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La Ley y después: decenas de sindicatos se comprometieron a garantizar que la equidad en medios se cumpla
Decenas de sindicatos y el colectivo Periodistas Argentinas se reunieron en la Asociación Argentina de Actores y Actrices para celebrar la Ley de Equidad en Medios de Comunicación (sancionada hace 2 años y publicada el pasado 9 de junio) y comprometerse en el seguimiento de la norma para su efectiva implementación. Los testimonios sobre el trasfondo de la votación: el mail que envió Clarín a las senadoras y senadores. Por qué fue fundamental la organización intersindical de la Multisectorial por el Trabajo, la Ficción y la Industria Audiovisual Nacional. Las estrategias de seguimiento de la Ley a través de esos sindicatos y de las universidades: foros en el país, capacitaciones, presión social. El testimonio de las oradoras, entre ellas la de nuestra compañera Claudia Acuña, y la presencia de las protagonistas de una gesta colectiva. Y lo más importante: de qué trata la norma, que ahora se tiene que cumplir.


No fue casual que la fecha del encuentro fuera hoy, 28 de junio, Día Mundial del Orgullo. Convocado por la Multisectorial por el Trabajo, la Ficción y la Industria Audiovisual Nacional, que nuclea a decenas de sindicatos de todo el país, se realizó un acto de celebración de la Ley N° 27.635, conocida como Ley de Equidad en la Representación de los Géneros en los Servicios de Comunicación, durante el cual se planificaron las estrategias de seguimiento para el cumplimiento de la norma tal cual fue aprobada.
La ley tiene por objeto promover la equidad en la representación de los géneros desde una perspectiva de diversidad sexual en los servicios de comunicación, cualquiera sea la plataforma utilizada. A su vez, consagra un régimen obligatorio para los servicios de comunicación operados por prestadores de gestión estatal y un régimen de promoción para los servicios de comunicación operados por prestadores de gestión privada con y sin fines de lucro.
Eso fue lo que se festejó hoy. La convocatoria estuvo acompañada por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) y el colectivo Periodistas Argentinas, uno de los principales impulsores de la norma en medios.
Entre quienes escucharon el panel de intervenciones estuvieron la ex senadora Norma Durango y el ex senador Alfredo Luenzo, quienes la presentaron en recinto; la diputada María Rosa Martínez; Rosario Lufrano, Presidenta de RTA (Radio Nacional y TV Pública); Jésica Tritten, Gerenta General de Contenidos Públicos; Cecilia Cross, Subsecretaria de Políticas de Inclusión en el Mundo Laboral del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social; Liliana Mazure, ex presidenta del INCAA; Carmen Guarini, vicepresidenta de Directores Argentinos Cinematográficos; Verónica Fernández Méndez de Unión Global; Guillermo Tello, coordinador de la Multisectorial Audiovisual; Daniel Alvaredo y Daniel de Felippo de Sindicatos de Directores; Horacio Arreceygor, Secretario General de SATSAID; y decenas de sindicatos de medios, actores, directores y editores de todo el país.
Además, delegaciones de la Multisectorial de distintos puntos del país participaron de manera virtual.
Voces del encuentro
Nuestra compañera, la periodista y escritora Claudia Acuña, integrante y fundadora de Periodistas Argentinas, fue una de las primeras en tomar el micrófono. Recordó el proceso: el 8 de marzo de 2020 más de 500 periodistas firmaron una carta comprometiéndose a impulsar la Ley de Equidad así como el aborto legal. Ambas leyes salieron.
Acuña expresó que la Equidad está más cerca, pero no hay que perderle la mirada: recientemente fue reglamentada y actualmente se está trabajando en la implementación. “Está ley es la hija de la lágrima: hemos visto sufrir a muchas compañeras que han sido víctimas de un sistema de trabajo cruel. Está ley viene a saldar eso y a qué los espacios de trabajo sean dignos y nos de alegría ir a trabajar”.

