Nota
Visión psicológica feminista del confinamiento de las mujeres en tiempos de coronavirus
La psicóloga Raiza Zeballos del colectivo feminista boliviano Mujeres Creando plantea en este artículo los desafíos del confinamiento para las mujeres, de la emoción a la acción. El doble dicurso del «paternalismo» del Estado boliviano, para pensar Argentina. La peligrosidad de la individualización del problema. El macho violento. Y la desobediencia como acto psicológico y vital: «Este es un llamado a desobedecer las normas y no quedarnos encerrados en las casas bajo una la idea de estar haciendo suficiente, sino a no perder la colectividad y las alianzas insólitas que son vitales y que necesitamos para sobrevivir ante tal crisis mundial«.
Por Raiza Zeballos, de Mujeres Creando
Para hacer un análisis psicológico, desde mi perspectiva, no solamente es necesario conocer sobre la sintomatología o vivencias personales que tiene cada persona en este tiempo, sino también se requiere un análisis que implique conocer la realidad social de nuestro país y el accionar político que surge a partir de la crisis, sobre todo desde el Estado. ¿Por qué? TODAS las acciones desde el Estado durante esta crisis como decretos, prohibiciones, decisiones, omisiones etc. nos afectan de manera directa no sólo económica, laboral o socialmente, sino también psicológicamente porque provoca tristeza, culpa, desesperación, angustia, impotencia y tantas otras cosas más.
El Estado de doble discurso
El Estado nos viene diciendo qué tenemos que hacer y qué no en su afán “protector”, que más bien es paternalista, haciéndonos creer que nuestra labor se centra tan solo en quedarnos en casa, que así nos salvaremos a nosotras mismas y a nuestros familiares de un contagio inminente, y que son ellos quienes se ocuparan de salvarnos. Seamos realistas, el Estado por sí solo no tiene la suficiente capacidad ni logística, ni operativa para enfrentar una pandemia de este tipo, pero son muy buenos en lavarse las manos como acto de engaño a la población y hasta a sí mismos en su intento de demostrar que lo están haciendo bien y que todos y todas nos salvaremos al quedarnos confinadas y confinados.
Las mujeres sentimos esto de manera mucho más grave, por un lado, nos hace sentir particularmente vulnerables, bajo la idea que somos un grupo de riesgo que necesita atención especializada, donde ellos la confunden con una atención “caritativa”. Las palabras de Jeanine Añez durante uno de sus tantos discursos, decían que la violencia machista no deja de estar presente en la cuarentena, por lo que castigaría a los agresores “con todo el peso de la ley”. La realidad es que las líneas gratuitas no sirven de manera efectiva y el alcance que tiene la policía y la justicia es aún menor al que ya se tenía de manera inefectiva en situaciones “normales”. El Estado no tiene una lucha contra la “vulnerabilidad” sino la incrementa. No brinda información a las mujeres o elementos de cómo se puede actuar ante la violencia, sino que cierra las posibilidades en una policía y justicia tan poco capaz, que las mujeres terminamos pensando que si esa es la ruta de salida de la violencia, salir no es posible. El efecto psicológico en las mujeres en el incremento del sentimiento de impotencia, teniendo muchas que recurrir a la sumisión como acto de supervivencia.
Otra consecuencia del paternalismo del Estado es la culpa y el miedo por contagiarse y contagiar. La única consigna para cumplir es la quédate en casa, pero, ¿qué pasa con todas aquellas mujeres y población en general que no puede respetar la cuarentena? Existe infinidad de personas que aún salen diariamente a las calles porque necesitan subsistir sea o no sea su día de salida, o los que no tienen un hogar porque su hogar es la calle, o son trabajadores de la salud, limpieza o de alimentos y que se ven obligadas a seguir trabajando, o que, como nuestras compatriotas exiliadas del neoliberalismo en Pisiga, se hallan haciendo cuarentena en condiciones inhumana, sin la posibilidad de cumplirla dignamente en sus casas, algo que les expone mucho más para contagiarse no solo coronavirus sino muchas otras enfermedades. Toda esa población carga consigo la culpa de poderse contagiar, de tener que exponerse al peligro de una pandemia por la necesidad de sobrevivir. Esa culpa y ese miedo están patrocinados principalmente por el Estado porque no se brinda las condiciones mínimamente dignas para trabajar o para vivir y que, tras habernos repetido tantas veces que nuestra responsabilidad tan solo es quedarnos en casa, no podamos hacerlo porque no estamos en nuestra tierra, porque no tenemos dinero para pagarnos un vuelo privado, por tener que exponer encima a menores de edad, por no poder dejar de trabajar porque si no nos morimos de coronavirus nos morimos de hambre, o por simplemente estar cerca de las o los infectados curándolos, como en el caso de los médicos que han sido discriminados por sus propios vecinos, y tantas otras razones que no son válidas ni para el gobierno ni para la sociedad que nos condena con una mirada moralista y vigilante. ¿Qué pasa si efectivamente toda esa gente con a la que se le carga culpa se contagia? El castigo social será aún mayor y servirá al Estado para justificar el contagio de estar personas como un castigo por su desobediencia o poco cuidado y no así por la falta de efectividad y gestión social del mismo Estado. Lo mismo puede pasar con la gente que aun cumpliendo su cuarentena de manera obediente llegue a contagiarse, ¿acaso ni haber podido quedarse en casa habrá funcionado? Es posible que no y que ni siquiera estar aislados sea suficiente para contraer el virus y eso pese en nuestras conciencias de manera injusta.
