipos reales de protección. Y que si van a las tareas presenciales también deben cumplir con las actividades con el resto de los chicos, por lo que se duplica el trabajo del docente por el mismo salario. También aclara que según el protocolo no se podrían abrir las escuelas en días de lluvia o extremo calor porque las clases deberían ser al aire libre. “Una cosa es lo que dice el protocolo y otra lo que hacen en realidad. La respuesta del Ministerio es aplicar esto de cualquier manera, a cualquier costo. No hay ningún tipo de noción de lo que pueda pasar. Esto es lo peligroso, no hay registro de las consecuencias”, advierte la docente.

Los y las docentes fueron los últimos trabajadores esenciales incorporados al decreto de excepciones para la circulación a partir de la resolución 370 del Consejo Federal de Educación, que dejó en manos de las jurisdicciones la apertura de las escuelas. Por esto y los posteriores anuncios de la ministra Soledad Acuña, las escuelas porteñas se organizaron en reuniones virtuales de madres, padres, estudiantes y docentes para pensar cómo resistir a las medidas del Ministerio de Educación que pretende implementar una modalidad presencial en medio de la pandemia.

¿Volver a qué?

El primer día de presencialidad, la indignación se hizo foto: un estudiante de 6to año de la Escuela Técnica 35 DE 18 “Ingeniero Eduardo Latzina”, que llegó temprano, fue asediado por los medios de comunicación. En esta escuela el Ministerio de Educación mostró su pedagogía de la crueldad: el acoso mediático a los chicos sin respetar el distanciamiento social, los pupitres bajo un sol que quemaba, los propios estudiantes tuvieron que desinfectar los bancos, el termómetro digital funcionaba mal y marcaba temperaturas de 32 grados. Además, un día de lluvia, en contra de lo que consigna el protocolo, cursaron adentro en una de las aulas. Cada día de encuentro la participación de les pibxs disminuyó: de 12 pasaron a ser 4 y para el próximo encuentro se anotaron solo 3.

Las escuelas de la Comuna 10, entre las que están las Técnica 35 y 27, dos de las primeras citadas para la presencialidad, se organizaron en el Foro por la Educación Pública y elaboraron una carta abierta que expresaba la preocupación de estas comunidades: “Las y los abajo firmantes les hacemos llegar nuestro rechazo a la implementación de la resolución 370 aprobada por el Consejo Federal de Educación, que deja a disposición del GCBA la posibilidad de utilizar nuestra comuna como «burbuja» de ensayo al retornar a la presencialidad en las escuelas técnicas Nro 27 y 35 exponiendo a alumnxs y docentes a un show mediático que poco tiene que ver con una cuestión pedagógica y pone en riesgo su salud en un momento de proliferación de contagios en el cual se podría producir, como a inicios de este año, un rebrote de dengue en la comuna agravando aún más la situación. Nuestra comuna parece ser el “globo de ensayo” del GCBA. Consideramos totalmente innecesario y peligroso exponer al contagio a nuestras comunidades educativas para cumplir el capricho de una gestión”.

En la carta, proponen que “cada comunidad educativa pueda tener una mesa de debate para establecer si las condiciones de seguridad e higiene están garantizadas”. Y le exigen al Gobierno de la Ciudad que “entregue las 6500 netbooks puestas a disposición por el Ministerio de Educación de la Nación a aquellxs alumnxs sin vinculación con la escuela por falta de conectividad. Que se aumente la cantidad y calidad de material de limpieza, desinfección y prevención. Que se amplíe la cantidad de auxiliares. Que lxs miembros de la junta comunal se presenten en las escuelas que sean abiertas para hacer una inspección ocular de las mismas”.

Además, detallaron un informe sobre cómo fue la actividad presencial en la Técnica Nº 27. De 25 estudiantes del turno tarde, entre ambos 6tos años, asistieron 12 pibes que es el máximo permitido. Al llegar les tomaron la temperatura con un termómetro láser y les colocaron alcohol en gel. El encuentro se realizó en el patio exterior, separados en dos grupos de 6 estudiantes. Tuvieron con dos profesores, una hora con cada uno. Solo fueron testeados, de manera opcional, los docentes. Los chicos no estaban satisfechos ni contentos con lo que encontraron en esas jornadas. En un tiempo acotado de dos horas reloj, debían adaptarse a un híbrido extraño entre charlar sobre cómo están y acomodarse para respetar el protocolo. “Esto no es la escuela”, dijeron a sus familias y compañeros.

