CABA
Teatro abierto
Ningún pibe nace chorro, la obra. Veinticinco chicos, coordinados por dos docentes, escribieron, produjeron y actuaron esta obra de teatro que retrata sin metáforas la realidad que viven. En el patio de la escuela n°8 de San Fernando y sin ningún otro recurso que su capacidad de creación y concentración lograron trasmitir qué significa ser joven en un barrio de la periferia bonaerense. Desde allí, apuntan contra la discriminación y la indiferencia.El policía se cruza con el pibe en el medio del escenario y le dispara directo al corazón. Ya en el piso, lo remata. Y dice mirando al público:
–Uno menos.
“Uno menos” es la frase que escucharon en la calle los chicos de la escuela media N° 8 de San Fernando y que convirtieron en la escena inicial de la obra Ningún pibe nace chorro. Son 30 minutos de verdad narrada en breves escenas, todas así de contundentes. Las zurcieron en el patio de la escuela, un amplio predio que hoy está decorado con siluetas que recuerdan a los desaparecidos durante la dictadura y en el barrio. Conversar con ellos con esa escenografía de fondo es también un disparo directo al corazón. No te mata: te despierta. Como cada palabra con la que ametrallan la conversación.
“En este colegio tuvimos que acompañar a muchos chicos al cementerio, cuyas muertes ni siquiera son casos públicos, porque acá sabemos que los asesinatos por gatillo fácil muchas veces se soportan en silencio por la culpa o la vergüenza social”, dirá Diana, la profe de Historia y entusiasta motor del proyecto. Diana recuerda especialmente el caso de un chico asesinado por un policía con seis tiros y por la espalda. “Fuimos a acompañar a la familia al velatorio y escuchamos el murmullo de muchos vecinos que decían que la mamá no tenía derecho a llorar porque el pibe se lo había buscado y porque ella no había hecho nada para evitarlo. Eso es lo que quisimos reflejar en la obra. Nunca la muerte puede ser el destino de ningún chico. Más en un país como el nuestro, en el que vemos cómo asesinos que han torturado y hecho desaparecer a miles de personas tienen derecho a juicio y a cárcel. Esa es la gran lección moral que nos dejaron las Madres y las Abuelas y ese es el quiebre ético que quiere imponernos el gatillo fácil”.
El último de sus alumnos así asesinados fue Nelson, un mes antes de estrenar la obra y por eso a él estuvo dedicada la primera presentación. Fue en noviembre pasado en Chapadmalal y en el marco de un encuentro educativo dedicado a la memoria. “El año anterior habíamos participado con un video, pero nos resultó muy difícil y no quedamos conformes. No tenemos un profesor de informática que nos acompañe, no tenemos recursos tecnológicos, no tenemos dinero, pero nos dimos cuenta que tenemos recursos humanos de sobra y con esa idea nos quedamos”. Diana convocó entonces a todos sus alumnos de 2° año a crear una obra de teatro y en el camino se sumaron los de tercero impulsados por otra idea: volver a Chapadmalal.
No fue fácil. El año escolar estuvo cascoteado por varios paros del personal auxiliar y la pandemia mediática del Gripe A que dejaron a la escuela sin clases. “Los chicos venían igual a ensayar. El patio era nuestro escenario y ahí nos teníamos que imaginar todo: que se apagaba la luz, que había sillas, que se escuchaba una música. Teníamos que hablar a los gritos porque sino no nos escuchábamos.”
Embarazo y gatillo fácil
La chica se acaba de enterar que está embarazada y grita:
–¿Cómo se lo digo a mi vieja? Me va a matar.
La madre no la mata: la echa de la casa.
–Sos una boluda. Arreglate como puedas. No te quiero ni ver.
El novio le responde:
–Sos una hija de puta. Me cagaste la vida. Andate a la mierda.
Otra chica, en cambio, recibe el apoyo de su familia y pareja.
En este paralelo transita la obra sin sermones, con frases breves y palabras adolescentes.
Que sus autores hayan decidido este recorrido tampoco es casual. En el grupo hay ahora mismo dos adolescentes embarazadísimas –a las dos le falta apenas una semana para dar a luz– que han vivido esas historias que parecen de cuento. A una la echaron, a otra la acompaña su mamá. “Todo el tiempo me preguntan cuántos años tengo y cuando digo ‘17’ me contestan ‘qué boluda’. Me hablan como si no fuera nada”.
¿Cómo es eso?
El otro día en el hospital, por ejemplo, estaba esperando a la doctora para el control y veo que llega una chica muy chiquita con terrible panza. Cuando le dice que tiene 14 años, le empieza a gritar: cómo no te cuidaste, sos un pendeja, de todo. Ahí me paré y le dije: no ve que es una nena, no ve que no le puede hablar así ahora. Se lo hubiera dicho antes. Ahora que ya está, en lugar de gritarle lo que tiene que hacer es contenerla.
