CABA
Todas a la mesa: Narda Lepes, cocinera y algo más
Entre el aborto legal y las verduras, Narda Lepes cocina sus verdades y reivindica el valor de conversar. Broncas y experimentos. Ideas y recetas para volver a cocinar y pelearle a la industria. Por Anabella Arrascaeta.
Narda está investigando los comportamientos alimenticios de los cazadores y recolectoras. Y cómo eso define nuestros platos hasta hoy: “Cuando las sociedades nos quedamos quietas, empezamos a plantar cosas, pero fue poco tiempo històrico: el cuerpo no se adaptó. Y el mercado se aprovecha de nuestras debilidades: el gusto natural por la grasa, la azúcar, la sal, la proteína, y te engancha por ahí. Dicen: ‘al nene le encanta el asado, salió al padre’. Y no: salió a la humanidad. O ‘le encanta el dulce de leche’. No: a todos los chicos les pasa, porque es energía”.
Narda cuenta que cuando hombres y mujeres éramos nómades, nosotras nos encargábamos de la recolección. Así conocíamos las plantas y qué hacer con cada una, y cuando nos cruzábamos con otra intercambiábamos información.
Por eso imagina posibles charlas prehistóricas: “Ojo con esa fruta roja que parece estar buena, pero no; aquella cura, la otra envenena”.
Con las manos producíamos saber y con la palabra hacíamos circular el conocimiento. Un saber comunitario, del que de algún modo seguimos impregnadas.
“El hablar mucho funciona”, dice Narda, y fondea un vaso de agua que acaba de servirse de un botellón; más tarde dirá que ya no compra botellitas de plástico.
Hablemos.
Un cuarto propio
Narda Lepes es cocinera, empresaria, mamá, hermana, escritora y otro montón de otras cosas. En 1999 llegó al canal El Gourmet, y se volvió famosa. En 2001 tenía 29 años, sin cuenta bancaria: todo lo que ganaba se lo gastaba en alquilar su casa y viajar. “Empecé cocinando, terminé en la tele y eso me dio posibilidad de hacer otras cosas”, resume su parábola.
La última parada, por ahora, está en Belgrano, donde creó su restorán Narda Comedor. Desde la puerta puede verse, al final del salón, la cocina. Es abierta y por allí asoma una chica que lleva pañuelo verde en el bolsillo de la camisa. El 70% del staff es femenino, y al mediodía suelen atender a señoras de más de 50 años. La idea: “Que las comidas no sean todas iguales”.
Además de estar a cielo abierto, la cocina es bien ancha, con un gran espacio para la circulación. Y acá todo tiene un por qué: “Me apoyaron toda la vida”, dice Narda, de manera literal. Y no se refiere a que la ayudaron sino al machismo: “Tengo mucho culo (no se refiere a que tiene mucha suerte) y en la cocina los hombres me apoyaban. A veces sin querer, o queriendo. En un momento te acostumbrás, hacés chistes, te corrés, pero te apoyan. Yo puteo mucho, eso hizo que me dieran más bola. Pero si no, aunque fuera la jefa, no me daban bola”.
Narda armó entonces su propia cocina con la propuesta de ser un “comedor diario”: barra con desayuno de día y tragos de noche. Cada día se ofrece un color, una legumbre y un cereal. “Acá hay hidratos -cerdo, panceta, carne, ñoquis, salchichas- pero hay mucho vegetal”. En los carteles tras la barra figura la consigna: “Tomá agua. Comé plantas”.
“Hay platos que son vegetarianos y la gente no se da cuenta”, asegura Narda, arriesgándose a un restaurant sin la carne como protagonista. “Vengo hace mucho tiempo con esto, no es ahora que digo que hay que comer estacional. No te voy a decir que comas orgánico porque te pongo la vara muy adelante. Hasta que todos no comamos más verdura es al pedo decir que comas orgánico, porque a la gran parte la alejás. Comé verduras. Cociná. Comé en estación. Cociná. Siempre el cociná al lado”.
¿Por qué es importante cocinar?
Porque lo vas a hacer toda tu vida tres veces al día. Si vos tercerizás tu alimentación no hay forma de que tu vida mejore ni de que la producción levante la vara. No podemos obtener un mejor producto si seguimos comiendo así.
¿Hace falta tiempo para cocinar?
Tenés que pensar a qué le das más valor. Lo que no hay es una mirada honesta. Más que el tiempo, lo que hay que preguntarse es cuánto nos importa lo que comemos.
Generación verde
La tarde del 8 de marzo junto a las mujeres de su restaurant llenaron el espacio de carteles con frases que habían pensado entre todas. Por ejemplo: “Pago igualitario”, “Mi culo es mío”, “No es no”, “¿Y vos que tenías puesto?”, “Estar al mando no es ser mandona”, “Amamantamos donde queremos”.
Publicó las fotos en sus redes sociales y el Facebook, con más de medio millón de seguidores, explotó en comentarios. “La gente acá reaccionó bien, se reía, se sacaba fotos con los carteles: en persona no pasa nada. En las redes es otra cosa, hay un sistema: vos ponés algo y lo primero es una puteada. Pero después todo se acomoda. Yo ya estoy más inmune y no me importa: no me voy a retractar ni en pedo”.