Las principales demandas de las familias que plantean volver giran en torno a que necesitan volver a trabajar y no tienen dónde dejar a lxs pibxs; que lxs chixos no están pudiendo conectase con las clases virtuales porque no se adaptan a la tecnología y las propuestas educativas a distancia; y una menor proporción de familias porque necesitan la escuela como un sostén social por la situación de vulnerabilidad socioeconómica que atraviesan. “Nosotros no estamos peleando por la salud de nuestros pibes solamente, sino de toda la comunidad, de todos los docentes, de los pibes de primaria, de secundaria, de inicial. Lo que nosotros tenemos que tratar de sembrar en la sociedad es eso, que sepamos que tenemos que ser solidarios y estar siempre pendientes de lo que le está pasando a los demás, que no somos una burbuja, como justamente dice el protocolo, que somos un todo”, enfatiza Mariano Fernández, es ex alumno y papá de una egresada del Yrurtia, y que participa activamente como parte de la comunidad educativa.

Mariano refuerza el sin sentido de la vuelta a las aulas y la importancia de la coordinación entre las escuelas: “Nos estamos organizando como comuna y como comunidades educativas para ver de qué manera resistir esto como primera medida, concientizar a la gente del peligro que esto implica y el sinsentido que tiene retornar a la presencialidad. Las escuelas abrirían todas en noviembre cuando falta menos de un mes y medio para que terminen las clases, porque el 19 de diciembre están cerrando. Lo consideramos un sinsentido total porque es una cuestión sanitaria, no están las herramientas de cuidado ni la infraestructura adecuada”.

Además, cuenta que en las reuniones la participación de les estudiantes fue muy importante: “El Consejo Federal de Educación aprobó la resolución sin convocar a los sindicatos, ni a las comunidades y los estudiantes. Si los pibes pudieran tener la voz, esto sería diferente, porque el otro día tuvimos esta reunión con muchos pibes de los centros de estudiantes de la Comuna 10 y la Comuna 9, donde todos están manifestándose en contra de esto. Nosotros lo primero que hicimos en la comuna fue convocar a los estudiantes y tuvimos una reunión para escucharlos porque ellos son los que van a estar expuestos ahí. Eso es lo que nos falta como sociedad: escuchar más a los pibes y las pibas y dejar de lado el adulto centrismo”.

Conectar para no enfermar

Los siete meses de aislamiento social preventivo y obligatorio trajeron nuevas prácticas educativas que con los meses fueron aceitándose. Cada escuela tomó decisiones dispares, sin una orientación pedagógica ni asistencia tecnológica ni capacitación informática por parte del Ministerio de Educación: “No he visto la bajada de línea organizativa del Ministerio como para decir en primaria utilicemos tal plataforma y tenemos clases tantas veces por semana de manera virtual, en secundaria tratemos de cubrir determinados objetivos, etc. La pandemia trajo un cambio que requería de una adaptación adecuada a la actualidad que estamos viviendo y me parece eso se estuvo haciendo muy improvisado”, advirtió Mariano, que también participa del Foro como padre de dos adolescentes que van a escuelas medias artísticas en la Comuna 10. Además, la pandemia puso en evidencia la brecha de acceso a las tecnologías informáticas y la conexión a internet: 6 mil niños, niñas y adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires no tenían ningún tipo de dispositivo que les permitiera conectarse con la escuela.

“Estos meses la escuela estuvo abierta, nunca se cerró en realidad. Se entregaron las canastas y la escuela atendió cuestiones específicas de problemas que sucedían a las familias. Al momento de entrega de canastas también se recibían a los pibes y las familias que estaban sin conectividad y o sin dispositivo, y se les imprimían los trabajos prácticos para que se lo puedan llevar a su casa. Los pibes se los llevaban lo volvían a traer a esos 15 días. También rescatamos computadoras del plan Conectar Igualdad que habían quedado hacinadas en la escuela”, cuenta Mariano.

