Mu41
Date un fierrazo
Orquesta Típica Fernández Fierro. La mejor orquesta de tango es, además, un grupo autogestivo que inventó su propia etiqueta. Crearon música, espacios de encuentro y formas de producir juntos.
El lugar es oscuro y se va encendiendo. Un puñado de muchachos sacude cuatro bandoneones y cuatro violines, cello, contrabajo y piano. Mayoría de público sub 30, muchas chicas. Un sector sub 40, y sobrevivientes de quién sabe qué batallas.
Un trueno de música revienta el silencio. Rastas, anteojos oscuros en la noche. La Orquesta Típica toca en zapatillas o chancletas. El contrabajo es un latido, el piano es una pregunta, los bandoneones un hachazo, a veces un beso. Como buen equipo son 11. Pero juegan con ventaja: aparece el cantor. Conoce un código secreto de todo este grupo, que armoniza reciedumbre, desesperación, ternura, demencia. Canta un tema bajo un casco de moto. Otro, haciendo girar una sombrilla de colores. Lo he visto salir a cantar en pollera. O con una capucha. El último sol-do, el chan-chán de cada tema, es como una granada dirigida suavemente al público, que estalla en ovación, mientras el cantor grita cosas como “mucha mierda”.
El escenario oscurece, se viene otro trueno. En el Club Atlético Fernández Fierro, antro mágico de la Orquesta Típica (o banda atípica) del mismo nombre, acaban de propinarnos una noticia: el tango existe.
Pugliese vs. el souvenir
El marketing universal argentino actual incluye tres opciones: Maradona, Che y el tango. Pero el Che ya no canta. Es memoria o camisetas. Maradona desafina a cada rato. Y el marketing tanguero hace fulbito en estatuas, mausoleos, nostalgias. Chicas de piernas perfectas que bailan con señores de gel. O tangos viejos con propina verde.
Frente a eso, la Orquesta Típica Fernández Fierro es una invención abierta sólo a dos tipos de usuarios: a los que les gusta el tango, y a los que no.
Llega Flavio, rastas, 33 años, lentes oscuros, se relaciona con el bandoneón en una danza visceral, y me dice: “Soy El Ministro”. Es uno de los fundadores de la orquesta que nació de un puñado de sueños de la Escuela Popular de Música de Avellaneda, para espantar determinadas pesadillas.
“Para nosotros hubo una lucecita: Osvaldo Pugliese. Por música y forma de trabajo. No es casual que esa música tan bien hecha y tan innovadora haya salido de una agrupación que se manejaba como cooperativa. Desde el comienzo decidimos manejarnos así. (Osvaldo Pugliese, 1905-1995, músico excepcional, cooperativista de alma, y afiliado nº 108 al Partido Comunista).
Sigue El Ministro: “Después surgió estar contra los clichés del tango, de esa cuestión por parte del Estado, del falso nacionalismo. Hubo épocas nefastas en las que sólo se podía escuchar tango y folklore mientras la juventud tenía otras necesidades. Eso alejó a muchos del tango, incluso a los músicos. Se hizo algo cerrado en sí mismo. Después vino el tango ‘souvenir’. Pero la bronca contra eso, en vez de alejarnos, nos hace criticar al tango para hacer algo distinto”.
Estructura Nirvana
¿Algo distinto? Llega Yuri Venturín, otro fundador, director musical, compositor de buena parte de los temas del último disco, contrabajo, raya al medio, pelo largo (y el “Chino” Walter Laborde, cantor y ex futbolista, me dirá: “Yuri es el más tanguero de todos, pero, ¿lo viste? Es un Cliff Burton, el de Metallica”).
Yuri revela ciertos genes: “Tenemos mucha influencia de Pugliese, algunas cosas de (Astor) Piazzolla que han sido definitivas para nosotros aunque no se noten. Y formalmente me gusta Nirvana. No sólo el gusto, sino la forma de organizar nuestra música, es un fuerte-suave-fuerte, se utilizan uno o varios riffs y éstos van desarrollando los motivos de manera beethoveniana. Eso es tradicional en el tango. Las estrofas se van desnudando y vistiendo de acuerdo a esos momentos fuertes y suaves, mayor o menor tensión”. El Ministro: “Después dicen que hacemos lo más rockero del tango. Pero en ningún disco nuestro dice que hacemos tango, ni etiquetas. Es música”.
Resultado clínico: Fernández Fierro se puede escuchar por los ojos, ver por los oídos, y se ecualiza en el pecho.
Cómo inventar un sistema
Fue la primera orquesta típica callejera. Con piano y todo. Un domingo a fines de los 90 habían alquilado un local en San Telmo. Salieron a repartir volantes por la feria. “Pero a la hora de empezar, no había nadie. Ni una persona” cuantifica El Ministro. “Entonces sacamos los instrumentos a la calle, y ahí sí se juntó toda la gente. El sistema no funcionaba. En vez de mejorarlo, inventamos uno nuevo. Como no convocábamos al público, lo inventamos en la calle” (¿hay imagen más tanguera que ese invento del público, y de uno mismo, en la calle?). Después llegaría el armado del territorio propio: otro invento. Yuri regala lo que puede ser una clave más: “El mayor placer es cuando la música funciona. Cuando la inteligencia se impone a la dificultad”. Pasa en la música, en la calle, en la vida. Pero tenían un problema con el nombre.