La peligrosidad de la individualización del problema
A las mujeres, sobre todo, nos han sobrecargado con el cuento del empoderamiento para creer que la violencia o cualquier otro problema debe solucionarse desde nosotras con el poder individual que cada una genere en sí mismas casi de manera mágica. Que desde nuestro esfuerzo alcanzaremos el éxito por más que estemos en la peor de las situaciones. Este cuento engañoso tiene mucho que ver con el “quédate en casa” que tanto se repite. En primer lugar está la falsa ilusión de que desde la individualidad lograremos algo importante; es verdad que estando en casa nos cuidamos a nosotras mismas, pero no somos salvadoras y heroínas frente al coronavirus. Los casos aumentarán, es posible que afecte a personas cercanas y queridas o ti misma y que, además de la culpa, sientas frustración porque no habrás hecho lo suficiente. Nos venden la idea de que solo desde la individualidad podemos accionar para cambiar el mundo y no es verdad, quedarse en casa no puede ser la única acción para confrontar una pandemia de este tipo.
En segundo lugar, idealiza y romantiza de manera excesiva la convivencia en familia como si este espacio fuera siempre un lugar cálido, cómodo, seguro y justo para todos y todas sus miembros. ¿Cuántas madres estarán siendo sobrecargadas en mayor medida con las labores domésticas o tendrán una “ayuda” mínima del resto de la familia? ¿Estará llevándose de similar forma la cuarentena para un padre, una madre, un hijo o una hija? Es como si ese quédate en casa tan romántico que se plantea haya dado permiso para retroceder y olvidarse de la idea de que lo personal es político, despolitizando completamente al hogar como principal lugar de relaciones políticas de justicia.
Otro factor es la imposibilidad de generar empatía con otr@s. Vamos detenernos en el caso particular de mujeres que están atravesando por violencia machista. En el servicio de Mujeres en Busca de Justicia de Mujeres Creando diariamente vienen aproximadamente unas 15 a 20 mujeres nuevas para encontrar respuestas y soluciones a sus casos, la convivencia con otras mujeres que también están esperando a ser atendidas y que tienen casos similares les permite generar empatía, sirviendo esto como un cable a tierra para saber que no son las únicas que se encuentran en esta situación, lo que les impulsa a continuar con su lucha bajo la idea de “si otras más pudieron hacerlo, ¿por qué no yo?”. Este ejemplo sirve para pensar que en este momento de confinamiento, muchas mujeres ni siquiera lograrán hacer la denuncia de sus casos porque es posible que al verse solas y sin apoyo, no tengan esperanzas de que vayan a ser tomadas en cuenta, sumado a las insuficientes e ineficaces medidas del Estado ya mencionadas. No valdrá empoderamiento alguno que pueda sacarles de esa situación desde un accionar individual y esto es lago de suma peligrosidad que tiene que ver con preservar la vida misma de cada compañera.
Esta imposibilidad de empatía puede reproducirse también en la población en general al encapsularse en la idea de que la autosuficiencia, donde no necesitas de nadie más que de ti misma o mismo, será suficiente para resolver tu cotidiano, perdiendo totalmente la visión comunitaria o colectiva y generando progresivamente mayores necesidades innecesarias que te facilitarán la vida, pero que te alejarán de otras y otros, beneficiando al capitalismo y creando una brechas más grande entre clases sociales, porque quien más tenga podrá sobrevivir, quien no, ni modo.
Dinámicas psicológicas complementarias entre el machismo de un hombre violento y el del Estado
El amor romántico es la principal arma de los hombres violentos que buscan someter a sus parejas. En nombre del amor, un hombre violento busca aislarnos de nuestra familia, de nuestras amigas, de cualquier contacto que en algún momento pueda auxiliarnos cuando nos encontramos en peligro por la violencia. Este aislamiento puede ser una prohibición tajante o, en la mayoría de los casos, se hace de manera muy sutil y romántica, como si sus intenciones fueran protegernos de todo mal y para esto requiriesen controlarnos. ¿Suena familiar en este tiempo de cuarentena? Es porque el Estado utiliza exactamente los mismos mecanismos para ejercer poder por sobre la población. Nos dicen, con un supuesto cariño que se nota muy forzado, que nos quedemos en casa, pero utilizan la presión y el miedo contra todos y todas para que cumplamos con la presencia de la policía y sobretodo de la milicia, que además portan sus armas para simbolizar mayor poder y generar más miedo todavía, estando en la posibilidad de que, si la población incumple, puedan arrestarles, reprimirles (como ha pasado en el valle alto de Cochabamba o Santa Cruz) o utilicen la vergüenza social, tal como un agresor lo haría con su víctima al golpearla, insultarla, humillarla. Así como un hombre violento amenaza con tomar medidas más fuertes para controlar la desobediencia como un acto supuesto de amor, el Estado amenaza de igual manera en nombre de preservar nuestra integridad y salud. Ese amor romántico peligroso se convierte en primo hermano del fascismo romantizado del Estado que está siendo efectivo, pero no por la concientización de la gente sino por el miedo y la represión.
