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Susy Shock y una nueva Posta Sanitaria Antifascista

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Una nueva propuesta en tiempos en los que está en juego la derecha y los derechos: la Posta Sanitaria Antifascista, comandada por Susy Shock, inauguró ayer en la vidriera de Mu Trinchera Boutique, convirtiendo a la calle en un escenario abierto. Esta primera edición estuvo atravesada por una ceremonia de la chamana Avelina Rogel, de la amazonia ecuatoriana, de conjuro y protección. Las canciones que fueron un remanso en medio de un día caótico, las personas que se acercaron para sentir, y las fotos del día en un día de cuidado, resistencia y belleza. En palabras de Susy: «Gracias por venir a nuestra Posta de resistencia. Lo primero que tiene que resistir es a nuestro propio miedo paralizante. Vamos por las nuevas ronda  por la calle, por la asamblea, por la imaginación, por la belleza».


Sur es un punto, una mirada y siempre lo que aun falta hacer comienza cantando Susy Shock con el acompañamiento en guitarra y coros de Andrea Bazán y Caro Bonillo. Y así inaugura con su voz la Posta Sanitaria Antifascista en un martes caluroso de octubre, pasadas las dos de la tarde, donde la temperatura comenzó a subir desde temprano…

Protestas sobre av Rivadavia y Callao y un tránsito intenso es el pequeño caos urbano más cercano a Riobamba 143, donde adentro de la Trinchera Boutique, empieza a suceder otra cosa. El dólar vuela muy alto, un diputado insulta en el Congreso, el candidato más a la derecha impone su agenda de delirios, Córdoba se prende fuego: el país duele y allá lejos, estalla otra guerra. Es mucho “lo que aun falta hacer”, por eso, la acción es urgente. “Bienvenides a la Posta Antifascista. Para barrer todos los miedos”, saluda Susy Shock apenas se levanta la persiana de MU Trinchera Boutique, como un telón metálico. Las personas que se acercaron a la vereda miran a la artista, sonrien y aplauden.

La primera en sentarse en el banquito del lado de la vereda para que Susy le dedique la canción, es Mar. Apenas finalizado el tema, Susy y Mar colocan sus manos sobre el vidrio, se unen las miradas y alguien del público grita: «¡Te queremos Susy!» y ella responde «Y yo a ustedes», mientras varias personas se acercan al vidrio a poner sus manos como ritual de acercamiento, tal como sucedía cuando las Postas Sanitarias Culturales se hacían en este mismo espacio, una vez por semana durante la pandemia, cuando el contacto entre cuerpos se consideraba un peligro, era obligatorio el uso de barbijos y había que guardar las distancias. Cuando el encuentro era restringido y el arte se circunscribia a la pantalla, las canciones de Susy fueron un remanso. Hoy, al calor del avance de discursos y personajes fascistas, la propuesta es volver a tomar la calle de nuevo y con arte.

La ceremonia del canto despierta el entusiasmo, las miradas curiosas desde los autos y los colectivos que pasan por Riobamba; personas que detienen su marcha y se quedan  a escuchar una canción, o dos, puños en alto, palmas y la complicidad que se cuela entre aquellxs que decidieron apostar a ese abrazo comunitario para conjurar los disgustos y las penas. Otra ceremonia, que arrancó minutos antes en el sótano de MU Trinchera Boutique, se traslada a la vereda, entre humareda y  música.

La chamana Avelina Rogel, recién llegada de la selva amazónica ecuatoriana, guía el rito que incolucra fuego, palo santo y un corazón hecho en el piso con pétalos de rosa. Los elementos son colocados al aire libre, entre la gente, y el sahumo envuelve con su aroma penetrante a cada unx de lxs presentes. Dos pañuelos acompañan el ritual: el verde por el aborto legal, seguro y gratuito y el blanco del Nunca Más.