La senadora Norma Durango, presente de manera virtual, tomó la palabra y expresó: “La equidad es esencial para la democracia. Cuando hablé en el Senado dije que no queremos más que los varones hablaran de nosotras: tenemos voz propia. Ahora hay que controlar que la ley se cumpla”. En ese sentido, la periodista Silvia Rato propuso que “los sindicatos seremos un órgano de contralor para que la ley se cumpla”. Acuña sumó el rol clave que tendrán las universidades en la difusión y seguimiento de la norma.
Carla Gaudensi, Secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) y Secretaria adjunta de SiPreBA, explicó que “las articulaciones sindicales que se vienen dando son centrales para conquistar derechos” y convocó a que los “compañeros varones se apropien también de esta ley”.
Marianela Mel, Secretaria de Género del Sindicato Argentino de Televisión, Servicios Audiovisuales, Interactivos y de Datos (SATSAID), anunció que están trabajando en el armado de foros en todos el país para capacitar y llegar con la ley. “No hay quien nos frene a las mujeres sindicalistas: este es hoy uno de esos resultados. Está ley habla del delante y del detrás de cámara. La tele siempre nos mostró héroes y no heroínas. Y las necesitamos para que las infancias sepan que no solo los varones llevan capa. Cuando estén presentes todas las miradas, en cámara, en quien produce, en quien escribe, en quien dirige, ahí va a haber una democracia real que haga que las infancias se sientan abrazadas e incluidas para que puedan desarrollar sus sueños”.


Yamil Socolovsky, Secretaria de Género y Diversidad de la CTA, convocó a pensar la ley “como un camino de profundización de la democracia, y de la centralidad del mundo del trabajo en eso. Es clave poner en debate las formas de trabajo y de organización, y el rol central de los sindicatos”.
La diputada María Rosa Martínez, una de las últimas oradoras del encuentro, recordó cómo fue la votación, revelando un detalle inédito: “Recibimos todas un correo electrónico que decía que estábamos afectando la libertad de prensa porque estábamos hablando del incentivo de la pauta, firmado por representantes de Clarín. Muchos se levantaron por eso. Frente a la posibilidad de promover la igualdad de género, ellos pensaban en la pauta. Yo quiero valorar mucho a las compañeras que incentivaron a senadores pese a estos intentos de operaciones. Grracias a ese apoyo fue que puedo sacarse; la presencia de los sindicatos en el recinto fue fundamental”.

La historia
El 8 de marzo de 2020 Periodistas Argentinas convocó a la firma de una carta que exigía aborto legal ya y una ley de equidad en los puestos de trabajo. Un año antes la colectiva que nuclea periodistas de todo el país había realizado una encuesta autogestionada a 145 profesionales de medios de comunicación de distintas edades y ámbitos laborales para relevar la violencia y el machismo en estos espacios. Los resultados encendieron una alerta: más del 80% había sufrido maltratos y abuso de poder, otro 57% había sido acosada sexualmente, y 5 profesionales habían denunciado abuso sexual.
La carta completa decía:
«Nosotras, Periodistas Argentinas, reunimos nuestras firmas para expresar nuestro compromiso para lograr que nuestra profesión ofrezca condiciones de trabajo equitativas y libres de violencia.
Respetuosas de nuestras diferencias, sabemos que esa diversidad nos potencia y que es una tarea encontrar las cosas en común que nos unen y que, por escasas, nos enfocan.
La primera fue y es la lucha por el aborto legal.
Ahora, sumar nuestras fuerzas en la campaña por la equidad en los puestos de trabajo, tanto en pantallas, como en micrófonos y puestos de decisión, con igual salario a igual responsabilidad y en todas las áreas de la agenda periodística.
Nos une, además y fundamentalmente, la lucha contra la violencia en todas sus formas y la convicción de que es ahora el momento de erradicar estas prácticas para que quienes nos sucedan puedan ejercer este maravilloso oficio en condiciones democráticas y ajustadas a pleno derecho.