¿Y qué te contestó?
Que hoy en día lo único que hay que tener para no quedar embarazada son dos dedos de frente.
En la obra hay una escena que refleja este tipo de situaciones, con médica y enfermera irradiando este tipo de miradas que construyen, ladrillo por ladrillo, la soledad. “Uno menos”, también podría decirse luego de mirar la forma en que los chicos representan todo el arco de indiferencia social. Está desde la asistente social que dice “¿qué podés esperar de estos chicos” hasta la maestra que aconseja a otra con una frase demoledora: “desentendete”.
“En la escuela muchas veces nos enteramos antes que la familia de los embarazos de las chicas –dirá Diana– Y eso tiene que ver con que hay otra apertura de la institución hacia esos temas, porque hasta no hace mucho la escuela era una de las cosas que perdían si quedaban embarazada. Hoy hay todo un acompañamiento y hasta un régimen especial para que puedan seguir y completar el secundario. Pero aún así no alcanza: necesitan otras instancias de contención que no siempre aparecen.”
Los chicos dirán que lo que más le sorprendió de este pasaje fueron los aplausos que brotaron del sector adolescente de la platea de Chapadmalal. “Me gritaban: ídolo”, cuenta indignado el chico que interpreta al novio que manda a la embarazada “a la mierda”.
Así, embarazos adolescentes y asesinatos por gatillo fácil, desnudan en esta obra un mismo prejuicio social que ellos han elegido mostrar sin metáforas.
Ser y tener
El debate sobre estos temas fue dentro del grupo una clave para encontrar la forma de contarlo. Ahora mismo están discutiendo, entre ellos y en medio de la charla, qué lleva a un chico ser chorro o a una chica “dejarse embarazar”. La profe Diana es quien retoma el hilo y la síntesis. “Nos dimos cuenta de que hay gente que tiene más fortalezas que otras. Que estas cosas no tienen solo que ver con cómo te crió tu mamá. No todos somos iguales. Hay chicos que ante una situación de crisis se quiebran y ya no pueden salir, porque no encuentran de dónde agarrarse. Y cuando uno está en crisis y no tiene de donde agarrarse, aparecen otras cosas que nos resultan salvadoras y ya sabemos lo que sigue: ¿de dónde va a salir la plata para tenerlas? Ahí está la tele prendida todo el día diciéndonos que si no tenemos esto o lo otro, no somos nada. Que para ser alguien tenés que tener tal zapatilla, tal celular, tal color de ojos. Y uno puede tener o no la fortaleza para enfrentar a ese discurso. La verdad es que no podemos acusar a nadie sobre cómo reacciona frente a eso y menos desde un lugar de cierta comodidad, como puede ser tener la heladera llena, tener a alguien en la casa que trabaje, tener amigos o tener una escuela. No puedo juzgarlo porque no sé cómo sería yo con sus circunstancias. En la obra tratamos de reflejar esto, porque estas cosas existen y porque ellos las vivieron. No hay nada ahí que no haya salido de este debate, pero basándonos en sus propias experiencias”.
Mariela, la otra profe que le puso garra al proyecto, fue la encargada de resumir las conclusiones a las que llegó todo el grupo. Escribió, así, las palabras que la voz en off de Diana recita en la escena final. Dicen:
“Las palabras son la esperanza de los pueblos que resisten y luchan por sobrevivir. Pero hay palabras, también, que nos convierten en asesinos, en cómplices de muertes inocentes, en vidas que podrían haber sido otras vidas.
Todos y cada uno de nosotros, desde nuestros lugares en el mundo, podemos hacer algo para cambiar las cosas. Empecemos por cambiar las palabras.
Seguridad por igualdad.
Exclusión por esperanza.
Gatillo fácil por justicia.”
Los chicos agregan lo más importante: “Hicimos esta obra porque queríamos que la gente haga algo para cambiar esto”. La hicieron, dicen, para que haya menos “gente indiferente”, menos “apoyo a las injusticias”, menos “personas que piensen que estos chicos, por desastre que sean, no tienen derechos”.
La hicieron con la convicción de crear un momento capaz de pelearle el destino a la muerte y apuntar, directo a la conciencia, el gatillo de las palabras con que nos despiden en esta obra:
“A ustedes que están ahí sentados, que vinieron a ver y vieron, les pregunto:
¿Esto pasó o var seguir pasando?
¿No vamos a hacer nada?
Basta de mirar para otro lado, basta de discriminar, basta de lavarse las manos, basta de gatillo fácil.
Basta”.
Intentan sumar a ese grito, uno más.
Y uno más.
Y otro.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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