Sigamos en contacto

#NiUnaMás

Diana Sacayán: memoria viva y futuro trava, por Marlene Wayar

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Hoy se realiza una nueva audiencia del juicio oral que juzga el travesticidio de Diana Sacayán. La exigencia de justicia es un reclamo social que refleja el legado que dejó la vida de Diana, una de las referentes del movimiento travesti argentino, que ayudó a construir con su claridad y sensibilidad. Para conocer a Diana y a esa vida, conversamos con Marlene Wayar, quien traza con sus recuerdos un perfil político de esa militante y pensadora que todes extrañamos.
Diana Sacayán: memoria viva y futuro trava, por Marlene Wayar
Por Florencia Paz Landeira para lavaca.org
Continúan las audiencias públicas por el asesinato de Diana Sacayán. Su legado y la lucha travesti están revolucionando el mundo jurídico con la categoría de “travesticidio”, incorporada en la carátula por el crimen, y también están revolucionando sus espacios. Una vez más, el lunes 19 la Plaza Lavalle se empapeló con afiches con el rostro de Diana y sus principales consignas. El encuentro, los abrazos, un escenario y una radio abierta desafiaron las lógicas de invisibilización que suele atravesar a la violencia contra la población trans. Faltan aún dos audiencias que serán los lunes 26 de marzo y 9 de abril. La búsqueda de justicia lleva ya más de dos años, pero esta instancia de juicio oral se presenta como una nueva oportunidad para repensar la transfobia, el movimiento travesti y, por supuesto, recordar a Diana. En esa lucha se planta firme su compañera Marlene Wayar, activista trans, quien evoca en esta entrevista con lavaca el contexto del travesticidio de Diana, su memoria viva y proyecta, sobre sus bases, los sueños de un movimiento que va en busca de lo imposible.

¿Cómo interpretar el juicio de Diana desde lo jurídico y desde lo político?

Estoy confiada en lo jurídico, me parece que es de esos casos que facilitan que al juez le convenga sentar precedente, hacerse ver y dictar una condena ejemplar. Lo que no quita que en este proceso de visibilizar la búsqueda de justicia aparezcan cuestiones que no están buenas. Por ejemplo, que muchas de las personas que han colaborado en el proceso apelen al currículum de Diana para argumentar que fue un travesticidio. Y el travesticidio es con o sin currículum: la muerte de cualquiera de las chicas es injusta. Que haya gente que cree tener derecho a torturar, a quitar la vida, es espantoso. Son esas estrategias movidas por buenas intenciones, pero que pueden tener efectos contraproducentes. Es como cuando desde el activismo se plantea la estrategia de pedir el plebiscito por el derecho al aborto porque lo vamos a ganar. Pero el punto es que los derechos humanos no se plebiscitan. En este caso es lo mismo. Es aleatorio, es contingente el currículum de Diana; su muerte no vale ni más ni menos por eso. La muerte nunca debería ser un rédito político.

¿Cómo podemos politizar estos crímenes sin entrar en esas mezquindades?

Justo ahora en paralelo sucede lo de Marielle Franco en Brasil. Está bueno que estas muertes nos convoquen, que nos arremetan, que nos muevan, pero hay que tener cuidado con usar a las personas, a su memoria, con cuestiones mezquinas. Ambas son sujetas políticas. No quiero decir que hay que despolitizar, porque sus vidas y sus muertes fueron políticas, pero no cruzar la línea de lo redituable. Nosotras nunca hemos usado a nuestra muertas: solo hemos trabajado por visibilizar la realidad del colectivo. A Lohana le decían mucho: “venís, me tirás las 150 muertas en el escritorio y ahí empieza la discusión política”. Pero eso es así. Ustedes primero nos mataron. Pero en nuestro activismo le damos un giro político a esas muertes que no tiene que ver con regodearse en el victimismo, en lo macabro, en el detalle del suceso. Esta es la realidad y desde acá tenemos que partir, no lo podemos desconocer. Pero hay un respeto por la integridad, la intimidad de las víctimas que hay que sostener.

Diana Sacayán: memoria viva y futuro trava, por Marlene Wayar

Marlene Wayar, retratada en MU Trinchera Boutique junto a una foto de Lohana Berkins.