Jujuy resiste. Abajo la reforma, dice un cartel. Otro, muestra  la imagen de Lohana Berkins y Susy lanza: «¡Furia travesti!. Vamos que la calle es nuestra». Las canciones se van sucediendo y el asfalto es sostén de varios pares de pies que acompañan el ritmo. Avelina, nuestra hermana que viene de Ecuador,  viene sosteniendo la idea de que hay algo de la acción. No solamente estar contando lo que somos sino ponerlo en acto, dentro de lo que podamos, porque por ahí podemos poquito y ese poquito es valioso. Capaz ese es el nuevo aprendizaje en esta época donde todo es vertiginoso y no hay tiempo para soñar. Hay que soñar lo nuevo. Lo que viene tiene que ser en actos, dice.

Valsecito criollo, candombe, huayno, tango, milonga. El ramillete de canciones que trajo Susy ofrendó distintos ritmos. «Gracias por venir a nuestra Posta de resistencia. Lo primero que tiene que resistir es a nuestro propio miedo paralizante. Vamos por las nuevas ronda  por la calle, por la asamblea, por la imaginación, por la belleza, esa zona donde los violentos estúpidos no entran porque no entienden de qué se trata. Capaz que cedimos en belleza, capaz que perdimos la capacidad de generar belleza. Belleza es un mundo donde los pibes no pasen hambre, donde el Malón no tenga que estar solito ahí porque nadie la da bola. Belleza no es lindura. Es el mundo que nos va a sacar la violencia, el fascismo, para ser otra cosa».

Susy recordó las Postas pandémicas y resaltó: «Solo nos cuidaba la fuerza de seguridad, y pareciera que nuestra democracia no aprendió otras formas de cuidado, otros seres que podían establecer una mesa de diálogo para ver cómo nos podíamos cuidar. Capaz que estas nuevas oportunidades de miedos y de grandes quiebres sean la posibilidad para abrir esa mesa, para que entre otres seres filósofos, espirituales y artistas nos podamos poner a pensar qué país queremos hacer, qué tierra, qué planeta necesitamos hacer».

Poco antes de terminar, Susy le dedicó al Malón la canción Ramita seca, de Aldana Bello. En noviembre, muchas de nosotras vamos a hacer el Malón del Orgullo, vamos a ir a Tribunales. La última canción fue un tema de su autoría, un poema musicalizado, un manifiesto para estos tiempos: No podrán y se despidió: Buena vida y poca vergüenza para todes, fuerza. Nos encontramos en las calles, en las luchas, en la poesía. Susy, Andrea y Caro sustuvieron, mientras bajaba la persiana, los pañuelos blancos del Nunca Más.

Así finalizó la Posta Sanitaria Antifascista.

Continuará…

Susy Shock y una nueva Posta Sanitaria Antifascista

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Nueva función de Preciado: domingo 12 de noviembre

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Preciado: Nadie sabe lo que un cuerpo puede pero sí lo que muchos cuerpos se atreven

Manu Fanego encarna a una candidata trans. @nabihosain y @carolina.a.ayub son sus asistentes. Una obra -y una campaña- que rompen lógicas para recuperar el sentido de la política.

Con textos del filósofo Paul Preciado reversionados en una obra jugada, en un año electoral.

Una producción del Laboratorio de Experimentación en Comunicación y Artes Escenicas de Mu Trinchera Boutique.

Entradas por Alternativa Teatral.

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teatro

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

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Lucina Álvarez fue secuestrada en 1976 y nunca llegó a dar su clase de literatura en la escuela para adultxs de Córdoba y Riobamba, en Buenos Aires. Sus alumnos salieron a buscarla, pero desde entonces sigue siendo una desaparecida. Era escritora, poeta, periodista, docente y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). A partir de esa historia nace Alucinada, el nuevo unipersonal de Carolina Ayub, actriz, directora, dramaturga, docente e integrante del grupo teatral La Zancada. Un poema de Lucina en una intervención callejera fue la punta del ovillo para la obra cuyo título remite a Lucina y a la luz, para que el dolor no quede solo en eso, sino que se transforme en una posibilidad activa y vital. Alucinada transcurre durante un día de 1976. La portera, el alumnado, el control social, la poesía de esa joven docente, un pizarrón, el Teatro de los Objetos, los libros prohibidos, y el optimismo como metodología para una obra que se presenta los sábados en Mu-Trinchera Boutique.

