Nota
Teatro: el ser o no ser de Frida Kahlo

La artista mexicana reflejada en una obra de teatro, como una pintura sobre tablas. Verónica Pernisa abrazó ese desafío junto a la actriz y directora Roxana Randón, con texto de la escritora, dramaturga y profesora de Filosofía Cristina Escofet. Tres mujeres talentosas lograron una pieza teatral que da cuenta de la riqueza del personaje, la compleja humanidad de la pintora mexicana, sus amores, dolores, pasiones y la unión indivisible entre su vida y su obra. Por María del Carmen Varela.
Un personaje fascinante que atrae por la multiplicidad de facetas que la constituyen, como los pétalos a la flor. Frida Kahlo fue una mexicana nacida en 1907 y fallecida en 1954, ambos sucesos históricos ocurrieron en Coyoacán. Y es a la vez una mujer universal que permanecerá siempre viva. Encarna un abanico de representaciones, como una mamushka de la que brotan distintas Fridas: la que aprendió a pintar para aferrarse a la vida, la que sin proponérselo sigue siendo referente estética, la atormentada por el dolor físico y un corazón que no sabía amarla, la que se enredó con hombres y mujeres con la bandera del deseo como aliada.
Todas y cada una. “Ni perlas ni collares. Ramas y un pájaro como piedra preciosa colgando de mi garganta. Detrás, el follaje para recordar que mi deseo no se ha secado. Soy la que avanza sin más armas que un mono y un gato. ¿Quién es esta mujer revestida de selva? Esta mujer es simplemente esto: una mujer que lleva todo su equipaje sobre los hombros”, describe con delicada destreza la pluma de la escritora, dramaturga y docente Cristina Escofet en su obra Fridas, que forma parte –junto con otras cinco obras suyas– del libro Travesías Femeninas, publicado en 2022 por Editorial Nueva Generación.
Fridas fue llevada a la escena por primera vez en 2002, con la actriz Ana María Casó. En esta oportunidad, la dirección está a cargo de la actriz, directora y docente Roxana Randón y la actuación de la actriz Verónica Pernisa. El resultado: una Frida que despliega sensibilidad, humor, dolor y pasión. Verónica logra ponerse en la piel de esta trascendente figura cultural y florece en la catarata poética de Escofet con una puesta que contrasta la penumbra y exalta el color de la vida. Al ingresar al teatro de la calle Carabelas somos recibidxs por una simpática mujer que nos ofrece una copita de tequila y bandejas con nachos para acompañar la espera, hasta que la puerta de la sala se abre y comienza el viaje a la historia profunda de esta hada guerrera mexicana.
La autora cuenta que Frida irrumpió en su vida “como una ensoñación”. Nunca se le había ocurrido escribir algo sobre ella hasta que durante un vuelo a Bahía Blanca, se le apareció en un sueño. “Necesito que me escuches. Tengo que dictarte unos versos”, fue el inicio de este vínculo artístico y personal. “Era la imagen al trasluz de Frida Kahlo, eran voces que estaban, era una presencia. Era el avión aterrizando. Luego era mi mano escribiendo en forma automática. Sus palabras. Mis textos. En ese momento yo estaba terminando mi libro de ensayo: Arquetipos, modelos para desarmar, y los textos, tal cual los escribí, fueron incluidos como un modo de ejemplificar la escritura desde la inamanencia, en este caso, desde la mímesis con las pinturas, ya que cada texto ´recibido´al dictado o escrito de una forma automática, coincidían con cada uno de sus cuadros. Textos. Arquetipos. La conjunción de una voz que mi mano había escuchado. Voces de un cuerpo, recibidas desde otro cuerpo. Frida Kahlo y yo. Un puente”.