¿Cómo se cruza la vivencia de este juicio en términos políticos con un plano más íntimo?

Me va exponiendo de diferentes maneras. En primer lugar, podría haber sido yo. Te distraés un minuto porque te gustó una sonrisa y de ahí hasta el calvario no para. Porque las travas estamos condenadas a caminar en el riesgo, como cuando estamos en situación de prostitución, salimos a un campo minado donde puede suceder lo que sea. En general, yo he tenido el aprendizaje, la enseñanza de otras del ojo avizor, de estar conversando con alguien, en los tres o cinco minutos que dura un planteo de las condiciones. Tanta plata, voy acá o voy allá, esto no, esto sí, y mientras tanto saber de qué es capaz esa persona. ¿Me va a pagar o no me va a pagar?, ¿va a querer esto o lo otro?, ¿es un pesado?, ¿está borracho o no? ¿Me va a matar o no me va a matar? Y ese es un aprendizaje muy fino que vas haciendo en el mientras tanto, a través de la experiencia. Hay algo de eso que teníamos nosotras que por lo menos te preparaba, una suerte de transmisión intergeneracional que me parece que se va perdiendo por cuestiones contextuales, epocales, porque estamos más mediatizadas, porque estamos más solas, más aisladas, no son tantas las redes, no convivimos tanto, el medio social te separa, te divide, te fragmenta. Antes estábamos todas juntas, aprendiendo las más chicas de las más viejas. Las distracciones de la tecnología, de la pantalla, te colocan en otra realidad. Que te invita a no ver, a evadirte, a buscar alivio en esa irrealidad. Esto nos perjudica. Todo el tiempo el contexto se quiere mostrar ficcional en cuanto a la inclusión, la aceptación de la pluralidad, de la diversidad, y una quiere convencerse de eso, pero te distrae de estar preparada para un contexto que en la práctica no es así.

¿Cómo se viven en el día a día esas contradicciones entre lo discursivo y la práctica?

Algo tan sencillo como que un día el policía al que siempre le pagás, por algún motivo te puso la droga a vos y en lugar de ir otra presa por una causa armada de droga, caés vos. Porque ese día no hubo otra. En este momento, no tenemos la capacidad para salir comunitariamente de esta falta de horizonte. Esta fragmentación nos hace perder de vista que sigue siendo sistemático y muy complejo. Nuestro colectivo ha desarrollado históricamente estrategias de supervivencia fundadas en la transmisión oral. Las redes sociales no pueden suplir eso. Porque son las instituciones, porque es la sociedad, por hay una sociedad que tiene miedo, que está intervenida por la implementación del miedo, del terror. Y resulta cada vez más difícil tejer alianzas, redes que superen los particularismos. Por otro lado, el problema es que nos llega el marketing de la “Argentina igualitaria” y otros discursos de empoderamiento que te dicen que no tenés por qué soportar una situación de violencia. Y entonces, un día ponés los límites. Pero la verdad es que muchas veces no podés decirle al policía en un lugar oscuro que no le vas a dar el documento, o que se vaya a la mierda, que esta vez no le vas a tirar la goma. Hasta que los discursos no se hagan práctica, no podés exponer tu vida, te deja sola. Esa convicción no puede ser en soledad. La construcción tiene que ser colectiva, no podemos quedarnos en lo individual. Me parece que lo mismo vale para las mujeres. Porque así llega el día en que dijiste “basta”, pero estabas sola. Primero hay que salir corriendo, abrazarse a lo que sea y desde ahí decir basta. Si no, lo que sucede es que estás en una encerrona trágica, porque estás sola, porque somos finitas, porque nuestros cuerpos son vulnerables.

En relación a la lucha contra la violencia, ¿cómo ves las alianzas con el movimiento de mujeres en iniciativas como las del 8M?