Por María del Carmen Varela

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

Con su impecable guardapolvo azul, María entra en escena, nos mira con algo de timidez y da las buenas noches. “Soy la portera, seguro me conocen”, agrega. A partir de ese momento, formamos parte del alumnado que, sentado en las sillas escolares, aguarda la llegada de la maestra de literatura. El teatro que crea y recrea, nos invita en esta ocasión a trasladarnos a otro tiempo y otro lugar. María borra el pizarrón y escribe la fecha con tiza blanca: 7 de mayo de 1976.  Mirando a cada unx de lxs asistentes a la clase, da una noticia: la maestra no va a venir, según le dijeron. Ella se encarga entonces de darnos charla, pone voluntad, sonríe, nos cuenta de un “controlamiento de la población” que está en marcha, para asegurarse de que “todo esté en su sitio”. Nos dice que dos señores muy bien vestidos y pulcros le preguntaron si ella está dispuesta a colaborar. Claro que sí, una escuela limpia, ordenada, donde todxs tengan buen comportamiento, que nadie se escape al baño a fumar, que las chicas no usen pollera muy corta, qué bueno si leen la Biblia, el pelo bien corto y rasurada la barba. María gusta de los ambientes bien aseados, la lavandina es su aliada.

¿Quién es la maestra de literatura que no vendrá a dar su clase? Podriamos decir que la respuesta a este interrogante es el motor de Alucinada. Lucina Alvarez es su nombre y luego de nombrarla, hay mucho por contar. Los datos que figuran en la base de datos de la web del Parque de la Memoria –junto a la foto de su rostro sonriente en blanco y negro– afirman que Lucina tenía 31 años en el momento de su secuestro. Era periodista, docente en el instituto Ilvem y estudiante universitaria. Militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), había estudiado Filosofía y Letras en la UBA, estaba casada y había nacido en España.

Alucinada se inspira en ella, transcurre en el día en que se produjo su secuestro y su ausencia pesa durante toda la obra.

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela

Morirse de risa, morirse de rabia

La actriz, dramaturga, directora y docente Carolina Ayub es quien después de tomar contacto con la historia de Lucina decidió llevarla a escena, en un largo camino de asombrosas coincidencias. Un 24 de marzo, hace más de seis años participó en una intervención artística callejera realizada en la Plaza de los Aviadores –más conocida como la Plaza del Avión– en Ciudad Jardín, El Palomar, muy cerca del Colegio Militar. Carolina llevó su personaje de maestra con un rollo de papel larguísimo. Antes buscó en Internet algún texto que fuera acorde a la fecha y al rol de maestra y dio con un poema de Lucina Alvarez llamado Morirse, que comienza así:

  • “Ocurre que unos se mueren de risa

 otros se mueren de ganas

 otros se mueren de frío

 otros se mueren de rabia”.

Para utilizar las metáforas del poema de Lucina, Carolina preguntaba: ¿Sabe de qué murió el reloj que tiene puesto? Murió de tiempo. ¿Alguien sabe de qué murió el tren? Murió de horario.  

“Estábamos recordando a desaparecidos, entonces me permití ese juego”, cuenta. Luego de haber encontrado este poema, siguió investigando y supo que Lucina era una detenida-desaparecida.