Cada una desde su lugar, con sus herramientas y de acuerdo a sus posibilidades hará lo que pueda y quiera para conseguir hacer realidad estos objetivos.
Que así sea.
Buenos Aires, 8 de marzo de 2020″.
Para junio de 2020 el proyecto de Ley de Equidad ya estaba en el Senado. Tras trabajo en comisiones donde se sumaron modificaciones, pocos meses después, en octubre de 2020, el Senado aprobó la media sanción de la Ley de Equidad en Medios de Comunicación por unanimidad inédita: 61 votos.
Fue nuevamente en el Día del/la Periodista (en 2021), cuando el colectivo Periodistas Argentinas se presentó ante la Cámara de Diputados de la Nación para reclamar la media sanción que faltaba. Dos días después se consiguió la media sanción que faltaba: fue la madrugada del 10 de junio de 2021, la Equidad en Medios de Comunicación se convirtió en ley con 134 votos afirmativos, 9 negativos y ninguna abstención.
La reglamentación llevó casi dos años. Fue publicada el 8 de junio de este año en el Boletín Oficial bajo el decreto 304/2023 con la firma del presidente Alberto Fernández; el Jefe de Gabinete, Agustin Rossi; y la Ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina, Raquel Cecilia «Kelly» Kismer de Olmos. Así se avanzó hacia el segundo paso clave que sucedió apenas once horas después de estar publicada: se conformó una mesa de trabajo encargada de avanzar en su aplicación. En ese encuentro se asumió el compromiso de que en 90 días se generen foros en tres regiones del país (norte, centro y sur) donde se establezca la hoja de ruta de acción. Según lo acordado el proceso de consulta con organizaciones de la sociedad civil no se extenderá más allá del 31 de agosto y se hará mediante foros que contemplen distintos mecanismos de participación bajo tópicos de trabajo específicos: inclusión, formación, violencias, políticas públicas y futuro del trabajo. Sobre la base de las opiniones y reclamos escuchados se redactarán los puntos pendientes de la implementación.
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Ituzaingó: ocupan la fábrica de ascensores Cóndor y proyectan una cooperativa

Mientras se discute la reforma laboral, comenzaron los despidos en empresas líder y el viejo vaciamiento por parte de los dueños que buscan eludir sus responsabilidades, con aval del Estado. Y los trabajadores, en la calle. El caso de Ascensores Cóndor en Ituzaingó es un ejemplo de vaciamiento, pero también de lucha: tras cinco meses sin cobrar, sus 34 trabajadores ingresaron a la planta y proyectan hacer una cooperativa para sostener las fuentes de trabajo. “El camino no es sólo irse con las manos vacías, sino también luchar”, dice uno de sus trabajadores a lavaca. Retrato de una época de crisis y ¿de autogestión?
Argentina es un país que tiene un día a día tan imprevisible que lo que pasó cinco meses atrás puede parecer de otro siglo. Por entonces, en ninguno de los portales de las empresas periodísticas tradicionales aparecía en agenda la reforma laboral que mañana movilizará a miles de personas frente a la Casa Rosada. Tampoco que la empresa metalúrgica Ascensores Cóndor, una fábrica líder con 50 años de historia, dejaba de pagarle a sus trabajadores, coronando un proceso que había empezado, al menos, otro año atrás.
Hace cinco meses que, en este país que cambia todos los días, hoy hay 34 obreros que siguen en la misma situación: hace cinco meses que no cobran un peso. Por eso, luego de semanas de cortar la calle, de acampes y de festivales en el barrio para juntar lo indispensable para bancar la olla, decidieron dar un paso al frente: iniciar los trámites para conformar una cooperativa de trabajo y recuperar sus fuentes de vida y esperanza.