Es un desafío muy grande por delante construir esas redes a partir de consensos mínimos, de juntarnos, de pelear por el espacio público como fue justamente en el paro de mujeres. En el 8M, nosotras las travas no teníamos comunitariamente dónde hacer paro. Porque nuestro paro no es visible si no lo transformamos en algo político. No tenemos trabajo, en general no tenemos niños todo el tiempo a cargo, no se nota nuestra ausencia en los trabajos formales ni en los informales, ni en las tareas de cuidado, pero es importante que estamos en el consenso de “basta de violencia”. Porque se trata de construir una estrategia que a futuro nos dé la posibilidad de que toda esta masa nos albergue, nos abrace, nos continúe conteniendo. Creo que Diana y también Lohana fueron grandes articuladoras con grupalidades impensadas en el feminismo, en el campo popular. Y nuestra participación en esos espacios es transformadora, hace que esos movimientos vean algo que no pudieron ver en su momento. Como por ejemplo, con el caso de Sandra Cabrera y otras compañeras que han muerto por violencia institucional o social. Por lo menos, generar la pregunta de por qué no se mueven por nosotras como se movieron por Fuentealba. Por qué una docente no es lo mismo que un docente. Que hoy haya movimientos diversos que sostengan la bandera de justicia por el travesticidio de Diana habla de la riqueza de estas biografías, de lo que han logrado. Pero también de que debemos insistir por que se consigan resultados diferentes. Por ejemplo, preguntarnos por qué no hay un colectivo de madres y padres de travas asesinadas, o de travas en prostitución.

¿Cómo se relaciona esta posibilidad de generar alianzas múltiples con la reflexión sobre la propia identidad en términos complejos, multidimensionales?

Nosotras vivimos muy concretamente la forma en la que opera esa transversalidad, ese cruce del género, con la clase y con la raza. Son marcadores que se van sumando, te van posicionando. Estás parada en otro lado, te pasan otras cosas, tenés distintas posibilidades. Y, por otro lado, porque crecimos con la violencia, la discriminación, el insulto, tenemos mucha capacidad para colectivizar experiencias y necesidades. Diana era un gran ejemplo de eso. No le resbalaba ninguna lucha. Ella era muy consciente de su identidad trava, pero también de su condición de clase, de pobreza, de ver a su madre enfrentarse con muchos hijos al hambre. Era muy consciente sobre los efectos que la pobreza tenía sobre el cuerpo. Los efectos de no tener una dieta equilibrada, los efectos de las intoxicaciones por el agua contaminada por el Ceamse. No le pasaba por al lado, tenía que estar ahí. Porque a pesar de su posición subordinada por ser travesti, Diana nunca renunció a la posibilidad de reclamar. Tenía su perfil fiera, necesitaba hacer, era hacedora, hacer y terminar. No le cerraban los puntos suspensivos. Diana fue la primer trava piquetera. Y en esas luchas, era vocera de toda una comunidad, era ella en quien los vecinos y las vecinas confiaban por su capacidad de analizar la situación, por su capacidad para argumentar un reclamo y por no bajarse del caballo nunca, de estar ahí, discutiendo con cualquiera, sin dejarse meter la impresión de que vos venís de la universidad de la pindonga o que sos del municipio. Y tenía también la posibilidad de acompañar luchas con mucho amor, como la forma en que abrazó la lucha por Luciano Arruga. En la desaparición y la muerte de Luciano se hicieron nudo muchas otras muertes e injusticias. Y también porque le tocaba muy de cerca. El gatillo fácil era algo que no le resbalaba porque le sucedía en su barrio, no tenía posibilidad de distancia. Y, a parte, los pibes como Luciano eran los pibes de los que Diana se enamoraba. Le gustaba el pibe de su barrio, con camperita de jean, con la mochila negra llena de pins, flaquito, pobre como ella.

En relación al deseo y el amor, ¿cómo podemos pensar el nivel de la transfobia ligado a lo afectivo?

