CABA
Tango recuperado
Orquesta Típica Ciudad Baigón. Una docena de músicos que con piano y todo convertían una esquina de San Telmo en escenario, hasta que Macri pudo más. Ahora abrieron un refugio en Boedo.Hay una ciudad en la que el tango va de ojotas y bermudas, lleva una barba treintañera y despeinado el pelo. En ella habitan 12 seres que encarnan una extraña ecuación: son jóvenes y tangueros. No saben si poner “cayengue” o “mierda” en sus letras, pero saben la duda: para Hernán (director, piano, ojotas) y Gabriel (letrista, violín, bermudas) el tango era un cadáver. El rock británico y otras modas lo relegaron como pieza de museo, cuentan, y el dos por cuatro fue exportado: afuera bailan y bailan sobre zapatos de euros. Mientras tanto, Hernán estudiaba piano en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y debía elegir una orientación: jazz, folklore, tango. Piazzola lo inclinó. El otro dios, el de su adolescencia, dio nombre a esta nueva ciudad o mundo: Ciudad Baigón es una canción de Carlos Solari en etapa solista. “Es una ciudad en la que está todo mal”, interpreta Hernán. Pero en cada una de sus esquinas, al menos, retumba una orquesta típica que anuncia una buena noticia: el tango tiene presente.
A Europa, by Youtube
En piano de casi 500 kilos se arrastra a contramano por Avenida Independencia, camino a San Telmo; lo acompañan tres violines, cuatro bandoneones, la viola, el cello y el contrabajo. La orquesta típica estaciona sobre Defensa y Carlos Calvo, esquina que los verá tocar durante casi 3 años. Estamos en 2008. La calle es el único refugio de una escena cultural sacudida por el Efecto Cromañón. Más todavía para el tango, más todavía para una orquesta de 12 músicos. Hernán tiene una teoría: “Cualquier persona que esté en su sano juicio y quiera ganar dinero, no debe formar una Orquesta Típica”. No es tan cierto si al talento le agregamos el condimento cibernético: un día llegó un mail de un hombre que los había visto en YouTube, piano en calle, y quería invitarlos al Festival de Wuperttile, Alemania. Gabriel recuerda: “Le dimos las gracias, pero le dijimos que íbamos a analizarlo, porque para solventar ese viaje teníamos que hacer un montón de fechas y que encima, nos pagaran”. El alemán puso la guita y allá fueron.
Gira mágica
Viajaban por primera vez en avión. Llegaron el día antes de tocar y con 5 horas de retraso (el alemán, con el corazón en la mano). Desde el taxi que los llevaba al hotel notaron unos gigantescos afiches con caras conocidas: ellos. Durmieron o no, y al día siguiente ya probaban sonido en el palacio de Wuperttile donde tocarían. “Había mil personas -recuerda Hernán- y el piano que me dieron era impresionante”. “¡Y la acústica!”, completa Gabriel, todavía emocionado. Estaban acostumbrados a lidiar con los bocinazos porteños, pero ahora tenían que acomodarse a sincronizar fechas por toda Europa: tocaron en Noruega, Francia, Holanda, Bélgica, República Checa, Italia, Austria, Portugal y Suiza. Estaban acostumbrados a que los echaran de las esquinas, pero ahora cobraban euros por tocar en los mejores teatros europeos. Hernán explica cómo no perdieron la cabeza: “No nos comimos la película. De hecho, volvimos y seguimos tocando en la esquina de siempre. Además, no es que te salvás ni te vas de vacaciones: pedimos mucha plata prestada para poder viajar, y allá dormimos en la calle y comíamos sanguches casi todos los días. Fue un laburo”. Recuerdan haber alquilado un auto durante un mes, y devolverlo con 10 mil kilómetros de uso. Gabriel cuenta cómo eran esos días: “Viajábamos 6 u 8 horas todos los días, llegábamos, probábamos sonido, tocábamos y dormíamos lo que podíamos porque al día siguiente teníamos que tocar en la otra punta de Europa”. La historia rescata un súper héroe al volante que cruzó Europa tocando el contrabajo y sin dormir: Germán Sánchez, también compositor de la orquesta.