Saben que el contexto es brutal: Acindar (en Rosario) suspendió 2500 trabajadores, Whirlpool (en Pilar) cerró y dejó a 220 familias en la calle –lo que desató un efecto dominó en el Parque Industrial–, y el secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Aber Furlán, denunció que desde la llegada de Javier Milei al Gobierno el gremio perdió más de 26 mil laburantes.
Dentro de la fábrica en el barrio Villa León, en Ituzaingó, municipio al oeste del conurbano bonaerense, el obrero Miguel Franco –51 años, 16 en la empresa, 5 hijos– asegura a lavaca: “Esperemos ser un faro para demostrar, en esta crisis, que se puede”.
La chispa
Los trabajadores ubican el comienzo del desplome hace diez años, tras la muerte del dueño fundador. La empresa pasó entonces a manos de los hijos que, de a poco, se fueron peleando entre sí. Todo comenzó a sentirse en la producción: antes de la pandemia llegaron a trabajar 35 ascensores por mes –cada uno tiene un valor de alrededor de 30.000 y 40.000 dólares–, pero el número empezó a bajar: primero a 25, luego a 20. También bajó el número de trabajadores: fueron 220 en el momento de esplendor, luego 180, quedaron 70, y hoy resisten 34.
“Ellos empezaron a hacer que caiga la empresa”, dice Pablo Zamorano, 42 años, 15 en Cóndor, una hija. “Llegamos a estar en un nivel muy alto, fuimos una de las primeras marcas de ascensores. Pero el dueño murió y con su familia esto empezó a decaer. Armaron un esquema de vaciamiento, ni siquiera compraban materia prima. Hace un año empezaron a pagarnos el sueldo de partes, y hoy nos dejaron sin obra social, sin ART. Este año empezó peor y hace más de cinco meses que no cobramos nada”.
Los dueños firmaron retiros voluntarios con algunos trabajadores y establecieron planes de pago que sólo cumplieron durante un mes, lo cual demuestra la voluntad de los patrones, ni siquiera con una reforma laboral que pretende establecer bancos de horas y licuar indemnizaciones y jubilaciones, sino con la legislación actual. “A otro compañero, con 40 años de trabajo acá, le pagaron con un hornito de 150.000 pesos”, se indignan los obreros.
Miguel ubica el desplome en el contexto actual: “Hay una caída económica en todo el país. Lo que vivimos es terrorífico: suba de precios, sueldos planchados, un enfriamiento terrible. No sabemos a dónde vamos a llegar, porque todas las semanas están echando gente. Esperemos cambiar la situación y que la gente se dé cuenta de que este Gobierno no va”.
Pablo responde por qué una cooperativa: “El esfuerzo que estamos haciendo todos nos da la esperanza de armarla, para que ya no nos saquen el sueldo como lo hicieron. No conocía esta posibilidad, pero nos da ánimos. Nos va a servir a todos para no seguir sufriendo”.
Miguel destaca el apoyo y asesoramiento de otras experiencias del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), la banca de la delegación de Morón de la UOM, y la del sector político-gremial más importante de todos: “La familia, porque la banca que nos están dando es tremenda. Imaginate: estoy también al cuidado de mi papá, 93 años, con una jubilación retro. Pero él me apoya, también mi señora y mis hijos: ahí hay futuro”.
Los trabajadores saben que, en este contexto, la experiencia de Ascensores Cóndor puede ser una chispa y una inspiración para otras fábricas que estén en una situación similar. Miguel dice mirando a los ojos: “Lo tomo como un faro. Puede salir mal, puede salir bien, pero también es hacerle ver a la gente que está pasando el mismo problema que esto se puede hacer. Estamos cuidando nuestros puestos de trabajo, que es lo principal. Nos hemos hecho viral, hemos salido en varios lados, y por algo es: por algo venimos y por algo estamos en este mundo. Ojalá sea el inicio, la esperanza de saber que, cuando pasan estas cosas, el camino no es sólo irse con las manos vacías, sino también luchar”.
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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


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