Siempre está la posibilidad del enemigo. En nuestro caso no se trata de parejas estables como sucede con las mujeres, son engaños con desenlaces rápidos. Nos interpela a todas. Es muy hipócrita en el sentido de que está fundado en el odio. Pero la raíz última también del otro también es el deseo. De que yo no exista para que no le despierte el deseo a él. Esto que se nos ha inculcado siempre a las feminidades. Por el solo hecho de existir estamos tentando a otro. Somos las demoníacas, el pecado, portamos ese peligro y, en nuestro caso, es doble porque es un deseo socialmente condenado. No quiere decir que no exista. Este deseo les nace y hay un juez-verdugo que es el que te condena a vos mismo. Puede haber toda una sociedad hoy hablando de igualdad, de diversidad, de amorosidad, sin embargo está muy internalizada la condena al deseo y amor que generamos las travas. La única manera en que no sienta este deseo es matando aquello que lo despierta. Y Diana provocaba mucho deseo. Ella tenía un anecdotario amoroso enorme. De los lugares más insólitos e instantáneos. Hasta en televisión. Me acuerdo que una vez la habían invitado a hablar sobre cupo laboral trans y Guido Suller la acusó de estar curtiéndose al camarógrafo detrás de cámara. ¿A quién le importa? Pero nos habla de Diana, de su capacidad de seducción. Seducía donde iba, no desde el artificio, no la drag queen, no la montada, era muy lavada en su maquillaje, hablaba desde su contextura física, desde sus rasgos indios, manejaba la seducción de una manera que a mí muchas veces me sorprendía.

¿Qué recordás de su experiencia con las muxes en México?

Ella fue a las velas muxe en Oaxaca. Allá las muxes no tienen el problema de una severa discriminación social como acá, están más o menos insertas, no están inmunizadas contra el occidentalismo, pero no hay tanta exclusión, la prostitución por ejemplo no aparece como la única alternativa. Pero en ese momento empezaron a reclamar de manera firme poder pensarse en el amor, en las relaciones, porque para ellas no estaría habilitado en Oaxaca el matrimonio. Pueden ser las amantes de cualquier hombre, pero ese hombre va a tener una mujer, y ni la mujer ni la muxe van a poder tener otro amante. Ellas reclaman la posibilidad de ser sujetas de deseo legítimas. Y a Diana eso le cerró un capítulo en su vida, porque en la multiplicidad de relaciones instantáneas, ella sabía de la pasión y del amor que generaba en los demás, que generamos las travas, y lo que hay que superar es esa barrera social. Que puedas ir caminando agarrada de la mano. Ese era el reclamo de ella, a la masculinidad, a tantos desamores.

¿Qué rol cabe demandar a los varones en este proceso?

Va a ser sanador socialmente el momento en que los varones puedan también reconocer el daño que se hacen en tanto víctimas también de este sistema, puedan desarmar y repensar su masculinidad. Y nosotras podremos ayudar desde nuestra experiencia a que procesen el haber sido sistemáticamente humillados y forzados a responder a un mandato de macho. Porque también en un punto entendemos la raíz de que hubiera tipos que salían a la Panamericana a hacer tiro al blanco con las travestis que estaba prostituyéndose, porque tiene que ver con vidas de mierda, que creen que ahí van a conseguir el alivio, que ahí van a poder sentirse machos. Porque están tan impotentes frente a las instituciones, frente otros hombres que manejan las instituciones, frente a los gobiernos, frente a las condiciones laborales… Creen que pueden reconstruir eso que les falta a través del maltrato hacia nosotras, sus parejas, amantes, hijas, etc. Y no es abusando de condiciones puntuales de poder o jerarquía, que vas a construir tu masculinidad. También tenemos la experiencia las travas de que no es gratuito el golpe. Con Diana hablábamos mucho respecto de cierta personas que en la jerga llamamos “esclavitas”, que vienen y te ofrecen mucha plata y quieren que los humilles, que los maltrates. Y en el primer análisis es redituable, te exponés menos. Pero desempeñar ese rol, sobre todo cuando no sos actriz y está tu subjetividad puesta en juego, se lleva puesto mucho en vos. No es algo que elegimos ser, la violentadora. Lo vas cargando. En principio, lo tapás, riéndote de ellos colectivamente, pero terminamos pagando precios carísimos. Terminás haciendo el papel de una toturadora por plata. A mí me tocó en alguna ocasión saber que el otro es militar y empezar a fantasear de alguna forma qué habrá hecho ese otro, qué culpa está pagando conmigo, a qué estoy siendo funcional. Por otro lado pienso, yo soy la puta, necesito esta plata y punto. Pero termina siendo un peso demasiado grande. Pensábamos mucho con Diana por qué teníamos que hacer ese papel, cuánto estoy degradando de mi propia identidad frente a ese otro al acordar ese rol. Es otra expresión de la violencia que padecemos como colectivo.