Ese recital de Wuperttile se repitió en 2009 y 2010. Pero así como fueron, volvieron. En tanto, en la ciudad había pasado algo: sus recitales en la calle duraron hasta que Macri los cansó. Los funcionarios pedían un permiso que los Baigón tenían, pero que la misma Ciudad se negaba a renovar. Hernán promete empapelar su cuarto con todas las actas contravencionales que les labraron. Insistieron en tocar ilegalmente, pero en su mítica esquina ahora estacionaba un patrullero. Encima, vecinos que preferían dormir la siesta tiraron dos baldazos de agua sobre el piano. Fue demasiado. Gabriel: “Estuvimos un año luchándola hasta que nos terminamos yendo. Se nos ocurrió hablar con una banda amiga para alquilar un galpón por San Cristóbal y empezar a funcionar ahí”. El director de ese grupo amigo, Astilleros, que es un sexteto de tango, había sido uno de los fundadores de otra de las orquestas que hacen del tango un presente: la Fernández Fierro. Acaso como reflejo del búnker que los Fierro tienen por Abasto, alquilaron un galpón que acondicionaron en dos años y mucha deuda.
Sumáronse grupos de teatro y otros profesores que querían dar uso y ayudar al espacio. Hoy existe una asociación civil que decide en asambleas cómo organizar y distribuir los tiempos, “y va avisando cuánta plata de menos debemos”, se ríe Hernán. Durante la semana y de día, hay clases de tango, de teatro, de todos los instrumentos de la orquesta tìpica, ensambles y más. Gabriel dirige un ensamble de cuerdas y Hernán enseña piano y tiene otro ensamble clásico: viven de eso. Como buen tanguero, Gabriel dice: “La verdad es que uno no sabe de qué va a vivir el próximo mes… Por ejemplo, una vez toqué My Way de Sinatra en el shopping Dot y me pagaron más de lo que saco en 6 meses de clases”.
Este año no irán a Wuperttile, aunque fueron invitados, para priorizar el ciclo de todos los viernes a la medianoche en su búnker tanguero de Cochabamba 2536, ahora Teatro Goñi.
Tango con ricota
Gabriel tiene una teoría: “Al tango lo metieron en un freezer”. Durante años se siguió repitiendo lo que habían dejado los 40, dice, que se bañó de los valores siempre estáticos de la tradición y el nacionalismo. No es que no haya habido nada desde entonces, pero el tango nunca volvió a ser, ni es, la música popular. “Ahora hay un montón de gente joven que empieza a ser tango, y lo que dejen va a verse recién en un par de años”, percibe Gabriel, y da ejemplos: ya circula un Festival de Tango Independiente, al margen del clásico festival organizado por la Ciudad, del que este año la OTCB se llevó todas las miradas: orquestaron temas de Los Redondos. En YouTube están los registros del día en que Salando las heridas y Nuestro amo juega al esclavo sonaron al compás del dos por cuatro. Los arreglos estuvieron a cargo de Hernán y Germán, respectivamente, como ricoteros de adolescencia y alma, y tangueros de vida y oficio.
Sobre la composición: “El momento de componer es traumático, es muy difícil conformarse y hacer caso a todos los caprichos que uno tiene. Piazzola se levantaba todos los días a las 7 de la mañana para escribir algo. Eso te habla que es un laburo como cualquiera. La satisfacción recién viene cuando está consumado y la tocás”. Hernán es el director y principal compositor y arreglador de la orquesta, lo sigue Germán, y Gabriel que se ocupa de las letras. Todo nace de una melodía, cuentan, que “habla” de algo: “Por ahí Hernán en tal música se imagina tal historia, y ahí empieza mi laburo de imaginación”. La primer letra que escribieron es Hacia las cenizas, palabras que recuerdan la masacre de Cromañón. Dice:
Tu cuerpo en otros cuerpos desmayados
Tu cielo de cenizas y sin fuerzas ya
Y gritaste ayer, pisoteado estás
Foto entre otras fotos que no volverán
Despacio
El aire se va…
Hermano,
Quiero acercarme más
Tu aliento cerrando mi aliento
Y estoy buscando tu grito en el viento
Hoy voy a vos.