Narda putea cuando habla, aunque su tía la llame después de leer las notas y le diga siempre la misma frase: “No podés decir eso”. Hace poco se volvió viral un tweet suyo tal vez demasiado descriptivo, pero efectivo: “Si querés saber si estas comiendo bien, tu caca tiene que flotar. Si va al fondo, falta equilibrio: más frutas y más verduras”.
Otro encontronazo virtual lo tuvo cuando se manifestó a favor de la legalización del aborto:“El otro día puse que se hacen 40 abortos por hora. Y todos haciendo cuentas acusándome de ignorante. ¿No saben dividir? No lo digo yo, lo dice el (ex) Ministro de Salud. Y los diputados que votaron en contra usan ese mismo número”.
Días antes del 8 de marzo, la actriz Dolores Fonzi la invitó a una foto-acción en las escalinatas del Congreso en la que junto a otras referentes de la cultura pusieron el cuerpo y el grito de ¡Aborto Legal Ya!
En medio del debate Narda también fue con una cinta verde a la entrega de los Martín Fierro y defendió la legalización en cancha visitante: la mesa de Mirtha Legrand.
La votación en la Cámara de Diputados la vio en su casa; era el cumpleaños de su marido pero todos sabían que la tele iba a estar prendida. Para las dos vigilias le preparó a su hermana menor el kit de abrigo, borceguíes y campera. “Sola, sin que nadie de la familia la lleve o le hable, arrancó. Estuvo las dos noches. Ahí es cuando te das cuenta que ya está: la Ley no salió ahora pero va a ser dentro de cinco minutos”.
De la votación y su exposición, Narda saca una conclusión: “Yo no sabía cómo se votaban las leyes y ahora vi cómo funciona. ¿Esta gente decide si tenemos una base militar china en algún lugar? Yo no sé si los senadores saben lo que es pelearse con una chica de 17 años: hormonas, energía, una batalla perdida. La marea verde no es solo de chicas de los centros de estudiantes que ya tienen una agenda: esto salió de abajo del piso. Estas chicas votan el año que viene. Nosotras perdimos por seis votos, pero los senadores perdieron millones de votos”.
Sabor a qué
Hace poco Narda amaneció su Twitter con un “buen día” citando un link a una nota del diario británico The Guardian. La noticia: en un fallo histórico, Monsanto fue hallado culpable de ocultar información sobre los efectos tóxicos de su herbicida Roundup, según una demanda de un un jardinero de California enfermo de cáncer (ver nota de este número: Monsanto Papers).
De lo conflictos globales, a la cocina: para empezar a pensar una nueva relación con la alimentación y el ambiente, Narda dice que hay cosas que no hace más.
¿Cómo qué?
Hay ciertos cafés que no puedo tomar porque no sé con qué los fumigaron. La botella de agua chiquita no la compro más, porque no es sustentable gastar plástico para un solo uso de bebe un poquito. Entiendo las escalas. Uno dice: ¿por qué no hacés algo más sano, o distinto? Y, porque para cambiar la producción tengo que asegurarme de vender 40.000 toneladas anuales, o me fundo.
Ahí debería estar el Estado subsidiando un cambio para mejores alimentos.
Esa es otra película. En un momento estaba subsidiado el Fernet. ¡Mejor subsidiame la acelga! Para cambiar la escala no podés cambiar la fórmula de golpe porque tenés una planta para 700 empleados que no la podés cerrar. Pero entiendo que hay fórmulas que se pueden ir cambiando paulatinamente; hay ver cómo hacer, cómo trabajar con lo que tenemos. Hay gente que sueña. Yo prefiero ponerme a trabajar en algo más práctico. Trabajo del lado de adentro.
Recuerda que durante dos años fue empleada de una empresa de sabores (sic) “para saber cómo se hacían los alimentos”. Cuenta: “El 93% de los productos del supermercado tiene sabores y olores artificiales. Algunos son naturales, pero son caros. Y otros son muy baratos. Si algo tiene mucho sabor, mucho aroma y es muy barato entonces estás comiendo ‘la idea de’. Eso está hecho para que tu boca crea que es rico. Para detectarlo hay que entrenar el paladar”.
Narda escribió cuatro libros. El último, Ñam Ñam, reúne recetas para que lxs niñxs aprendan a comer variado y rico. Para ella, el acento debe estar ahí: dice que cocinar debería enseñarse en segundo y tercer grado. “Muchos chicos no saben qué es comida: ponés vegetales arriba de una mesa y no saben cuáles son. Hay niños que no vieron cocinar a su mamá ni a su abuela. La relación con la comida está rota. Hay que recuperar ese conocimiento”.
Sin rodeos: “Lo que tenés que hacer con un niño es no cagarle el paladar, que detecte las sutilezas”. ¿Cómo se arruinan los paladares infantiles? “Sabores químicos, mucha grasa de mala calidad, jarabe de alta fructuosa, sal mala. La evolución del cuerpo es lenta, pero por eso hay que empezar ya”.
Parece que hablar del futuro de la alimentación tiene mucho de mirar hacia lo personal. “La comida lleva un poco de cabeza, de tiempo, hasta que sale sola. Hasta que en vez de comprar ‘un kilo de’ agarrás dos mandarinas, un alcaucil, un hinojo, y hacés algo. Hasta que entendés que el cambio puede empezar por lo que hagamos en la mesa”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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