¿De qué se trata tu proyecto de ley de reparación histórica para el colectivo trans?

Históricamente en nuestro movimiento LGTBI y en el movimiento trans hay como dos posiciones: la de conseguir lo posible y otra, en la que me inscribo, de ir por lo imposible. En mi caso, yo necesito irme de este mundo sabiendo que los niños y las niñas no van a nacer en las condiciones que nací yo ni que nacimos todas nosotras. Necesitamos una ley que nos saque del barro, que nos saque del barro que crea la heterosexualidad. Quiero que este país aprenda, que se empiece a cuidar de las acciones que comete, por las consecuencias que provocan. Esas consecuencias se van a pagar caro. Es un proyecto de ley que yo amasé durante muchísimo tiempo. Lo trabajé a partir de legislación comparada, mirando los resarcimientos a las víctimas del terrorismo de estado y también algo de lo que sucedió con las víctimas del Holocausto en la Alemania nazi. Después me suma Claudia que era más clara la experiencia de afrodescendientes tras la abolición de la esclavitud en EEUU. La intención es establecer una reparación a partir de lo que ha sido un plan sistemático desde el Estado, con gobiernos democráticos y dictatoriales, y con connivencia de la sociedad que hace parte de ese propio Estado. Con distintas responsabilidades, como por ejemplo aquellos que han sido parte de fuerzas de seguridad que nos han perseguido y violentado muy especialmente. Pero implica a todos porque nadie ha sido indiferente al movimiento travesti, que ha denunciado estas cuestiones permanentemente. Una sociedad que desde la infancia nos ha perseguido, invisibilizado y excluido de las instituciones. Que violaron nuestros derechos sistemáticamente. Una sociedad que intentó convencernos de que no somos sujetas deseables, amorosas, vivibles, apreciables, queribles. Desandar todo eso es muy difícil. Con qué van a pagarnos habernos sacado la posibilidad de ser escolta de la bandera, o ser elegida mejor compañera de la clase, o irte de viaje de egresados. El entrenamiento de seguir un estudio sistemático. La condena a una vida expuesta al alcoholismo, la drogadicción, el cansancio, el hambre. No tenemos la memoria, la voluntad, la esperanza, porque nos las han degradado. No hay números para calcular esto. Lo que nos inspira es que haya un cambio, que haya una educación desde la diversidad en todas las escuelas desde nivel inicial hasta universitario. Romper la ESI para ir hacia toda la currícula. Los seres humanos no nos relacionamos solo sexualmente. Que los niños y las niñas puedan disfrutar plenamente de su infancia, de sus deseos, de sus juegos. Quiero que se cuiden de esto. Quiero que empiecen a preocuparse todas las instituciones por tener un cupo trans. Adonde sea que llegue una persona trans, que la reciban como un reina, porque este país nos llevó la vida. Tenemos menos de 40 años de expectativa de vida y no ha sido solo la policía. La policía ha sido solo el instrumento de toda una sociedad. Queremos que de inmediato, de manera urgente, se deje de mutilar a los nenes y las nenas intersex en los hospitales públicos y privados. Que dejen de llenarnos de la palabra hombre y la palabra mujer, que nos dejen vivir la experiencia. Somos las únicas sujetas sobre las que la experimentación médica ocurre continuamente, sin ningún protocolo. Practican con nosotras como si fuéramos cualquier ratita blanca. La ley de reparación para mí tiene que ser compleja, seria, tiene que haber un instituto encargado de monitorear a los organismos públicos, que se ocupe de mantener activa la memoria trans. Y es también necesaria la ley a modo de disculpa pública y colectiva, porque es terrible vivir en el remordimiento: es un obstáculo para la construcción de la política viva, de la cotidianidad.

#NiUnaMás

Un mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Este lunes se está cumpliendo un mes del triple narcofemicidio. La causa que investiga el asesinato de Brenda (20), Morena (20) y Lara (15) tiene nueve personas detenidas y tres prófugas. Una de ellas es Alex Ydone Castillo, acusado de ser el dueño de los 30 kilos de cocaína que habrían sido robados, posible móvil de los brutales asesinatos. 