Fernet / Massera / Capusotto
Desde el bunker de los músicos se va escuchando la gente que llega al Club Atlético Fernández Fierro (CAFF) para el show de cada miércoles. Por los parlantes suena The Doors. El Ministro: “Siempre me pregunté qué hubiera pasado si Pugliese hubiese visto a Jim Morrison. Hubiera cambiado la escena”. Vuelta a la historia. La banda tanguera se estaba armando: “Pensábamos nombres graciosos. Éramos fervorosos admiradores del fernet. Decíamos: Fernando, un Fernando Branca. Y elegimos ese nombre. Como Patricio Rey. Cuando debutamos nos preguntaron si el nombre tenía que ver con un empresario que había sido carcelero (Fernando Branca). Su mujer (Marta Rodríguez Mc Cormak) había sido la amante de Massera (almirante Emilio Eduardo ídem)”. Branca se había hecho empresario y socio de Massera. Un día de 1977 salieron a pasear juntos en yate. Branca desapareció.
“Mirá dónde terminó la broma del fernet. Todo te lleva a un pasado argentino, la cuestión de la muerte y el silencio”, reflexiona El Ministro. “Nos pusimos Fernández Branca, nos consolidamos un poco, hubo cambios de músicos, algunos conflictos, y quedó sólo Fernández. Después apareció Fierro por una cosa de Capusotto, que hablaba de los premios Martín Fierro pero decía ‘Martínez Fierro’ porque eran muchos. Le dejamos el Fernández, pusimos Fierro y sacamos el primer disco, Envasado en origen”.
El 23 de julio de 2011 la Fernández Fierro cumplirá 10 años.
Destrucción masiva
El nombre original del segundo disco era Nosotros también tenemos armas de destrucción masiva, mensaje a George W. Bush durante la invasión a Irak, arrojando un piano desde un puente. Quedaron las últimas dos palabras. Empezaron las giras por Europa, Estados Unidos, Brasil. Otro disco –definido como “pirata-oficial”– fue tomado en vivo justamente en Suiza, en 2004. Simultáneamente la Fernández Fierro seguía presentándose en la calle o participando con su música en actos como el del Obelisco, por los presos de la Legislatura. Con piano y todo. “No tenemos código de barras” describe El Ministro. En 2004 alquilaron un galpón abandonado en Bustamante al 700, Buenos Aires. “El arquitecto se equivocó, había hecho una escalera en el pasillo de entrada, las camionetas no podían entrar, no servía, piso de tierra, todo roto. Pusimos todo el esfuerzo en reconstruirlo y mover todo el circuito de San Telmo y traerlo para acá”. Manos a la obra, cambiaron teclas y cuerdas por ladrillos, carretilla y pintura. Inauguraron el CAFF pero a los pocos meses, el 30 de diciembre de 2004 ocurrió Cromañón, 194 muertos, miles de víctimas sobrevivientes. Ministro: “Además de lo que nos jodió el propio hecho, empezó la persecución a los locales, no podíamos abrir. Fue durísimo, seguimos en la calle para estar con el público, que es lo que nos gratificó siempre”. El Chino Laborde: “Fue un luto total. Estábamos mal emocionalmente. Además nos rompían el orto. Pero nos aferramos al laburo. La Ciudad hizo un acto por Cromañón. Nos zarpamos en el escenario. Boqueamos un par de cosas, dijimos lo que pensábamos, y nunca más nos llamaron porque saben que somos conflictivos. Tenemos una actitud”. El gobierno de Aníbal Ibarra dejaba las cosas claras tras la versión porteña de la destrucción masiva.
Corsini + Tosco
En 2006 el CAFF consiguió la habilitación. La inteligencia se impuso a la dificultad. Todas las sillas son diferentes, porque han cobrado como entrada una silla para poder instalar el lugar. Entran unas 150 personas. El Chino cuenta que pagan 7.000 pesos por mes y abre la boca como si lo estuvieran estrangulando: “¡Una locura! La orquesta no se solventa. Con las giras tampoco ganamos mucho, pero vamos sembrando. Todos son profesores de música, o trabajan como músicos contratados. Pero estamos jugados con este proyecto que es lo que queremos. La gente se da cuenta”. El propio Chino tiene una banda de rock, animó cumpleaños y fiestas (Ricky Martin, Chayanne, rock nacional): “A veces reemplazo a un chileno que imita a Gardel. Voy y hago a Corsini (Ignacio). Pero éste es nuestro lujo. Y estamos marcando tendencia”.
Yuri agrega: “Tengo un recorte de Agustín Tosco que dice ‘debemos ser pacientes, perseverantes y decididos, y así la tarea siempre ha de fructificar’”. Tosco fue parte del Cordobazo, de la CGT de los Argentinos, y pertenecía a un sindicato con nombre de metáfora: Luz y Fuerza.
