Nota
A pegar por López: una campaña a 10 años de su desaparición
El fotógrafo Gerardo Dell’Oro lanzó una convocatoria para recordar la segunda desaparición de Jorge Julio López, que este domingo cumplirá 10 años. Se trata de cinco fotos que pueden descargarse libremente para pegar en paredes, murales y medios de transporte. Gerardo es hermano de Patricia Dell’Orto, secuestrada y desaparecida junto a su compañero Ambrosio De Marco, asesinadxs en Pozo de Arana, el mismo centro clandestino donde estuvo López. Su testimonio fue clave en el juicio que condenó a Etchecolatz para reconstruir qué pasó.
La convocatoria es clara y dice:
“A PEGAR POR LOPEZ. A 10 años de la desaparición de Jorge Julio López. Empapelemos las calles. No lo olvidamos. No perdonamos. Juicio y castigo a todos los genocidas”.
Un link despliega una página con cinco fotos que pueden descargarse libremente, en distintos tamaños y formatos, y que forman parte de la campaña que pensó y lanzó el fotógrafo Gerardo Dell’Oro y que diversos espacios, como la Comisión Provincial por la Memoria, adhirieron y difundieron. Dell’Oro es el hermano de Patricia Dell’Orto, militante en Montoneros, secuestrada y desaparecida el 5 de noviembre de 1976 junto a su compañero Ambrosio De Marco, en City Bell. Tenían una niña de 25 días.
El testimonio de Jorge Julio López fue clave para saber qué pasó con Patricia y Ambrosio, en el marco del juicio que condenó a prisión perpetua a Miguel Osvaldo Etchecolatz, exdirector de Investigaciones de la Policía Bonaerense, mano derecha del general Ramón Camps. Era el primer juicio que comenzaba tras la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. López explicó que Patricia y Ambrosio fueron llevados al Pozo de Arana y que fueron asesinados el 8 o 9 de noviembre de 1976. Etchecolatz fue finalmente condenado, pero Jorge Julio López desapareció el día de la audiencia de los alegatos.
Era 18 de septiembre de 2006.
A días de cumplirse 10 años, Gerardo Dell’Oro dice a lavaca: “Pienso en los pibes de secundaria que están militando, para los que López es parte del pasado. Una cosa es cuando sos contemporáneo y pasa. Otra es cuando es algo que ya pasó hace 10 años. Entonces me pareció que lo que había que visibilizar era esa ausencia”.
Todas las fotos tienen la misma inscripción: “Desaparecido en democracia”.
La justicia es colectiva
Hace 10 años que Gerardo fotografía todas las acciones político-artísticas vinculadas a Jorge Julio López, que se encuentran compiladas en el blog de Tumblr “Desaparecido en democracia” (https://desaparecidoendemocracia.tumblr.com/). Son murales, carteles e intervenciones paridas en plena calle, y la militancia de Dell’Oro es rescatar esa memoria. “En 2011, cuando se cumplen 5 años de la desaparición, armé una especie de librito, muy básico, con una edición fotográfica de lo que se había hecho. Lo tomó después la Secretaría de Derechos Humanos de La Plata, ATE/CTA y se produjeron 3 mil ejemplares que se regalaban”.
Las fotos formaron parte de algunas campañas de la Comisión Provincial por la Memoria. “Ahora, a 10 años, que es un montón, se me ocurrió trabajar con fotos de él vivo, y como testigo. Justo son 10 años donde hay una política que favorece mucho a los genocidas presos con las domiciliarias o la posibilidad de domiciliarias. No sé si los juicios están tambaleando, pero las condenas a prisión efectiva están dudosas. De hecho, Etchecolatz tiene dos domiciliarias ganadas, pero sigue en la cárcel por las otras causas”.
Dell’Oro piensa esta época: “Hay un clamor de justicia por esos ‘pobres ancianos a los que se les niega sus derechos’, pero Etchecolatz sigue cometiendo delitos: él sabe fehacientemente, por ejemplo, dónde está Clara Anahí, la nieta de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas. Sabe qué pasó con esa niña, que salió de brazos de un policía de un operativo militar que él comandaba y observó a distancia. A la justicia que se expide por razones humanitarias es una justicia que no está ocurriendo, porque él sigue implicado en delitos de desaparición”.
Las cinco fotos que forman parte de la campaña “A pegar por López” son:
- El gran retrato de Helen Zout, la fotógrafa que trabajó durante años con sobrevivientes de los centros clandestinos de detención y familiares de desaparecidos. Es la famosa foto de López con los ojos cerrados.
- Una imagen de López testificando en el juicio de Etchecolatz en 2006.
- Una que sacó Dell’Oro en 1999, cuando López declara por primera vez en los Juicios por la Verdad, y donde está haciendo un reconocimiento judicial en Pozo de Arana, el centro clandestino donde estuvo secuestrado junto a Patricia y Ambrosio.
- Otra foto en la Comisaría 5ta.
- Una foto en otro reconocimiento judicial, en Cuatrerismo.
“Las fotos se pusieron a disposición para que cada uno se las imprima y arme lo que quiera en la ciudad que quiera. Armé por cada una 6 archivos PDF para que se impriman en diferentes tamaños”. El link para descargarlas es: https://www.dropbox.com/sh/nzpm6jdfvzkja4h/AADayxIW5HNxn_nd9RsXO0-na?dl=0.
Las sensaciones
¿Cómo se piensan estos 10 años sin López?
Dell’Oro: “Todo lo que se refiera a López es súper contradictorio en cuanto a sensaciones y emociones. Estamos hablando que el día anterior en que se iba a condenar al acusado en el primer juicio posterior a la caída de las leyes de obediencia debida y punto final, y que en mi caso particular significaba condenar al culpable del asesinato de mi hermana y de mi cuñado, desaparece López, que es un testigo importante, y que en lo familiar es quien completa un poco mi historia, porque es el que me cuenta el destino de mi hermana desaparecida. Algo que era un logro tremendo, se vio opacado de la peor manera, no con la muerte sino con la desaparición de un testigo. Simbólicamente es lo peor, porque es retrotraerse al modus operandi de la dictadura. Los 10 años son muy fuertes, es una eternidad. Pero, por otro lado, veo mucha gente, muchas propuestas, que van a marchar en La Plata y también en Buenos Aires, todo esto ante una arremetida promilitar y antipopular. Es contradictorio siempre: por un lado, hacés pie en la tragedia, pero por otro anclás en la lucha colectiva”.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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