Las mujeres bolivianas históricamente han conquistado las calles desde la rebeldía para que sea escenario de múltiples luchas sociales. Es por eso que en la calle nos sentimos libres de decidir qué queremos hacer, de poder charlar, de trabajar, de jugar, de gritar, de amar, de marchar, de criar, de estudiar y de hacerlo todo. No por nada Mujeres Creando resume esta conquista en el grafitti “la calle es mi casa de colores, sin marido ni patrón”, pero ahora nos han privado no solo de nuestro derecho a la libertad, porque la calle ya no es nuestra casa estando militares y policías, además del maltratador en la casa, ambos con un aire de superioridad sobre nosotras, ambos con el permiso y la bendición del Estado para violentarnos. Sino también de la posibilidad de imaginarnos y pensar por nuestra propia cuenta y al margen del Estado y del macho violento otras formas efectivas del simple “quédate en casa”.
Desobedecer como acto político y psicológico vital
Quedarte en tu casa no es lo mismo que quedarte callada. Nos prefieren calladas, para que no pensemos y no nos quejemos de las falencias que existen, para que no propongamos nuevas formas de convivencia que salen de toda capacidad creativa y de reflexión que el Estado pueda darnos.
Estamos conscientes de que la cuarentena es necesaria para no tener contagios masivos y colapsar el sistema de salud, que de por sí ya está colapsado, pero las consecuencias psicológicas, sociales y políticas que genera el confinamiento deben confrontarse, de hecho hay muchos y muchas que ya lo hacen a manera de desobedecer la única consigna escueta que se nos ha dado y están saliendo de sus casas a recuperar la libertad y las o los vemos en el mercado vendiendo lo que pueden, inventándose nuevos oficios con mucha creatividad en esta cuarentena, o están manteniendo el contacto sin dejarse llevar por las soluciones individualistas, o han generado empatía como un acto político y están ayudando a vecinos y vecinas u otros a abastecerse, con una intención y sentido de solidaridad muy distinta al de una donación ridícula de unos cuantos oligarcas, o están incluso simplemente a haciendo compañía a otr@s. Si la gente no estaría desobedeciendo es posible que realmente estando confinados en su totalidad ya hubiéramos perdido la cordura.
Este no es un llamado a ponerse en contra de la cuarentena para salir a las calles de manera masiva, sino a cuestionar todos estos mecanismos de control y de transformación que se están presentado de manera implícita y que con seguridad irán afectando más en la sociedad entera. Este es un llamado a desobedecer las normas y no quedarnos encerrados en las casas bajo una la idea de estar haciendo suficiente, sino a no perder la colectividad y las alianzas insólitas que son vitales y que necesitamos para sobrevivir ante tal crisis mundial.
Si se está confinada en un círculo familiar, desobedecer puede también implicar la reorganización política y de manera justa del hogar. Esto quiere decir que tanto las tareas domésticas en su totalidad, como las labores de trabajo, de aporte económico y de educación y crianza con los hijos e hijas sean de manera totalmente justa, toma la familia como si tuvieras dentro de una cooperativa donde cada uno tiene que hacer lo suyo para que la convivencia sea justa para todos sin importar si son muy pequeños o muy grandes para aprender, que la cuarentena no sea una excusa para que seas la sirvienta de toda tu familia. Si crees que esto está pasando es tiempo de repensar cuanto bien te hace a ti, cuanto más resistirás bajo esas condiciones y como las desigualdades en convivencia familiar podrían reproducirse como espejo en la vida pública o fuera de tu casa, no solo para ti sino para tus wawas. Si tu familia se opone a esta reorganización enciende tu alarma y cuestiona el supuesto cariño que te tienen porque es instrumento para que ellos conserven sus privilegios y tu pierdas tu libertad.
Si esta reorganización se concreta, incluye el tiempo de descanso y ocio que necesitas para tu bienestar físico pero también mental. Disponer mínimamente dos horas, aparte de las de dormir, sin la presencia ni molestia de nadie es ejercer un autocuidado necesario. Este tiempo puede servirte para observarte a ti misma, para cuestionar tus relaciones, para tomar decisiones importantes, para mejorar tu alimentación y salud. Para brindarte toda esa atención prioritaria posiblemente antes no te hayas dado. También puede servir para generar nuevas o más fuertes alianzas insólitas entre vecinas, con el fin estratégico de renunciar a la individualidad de acción y hasta emocional en tiempos de confinamiento.