Grupo de tareas

Tiempo después, Carolina arrancó el Posgrado de Teatro de Objetos, Interactividad y Nuevos Medios en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), dictado por la autora, directora, docente y fundadora del mítico grupo el Periférico de los Objetos, Ana Alvarado. “Lo que más me sedujo de ese posgrado es que sí o sí te recibís con una obra, tenés que producir una obra donde plasmes todo lo que estudiaste”, cuenta Carolina. Así fue dando forma a la obra teatral mientras encargaba Perros en invierno, el libro que el año anterior había publicado Omar Álvarez, donde narra justamente la historia de su hermana Lucina.

Carolina se decidió por el personaje de una portera de escuela, para que sostuviera el relato teatral. La obra transcurre durante el día en que Lucina es secuestrada, por eso no va a dar la clase. Lo que no sabía Carolina era que la realidad respaldaba ese dato que para ella era parte de la ficción. Cuando finalmente le llegó el libro, supo que la poeta y docente había sido secuestrada por un grupo de tareas el 7 de mayo de 1976 y al no llegar a la clase de literatura que daba en la escuela nocturna de Av. Córdoba y Riobamba, en Buenos Aires, sus alumnxs salieron a buscarla.

Cuando el archivo alimenta la creación

Al saber que en Ramos Mejía hay una escuela con su nombre, Carolina llamó y la atendió el portero, quien le dijo que le convenía hablar con la ex directora Liliana Leiva. Gracias a ella supo que cuando la escuela estaba buscando nombre, los propuestos fueron Lucina Álvarez y María Elena Walsh. Pocos días antes de la votación, apareció en la basura un libro, una antología llamada Los que siguen, en la que había participado Lucina. Alguien lo encontró y lo llevó a la escuela, donde lo guardan desde entonces como un tesoro. “La obra se llama Alucinada, tiene la luz adentro como palabra y también Lucina está manifestada en el proyector, es nuestro elemento fantasmagórico del cine, aparece la luz y aparece ella en ese pizarrón que quedó con su recuerdo, con sus escritura. Nos quedó Lucina”.

María, la portera, se adueña del tiempo, hace preguntas a lxs alumnxs, les aconseja cómo vestirse, peinarse, sugiere que se acerquen a dios, pega el grito cuando considera que algo está mal. Le dijeron que ciertas cosas son incorrectas y ella se convenció. Con sus afirmaciones y ocurrencias genera risas, hasta nos hace cantar. Esconde cierta inocencia e inmadurez y así permite que el horror organizado ajuste las tuercas de una maquinaria atroz, convirtiéndola en un instrumento más, con su libretita y sus anotaciones. En el banco que ocupaba Lucina, María encuentra algunos objetos de ella: un vasito desplegable de plástico de los que usaban lxs niñxs de la época, algunos libros que según la lista es mejor no leer, y un mapa. Ese mapa estaba en un puesto de fotos de San Telmo, allí Carolina lo vio y lo compró. Está hecho a mano, tiene fotos y está escrita la palabra “atentado”. Los objetos que intervienen en la obra la modelan y la definen, aportan sus cargas históricas y fortalecen la narración. Un banco de escuela de los años 70, el mapa original, la biblia “buena”, libros prohibidos. Carolina investigadora: “Me fui a los archivos para ver qué libros habían prohibido, saqué el motivo de la prohibición y compré un libro que dice cómo se prohibían los libros en dictadura. Aprendí un montón”.

Preciado, Susy Shock y el optimismo

Como objeto nuevo y construido con la memoria, aparece un “libro de los recuerdos” de la vida de Lucina hecho por la artista plástica, actriz y titiritera Ada Dorrego y ese bello recurso da pie para saber que Lucina nació en un pueblo español de montañas en 1945 y que a los dos años vino con su familia a la Argentina buscando un mejor destino dejando atrás una España devastada por la Guerra Civil. Admiradora de Lorca, Hernández y Machado, Lucina integró junto a su marido, el escritor Oscar Barros, la Agrupación Gremial de Escritores. El unipersonal tiene la intención de “mostrarla a ella como militante –afirma Carolina–, y como  una mujer activa, porque el dolor es tan grande por los desaparecidos que se los narra mucho o no se habla desde ese dolor. Acá intento que se hable por todo lo que hicieron. Esta mujer se volvió escuela”.