El significado de una hamaca
Cristina aún no sabía que poco tiempo después viajaría a México por la publicación de su obra Los fantasmas del héroe y se alojaría en La Casa del Escritor, a pocas cuadras de la casa de Frida. “No sabía que ese viaje me depositaría en una vibración de empatía total por esta mujer que solo conocía a través del dictado de epifánica revelación. México se me metió en la piel. Frida también”. Pasaba horas y horas en la casa-museo de Frida, compró su diario y recorrió Coyoacán. “Iba y venía viviendo en esa sociedad intensa ¿Por qué tanto dolor y tanta intensidad? Me preguntaba”. Al regresar a Buenos Aires, Cristina supo que su compañero de vida estaba enfermo y sintió que Frida la había preparado para afrontar ese dolor: despedir al ser amado. Los textos pasaron a ser una obra de teatro “que fluyó como un poema”.
Frida se hamaca en escena y esa fue una decisión de la directora Roxana Randón: “No quería ponerla en una cama, ni una mecedora, ni con muletas. La idea de poner una hamaca me parecía lúdica, hasta la posibilidad de volar con sus sueños a lo largo de la vida”. Roxana y Cristina se conocen desde hace muchos años. Roxana es la actriz de Bastarda sin nombre una obra de Cristina sobre Eva Perón, a quien interpreta desde hace doce años. Durante la pandemia, Roxana le envió el texto de Fridas a la actriz Verónica Pernisa y se pusieron a ensayar por zoom. “Me llamó mucho la atención –cuenta Verónica– la complejidad de su lenguaje, la poesía, cómo describe el sentir de Frida en cada pintura, de esa forma tan simbólica, con ese contenido filosófico, mitológico, tan rico en cada frase”. Investigó la vida de Frida, leyó varias biografías, supo de sus gustos, pesares, dolores, de su familia, sus luchas. “Lo que me ayudó a trabajar el personaje fue ver a Frida en cada mujer que conozco, me llevó a trabajarla en profundidad y comprenderla. Quisiera que cada persona que vaya a ver la obra se sienta identificada en algo, con lo que sucede, con el sentir, con la energía”.
El vistoso vestido azul y rojo con las típicas guardas mexicanas fue diseñado y confeccionado por Verónica, luego de una exhaustiva investigación sobre la ropa que usaba Frida. Los zapatos también son muy llamativos y explica la actriz que con tantos adornos, Frida intentaba disimular la diferencia de altura entre una pierna y otra, ya que había sido consecuencia de tener poliomielitis en la infancia.
Puertas al mundo
Las pinturas de Frida son puertas que abren a su mundo y van apareciendo en escena como capas de un mismo universo. Relata Cristina: “Los textos que me fueron revelados –las voces están solo hay que saber escucharlas, dice Jung en El Libro Rojo– fueron textos emanados de sus pinturas. Puedo decir que me sentí ‘hablada’ desde su arte. Escribí lo que cada pintura me manifestó de la propia pintora. Frida, como una rama del árbol de la vida martirizada en sus raíces, fluye su vitalidad en una pintura, que luego se deja fluir en la palabra poética de la obra, y que la escena teatral plasma en forma de caleidoscopio, conjugando color con dolor, luminosidad con oscuridad, sensualidad con humor y ternura”.
Al terminar la función, Verónica posa con su colorido vestido para que todxs lxs espectadorxs puedan sacarse una foto con ella y la magia de Frida. Su actuación conmovedora reduce la distancia, responde preguntas y cuenta detalles de la composición. Cristina agrega: “Verónica sucede en escena” y sobre Roxana afirma que “no tuvo miedo de dejarse llevar por el lenguaje poético. La poesía suspende el lenguaje entendido como información, dando lugar a que la palabra aparezca en una funcionalidad diferente, la de ser contemplada. Por eso Fridas, la pieza teatral, es un poema que se contempla en el escenario”.
Espacio Abierto, Carabelas 255, CABA
Viernes 20.30 hs
@escofetcris
@roxanarandon
@veronicapernisa
@teatroespacioabierto

Nota
Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.
Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.
Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.
Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
Nota
Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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