Chabuca y un ministerio
Los otros discos son Tango Antipánico (“por esa idea de que te dan un volante de tango y te da miedo” se ríe El Ministro), Mucha mierda y el reciente Fernández Fierro que además de los temas de Yuri como Avenida Desmayo o Niebla Dura, incluye una impresionante versión de Una larga noche, de Chabuca Granda, y un tema con destino de clásico: Bluses de Boedo, de Alfredo Tape Rubín. Para un futuro disco queda otro tema de Yuri, con la primera letra de El Ministro, que ya puede escucharse en los shows: Desierto. El propio Ministro dice: “El fin de todo esto es que una orquesta de músicos pueda subsistir sin recurrir a covers, con una propuesta nueva, con un mercado que no existe. El medio fue hacer toda esta parte: las entradas, las cervezas, la albañilería, un poco de todo. El fin no es el boliche, sino la música”. Otro detalle: “Decíamos que en la orquesta había ministros, uno se encargaba de la economía, otro de los shows, y así. Yo era el ministro de Bienestar, porque íbamos a un lugar 12 tipos, pedíamos cerveza, o una empanada, se armaba lío y finalmente yo me encargaba de organizar y arreglar todo. Las relaciones públicas. Bueno, me quedó el nombre”. Un ministro que arregla y organiza todo quizá sea otro producto inédito de la Fernández Fierro.
Anarquismo responsable
El CAFF se sigue llenando de murmullos con lunares estroboscópicos. La cooperativa tiene asamblea una vez por semana. Integra a los 12 músicos, tres técnicos, y además da trabajo a la gente que atiende el CAFF. Yuri: “Se habla lo que hay que hablar. No hay mucha psicología en eso. Como hombres, entre comillas. A veces con mirarnos nos entendemos mejor que con palabras”. Reparten ingresos por igual, pero a más trabajo se respeta la diferencia. Tienen un código de comportamiento con respecto a faltazos y llegadas tarde. Yuri: “Esto es una suerte de anarquismo, que requiere mucha responsabilidad. Cuando hay un jefe que caga a pedos a los demás, es distinto. La idea es la responsabilidad. Yo creo que es un buen trabajo”. ¿Hay una mirada política? Ministro: “Aprendimos de Pugliese que la solidez musical y la forma de organizarse es la manera más clara de expresar una convicción política. Acá no es un jefe con empleados”. Yuri: “Uno pretende que haya justicia. El gobierno avanzó en muchos reclamos históricos. En otros no. Hace 10 años era más fácil estar radicalmente contra todo, porque todo era una mierda. Ahora hay que ver más la totalidad de lo que pasa. Hay avances, y hay una burocracia asesina de los sindicatos que lamentablemente el gobierno sigue apoyando. Compleja la cosa, ¿no?”.
Teoría del rosquete
El Chino (que jugó en inferiores de Independiente, Lanús y El Porvenir, y largó por lesión más hartazgo de la corruptela futbolera) avisa de las largas charlas con Héctor Larrea. “El tipo nos reconoce, porque le gusta Pugliese. Pero hay dinosaurios que por suerte se corren de la escena. Ésta es una orquesta del siglo 21, época de cambios muy bruscos. No llenaremos la cancha de River, pero tampoco entregás el rosquete a una discográfica. Y es nuestro lujo hacer lo que queremos. Casi no ganamos pero estamos con el proyecto que es más que un laburo, es un hecho artístico. Somos una familia, loco. Y nuestra carta es ésta: sabemos que a cada uno que nos vea, le vamos a romper la cabeza”. Va a empezar el ritual. Se apagan las luces. El Chino mira por una grieta al CAFF colmado: “¡Está hasta los huevos!”. Me agarra la mano y dice: “Es muy movilizador saber que sos libre”.
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La bendición de la impunidad
Jorge Garaventa intervino como terapeuta en casos de abuso y escribió una docena de libros sobre el maltrato infantil. Para resumir su opinión sobre cómo resuelve la justicia estos temas inventó un nuevo concepto: ostentación de impunidad.
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Abusados
En un caso, una maestra fue condenada, pero cumplió sólo 6 meses de prisión y no se investigó a los hombres mencionados por las seis nenas abusadas. En otro, fue absuelto el profesor de gimnasia y fueron procesados dos peritos. El tercero sucedió en un jardín de infantes de Villa Gesell y todavía espera justicia. Sus diez expedientes se convierten en una prueba de cuál es el rol de quienes deben escuchar el relato de niños y niñas de apenas 4 años y hacer algo a partir de ello. También, de cómo se comporta la máxima autoridad eclesial cuando se reportan denuncias que involucran a las instituciones de la que es responsable, actitud que mereció hasta el reproche de los mismos jueces que exoneraron a los denunciados por considerar que los testimonios de los chicos estaban “contaminados”. El caso del Instituto Ana Böttgger de Villa Gesell permite verificar cómo se toman esas pericias y plantea un debate de fondo: por qué los tribunales no están en condiciones de hacer justicia.
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