La búsqueda
La atmósfera de Ciudad Baigón como mundo, como idea de ciudad propia, les sirve al momento de esa creación: cada uno vive en su ciudad, dicen. Pareciera entonces que desde allí eligen contar las miserias y otras sombras que ven a su paso, como el tango lo ha hecho siempre y nunca: ahora es Cromañón. Pero en Ciudad Baigón, como interpreta Hernán, las historias pocas veces son felices. Dice Gabriel, que escribe: “Las temáticas que elegimos componer son las que nos duelen, las que nos molestan y no estás conforme. Yo no quiero escribir sobre que me fui de vacaciones a Cariló”. Hernán politiza este atisbo de denuncia y disconformidad con la realidad: “Es entender a la música como intento de despertar. Ciudad Baigón es una ciudad ficticia que nos permite contar la parte de las cosas que muchos no quieren ver, y están. Uno a veces trata de no ver porque no sabe cómo ayudar. ¿Qué hago? ¿Un partido político? ¿Un grupo armado revolucionario? Nosotros hacemos tango”.
Ciudad Baigón es un mundo de libertad, que les sirve para separar realidades y describir lo real en un terreno ficticio: “El tango que hacemos no es complejo -sigue Hernán,- al revés: es música popular. Pero las cosas que vemos y queremos contar sí lo son, y hablando en términos explícitos no nos sentimos tan cómodos”. Entonces interviene el cómo: el tango fue siempre reflejo y semillero de un lenguaje especial, a veces lunfardo, a veces directamente “tanguero”, que se agitaba en los bares y calles porteñas entonces. ¿Ahora en qué clave se habla? Dice el encargado de las palabras: “Si yo escribo una letra como Discépolo va a quedar anacrónica; si hacemos una orquesta que suene parecida a Troilo, nos estamos traicionando a nosotros. Troilo no sonaba como nadie. El problema es con qué palabras decir lo que queremos decir: ¿qué digo, mierda o cayengue? ¿O ninguna de las dos? Estamos en esa búsqueda”.
Ser o no ser
Cuenta la historia que en Francia tocaron en una milonga re-careta donde los presentes querían bailar. Pero a la Orquesta Típica Ciudad Baigón le quedan mejor los teatros, dice Hernán, y no tanto las milongas: “Lo nuestro está compuesto y pensado para ser escuchado, para un oyente agudo, tiene guiños entre las canciones… Si se puede bailar, mejor, pero no es la idea”. Los franceses no quedaron muy contentos: el previsible desenlace habla de una audiencia que no les devolvió aplausos. Las clases altas allí aprenden a bailar el aburrimiento. Un francés le dijo a Gabriel una frase que recordará por siempre: el tango es para bailar. “Que a mí me venga a decir un francés qué es el tango, que vivo acá y no tengo un peso, que me la rebusco… Aunque suene nacionalista, el tango no se puede entender sólo desde un pentagrama”. Sobre esto, dan razón las robóticas orquestas francesas que no pifian una nota, que reproducen solos imposibles, pero llegan nomás a un estilo clásico: los matices, la jerga y el estilo son parte de la chapa que estos músicos sacaron a relucir por toda Europa. Por ahora, la única gira que harán será de sus casas al galpón de Cochabamba: allí están ensayando el ciclo que los tiene todos los viernes con invitados, y gestando el tercer disco.
Así se completa la saga de una historia que, claro, sucede en Ciudad Baigón: si el segundo disco se llamó Destierro y narraba cómo los habitantes la dejaban, ahora se musicalizará la guerra que originó ese destierro. ¿Va a tener temas para bailar? Hernán ríe: “Nosotros hacemos el tango que nos gusta. Al estar acá y que nos pasen cosas, nadie puede venir a decirnos qué es tango y qué no. ¿En contra de qué vamos? Es música y nosotros la llamamos tango porque así llamaron a la música popular de acá hace muchos años. Tiene ciertas reglas, claro. Pero tenemos la tranquilidad de no tener que rendirle cuentas a nadie”. En porteño significa: Francés: andate a la mierda.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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