Nota
Un día sin Clarín
El 27 de marzo el multimedio Clarín no llegó a los quioscos, pero la noticia debió ser otra: el reclamo que derivó en el bloqueo del domingo cumplirá este agosto su octavo año. La historia cuenta que la empresa Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), del Grupo Clarín, despidió en 2004 a 119 empleados que habían realizado un paro en protesta por un ajuste laboral ilegal. 48 de ellos lograron ser reincorporados, pero ninguno del cuerpo de delegados ni de la Comisión Interna de AGR, a pesar de que la Justicia dictara la orden de “garantizar la libertad sindical dentro del taller”. Durante estos 8 años, el Grupo despidió a otros 83 empleados por diferentes motivos. El 9 de marzo los trabajadores lograron reinsertar a un puñado de delegados, y comenzaron las persecuciones: guardias y cámaras de seguridad que seguían movimientos y charlas. “Había que mandar un mensaje”, dice Luis Siri, delegado de AGR, en diálogo con lavaca, “y que fuera claro, directo y efectivo”.Sin duda fue efectivo, pero la claridad en este caso estuvo opacada por las especulaciones políticas. Antes que nada, Siri aclara: “Nosotros nada tenemos que ver con el Gobierno más allá de una postura ideológica afín al modelo. Tampoco tenemos que ver con el conflicto de camioneros y su aparato gremial. El bloqueo es pura y exclusiva responsabilidad de la comisión interna de Artes Gráficas Rioplanteses y los familiares que participaron. No tiene nada que ver el sindicato de camioneros ni la juventud sindical ni Hugo Moyano. Hugo Moyano apoya las medidas que nosotros tomemos desde el lugar que le corresponde: el de Secretario general de la CGT. Más de ahí, no pasó absolutamente nada”.
Qué piden desde hace 8 años
El lunes, día después del conflicto, Siri y Tomada se sentaron frente a frente en un programa televisivo. El responsable del Ministerio de Trabajo prometió reinsertar al resto de los delegados apartados, a lo que Siri responde: “La reinstalación de los delegados ayuda a solucionar parte de la consecuencia del conflicto, pero no el conflicto. El conflicto sigue teniendo los mismos puntos de discusión desde el 2004, porque ninguno se solucionó”. Ahora bien, ¿cuál es el conflicto? Desde 2004, estos trabajadores reclaman:
- Reinstalación de los delegados despedidos
- Cese de la actitud anti-sindical
- Pago de los salarios caídos desde 2004 a la fecha
- Pago de todos los aumentos paritarios homologados por la Federación Gráfica Bonaerense y absorbido en forma ilegal por la empresa y sus respectivos retroactivos
- Unificación de las categorías laborales a su máximo valor como establece la norma vigente y el pago de los retroactivos correspondiente
- Asignación del sistema de seguridad implementado en la zona de producción con los fines de persecución del personal y de la Comisión Interna
- Pago de un vale de comida diario por valor de 60 pesos, remunerativo, y el pago de un vale en concepto de viático por el mismo monto también remunerativo
- La creación de un plan integral de higiene y seguridad consensuado con el Ministerio de Trabajo y la Federación Gráfica Bonaerense.
La gota
Uno de los puntos habla sobre “persecuciones” sufridas en la propia planta de la gráfica. Esto ocurre, según denuncia Siri, desde el 9 de marzo en que parte de los delegados fueron reincorporados. Relata: “Nos vigilan 27 cámaras de seguridad y guardias que ofician de patovicas: toman lista de con quién hablamos, con quién no, cuánto tiempo vamos al baño, si fumamos, si estamos en condiciones de parar alguna máquina… Cuando nos vamos, a las 6 de la mañana y después de soportar todo eso, la gente que habló con nosotros es llamada en horario no-laboral a rendirle cuentas al Gerente general de la empresa de por qué habló con nosotros. Y si el Gerente no encuentra una respuesta que lo satisfaga, lo sanciona, lo suspende, le quita las horas extras, le borra las fichadas”. Esa fue la gota que colmó el vaso y que decidió en asamblea que Clarín no salga a las calles el pasado domingo 27. El hecho fue registrado por este y otros medios como un “ataque a la libertad de expresión” e interpretado como una jugada vinculada, de una u otra manera, al gobierno nacional. “Lo que hacen es correr el eje, contextualizar el conflicto nuestro en función de los intereses que tiene Clarín en la pelea con el gobierno y con el compañero Moyano. Es una locura pensar que el gobierno propició este bloqueo cuando el escenario lo termina perjudicando. Sabíamos que esto iba a ser manipulado y lamentamos que le genere un dolor de cabeza a la presidenta. Pero es la política la que tiene que estar al servicio de la sociedad y no al revés. No podemos esperar que el contexto político nos ayude a revindicar nuestros derechos. Tenemos que hacerlo en el momento en que están sucediendo y lamento que el contexto no ayude al Gobierno ni a nosotro”, analiza Siri.
A Siri le pesan dos causas contravencionales por el bloqueo a los camiones de la planta y por ocupar el espacio público; también se le adjudica la violación del artículo 161 del Código Penal que garantiza “la libre circulación de la información” y otra causa penal lo acusa de “extorsión”. El resto de los delegados sólo debe rendir cuentas por las faltas contravencionales.
Desde el Ministerio de Trabajo también acercaron la propuesta de filtrar un veedor entre los trabajadores que constate las denuncias que se vienen llevando a cabo. Siri dice: “Esto es una ingenuidad porque no va a pasar nada de lo que nosotros estamos denunciando cuando hay un veedor del Ministerio presente. Hay que trabajar sobre lo que ya tiene, que es mucho”. El miércoles los trabajadores de AGR volverán a encontrarse con Tomada en el Ministerio de Trabajo. ¿Y si no hay medidas? “Seguramente tomaremos más medidas. No sabemos cuáles… ¿qué más tenemos que hacer?”.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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