En ese contexto llegó la pandemia para transformarlo todo y quedó más en evidencia la desidia del Gobierno de la Ciudad. En respuesta a la ausencia del Estado las familias, los estudiantes y docentes del Yrurtia se organizaron para contener a su comunidad. Mientras que el Ministerio mandaba galletitas y té como canasta alimentaria, desde la cooperadora reforzaron con alimentos no perecederos, bolsones de verdura y un kit de materiales artísticos. Mes a mes pedían más refuerzo: llegaron a ser 60 familias de 400 las que necesitaban la canasta alimentaria porque les hacía falta un plato de comida. Y la conectividad no fue una excepción: lograron un promedio del 70% de conexión gracias a que desde la Multisectorial por la Escuela Pública consiguieron computadoras y celulares, y la cooperadora del Yrurtia garantizó la conexión a internet con la compra de tarjetas de datos. La brecha digital y la falta de presupuesto para educación es una de las principales preocupaciones entre les estudiantes.

“En pandemia no volvemos”, consigna una bandera colgada en la puerta del Yrurtia, en el barrio Vélez Sarsfield.  Esta comunidad educativa que enseña artes visuales, en nivel secundario y terciario, es una de las más organizadas de la Comuna 10. Valentina Mencia cursa 3er año en el Yrurtia, forma parte del centro y participa de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB), que reúne a más de 30 centros de estudiantes de la ciudad. Este año fue muy importante en la organización de su centro porque lograron sostener la participación activa y constante del cuerpo de delegados después de que el año pasado quedaran muy desgastados por el conflicto del edificio nuevo. En su análisis sobre la vuelta a la presencialidad expresó dos consignas que muestran los ejes que atravesaron a la escuela estos meses de pandemia: “Con hambre no se puede estudiar” y “conectar para no enfermar”. 

-¿Cuáles son los reclamos del estudiantado?

-Llevamos cinco cartas al Ministerio de Educación, todas hablando sobre las computadoras que están en los colegios para repartirse y la necesidad de un vínculo pedagógico real. También sobre la necesidad de asistencia psicológica y un bolsón alimentario de calidad. Muchos de nuestros compañeros estaban muy mal, tuvieron mucha ansiedad. De eso nos ocupamos nosotros en la CEB, que nos contactamos con una red de psicólogos que atienden gratis y le pasamos el teléfono a los chicos. O las cooperadoras armaron refuerzos de las canastas y garantizaron datos de internet. Pero desde el Ministerio nunca nos respondieron las cartas. Nos impresiona la falta de voluntad política y la frialdad con la que se manejan, pero no nos sorprende. Siempre fue así la relación con los estudiantes.

El centro de estudiantes del Yrurtia hizo una encuesta que respondieron el 30 por ciento del estudiantado. Los resultados hablaban de que casi el 50% de les pibis estaban atrasados con la entrega de trabajos, otro 50% por ciento al día. También dijeron que las clases por Meet les servía y que el Class Room los ayudaba a organizarse, pero también les generaba mucha ansiedad que les llegue la notificación y darse cuenta de que no habían hecho la tarea. Una de las principales demandas fue la necesidad de que las propuestas pedagógicas estén organizadas con criterios similares y que, si hay dificultades para el manejo de la informática, se le facilite al estudiante una tutoría. También, que el Ministerio de Educación garantice la liberación de datos para la plataforma de Google, en la cuenta oficial del Gobierno de la Ciudad, así pueden acceder a las clases libremente sin necesidad de conexión a internet. 

-¿Qué problemas trajo la virtualidad?

Las clases virtuales, al tener que encender la cámara en un primer plano, con eso tienen inseguridades que se acentuaron mucho más. Y Sabemos que hay una enorme deserción estudiantil porque no tienen plata para poder pagar una computadora o un celular o los servicios de internet. Entonces es mirarnos entre nosotros para ver quienes, si pudimos acceder a esta educación virtual y pudimos pasar de año, quiénes quedaron afuera y no se sabe ni siquiera cómo se va a abordar el contenido que no pudieron cursar o tienen que dejar la escuela y salir a trabajar porque, además de todo esto, hay una crisis impresionante.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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