Lo increíble: Castillo estaba preso pero fue excarcelado “por razones humanitarias” durante la pandemia del coronavirus, según lo reveló el periodista de Infobae Federico Fahsbender. En su artículo se detalla que Ydone Castillo había sido detenido en Argentina por una circular roja de Interpol –emitida desde Perú, su país de origen– por “un movimiento de 51 kilos de cocaína”. Fue la Sala II de Casación la que lo excarceló. Desde que quedó en libertad, el gobierno peruano tampoco envió en los plazos pertinentes el pedido formal de extradición. Y siguió libre.

Los otros dos prófugos de la causa del triple narcofemicidio son David González Huamani (“El loco David” o “El Tarta”, por tartamudo) y Manuel Valverde, tío de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, que está detenido en Perú a la espera de un juicio de extradición. 

Los narcos robados

A Huamani, Celeste Magalí Guerrero (una de las detenidas que mayor información aportó) lo reconoció dentro de su casa del barrio Villa Vatteone. Fue una de las personas reconocida por tener guantes de látex. Huamani también aparece en la declaración de Víctor Sotacuro, detenido en Villazón, frontera con Bolivia, acusado de manejar el auto de apoyo a la Chevrolet Tracker blanca que levantó a las chicas en las calles de Ciudad Evita el 19 de septiembre. Sotacuro dijo que fue Huamani quien lo contrató para hacer los viajes de esa noche y que le pidió que le llevara ropa para cambiarse. Sotacuro declaró que lo fue a buscar a Varela y lo llevó hasta la 1-11-14, en el Bajo Flores, y dijo que Huamani estaba sucio de barro, al igual que otros dos hombres que se subieron a su auto. La mamá de Morena lo señaló como el que maneja la droga en Las Antenas, un barrio de Lomas del Mirador, y en la Palito, en San Justo, dos localidades de La Matanza. 

Según una de las hipótesis de la investigación, los prófugos Castillo, Huamani y Valverde integran la organización cuya droga había sido robada. Sobre ellos pesan órdenes de captura internacional. Esa línea también busca a otros tres sospechosos, todavía no identificados, pero que en el expediente aparecen como “NN Paco”, “NN Nero”, y el “canoso de la Glock”, en referencia al arma que llevaba un hombre que Guerrero ubicó en su casa, bajándose de la camioneta con Pequeño J, en las calles Río Samborombón y Chañar. 

Quiénes están en prisión

Hasta el momento las nueve personas detenidas son:

  • Daniela Ibarra (19) y Maximiliano Parra (18), quienes encontraron limpiando con lavandina la casa de Varela.
  • Celeste Magalí Guerrero (28) que alquilaba la casa. Su declaración aportó múltiples detalles que la justicia debe corroborar. Por un lado, explicó la estructura del clan, con jerarquías divididas en “Abuelos”, “Papás”, “Tíos”, “Pequeños” y “Mulos”, según el orden de importancia en la organización. Según su declaración, Pequeño J, que era presentado como el líder de una banda narco transnacional, en realidad tenía un rol menor, aunque lo ubicó en la escena del crimen. También declaró cómo esa noche fueron a comprar artículos de limpieza y bidones de nafta. 
  • Miguel Villanueva Silva (25), pareja de Guerrero. A ambos los detuvieron en un hotel alojamiento. Ella declaró que, al llegar a la casa de madrugada, lo vio con la mano ensangrentada y, según dijo, le confesó que había matado a una de las chicas al intentar escaparse. Un kiosquero del barrio de Florencio Varela dijo que Silva había ido a comprar con otro chico y que le dejó una mancha de sangre en la reja del comercio, que su mujer terminó limpiando. 
  • Ariel Giménez (29), uno de los acusados de cavar la fosa en la casa. 
  • Víctor Lázaro Sotacuro (41). Al principio se creía que solo era remisero pero, según Guerrero, tiene un lugar importante en la estructura. El hombre declaró que nunca estuvo en la escena, que no era el dueño de la droga robada, que tampoco era el jefe de la banda y que su apodo no era “El Duro”, como había dicho Guerrero. De todas formas, según La Nación, Sotacuro pagaba las cocheras en las que se estacionaban los cuatro vehículos de la banda: la Chevrolet Tracker blanca (que fue incendiada), el Volkswagen Fox blanco que manejó, un Renault 19 gris y un Chevrolet Cruze negro. Sus abogados pidieron un careo con Guerrero por supuestas “contradicciones”. 
  • Florencia Ibáñez (30), sobrina de Sotacuro, acompañante en el Volkswagen Fox, fue detenida luego de salir de los estudios de A24, donde defendió a su tío y dijo que habían pasado por el recorrido de la Tracker de casualidad. El fiscal Arribas dijo que Ibáñez reconoció que el móvil de los femicidios había sido un robo de un cargamento de droga que pertenecía a su pareja, el prófugo Alex Ydone Castillo.
  • Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, 20 años. Guerrero lo ubicó en su casa con Sotacuro y el “canoso de la Glock”. También dijo que Pequeño J había llamado a Villanueva para pedirle la casa para una fiesta. Está detenido en el penal de Cañete, en Perú, a la espera de la extradición. La declaración de Guerrero lo rebajó en la estructura: hoy está acusado de organizar dealers. Según la investigación, el abuelo y el papá de Valverde también se dedicaban al negocio narco. Su padre fue asesinado. Una cámara de seguridad ubicó a “Pequeño J” el 6 de septiembre a la salida de un pool de Flores con Lara y otra joven. 
  • Matías Ozorio (28), ladero de Pequeño J. Su historia es increíble y grafica una época: el periodista Carlos Burgueño contó que el joven tenía un trabajo en relación de dependencia en el Hospital Italiano –obra social, aportes, vacaciones, aguinaldo–, lugar del que se hizo echar, según sus familiares, para cobrar una indemnización que invirtió en el mundo cripto. Entre sus apuestas estuvo $Libra, bendecida por el presidente Javier Milei, cuyo desplome hizo a Ozorio perder todo y pedir un préstamo a un transa. Ya no se despegó de lo narco. Según Guerrero, fue una de las tres personas que cavó los pozos en la casa de Varela. Como Pequeño J, fue detenido en Perú. Guerrero también declaró que Ozorio le traía cocaína en 100 o 120 envoltorios que ella vendía a un valor de $10.000 cada uno. 

Vínculo de confianza

Según publicó La Nación, el fiscal Carlos Arribas describió: “Tras producirse la referida sustracción cuyos autores fueran presumiblemente allegados o conocidos las víctimas, fue que mediante maniobras de engaño, y ardides y aprovechándose de su especial condición de vulnerabilidad, integrantes de la organización mencionada precedentemente, en su mayoría de sexo masculino, lograron establecer un vínculo de confianza con las tres jóvenes, por lo que el 19 de septiembre de 2025, a las 21.29, consiguieron las jóvenes abordaran una Chevrolet Tracker blanca con dominio que había sido robado, en la que viajaban al menos tres personas. El vehículo contaba con el apoyo de un Volkswagen Fox blanco en el que circulaban al menos otras dos personas de la organización y de Chevrolet Cruze negro”. 

Según las publicaciones, todavía no está claro quiénes integran el grupo que habría robado el cargamento de cocaína. Pero la descripción de la estructura hace presumir que la causa está próxima a pasar a la órbita de la Justicia Federal.

Ya pasó un mes. 

Las familias de Brenda, Lara y Morena siguen exigiendo justicia. 

Seguir leyendo

#NiUnaMás

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Por Evangelina Bucari

Fotos: Carlos Luna @un_chino.of

Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.

La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La bandera en la marcha.

Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.

En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La presencia mapuche en el acto por Azul.

Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.

“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.

La violencia avanza

El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia. 

Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.

Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.

“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.

Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo
Seguir leyendo

#NiUnaMás

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

En silencio.

La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar. 

Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común. 

“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.

Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?

De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, nadie habla. 

Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.

Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, la ronda termina. 

Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las bengalas se encienden.

Las familias se abrazan, se descargan. 

Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.077