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


CABA
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.
Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.
La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

¿Quién dijo que hace frío?
Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?
Las luces apagadas, las pizzerías vacías
Los artistas callejeros sin público
¡Esta peatonal es orgullo nacional!
Y eso es gracias a nuestro teatro
Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color
en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro
que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?
Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país
Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto
con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación
¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,
produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!
¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!
¡Defendámoslo!

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.
El teatro que habla y Pluto en marcha
Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.
¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Los besos vuelan.
Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:
- Ay, ay, ay, me duele todo
- Teatro, ¿qué pasa?
- ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
- ¿Por qué?
- ¡Quieren desmembrarme!
- ¿Quién?

- El teatro explicándo por megáfono la situación.
- El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
- ¿Al instituto que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
- Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
- ¡Cuidado el teatro se desmaya!

- Al teatro le da un soponcio.
- Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
- ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
- ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
- ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
- Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.
La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.
Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

CABA
Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

Más allá de tu vereda.
Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse.
No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.
El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.
El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto.
En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.
Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.
Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”.
Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.
Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”.
Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.
Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.
Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.
Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.



Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.
«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».
Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración.
Hay orgullo.
Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera.
Jorgelina: “Hagamos más radios”.
Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.
Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:
“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.
Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental:
“Más allá de tu vereda,
hay otra realidad,
atrás de tu puerta”.
Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva:
“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle,
allí seguiremos estando”.
- Revista MuHace 2 semanas
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 1 semana
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- ActualidadHace 7 días
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- ActualidadHace 1 semana
Marcha de jubilados: balas y bolitas
- ActualidadHace 2 semanas
Mapuches en Neuquén: 10.000 personas movilizadas contra la represión y en apoyo a las comunidades originarias