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De la sala de audiencias al corazón de la montaña: después de 9 años reconstruyen el asesinato de Javier Chocobar

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A 9 años del crimen de Javier Chocobar, el comunero asesinado en la Comunidad Indígena Los Chuschagasta, en Tucumán, la Justicia realizó una reconstrucción en el lugar de los hechos. Estuvieron presentes los imputados y e integrantes de la comunidad, testigos que volvieron a señalar a los ex policías Darío Amín, Luis Humberto “El Niño” Gómez y Eduardo Valdivieso. «Aquí estamos en nuestro lugar, aquí nosotros sabemos lo que pasó ese 12 de octubre, no nos hace falta mentir”, dijeron. El próximo martes se volverá a marchar en la ciudad, esta vez con la esperanza de que haya justicia.
La Justicia llega tarde, nueve años tarde, pero se anima a atravesar el corazón de la montaña, a recorrer 73 kilómetros desde la comodidad de la sala de audiencias para adentrarse en el territorio de la comunidad Los Chuschagasta. La mañana se cierra en una niebla helada con un viento que cala los huesos. La cantera de laja, el escenario principal del crimen, se encuentra cercado por un intenso operativo policial. Desde el cielo zumba un drone que va registrando la medida. El resto de las cámaras que no pertenecen al Ministerio Público Fiscal, de periodistas y cineastas, son obligadas a observar de lejos, en la parte alta de la lomada, como espectadores que fueron invitados de mala gana al show judicial. Los imputados Darío Amín, Luis Humberto “El Niño” Gómez y Eduardo Valdivieso, en cambio, filman y transitan a sus anchas, y hasta se sacan “selfies” con sus abogados, como recuerdo de un verano en la playa.

De la sala de audiencias al corazón de la montaña: después de 9 años reconstruyen el asesinato de Javier Chocobar

El Chorro, Tucumán, Argentina. Octubre 02/2018. Reconstrucción del asesinato a Javier Chocobar. Lugar del hecho.


El tribunal, integrado por los jueces Wendy Kassar, Emilio Páez de la Torre y Gustavo Romagnoli, llama a las partes para dar inicio a la reconstrucción de los hechos. Desde lo alto de la montaña cuesta distinguir a los actores, confundidos en una multitud de ropas informales; entre las piedras no se puede andar con traje o zapatos de tacón. La Justicia se viste de “sport” para, por primera vez, acercarse a una comunidad indígena.. Allí donde todo es más difícil, el acceso a la salud, a la educación, y a la misma justicia son siempre un terreno sinuoso y cuesta arriba.
De la sala de audiencias al corazón de la montaña: después de 9 años reconstruyen el asesinato de Javier Chocobar

El Chorro, Tucumán, Argentina. Octubre 02/2018. Reconstrucción del asesinato a Javier Chocobar. Parte de la Comunidad Indígena Los Chuschagasta observa la reconstrucción.


Durante más de cuatro horas se teatraliza lo ocurrido. Algunos voluntarios pertenecientes al Ministerio Público Fiscal ofician de intérpretes para dar forma a las versiones de las partes. Ya en la cantera los acusados se adelantan para dar primero su versión. Escenifican con voz estruendosa, justificando los disparos contra los comuneros desarmados como un acto de legítima defensa. Luego llega el turno de testigos del hecho: Delfín Cata, Genaro Chocobar, Emilio Mamaní, Alberto Orlando Cata y Lucrecia Cata. Sobre la parte baja del terreno, en la cantera misma al costado del arroyo, se recrean los últimos momentos de vida de Javier Chocobar, justo al lado de la gruta que la comunidad construyó en su memoria. Delfín Cata recorre el lugar, señala por dónde venía Javier, bajando por la ladera y dónde estaba él. Levanta la mano mostrando cómo Gómez lo atacó y le disparó al lado de sus pies porque intentó fotografiarlo, y cómo logró inmovilizarlo. Luego los disparos desde atrás empuñados por Amín que hirieron gravemente a Emilio y Andrés Mamaní y terminaron con la vida de Javier. Su relato coincide con cada uno de los testigos, pero hay algo que falta en la escena: la confusión, los gritos y la desesperación de ese día.
De la sala de audiencias al corazón de la montaña: después de 9 años reconstruyen el asesinato de Javier Chocobar

El Chorro, Tucumán, Argentina. Octubre 02/2018. Reconstrucción del asesinato a Javier Chocobar. El testigo Delfín Cata (centro-gorra oscura) da su versión de los hechos.


Audolio Chocobar, Chanito para sus conocidos, tiene la misma mirada que hace nueve años cuando vio a su padre morir desangrado de un tiro en la pierna, a unos pocos metros de su propia casa. “Hoy espero que les quede claro lo que pasó y que los condenen a cadena perpetua”, dice. “Estamos unidos, apoyando a nuestros compañeros que deben declarar”, sostiene firme, sin quebrarse, aunque sabe que esto no es fácil para ninguno. Mucho menos con los asesinos paseando impunemente de nuevo en su territorio.
De la sala de audiencias al corazón de la montaña: después de 9 años reconstruyen el asesinato de Javier Chocobar

El Chorro, Tucumán, Argentina. Octubre 02/2018. Reconstrucción del asesinato a Javier Chocobar. Policías regresan luego de la reconstrucción.


Ya aliviado y sin el peso de la tensión de declarar, Delfín Cata se abraza con Belén Leguizamón, abogada querellante de la causa. “Es tremendo todo lo que hacés, tenés que estar orgulloso”, le dice ella con la intimidad de quienes se conocen, se respetan y se quieren mucho. “Sabíamos que no iba a ser fácil”, le contesta Delfín en referencia a la presencia de los imputados. “Pero esta vez fue diferente, no estaba tan nervioso como la primera vez que declaré allá en la sala, porque aquí estamos en nuestro lugar, aquí nosotros sabemos lo que pasó ese 12 de octubre, no nos hace falta mentir”. Sin dudas es diferente, porque esta vez la Justicia fue a la Comunidad, conoció el territorio comunitario, se cruzó con sus siembras, con sus animales, con sus casas.
De la sala de audiencias al corazón de la montaña: después de 9 años reconstruyen el asesinato de Javier Chocobar

El Chorro, Tucumán, Argentina. Octubre 02/2018. Reconstrucción del asesinato a Javier Chocobar. Camino a El Chorro.


El próximo martes volverán a marchar hasta la ciudad. Con la whipala en alto y la foto de Javier harán trinchera en la sala de audiencias como desde hace dos meses, esta vez con la esperanza de que la justicia llegue por fin.
Texto: Ana María Daneri
Fotos: Bruno Cerimele
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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