La música de la obra fue compuesta especialmente por Ezequiel Canosa, de Puerto Madryn, y el trabajo de la directora y artista visual Ro Larocca colabora con la intención de no darle lugar al olvido. Alucinada llevó más de siete años de proceso de creación, pandemia mediante, y ve la luz en un momento en el que un candidato cuestiona si los desaparecidos fueron 30 mil y una candidata califica como “pro terrorista” a la película Argentina, 1985. Carolina: “Yo quiero contar ahora esta historia. Leo a personas como Paul Preciado o Susy Shock diciendo que el optimismo es una metodología, me lo repito y con eso trabajo pese al dolor. Entonces casi que es una construcción de optimismo esta obra. Queremos que Lucina sea luz”.

En sintonía con el impulso que hace vibrar la producción creativa de Carolina, hay otro poema de Lucina, Un favor a la poesía, que refleja ese sentir:

  • “Amigos míos
  • No vayamos a olvidarnos de la luz
  •  Que no está allá arriba ni tan lejos
  •  Sino aquí
  • Por estos lados.

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Sábados 21 hs, desde el 4 hasta el 18 de noviembre

Dramaturgia: Carolina Ayub

Actriz: Carolina Ayub

Vestuario: Lucía Delgado

Escenografía: Nabila Hosain

Diseño de luces: Horacio Novelle

Diseño Multimedia: Ro Larroca

Música original: Ezequiel Canosa

Asesoramiento en manipulación de objetos: Ada Dorrego

Asistencia de Dirección: Micaela Cabovianco, Julieta Costa

Producción: La Zancada Teatro

Dirección de actores: Aldana Pellicani

Duración: 50 minutos

Alucinada: Lucina Álvarez, o la maestra desaparecida que se volvió luz y escuela
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HIJAS, cuarto encuentro: Teresa Laborde y Lucila Quieto

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La memoria no siempre es dolor, y eso nos mostró Lucila Quieto (@lucilaquieto) el viernes en el cuarto encuentro de HIJAS, a sala llena en MU Trinchera Boutique (@mu.trinchera). Conducido por Teresa Laborde (@tere.laborde), HIJAS es un ciclo del Laboratorio de Experimentación en Comunicación y Artes Escénicas de MU, en coproducción con La Zancada (@lazancada.teatro), que teje conversaciones y obras a través de cinco encuentros en los que la memoria, el valor del testimonio y la permanente construcción colectiva del Nunca Más son abordados por voces que han elaborado estos conceptos con sus vidas y producciones artísticas.

HIJAS, cuarto encuentro: Teresa Laborde y Lucila Quieto

Lucila es artista y fotógrafa, hija de Carlos Alberto Quieto, secuestrado y desaparecido cinco meses antes de su nacimiento. Su tío Roberto Quieto también fue secuestrado y desaparecido por la dictadura. Lucila no sólo habló de su militancia en HIJOS, sino también de sus trabajos de imagen y collages, como «Arqueología de una ausencia» o «Filiación», donde los rostros de lxs desaparecidxs aparecen en el cuerpo de sus hijas e hijos con una sensibilidad poética que configura un lenguaje político sobre la Memoria, la Verdad y la Justicia que une diversas generaciones.

HIJAS, cuarto encuentro: Teresa Laborde y Lucila Quieto

Ese es el abrazo que también trajo el viernes Daniel Santucho Navajas, el nieto 133 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo, que presenció el ciclo junto a su padre, Julio Santucho. Su mamá, Cristina Navajas, continúa desaparecida.

Las entradas se encuentran agotadas.

Vas a poder leer las entrevistas y los encuentros en las próximas ediciones de MU.

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LA NUEVA MU. ¿Qué perdimos?

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